sábado, 11 de agosto de 2018

Amores menores, grandes amores - Capítulo 13 - Um muevo rumbo

Y nuestro trabajo fue excelente, aunque en realidad  la inmensa mayoría de lo realizado había sido gracias a Tom.  A mi me daba lo mismo el exito, pero él se sentía muy satisfecho y yo me alegraba por ello. La aceptación por los lectores fue fabulosa y hubimos de lanzar doble tirada, por lo que fuimos felicitados por nuestro director.  Ocasión que aproveché para pedir permiso para el siguiiente lunes, en que debía volver a Bristol y entrevistarme con Edouard Perkins.
No tenía muchas esperanzas en esa entrevista, pero creí que debía aprovechar esa oportunbidad

- Ahora o nunca, pensé

El director no nos negó ese día de asueto, en realidad nos lo debía ya que tuvimos que trabajar el sábado y además más horas de las debidas.  Tom me deseó mucha suerte y dijo que me acompañaría porque tenía que verse con una chica que le gustaba y que  había conocido  mientras cubría,  al igual que nosotros, el acontecimiento de la boda.,.  Durante todo el camino no paró de hablar de ella

-  Se llama Krista y es reportera.  Ha terminado   la carrera hace un par de años y trabaja para una revista de moda.  Me dijo el nombre  pero no lo recuerdo muy bien; creo que es algo relacionado con la mujer..  Moda, complementos, entrevistas, en fin todo eso.

No paró en todo el camino de hablarme de ella. Yo sonreía, porque Tom, tenía todos los síntomas de haberse enamorado de la periodista.  Que casualidades de la vida, nos conocimos cuando me solicitó un reportaje, que ha sido el motivo de estos recuerdos. Y que pasado un tiempo me fue presentada por Tom como su novia.  Al vernos nos echamos a reír, algo que él no entendía y tuvimos que explicarle nuestro primer encuentro.  Pasado un tiempo volvimos a reunirnos, pero esta vez sólo como amigas.  Y entonces si hablamos más íntimamente, ella sobretodo, porque yo guardaba celosamente mi vida anterior a nuestro primer encuentro.Y entonces supe que se había casado con Tom, mi antiguo compañero en el periódico, y que eran muy felices y se amaban mucho. Pensé: "al menos, algo bueno salió de aquella boda "

Y aún lo seguimos siendo y Tom, ha sido no solo un excelente amigo, sino también un buen confidente honrado y fiel.  Poseedor de mis secretos, pero que nunca revelo a nadie, ni siquiera a Krista,  su mujer.

Me sentía muy nerviosa ante la entrevista con Perkins;  era algo muy importante para mi.  De ello dependía mi futuro como escritora.  Si no me diera esa oportunidad, lo dejaría definitivamente y seguiría con mi columna semanal, aunque ello no me permitiera vivir con lujos, pero sí con cierta comodidad.  Pero era un alma inquieta y Wells se me quedaba pequeño.  Después de haber vuelto a ver a Dylan, se había desatado en mi un afán de notoriedad que antes no tenía.  Quería demostrarle que yo también  podría triunfar, aunque no tan deprisa como él.  Todo dependía de su suegro, y lo que más me gustaba era que había sido yo la portadora de la iniciativa, y que él, por lógica, no se había enterado, ya que tendría otras ocupaciones más importantes de las que ocuparse en su noche de bodas.

Y fue precisamente ese pensamiento, el que me ha traído hasta aquí con mis recuerdos a la espalda. Fueron años inciertos por muchos motivos que aún me atormentan.  Pero me siento cansada y solitaria.  Cuento con mis grandes amigos Tom y Krista a los que considero como mi familia.


  En el transcurso de los meses, nos dimos cuenta que podíamos confiar la una en la otra, y yo supe entonces  que al fín había encontrado a una persona que me escuchaba y comprendía.  Que no explotaba las confidencias en una entrevista, sino que lloraba sobre su hombro y nada trascendía. Pero para eso  transcurrió mucho tiempo y Krista llegó a ser mi mano derecha.  Abandonó los reportajes pueriles que no la satisfacían y dirigía mi agenda de trabajo.  Cuando tuvieron su primer hijo, abandonó el trabajo para dedicarse por entero a su familia.  Lo comprendí perfectamente y la animé para ello, aunque en el fondo, sabía que había perdido esa amiga imprescindible que te decía las cosas cuando creía que no habías hecho todo lo bien que debieras y te ayudaba a encontrar soluciones.. Pero desde casa, se convirtió en mi correctora, con lo que no perdimos el contacto.

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