viernes, 25 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 27 - La desesperación de Michael

El timbre de la puerta del domicilio de Michael y Elizabeth sonaba sin cesar, nadie respondía.  La pareja de inspectores  aguardaron unos minutos, y por fin Else , con el niño de la mano,  llegaba de la guardería.  Alarmada escuchaba las explicaciones de los policías y no podía creer lo que oía.  Rápidamente llamó al móvil de Michael que no respondió tampoco, pero le dejó un aviso de que se pusiera en contacto con ella lo más pronto posible.

 Michael se encontraba conversando con el cliente  al que había visitado en Edimburgo. Para no ser interrumpido, había apagado el móvil, por lo que tampoco recibía llamadas.  Seguía enfadado con su mujer, pero al mismo tiempo deseaba terminar cuanto antes con el cliente, ir al hotel y hablar con ella.
Cuando llegó al hotel, se tumbó en la cama y encendió el teléfono y entonces vió que tenía un aviso urgente de Else. ¿ Estaría enfermo el niño, Elizabeth ? ¿ Qué había ocurrido ?    De inmediato marcó el número de Elizabeth, pero ella no contestaba.  Cada vez aumentaba más su angustia y temblando llamó a su casa.

- Señor, al fin ha llamado
- Else ¿ qué ocurre ?
- La señora ha tenido un accidente.  está en el hospital
- ¿ Qué ? ¿ En qué hospital ?  ¿ Qué ha ocurrido ?

Estaba nervioso.  Elizabeth hospitalizada y él lejos. ¿ Por qué no la llamó ? Se encontrará sola ya que Else está atendiendo al niño. ¿Lo sabrá Menzies?  A penas podía marcar el teléfono del tutor.  Sus palabras se atropellaban. Uno preguntaba y el otro no sabía responder pues acababan, ambos de enterarse

- Salgo ahora mismo para el hospital.  Seguramente no será nada, tranquilízate. En cuanto hable con los médicos volveré a llamarte. - le dijo Menzies tratando de apaciguar su nerviosismo
- Mañana regreso a Londres. Díselo.  Que la quiero más que a nadie y que estaré con ella mañana mismo.  Díselo, por favor.  Es muy importante que se lo digas
- No te preocupes, así lo haré.  Y ahora tranquilízate. No me entretengo más.  Te llamo luego

Cuando cortaron la comunicación ambos estaban nerviosos.  No sabían nada de lo ocurrido ni de la gravedad del accidente, y por qué se produjo.  Michael rápidamente contactó con su cliente para pedirle disculpas y explicarle lo que había ocurrido.

-Me reemplazará mi segundo. Confíe en él; Es un extraordinario abogado.  Le pido perdón, pero es un caso urgente y he de regresar a Londres
- No se preocupe.  Atienda a su familia. Espero a su segundo.  Deseo que no sea tan grave como parece ser que es.  Lo siento.

 En realidad debía haber acudido su segundo, pero enfadado como estaba con Elizabeth, decidió a última hora que él acudiría.  Quiso castigarla ¿por qué ?
  Y  avisó  a su oficina para que se pusiera en camino el segundo abogado lo antes posible, explicándole el porqué tenía que regresar a Londres A continuación haría las gestiones para lograr un avión de regreso a Inglaterra.  No podía estarse quieto.  El tenía la culpa.

Y consiguió un vuelo a las siete de la mañana.  Tenía toda la noche por delante que se le haría interminable.  Estaba  en contacto permanente con Menzies y con Else, pero ellos no podían decirle más que estaba tranquila y esperando  su reacción.  No le decían más, porque tampoco deseaban alarmarle más de lo debido.  Pero Michael lo estaba y mucho, porque no sólo se trataba del estado de su esposa, sino del hijo que llevaba dentro.

Se culpaba una y otra vez de lo ocurrido, aunque no tuviera culpa de ello.  Se reprochaba lo duro que había sido con ella, y lo cierto es que le había dado todo tipo de explicaciones, pero su miedo a perderla provocó la discusión y su distanciamiento.  Jamás se perdonaría el no haberla besado al despedirse, y el haberla dejado ir sin una mirada y caricia de cariño. Si la ocurriera algo, jamás se lo perdonaría.
 Durante todo el vuelo  estuvo impaciente y nervioso; él no era así, pero nunca se había visto en una situación como la que estaba viviendo. Nunca había amado tanto a una persona como amaba a Elizabeth ¿ Qué es lo que había ocurrido ?  Else le había dicho que había salido a despejarse .  Estaba claro, estaba angustiada por su enfado, No se equivocaba: él tenía la culpa de todo.

Un coche de la empresa enviado por Henry le recogió en el aeropuerto. No habló durante todo el camino.  Solo ansiaba llegar cuanto antes al hospital y averiguar de una vez lo ocurrido.  Preguntó en recepción y enseguida se encontró con Meredith y Menzies que aguardaban impacientes las noticias de los médicos.

- ¿ Qué ha pasado ? ¿ Está bien ? ¿ El niño está bien? - preguntaba desesperado
- Cálmate.  Te diremos lo que nos han dicho hasta ahora.  Está inconsciente por el golpe recibido en la cabeza y por un calmante que le han dado  y por eso permanece dormida. Tranquilízate, su vida no corre peligro. Tiene un pequeña luxación en una costilla debido a la presión del cinturón y del airbag, pero gracias a eso no ha ido a peores. Se recuperará pronto.  En cuanto al bebe... hay que esperar.  Es muy pequeño y no saben el impacto que haya sufrido, si es que lo ha tenido.  Por eso la tienen en la UCI, no por ella, sino observando la reacción del bebe.
- ¿ Sabéis qué ocurrió ? - dijo Michael angustiado
- No, exactamente.  Cuando llegaron los sanitarios ella estaba a punto de perder el conocimiento, y sólo les pudo indicar,  como pudo,  que estaba embarazada. Es posible que se distrajera o que un animal se cruzara en el camino.  Habrá que esperar a que ella pueda explicarlo.

Michael se reprochaba lo mismo que se había recriminado desde que supo lo ocurrido.  No paraba de dar vueltas por la sala en la que estaban.  Meredith gimoteaba quedamente, y Menzies apenado también entornaba los ojos pensativo.  No sabían el tiempo que había transcurrido cuando el médico apareció ante ellos.  Las preguntas se agolpaban en su boca y  pacientemente las iría respondiendo.

- Su esposa ha tenido mucha suerte, no obstante la estamos observando.  Si todo marcha bien, quizá mañana la bajemos a planta.  El bebe no presenta síntomas de aborto, por lo que esperamos que no haya sufrido daños y siga adelante con el embarazo.  Pero también hemos de observarlo.  De momento, la situación está controlada.  Podrán entrar a verla dentro de un rato; una enfermera les conducirá hasta ella.  Y esto es todo cuanto puedo decirles de momento

Los tres respiraron aliviados, pero Michael se sentó en un sillón embargado por la tensión que sentía y preocupado por la situación del bebe.  El médico le había dado buenas noticias, pero hasta que no viera la evolución no quería hacerse ilusiones, el peligro de aborto aún persistía.

Y  por fin pudo verla. Estaba pálida, pero respiraba tranquila y sin ayuda.  Tenía un golpe en la frente y algún hematoma en una de las mejillas.  Estaba quieta y eso  encogía el corazón a Michael.  Tomó una de sus manos y las beso suavemente y acarició su vientre transmitiendo a su hijo el amor que sentía por ellos y su preocupación constante..  Se arrodilló por un momento a la cabecera de la cama de su mujer y acariciando su cara la pedía perdón y la aseguró que nunca más volvería a ocurrir.  Una enfermera le avisó de que la visita terminaba y podría volver a verla esa misma tarde.  Obediente salió ;  no quería que nada alterase el cuidado de su mujer

Decidió ir a su casa para ver a su hijo, asearse y cambiarse  de ropa.  De esa manera su cabeza estaría distraída y el tiempo se le haría más corto .  Estaba algo más tranquilo después de haberla visto, pero al mismo tiempo estaba sobrecogido.  Nunca la había visto ni mas quieta, ni más pálida, y un escalofrío le recorrió la espalda.  Pacientemente habría de esperar a la tarde para volver a verla, pero en cuanto recogiera a su hijo de la guardería, volvería al hospital  aunque no pudiera verla hasta más tarde, pero al menos se sentía más cerca de ella aguardando en la sala de espera.

Estaba solo en esa sala.  Era avanzada la madrugada. Elizabeth  permanecía igual que por la mañana ¿ eso era buena señal ? Posiblemente si.  Se acomodó en un butacón; no se movería de allí, a pesar de la insistencia de Menzies y de Henry que habían acudido al hospital. El silencio en aquella zona era intenso y a la vez aplastante.  Reclinó su espalda en el respaldo y entornó los ojos.  No quería dormir, no mientras ella no se recobrara. Le dolía horriblemente la cabeza, y no paraba de recordar a su hijito que llamaba constantemente a su madre.  Tan sólo unos metros le separaba de Elizabeth, pero al no poder verla era como si una gran distancia apartara el uno del otro. Comprendía que tenía que ser así, que era por su bien, pero ardía en deseos de acariciarla y de besarla. Tendría que esperar.

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