Unos golpes suaves en la puerta y una voz grave que dijo " Adelante ", así fue el nuevo encuentro de Kyle y Dylan, inesperadamente.. Ella escribía en un folio, mientras Alfred se levantaba solícito extendiendo la mano hacia su visitante, que no era otro más que Dylan. Ella no se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor porque estaba totalmente concentrada en lo que estaba haciendo. No escuchaba lo que decían, porque además tenía unos cascos puestos y escuchaba música, una costumbre que le ayudaba a concentrarse en el trabajo, y que había adquirido desde muy pequeña con los estudios.
Dylan, la miraba y sonreía. Uno de los mechones de su peinado, se había escapado de su coleta y le tapaba en parte media cara. Después de hablar unas palabras con Alfred, avanzó hacia ella y rozando suavemente su hombro, hizo que levantará la cabeza. Su asombro fue tremendo y sus ojos no pudieron abrirse más. Él recordaba esa expresión perfectamente, pues siempre lo hacía cada vez que algo o alguien inesperado aparecía. Se sacó los cascos y recogió la mano que él la tendía
- Creí que no ibas a dirigirme la palabra. Había olvidado los cascos - y dijo señalando a los diminutos auriculares que ahora colgaban sobre sus hombros
- Perdón. No me había dado cuenta de que había entrado otra persona
. Estás perdonada. Me alegro enormemente de que al fin hagas realidad tus sueños. Te vi anunciada en una revista en Fidji
-¿ En Fidji ? - dijo de nuevo asombrada
- Mi suegro sabe hacer bien las cosas
-- Ha sido providencial para mí. De no ser por él seguiría durmiendo en un cajón de mi escritorio, y yo haciendo reportajes insulsos de bodas en el fin de semana.
Dylan carraspeó un poco, suavemente. Sabía perfectamente a que se refería y hasta la notó, además de sarcástica, algo irritada. No entendía el por qué, pero así era ella. ¿ La conocía tan bien como para sacar esas conclusiones? Pues parecía que sí, aunque ni él mismo lo hubiera observado nunca. La dirigió una mirada rápida en general, y observó que era guapa, muy guapa; había mejorado con el paso del tiempo, y a pesar de ser aún muy joven, su belleza se había reposado y se la veía más centrada. O quizá fuera la responsabilidad, que de golpe, la había sorprendido con la publicación.
- Ahora debo irme: me están esperando. Sólo quería entrar a saludaros. Nos veremos algún día - dijo refiriéndose a Kyle. Ella sonrió, pero no dijo nada. Al cerrarse la puerta tras él, dijo muy solemne:
- Volvamos a lo nuestro.
Era como si en lugar de agradarle, le hubiera molestado la visita de Dylan. Siguió con lo que estaba haciendo sin más comentarios. Pero esa actitud no pasó desapercibida para Alfred, que sonrió torciendo la boca de medio lado. Imaginó algo en lo que no estaba descaminado, y es que esa pareja había tenido algo más de lo que aparentemente fue una corrección de una novela. Pero no hizo la más mínima observación y no se dio por aludido. En definitiva era un tema que a él no le interesaba. Y esa misma tarde, el libro de Kyle quedó listo para su edición. Decidieron a la salida de la oficina, tomar una cerveza para celebrar que todo había quedado perfectamente, en un tiempo récord y a punto para su primera edición.
- Lo cierto es que no tenía mucho que corregir. Creo que ha sido la primera vez que me ocurre algo así - dijo sonriendo mientras bebía un sorbo de cerveza- La galerada estaba perfectamente bien
- ¿ Por qué. ? Pienso que no soy una excepción, lo cierto es que Dylan me ayudó mucho. No tenía experiencia y no veía los fallos donde los había; él hizo que lo notara. Por tanto el mérito también es de él.
- Cierto, pero si la trama no llega a la gente, por muy bien escrito que esté... No, el mérito es tuyo y tu imaginación. El resto es cuestión de adaptación. Brindemos por el éxito - dijo él
- Lo deseo, Alfred. No por mi, sino por todos los que habéis puesto vuestra confianza en mi. Mi tia es una de esas personas a la que agradeceré toda mi vida que se haya consagrado a mi y que me iniciara en este difícil camino. También a Dylan y al señor Perkins por la oportunidad brindada, y a ti, por tu paciencia infinita conmigo.
Yo figuraré en cabeza, pero sois muchos los protagonistas,.
- Eres muy benévola con quienes hemos estado a tu alrededor, pero no debe ser así. Los ya consagrados, no lo agradecen a nadie, sólo a ellos mismos. En principio eso te honra, pero comercialmente no lo divulgues, no queda bien ante los demás escritores que se creen imprescindibles. Y si yo te contara... Cuando empiezas le agradeces a todo el mundo la ayuda que te prestaron, pero después te olvidas y te atribuyes a tí mismo el éxito alcanzado,. Pero si fracasas, entonces lo reparten entre la editorial y el autor. " Es que me obligaron a escribir algo que no es de mi estilo... No quería, pero al fin... " Seguro que has escuchado esas excusas en más de una ocasión. Sólo te pido, que permanezcas fiel a ti misma, que nada ni nadie cambie tu forma de ser y de pensar, porque en ello estará tu mejor baza para seguir conquistando al público y conseguirás que te adoren.
- Te prometo que no olvidaré estos consejos y los seguiré al pié de la letra. Gracias por todo Alfred
Bebieron su cerveza y después se despidieron para ir cada uno de ellos a sus respectivos domicilios. Ese rato en que habían estado en el pub, la resultó muy agradable, pero no se la borró de la imaginación la presencia de Dylan, tan inesperada, tan insólita, tan extraña. Puso el coche en marcha y se dirigió a su casa. Tendría unos días libres hasta que la imprenta sacara los primeros ejemplares. Debía relajarse, ya que después vendrían días de mucho ajetreo.
Dylan, la miraba y sonreía. Uno de los mechones de su peinado, se había escapado de su coleta y le tapaba en parte media cara. Después de hablar unas palabras con Alfred, avanzó hacia ella y rozando suavemente su hombro, hizo que levantará la cabeza. Su asombro fue tremendo y sus ojos no pudieron abrirse más. Él recordaba esa expresión perfectamente, pues siempre lo hacía cada vez que algo o alguien inesperado aparecía. Se sacó los cascos y recogió la mano que él la tendía
- Creí que no ibas a dirigirme la palabra. Había olvidado los cascos - y dijo señalando a los diminutos auriculares que ahora colgaban sobre sus hombros
- Perdón. No me había dado cuenta de que había entrado otra persona
. Estás perdonada. Me alegro enormemente de que al fin hagas realidad tus sueños. Te vi anunciada en una revista en Fidji
-¿ En Fidji ? - dijo de nuevo asombrada
- Mi suegro sabe hacer bien las cosas
-- Ha sido providencial para mí. De no ser por él seguiría durmiendo en un cajón de mi escritorio, y yo haciendo reportajes insulsos de bodas en el fin de semana.
Dylan carraspeó un poco, suavemente. Sabía perfectamente a que se refería y hasta la notó, además de sarcástica, algo irritada. No entendía el por qué, pero así era ella. ¿ La conocía tan bien como para sacar esas conclusiones? Pues parecía que sí, aunque ni él mismo lo hubiera observado nunca. La dirigió una mirada rápida en general, y observó que era guapa, muy guapa; había mejorado con el paso del tiempo, y a pesar de ser aún muy joven, su belleza se había reposado y se la veía más centrada. O quizá fuera la responsabilidad, que de golpe, la había sorprendido con la publicación.
- Ahora debo irme: me están esperando. Sólo quería entrar a saludaros. Nos veremos algún día - dijo refiriéndose a Kyle. Ella sonrió, pero no dijo nada. Al cerrarse la puerta tras él, dijo muy solemne:
- Volvamos a lo nuestro.
Era como si en lugar de agradarle, le hubiera molestado la visita de Dylan. Siguió con lo que estaba haciendo sin más comentarios. Pero esa actitud no pasó desapercibida para Alfred, que sonrió torciendo la boca de medio lado. Imaginó algo en lo que no estaba descaminado, y es que esa pareja había tenido algo más de lo que aparentemente fue una corrección de una novela. Pero no hizo la más mínima observación y no se dio por aludido. En definitiva era un tema que a él no le interesaba. Y esa misma tarde, el libro de Kyle quedó listo para su edición. Decidieron a la salida de la oficina, tomar una cerveza para celebrar que todo había quedado perfectamente, en un tiempo récord y a punto para su primera edición.
- Lo cierto es que no tenía mucho que corregir. Creo que ha sido la primera vez que me ocurre algo así - dijo sonriendo mientras bebía un sorbo de cerveza- La galerada estaba perfectamente bien
- ¿ Por qué. ? Pienso que no soy una excepción, lo cierto es que Dylan me ayudó mucho. No tenía experiencia y no veía los fallos donde los había; él hizo que lo notara. Por tanto el mérito también es de él.
- Cierto, pero si la trama no llega a la gente, por muy bien escrito que esté... No, el mérito es tuyo y tu imaginación. El resto es cuestión de adaptación. Brindemos por el éxito - dijo él
- Lo deseo, Alfred. No por mi, sino por todos los que habéis puesto vuestra confianza en mi. Mi tia es una de esas personas a la que agradeceré toda mi vida que se haya consagrado a mi y que me iniciara en este difícil camino. También a Dylan y al señor Perkins por la oportunidad brindada, y a ti, por tu paciencia infinita conmigo.
Yo figuraré en cabeza, pero sois muchos los protagonistas,.
- Eres muy benévola con quienes hemos estado a tu alrededor, pero no debe ser así. Los ya consagrados, no lo agradecen a nadie, sólo a ellos mismos. En principio eso te honra, pero comercialmente no lo divulgues, no queda bien ante los demás escritores que se creen imprescindibles. Y si yo te contara... Cuando empiezas le agradeces a todo el mundo la ayuda que te prestaron, pero después te olvidas y te atribuyes a tí mismo el éxito alcanzado,. Pero si fracasas, entonces lo reparten entre la editorial y el autor. " Es que me obligaron a escribir algo que no es de mi estilo... No quería, pero al fin... " Seguro que has escuchado esas excusas en más de una ocasión. Sólo te pido, que permanezcas fiel a ti misma, que nada ni nadie cambie tu forma de ser y de pensar, porque en ello estará tu mejor baza para seguir conquistando al público y conseguirás que te adoren.
- Te prometo que no olvidaré estos consejos y los seguiré al pié de la letra. Gracias por todo Alfred
Bebieron su cerveza y después se despidieron para ir cada uno de ellos a sus respectivos domicilios. Ese rato en que habían estado en el pub, la resultó muy agradable, pero no se la borró de la imaginación la presencia de Dylan, tan inesperada, tan insólita, tan extraña. Puso el coche en marcha y se dirigió a su casa. Tendría unos días libres hasta que la imprenta sacara los primeros ejemplares. Debía relajarse, ya que después vendrían días de mucho ajetreo.
RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora< rosaf9494quer < 1996Rosafermu
Edición < Agosto 2018
Ilustraciones< Internet
No hay comentarios:
Publicar un comentario