lunes, 14 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 3 - Quiero libertad

Esperábamos pacientemente a la entrada del teatro a que nos trajeran el coche para regresar a casa. Yo salía satisfecha, pero en mi cabeza se había instalado la conversación que debía mantener con el tutor y que debiera ser en el menor tiempo posible.

 Como a dos metros de distancia de  nosotros,estaba la pareja del palco. Parecía a todas luces que nos perseguían, y no era así, sino que todos esperábamos lo mismo.  Dirigí mi mirada a nuestro alrededor distraída, y nuevamente les  ví, pero en esta ocasión él hablaba con ella. Supuse que lo hacían por nosotros, por la desigual pareja que hacíamos :  Menzies con el cabello  blanco y yo, que a todas luces parecía casi una niña en comparación con él.  En un momento dado, ambos nos miraron, y deduje que   nosotros éramos el centro de atención

-¿ Quién esa chica?- preguntaría él
-¿ A quién te refieres?- contestaría ella
-Al caballero de pelo blanco con la jovencita.  ¿ Es su hija?

Y fue entonces cuando ella nos buscó con la mirada y sonrió

- No ,  es el tutor y albacea de los Randall , y ella debe ser la pequeña Elizabeth Clarisse
- Qué rimbombantes.  ¿ Es acaso alguien de la realeza para tener tanto nombre ?
- Su padre era lord, y ella ha heredado todos sus bienes, y créeme son muchos.  Pero la pobre no ha disfrutado de ellos
- ¿ Y eso por qué ?
- Al morir sus padres la metieron en un internado. Imaginate era muy pequeña y ahora es que la vemos por primera vez en años. Y francamente está muy cambiada.  Supongo que la habrán destinado para un duque o algo parecido porque es la única propietaria del emporio de su padre.  es una riquísima heredera a la que no dejaran que se acerque a ella ni una mosca
- Pues es preciosa. Pobre chica,  merece mejor destino. Es una chica rica, pero seguro que muy pobre en afectos. Tener que estar siempre en guardia es una tortura.

Imagino que seguirían hablando de nosotros durante más rato, y que se informaría de todo lo que a mí concerniese. Pero nuestro coche llegó y dejamos de ser el centro de su atención.  Y dentro del vehículo, le dije a mi tutor

- Señor. soy mayor de edad ¿ cierto ?
- Si, señorita, desde hace un año
- Soy dueña de mi vida, aunque en teoría  ¿verdad?
-Ante las leyes, cierto
- Muy bien, pues no deseo vivir en un apartamento regido por una tutora.  Deseo mi propio apartamento, compartido quizá con otra chica, pero sin vigilantes constantes. Cumpliré con  mis obligaciones, que ustedes me impusieron;  de eso no tienen  que preocuparse.  Pero deseo entrar y salir a donde me plazca sin tener a alguien que me guarde las espaldas.  Todo el mundo me ignora, no saben quién soy, por tanto no hay peligro que me rapten o algo parecido.  No he tenido desde pequeña ni un momento de intimidad, siempre controlada, así que ha llegado el momento de tener algo de libertad,  Y la quiero ya. He dicho que cumpliré mi promesa, con  los deseos de mi padre, pero si no me la otorgan renunciaré a todo y viviré como un ser normal y no como alguien que no sabe nada de nada.

Thomas Menzies se quedó callado sin duda sorprendido  por mi petición que a todas luces no esperaba

-Su destino, querida jovencita, está ligada a la compañía de su padre.  Así lo dispuso, hasta el último detalle. Deberá terminar su carrera y ese mismo día,  ocupará el sillón de directora general de la compañía. Si no lo hiciera, dejó ordenado que se la retiraran todos los privilegios y dote, debiendo vivir  con lo que ganara en su trabajo,  que no sería con nosotros.  Comprendo que para alguien tan joven será muy difícil acoplarse a tanta disciplina, pero eso es lo que hay

No podía creer lo que estaba escuchando, además clausulas impuestas por mi propio padre. O sea, que si me negaba a trabajar en esas condiciones, me quedaría literalmente en la calle.  La rabia ahogaba mi garganta; estaría toda mi vida sujeta a esa disciplina.  Rodeada de sesudos señores de negocios, que seguramente pensarían que no era la adecuada para ocupar ese sillón.  Al cabo de un rato pude decir en voz alta lo que pensaba

- Señor Menzies ¿ por que me odiaba mi padre?
-Señorita Beth ¿ permite que la llame así?
- Desde luego.  Lo prefiero sin tanta ceremonia.  Ignoro porqué me pusieron esos dos nombres
- Fueron por sus dos abuelas.   Como iba diciendo, sus padres la adoraban y quisieron protegerla, hasta de su propia familia. Los parientes que residen en el extranjero. al ocurrir el accidente, pensaron que cobrarían una fortuna, que su padre les dejaría algo.  Al ver que todo iría para usted, se quitaron de en medio y hasta hoy.  Por eso es que nunca se interesan por usted. Por eso fue tan extricto con las clausulas porque conocía a su familia y si no ataba muy bien los puntos, estaba seguro de que la dejarían en la calle.  Y la empresa la levantaron sus padres únicamente.  Cuando alguna vez necesito ayuda, nunca estaban disponibles, porque toda la fortuna la dilapidaron en las mesas de juego.  Esa es la razón.  No piense que sus padres la odiaban; la querían extraordinariamente, y yo tuve que jurar cumpliría sus órdenes al pié de la letra

- Perdone señor Menzies, no tenía ni idea.  En lo que a mi respecta, seguiré la ruta al pié de la letra, se lo prometo, pero ha de dejarme  vivir a mi aire, siquiera un poco, al menos hasta que termine la carrera.  Después me espera otra vida y será complicada

El tutor, tomo una de sus manos y la besó en el dorso, sonriendo beatíficamente

- Está bien dulce Elizabeth.  Mañana mismo me ocupo de buscarle un apartamento
- No se preocupe.  me gustaría hacerlo yo, si no le importa.

Había ganado una gran batalla. Al fin podría vivir independiente y sola, o con Meredith.  Sería estupendo, aunque sabiendo lo que me esperaba después, no sé si mi alegría sería tan grande por el logro conseguido.
Me acomodé mejor en el asiento del coche hasta llegar a casa. Durante el camino, no paraba de hacer planes y deseaba con toda mi alma, que la noche pasase rápido
para, al día siguiente, ir con Meredith a buscar un apartamento en el que comenzar una nueva vida, posiblemente sería la más feliz y relajada etapa que viviría.  La llamé por teléfono y quedamos citadas temprano.  Estábamos acostumbradas a madrugar, ya que a las ocho de la mañana sonaba la alarma para levantarse.  Ambos estábamos muy ilusionadas.  Al fin seríamos dueñas de una parcela de nuestras vidas,  sobretodo yo

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