miércoles, 23 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 25 - Extraños

William recibió una llamada de Henry citándole para que la Junta le conociese y explicara verbalmente su trabajo, aunque ya lo conocían sobre el informe redactado y los planos efectuados. Formalizarían el contrato y las obras  ya contratadas, comenzarían en un breve espacio de tiempo.  Una vez finalizada la reunión William pidió hablar con Elizabeth.  A ella la pillo desprevenida, ya que no tenían nada más que hablar, pero él insistió.  No tenía ni idea de lo que quería.  Tras poner miles de excusas, aceptó al fin;  cuanto antes saliera de ésto antes le perdería de vista.
Llamó a Michael y le dijo que se iba a retrasar un poco por cuestiones de trabajo.

- No vengas muy tarde. ¿ Quieres que vaya a buscarte ?
- No, no es necesario.  Es una cena de trabajo;  ya sabes como son estas cosas.

  Conocía que había un trabajo,  era muy interesante,  por el que se habían reunido para concretar todo, pero lo que ignoraba  era a quién correspondía y por ello se retrasaba algunas veces. Pero aceptó la demora sin preocuparse de más.  A veces él mismo se veía obligado a comer o cenar con algún cliente, así que no le extrañó, máxime siendo Elizabeth la responsable de  todo el entramado.

Y William la llevó a un restaurante en el que ellos habían estado tiempo atrás.  Se mostraba cariñoso, y se sentía feliz.  Ese trabajo sería una buena inyección para su negocio que era nuevo en Londres.  Se daría a conocer y le reportaría un buen puñado de dinero.  Por tanto creyó oportuno invitarla a cenar para darla las gracias y tratar de recobrar el tiempo perdido..  Ignoraba que estaba casada con un hijo y otro en camino ya confirmado. ¿ En serio creía que iba a estar aguardándole hasta que se dignara volver?  Seguramente si se lo creía,   ¿  pero ella  ?  ¿ Le hubiera esperado si Michael no aparece en su vida?  Nunca se lo planteó, pero tal y como estaba con su marido, rotundamente no.  Nunca le cambiaría  por Michael. Y lamentaba no haberle conocido antes, porque no lo hubiera dudado ni un minuto  ¿ Estaba Michael  convencido de que seguía enamorada de él ?

  Debía borrar esas ideas y contarle la verdad cuanto antes, y no andar con ambigüedades.  El rostro apacible y querido de su marido se interpondría entre ellos.  Quería a Michael con todas sus fuerzas y no lo cambiaría por nada ni por nadie.  Era el padre de sus hijos, y su vida era apacible y feliz a su lado.  Y también recordó el trabajo  qué William tuvo ó tenía,  y ese sería motivo suficiente para rechazarle de plano.  No sabía ni quería saberlo. cómo había transcurrido su vida. Si estaba casado o no.  Si continuaba con  Nora Foreman, si se habían casado o lo dejaron en su día.  No tenía el más mínimo interés en saberlo.

Cenaron hablando de los viejos tiempos, de los lugares en que él había vivido hasta establecerse en Australia. Ni una disculpa, ni una justificación, lo que la hizo pensar que todo lo tenía organizado y que nunca había pensado en ella.  Sabe Dios los tumbos que habrá dado por el mundo.  Pero muy de pasada, dando la interpretación de que había pasado el tiempo y había madurado, con lo que dió a entender que ella nunca había entrado en sus planes.  Pero ahora se le insinuaba  veladamente, así que decidió cortar por lo sano, y tras contarle su estado actual, dejar de lado esa amistad para siempre.

Al conocer la verdad, William no sabía qué decir. No lo esperaba y mucho menos que tuviera un hijo y otro por nacer. lo que  confirmó sus sospechas:  trataba de engatusarla nuevamente.  Miró el reloj  y dijo resuelta

- He de irme.  Es muy tarde
- Quédate un rato más. Somos dos viejos amigos que no se han visto desde hace mucho
- Lo siento William.  Mi marido y mi hijo me esperan.  Si tienes  algún problema que solucionar, llama a tu hermano, él es mi  mano derecha y yo voy a estar de baja hasta que nazca mi hijo.  He tenido mucho gusto en volverte a verte y  recordar viejos tiempos

Le tendió la mano para despedirse, y él la estrechó con desilusión, pero también con admiración.  Comprendió que había perdido una joya y que distaba mucho de ser esa jovencita asustadiza que él conoció.  La vió salir del restaurante rumbo a su hogar.  Miró el reloj y vió que era tarde, aunque no tanto como para no dar un paseo y asimilar todo lo hablado.

Y Elizabeth llegó a su casa satisfecha.  Ya sólo quedaba informar a su marido para que su conciencia se quedase tranquila. Estaba deseando llegar  y encontrarse con Michael.  Esa misma noche había comprendido cuánto le quería y lo feliz que estaba siendo con él.  Seguramente estaría esperándola, a pesar de ser muy tarde.  Pero no la esperaba, Estaba en la cama, durmiendo. Eso en él no era normal ¿ estaría enfermo ?  Con sigilo se desnudó y se metió en la cama. Se aproximó a él abrazándole con sus brazos.  Sonreía feliz sintiendo su piel cálida y acarició suavemente su cara, depositando un suave beso en el hombro de él.

Pero Michael no estaba dormido, aunque lo fingía. Era muy tarde, demasiado para una cena de negocios.  Hacia las once de la noche, había recibido una llamada de Henry solicitando hablar con ella, y fue Michael quién se puso al teléfono

-  No Henry, Elizabeth no ha llegado aún
- ¡ Qué extraño !  Hace rato que terminamos de cenar y me dijo que venia directa a casa.   Mi hermano la acompañaría  hasta vuestra casa.Bueno cuando llegue que me llame, si no es tarde, porque no tiene importancia lo que he de decirla y puedo hacerlo mañana
- Se lo diré cuando llegue.  Un abrazo para Meredith y para ti.

¿ Su hermano? ¿ William ? Al colgar el teléfono comprobó en su reloj la hora que era:  cerca de las doce de la noche.  Hizo un gesto de extrañeza, pero siguió viendo la televisión mientras aguardaba con impaciencia su llegada.  Pero se retrasaba demasiado  y una angustia insoportable comenzó a invadir su cabeza ¿ Le  habrá ocurrido algo ?  La llamó al móvil dos o tres veces y lo tenía desconectado.
Comenzó a dar vueltas por la habitación y miraba hacia la calle cada vez que escuchaba a algún coche circular esperando que fuera el de
ella.  Las horas pasaban y ella no volvía;: su angustia, malestar  e incertidumbre, crecían en su interior ¿ Por qué no le había dicho que William estaba en Londres? Y  a las dos de la madrugada, sintió el ruido de las llaves y se metió en la cama rápidamente fingiendo que estaba dormido. Le debía una explicación, pero estaba demasiado furioso y celoso, para pedírsela en estos momentos.  Esperaría a la mañana siguiente para ver si ella comentaba algo.  Pero al sentir su proximidad, sus suaves caricias y el calor de su cuerpo, no lo pudo resistir y volviéndose hacia ella, la miró de una forma que a Elizabeth la extrañó sobremanera  Trataría de controlarse;  quería que fuera ella la que le contara donde había estado hasta esas horas.  Tenía que controlarse y tener paciencia. A lo mejor tenía una explicación distinta a la que estaba imaginando y que le hacía insoportable la espera.  Imaginaba que al verse de nuevo, los viejos recuerdos aflorarían , y no lo quería ni pensar.


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