jueves, 9 de agosto de 2018

Amores menores, grandes amores - Capítulo 10 -Y la vida sigue

Cuando regresamos a casa, todo me resultaba extraño, a pesar de habver faltado de ella un par de días.  Había un silencio especial, y a ratos me parecía escuchar la risa de un bebe, de mi bebe.  Pero todo eran ilusiones mías.
Me senté a los pies de la cama y recordé la conversación con Ann y Maggie, tan sólo unos pocos días antes, haciendo planes de futuro, y sin embargo un absurdo accidente, dió al traste con todo.  Ahora éramos de nuevo dos personas, pero no  las mismas.  Sé que Maggie sufría por mí en silencio, y yo a penas hablaba, mi con ella, ni con nadie.  Ann me llamaba a diario y venía a visitarme; pásabamos juntas los fines de semana, y a duras penas conseguía sacarme a pasear.  Ella misma había hecho correr la voz en la clase de que estaba con gripe en cama, pero que no tardaría en volver a incorporarme a las clases.

Y no recuerdo si rápido, lento, o normal, el tiempo transcurrió y con él, la culminación de mi carrera.  Seguía sin tener promesa de futuro, es decir no sabía qué es lo que haría en cuanto obtuviera el título. De Dylan, directamente seguía sin saber nada, pero por la televisión y por la prensa, sabía que se había abierto paso en el mundo editorial y era un reconocido escritor que comenzaba a conquistar premios. Pensaba lo fácil que le había resultado todo y qué pronto había escalado la fama.

Al día siguiente de recoger mi título, comencé a buscar trabajo, pero eran tiempos de recortes y no encontraba lugar en donde trabajar.  Me daba lo mismo en lo que fuera, y pensé en ser camarera, pero al enterarse mi tía, puso el grito en el cielo prohibiéndome terminantemente que pensara en eso.

Y fue en Wells, en su pequeño periódico, en donde comencé a escribir una columna en los ecos de sociedad. Y fue allí donde me enteré que un reconocido escritor que residió en Bristol y dio clases en la Universidad de esa ciudad, iba a contraer matrimonio con la hija de un acreditado editor, en una de las editoriales más importantes de Inglaterra.

- Pisa fuerte - pensé, al tiempo que un puñal de dolor me llegaba al corazón.

Ni siquiera sabía que había tenido un hijo.  Ahora estaba localizable, pero   era el momento más inoportuno para decirle lo que ocurrió.  Iba a casarse  dentro de poco, y a pesar de que le reprochaba que no se hubiera interesado por mí, al mismo tiempo seguía amándole, inexplicablemente.  Y le justificaba diciéndome a mi misma que probablemente fue una aventura de una noche, y ni siquiera recordará mi nombre, ni mi cara.

Al tratarse de una celebridad, el director de mi periódico me envio como reportera a cubrir esa boda y yo era la única disponible.  Me resistí negándome en redondo, pero algo me decía que fuera, siquiera para poder verle un instante, a pesar de que después me doliera en lo más profundo.  Y sin pensarlo siquiera, dije que sí, que lo haría.  Debía salir para Bristol al día siguiente y cubrir la columna con detalles previos a la boda más famosa del año, al menos en Bristol y por consiguiente en Wells.

Solamente anuncié a mi tía y a mi amiga, qie tenía que salir a cubrir una importante boda próxima a celebrarse durante ese fin de semana.  No expliqué de quién se trataba; ya daba lo mismo.  No había remedio, él había elegido el suyo definitivamente.

En el viaje me acompañaría Tom, que sería mi fotógrafo; yo haría la crónica y él lo reflejaría en imágenes.  Teníamos la reserva en un buen hotel de Bristol, sin ser nada del otro mundo, ya que todo estaba ocupado por la cantidad de personajes que acudirían a la boda.  Cuando llegamos a la ciudad, lo planificamos todo.  Salimos del hotel para analizar el recorrido de los contrayentes desde su llegada al Ayuntamiento, en donde se convertirían en marido y mujer.  Discutíamos sobre las mejores tomas:  era una oportunidad única para nosotros, para demostrar que éramos buenos profesionales,

Después de cenar, volvimos a salir, por dar una vuelta.  Hacía una noche preciosa.  De regreso al hotel, entramos en un pub y allí, por primera vez pude abrir mi corazón a prácticamente un extraño, a un compañero de trabajo, pero que sabía escuchar.  Y ante él, confesé el esfuerzo tan grande que estaba haciendo con este trabajo por tratarse de alguien muy especial para mi.  Omití el accidente por el que perdí a mi bebé;  eso me pertenecía en exclusiva, ya que la otra parte interesada en el hecho, lo ignoraba totalmente.
Bebí más de la cuenta al no estar acostumbrada a ello, pero fue lo suficiente para terminar llorando en el hombro de mi compañero que no sabía qué decirme para consolarme.
Recuerdo que me acompañó hasta la puerta de mi habitación y me dejó instalada en ella.  Se comportó como un caballero sin propasarse en nada, algo que no le hubiera resultado muy difícil en el estado en que estaba.
Me tendió en la cama, me arropó, y salió silenciosamene de allí.  Después supongo que el sueño me venció de inmediato y dormí profundamente durante toda la noche, hasta que el sonido incómodo del despertador, me alertó que había llegado la hora de ponerse en movimiento.  El gran día se acercaba, estaba ahí, a pocas horas.  Al recordarlo, no pude evitar que las lágrimas anegaran mis ojos.  Me las quité de un manotazo y me dirigí a la ducha.  Tom me esperaba en media hora, y no podía mostrarme como lo hice la noche anterior.  Debía sobreponerme a todo lo que no tenía remedio.


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