martes, 7 de agosto de 2018

Amores menores, grandes amores - Capítulo 7 - Extraña cita

Trabajé mucho sobre todas las anotaciones que había hecho.  Al principio me parecieron exageradas, pero cuando hube terminado la corrección, lo leí hasta tres veces y, efectivamente, tenía razón.  El relato estaba mejor enfocado, comprensible y hasta resultaba conmovedor.  Había ganado un cien por cien, aunque pensé también que la autoría no era del todo mía, sino, digamos, que la mitad de él.

No tuve ocasión de verle en unos días; tampoco quería molestarle, puesto que tenían exámenes trimestrales y al fin y al cabo, me estaba haciendo un favor.  Pensé que lo mejor era meterlo en un sobre con una nota para que se lo entregaran  en propia mano., dejándolo en Secretaría En la nota le puse:  Siempre le estaré agradecida.  Espero su respuesta "  Kylie ".

Pasó una semana sin saber nada,. La época de exámenes había quedado atrás.  Estaba en la cafetería con Ann y Richard, cuando se acercó hasta mí y escuetamente me dijo:

- ¿ Puedes esta tarde pasarte por Tutoría ?  Tenemos que hablar

Dije que sí ¡ faltaría más !ª  Era lo que más deseaba en la vida.  Ann se debió dar cuenta de que mi rostro se iluminaba porque cuando Richard se ausentó , me dijo riendo:

- ¡ Estás enamorada de Anderson !

Me la quedé mirando porque era la primera persona que se había percatado definitivamente de ello.   ¿Era tan evidente ?  Debía serlo.  Ella me conocía bien desde hacía mucho tiempo y sabía de mis reacciones.  Comenzó a atar cabos con lo narrado en la historia y con lo que sentía en realidad

- El relato es parte de tí ¿ verdad ?
- ¡ Qué cosas se te ocurren !ª Naturalmente que no.  Mi relato es una historia más
- A mi no me engañas, y sé que parte de lo que reflejas es lo que sientes.  Voy a darte un consejo: olvídale.  Es mayor que tú, y además es profesor.  La Universidad les tiene prohibido el contacto a nivel personal con cualquier alumno.  Puedes crearle un problema sin darte cuenta.  Además,  posiblemente tendrá novia, eso si no está casado.
-¿ Te quieres callar?   No dices más que tonterías.  No pretendo ni mucho menos crearle problemas.  Pero en algo si tienes razón, y es algo que no he podido evitar:, y es la fuerte atracción que siento por él.

- ¡ Lo sabía, lo sabía !ª  Debes haberte vuelto loca.  Olvidale. Olvida los relatos y las historias.  Fíjate en algún otro hombre que no sea tu profesor.  Tienes que olvidarle urgentemente
-Ann, eso no es posible.  Me ha calado muy hondo. Por favor, dejemos ya este tema

En verdad me dolía lo dicho por mi amiga con la mejor intención, pero en el fondo sabía que tenía razón.  Lo que me había ocurrido era absurdo;  es cierto que sucede a veces, pero dura lo que un curso.  Mucho me temía que lo mio no iba a ser ave pasajera, aunque tampoco lo deseaba.  Pero ¿ y si estaba casado, o tenía novia ?  Con eso no había contado y sin embargo entraba dentro de lo probable. Pero no entendían que era más fuerte que yo.  Que necesitaba verle, aunque fuera de lejos.  Que me hablara distante como profesor a alumna, a pesar de que yo deseara otra clase de conversación.  Que al mismo tiempo me torturaba con la idea de no verle durante las vacaciones...
Había comenzado una época terrible y a la vez dulce en mi vida:  me había enamorado por primera vez de alguien que no debía.  No era un simple enamoramiento como había sucedido con algún compañero de clase.  Con el que fuera, no había pasado de un ligero beso en los labios, pero con Anderson, los besos no serían ligeros, ni la relación pasajera.  Deseaba algo más, ir más allá con él, y eso, precisamente eso, sería impensable de todo punto.

Ni siquiera puse la música en el coche de regreso a casa como hacía siempre.  No paraba de darle vueltas a la cabeza lo que estaba sucediendo en mi vida.  No era para tomarlo a broma. Recuerdo que a los quince años, Richard me volvió loca, pero duró un mes más o menos y le reemplazo Peter:  una semana.  Pero Anderson fue un flechazo en toda regla desde el principio, y me lamentaba el haber rechazado su invitación a llevarme a casa aquella vez en la carretera.  ¿ Era simplemente por cortesía? ¡Naturalmente que así era ! Acababa de conocerte, y yo no le hice caso, algo que ahora lamento muchísimo.

Cuando frene el coche ante mi casa, estaba de muy mal humor por todas las recomendaciones de Ann. Ella no conocía lo que se siente cuando alguien entra en tu cabeza, en tu corazón y en tu vida.  Maggie supo enseguida que llegaba contrariada; imaginó que sería por cosas de clase.   Lo que menos podía imaginar es que su niña se había enamorado locamente de un profesor y que era un amor imposible por muchas razones

Estábamos  recogiendo la mesa después de cenar, cuando una llamada de teléfono fue atendida por mi tía

- Kylie, es para tí.  Te llama un profesor

El corazón se me desbocó en el acto ¿ cómo sabía mi número de teléfono ? ¡ Claro en Secretaría se lo habrán facilitado !

- Dígame - respondí con voz alterada
- Perdona, sé que es una hora algo inoportuna, pero he terminado ahora mismo  tu novela y deseaba decirte que está perfecta, ahora sí.  Has aplicado las correcciones precisas en  el espacio preciso.  Pero hemos de hablar más ampliamente de ello.  Esta semana la tengo complicada en Tutoría ¿ Qué tal si nos viéramos el sábado por la tarde  en Bristol ?  Sería un encuentro informal entre dos amigos, simplemente,.  Nada de profesor y alumno; algo casual ¿ te parece ?
- ¿ No tendrá problemas ? Ya, sabe, por las normas
- Precisamente por eso digo que sea en Bristol. Si algún rector nos viera, podríamos decir perfectamente que ha sido un encuentro  en una tarde de sábado sin más trascendencia de la de habernos visto porque te habías desplazado hasta la ciudad para ir al cine, o de tiendas,  por ejemplo
- ¿ Seguro que no tendrá problemas? Yo no...
- A las cinco  en el pub al lado del mercado de Saint Nicholas.  No faltes

- ¿ Qué pasa ? - me preguntó mi tia.- ¿ Son buenas o malas noticias?
-Son excelentes, tia.  El sábado el profesor Anderson desea hablar conmigo sobre mi novela

Y sin más, salí disparada hacia mi habitación.  Quería saborear esa cita con él.  No importaba si ese era su objetivo únicamente, pero yo lo interpretaba como una cita verdadera.  No le resultaba indiferente y eso hacía que mi imaginación volase y mi corazón palpitase a mil por hora.

Tumbada en la cama, miraba al techo sonriendo imaginando nuestro encuentro y lo que  le diría al vernos.  Me sentiría pequeña ante él y seguro que las palabras huirían de mi cabeza.  Seguro que parecería  indecisa, una cría aún más joven de lo que era. Ya tenía edad para votar ¿ por qué no iba a tener edad para enamorarme? Para eso si, pero no de ese hombre precisamente.  Pero el destino lo había querido así y no me importaba nada ni nadie.  Pasaría con él la tarde del sábado.  El resto de la semana se me haría larguísimo e insoportable.  Quizá con algo de suerte le viera por la Universidad antes del sábado. Por favor, por favor...  Suplicaba a no sabía quién.. Y con tantas emociones tardé en quedarme dormida.

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