Robert, tras lo dicho por el médico, se tranquilizó un poco, pero no podía dormir. Le fue facilitada una habitación que utilizan los médicos cuando están de guardia para descansar si no tienen que intervenir. Se tumbó en una cama y miraba al techo repasando todo lo que acababa de escuchar. ¿Sería verdad que Emma le nombraba?
- ¡ Dios ! Y yo no estaba allí
Daba vueltas y más vueltas a lo escuchado tratando de encontrar un resquicio para que el cansancio que sentía se tornara en sueño y de este modo el tiempo fuera más corto. Pero el sueño no llegaba y al contrario se temía que un fuerte dolor de cabeza le aquejara. Se levantó y decidió ir hasta la cafetería. Las cafeterías de los hospitales, rara vez se encuentran vacías, sobretodo si es una noche de urgencias. Al menos allí estaría algo más distraido y tomaría un café caliente que le templara el cuerpo. Al entrar echó un vistazo al entorno; había algunas mesas ocupadas por visitantes. Otras por personal del hospital, y alguna que otra persona en la barra. Miró su reloj y vió que aún eran las tres de la madrugada. Ni siquiera se había cambiado de ropa ya que no había traído equipaje, ni pensó en ello. El hermano de Patricio le había facilitado un pijama de quirófano para que estuviera más cómodo, de manera que todos interpretaban que era alguien del hospital.
Se sentó en una mesa y pidió un café muy caliente y un paracetamol. Deseaba que fuese de día a ver si, durante la noche, se hubiera producido alguna novedad. Una enfermera se acercó hasta él
- Doctor, venga con nosotros no esté solo - dijo dirigiéndose al grupo de sanitarios que estaban en una mesa contigua
- No quiero molestar
- ¡ No molesta ! Todos sabemos lo ocurrido. Estaremos encantados. Al menos no permanecerá solo. ¡Vamos, anímese ! La señorita se recuperará, ya lo verá
Ambos se dirigieron a la mesa y todos se saludaron amables y pronto se integró en el grupo, contándoles de primera mano todo lo que él sabía y agradeció a Patricio su ayuda, sin la cuál nada hubiera conseguido. Alguien se ofreció a efectuar algún recado que precisase y le encargó que le comprara algo de ropa y lo necesario para el aseo, ya que él ni siquiera pensó en ello.. Al cabo de un rato, todos tuvieron que reintegrarse a sus puestos de guardia, quedando solo nuevamente. Decidió salir al exterior y dar un paseo, después de subir a la UCI y recibir información.
Las primeras luces del día se veían en el horizonte; comenzaba a amanecer y Robert miraba sin darse cuenta de nada, sólo absorto en sus pensamientos. El día que se anunciaba ¿traería novedades positivas? Pero no fue así. Y transcurrió ese día y otro más, y a un tercero, Emma fue trasladada a una habitación en planta. Al menos la podría ver y permanecer a su lado.
Y después de controlar que todo estuviera en orden y revisar los aparatos, se quedaron a solas Emma y Robert. El contemplaba su rostro dormido, sin expresión alguna. Y miraba los monitores; todo aparentemente estaba en regla, pero ella seguía ausente. Se sentó cerca de la cabecera de su cama y cerrando los ojos, rememoraba cómo podría haber sucedido todo, y la angustia que ella debió sentir al verse sola y en esa situación. No quería seguir pensando en lo mismo, pero machaconamente, la escena se reproducía una y otra vez en su cabeza.
El médico hizo la visita nocturna antes de acabar su turno, acompañado por la enfermera de noche y el médico de guardia. Una nueva comprobación y la misma respuesta: Paciencia. Robert esperaría todo lo que fuese necesario, pero necesitaba alguna señal que le hiciera concebir esperanzas.Pero los días pasaban y ninguna señal esperanzadora se producía
Había tenido el primer control del turno de noche; nada se había alterado. Y poco a poco el silencio se hizo en la planta. Era noche avanzada y a Robert le pesaban las horas de insomnio y el cansancio. Aproximó la butaca al lado de la cama y tomando suavemente la mano de ella, reclinó su cabeza sobre la cama. Tenía un fuerte dolor de cabeza por la falta de descanso. Y así lentamente, se quedó dormido.
Abrió los ojos lentamente. Paseaba su mirada por el entorno tratando de averiguar dónde se encontraba. Todo era desconocido para ella ¿Estaría soñando ? No era el dispensario, ni siquiera se le parecía. ¿ Habría muerto y ahora estaba en el cielo ? Torció su cabeza, y vio que otra estaba reclinada sobre su cama y que una mano de esa persona se posaba suavemente sobre la de ella. Clavó sus ojos sobre la cabeza de aquella imagen que no distinguía a penas, por la baja intensidad de la luz. Pero algo hizo que no apartara la mirada de allí.
De repente, Robert tuvo la sensación como si alguien le estuviera mirando, y alzó su cabeza sobresaltado, y entonces sus ojos se encontraron. No podía hablar. Un nudo en la garganta se lo impedía: ella había vuelto y le miraba sin decir nada. Sólo pudo pronunciar su nombre y levantarse rápidamente para mirarla más de cerca. Se había producido el milagro.
- ¡ Emma, Emma , has vuelto ! ¿ No sabes quién soy ?
Ella titubeaba indecisa al no saber si es que estaba soñando o en verdad él estaba a su lado. Alzó su mano y acarició suavemente el rostro de él que tenía los ojos vidriosos
- ¡ Robert ¿ estás aquí ?
- Si cariño. Aquí estoy
Ella avanzó sus brazos hacia él y ambos se envolvieron en un abrazo, pero Robert se dió cuenta que debía avisar al médico de lo que se había producido. Pulsó el timbre e inmediatamente una enfermera vino corriendo. Su rostro se iluminó al comprobar que se había producido su vuelta a la consciencia. Con el busca avisó al médico de guardia y ambos procedieron a un examen de la paciente. A Robert, por su calidad de médico, le permitieron estar presente en el reconocimiento. En un rincón para no estorbar, permanecía callado y con el corazón golpeándole fuertemente en el pecho.
Estaba impaciente por saber el veredicto médico tras las pruebas efectuadas. Permanecía en un rincón, sin hablar, sin intervenir, dejando a su compañero que hiciera su trabajo, porque todo ello era en beneficio de Emma. Al final de un buen rato, su compañero le dió la enhorabuena: Emma estaba perfectamente y sin daño cerebral alguno. Después de esperar un par de días en el hospital, podrían irse a casa, aunque les aconsejó que esperasen al menos una semana para comprobar que no hubiera retrocesos. Podrían aprovechar en visitar la isla y descansar tranquilamente en un hotel, antes de marchar.
Y de nuevo se quedaron ellos solos. Incorporada en la cama, hizo que se sentara cerca de ella: tenía muchas cosas que contarle y que le explicara por qué se encontraba allí y no en Londres en donde vivía y trabajaba. No quería hacerse ilusiones, y pensó que habría vuelto para ayudar a sus amigos en tan extremas situaciones, pero no deseaba creer que había sido ella su reclamo. Y pausadamente comenzó a explicarle todo lo ocurrido
- ... Y recuerdo que comenzaban a fallarme las fuerzas. No podía moverme aprisionada como estaba por escombros y por tierra. Sólo quería dormir. Estaba extenuada y me dolía la garganta por los gritos que di reclamando ayuda. Lloré a sabiendas de que mi hora suprema estaba cerca y nada ni nadie podían hacer nada por evitarlo. Te llamé, te llamé incesantemente como si el nombrarte a miles de kilómetros de distancia pudieras escucharlo. Tenía sed una sed atroz y pensaba : " duérmete, así al menos la muerte te sorprenderá sin darte cuenta ". Después no recuerdo más. Sólo que lentamente las fuerzas me abandonaban, me zumbaban los oídos y un letargo me invadió.
Cuando he despertado, pensé en un principio que había muerto y que desde allá arriba veia algo que no conocía ni comprendía. Sabía que era un hospital, pero no conocía al que veía y giré la cabeza y ví a alguien que estaba cerca de mí. No podía creer que fueras tú. Que hubieras escuchado mi llamada y estuvieras allí. Pero estabas lejos ¿ qué era aquello que estaba viviendo ? Y entonces te ví y sentí el cálido beso tuyo en mi frente y el suave en mis labios. No había muerto, no soñaba, estabas allí por alguna razón.
Ni siquiera recordaba que había estado sepultada y que tenía una vía puesta; no lo entendía, hasta que entró el doctor y entonces recobre los recuerdos.
Descansa, amor mio. Todo ha pasado ya. Estás aquí, no ha sido un sueño, sino un milagro. Me llamó Albert contándome lo sucedido y en mi interior sentí como una punzada terrible y la sensación de haberte perdido me asfixiaba. Me puse en movimiento enseguida sabiendo que mi lugar estaba en Guatemala, a tu lado, pasase lo que pasase que afortunadamente ha tenido un final feliz. Durante todos estos días la inquietud no me dejaba vivir. Eras tú quién me preocupaba y me dolía que nuestra separación no hubiera sido más feliz de lo que fue. Pensaba que quizá nunca volvieras a ser tú, y que no tendría oportunidad de decirte cuánto te quiero y te necesito. Porque sí , necesito a Emma a esa Emma recelosa que nunca creyó que cuanto le decía era la más absoluta de las verdades. Que el pasado quedó atrás hacía mucho tiempo y lo que deseaba era vivir el presente y el futuro contigo únicamente. Pero te has recuperado y deseo decirte que nunca más me separaré de tí. Que deseo unir mi vida a la tuya para siempre y que entre ambos formemos nuestro hogar, nuestra familia, y que dejemos atrás todas las dudas que puedan surgir. ¿ Deseas casarte conmigo ?
Ella le miró abriendo mucho los ojos. El milagro se había producido, no en su recuperación, sino en que él, el hombre de sus sueños, estaba junto a ella y la quería hacer su esposa. Las lágrimas brotaron de sus ojos y él alarmado se aproximó más a ella secando con su mano las lágrimas vertidas
- No amor, no llores. No me perdonaría hacerte llorar. ¿ Qué te ocurre ?
- No me ocurre nada. Déjame que llore. Soy inmensamente feliz, y sí deseo ser tu mujer para toda la vida.
Unieron sus labios y la sonrisa volvió de nuevo a sus rostros. Un abrazo selló la promesa que se habían hecho.
- ¡ Dios ! Y yo no estaba allí
Daba vueltas y más vueltas a lo escuchado tratando de encontrar un resquicio para que el cansancio que sentía se tornara en sueño y de este modo el tiempo fuera más corto. Pero el sueño no llegaba y al contrario se temía que un fuerte dolor de cabeza le aquejara. Se levantó y decidió ir hasta la cafetería. Las cafeterías de los hospitales, rara vez se encuentran vacías, sobretodo si es una noche de urgencias. Al menos allí estaría algo más distraido y tomaría un café caliente que le templara el cuerpo. Al entrar echó un vistazo al entorno; había algunas mesas ocupadas por visitantes. Otras por personal del hospital, y alguna que otra persona en la barra. Miró su reloj y vió que aún eran las tres de la madrugada. Ni siquiera se había cambiado de ropa ya que no había traído equipaje, ni pensó en ello. El hermano de Patricio le había facilitado un pijama de quirófano para que estuviera más cómodo, de manera que todos interpretaban que era alguien del hospital.
Se sentó en una mesa y pidió un café muy caliente y un paracetamol. Deseaba que fuese de día a ver si, durante la noche, se hubiera producido alguna novedad. Una enfermera se acercó hasta él
- Doctor, venga con nosotros no esté solo - dijo dirigiéndose al grupo de sanitarios que estaban en una mesa contigua
- No quiero molestar
- ¡ No molesta ! Todos sabemos lo ocurrido. Estaremos encantados. Al menos no permanecerá solo. ¡Vamos, anímese ! La señorita se recuperará, ya lo verá
Ambos se dirigieron a la mesa y todos se saludaron amables y pronto se integró en el grupo, contándoles de primera mano todo lo que él sabía y agradeció a Patricio su ayuda, sin la cuál nada hubiera conseguido. Alguien se ofreció a efectuar algún recado que precisase y le encargó que le comprara algo de ropa y lo necesario para el aseo, ya que él ni siquiera pensó en ello.. Al cabo de un rato, todos tuvieron que reintegrarse a sus puestos de guardia, quedando solo nuevamente. Decidió salir al exterior y dar un paseo, después de subir a la UCI y recibir información.
Las primeras luces del día se veían en el horizonte; comenzaba a amanecer y Robert miraba sin darse cuenta de nada, sólo absorto en sus pensamientos. El día que se anunciaba ¿traería novedades positivas? Pero no fue así. Y transcurrió ese día y otro más, y a un tercero, Emma fue trasladada a una habitación en planta. Al menos la podría ver y permanecer a su lado.
Y después de controlar que todo estuviera en orden y revisar los aparatos, se quedaron a solas Emma y Robert. El contemplaba su rostro dormido, sin expresión alguna. Y miraba los monitores; todo aparentemente estaba en regla, pero ella seguía ausente. Se sentó cerca de la cabecera de su cama y cerrando los ojos, rememoraba cómo podría haber sucedido todo, y la angustia que ella debió sentir al verse sola y en esa situación. No quería seguir pensando en lo mismo, pero machaconamente, la escena se reproducía una y otra vez en su cabeza.
El médico hizo la visita nocturna antes de acabar su turno, acompañado por la enfermera de noche y el médico de guardia. Una nueva comprobación y la misma respuesta: Paciencia. Robert esperaría todo lo que fuese necesario, pero necesitaba alguna señal que le hiciera concebir esperanzas.Pero los días pasaban y ninguna señal esperanzadora se producía
Había tenido el primer control del turno de noche; nada se había alterado. Y poco a poco el silencio se hizo en la planta. Era noche avanzada y a Robert le pesaban las horas de insomnio y el cansancio. Aproximó la butaca al lado de la cama y tomando suavemente la mano de ella, reclinó su cabeza sobre la cama. Tenía un fuerte dolor de cabeza por la falta de descanso. Y así lentamente, se quedó dormido.
Abrió los ojos lentamente. Paseaba su mirada por el entorno tratando de averiguar dónde se encontraba. Todo era desconocido para ella ¿Estaría soñando ? No era el dispensario, ni siquiera se le parecía. ¿ Habría muerto y ahora estaba en el cielo ? Torció su cabeza, y vio que otra estaba reclinada sobre su cama y que una mano de esa persona se posaba suavemente sobre la de ella. Clavó sus ojos sobre la cabeza de aquella imagen que no distinguía a penas, por la baja intensidad de la luz. Pero algo hizo que no apartara la mirada de allí.
De repente, Robert tuvo la sensación como si alguien le estuviera mirando, y alzó su cabeza sobresaltado, y entonces sus ojos se encontraron. No podía hablar. Un nudo en la garganta se lo impedía: ella había vuelto y le miraba sin decir nada. Sólo pudo pronunciar su nombre y levantarse rápidamente para mirarla más de cerca. Se había producido el milagro.
- ¡ Emma, Emma , has vuelto ! ¿ No sabes quién soy ?
Ella titubeaba indecisa al no saber si es que estaba soñando o en verdad él estaba a su lado. Alzó su mano y acarició suavemente el rostro de él que tenía los ojos vidriosos
- ¡ Robert ¿ estás aquí ?
- Si cariño. Aquí estoy
Ella avanzó sus brazos hacia él y ambos se envolvieron en un abrazo, pero Robert se dió cuenta que debía avisar al médico de lo que se había producido. Pulsó el timbre e inmediatamente una enfermera vino corriendo. Su rostro se iluminó al comprobar que se había producido su vuelta a la consciencia. Con el busca avisó al médico de guardia y ambos procedieron a un examen de la paciente. A Robert, por su calidad de médico, le permitieron estar presente en el reconocimiento. En un rincón para no estorbar, permanecía callado y con el corazón golpeándole fuertemente en el pecho.
Estaba impaciente por saber el veredicto médico tras las pruebas efectuadas. Permanecía en un rincón, sin hablar, sin intervenir, dejando a su compañero que hiciera su trabajo, porque todo ello era en beneficio de Emma. Al final de un buen rato, su compañero le dió la enhorabuena: Emma estaba perfectamente y sin daño cerebral alguno. Después de esperar un par de días en el hospital, podrían irse a casa, aunque les aconsejó que esperasen al menos una semana para comprobar que no hubiera retrocesos. Podrían aprovechar en visitar la isla y descansar tranquilamente en un hotel, antes de marchar.
Y de nuevo se quedaron ellos solos. Incorporada en la cama, hizo que se sentara cerca de ella: tenía muchas cosas que contarle y que le explicara por qué se encontraba allí y no en Londres en donde vivía y trabajaba. No quería hacerse ilusiones, y pensó que habría vuelto para ayudar a sus amigos en tan extremas situaciones, pero no deseaba creer que había sido ella su reclamo. Y pausadamente comenzó a explicarle todo lo ocurrido
- ... Y recuerdo que comenzaban a fallarme las fuerzas. No podía moverme aprisionada como estaba por escombros y por tierra. Sólo quería dormir. Estaba extenuada y me dolía la garganta por los gritos que di reclamando ayuda. Lloré a sabiendas de que mi hora suprema estaba cerca y nada ni nadie podían hacer nada por evitarlo. Te llamé, te llamé incesantemente como si el nombrarte a miles de kilómetros de distancia pudieras escucharlo. Tenía sed una sed atroz y pensaba : " duérmete, así al menos la muerte te sorprenderá sin darte cuenta ". Después no recuerdo más. Sólo que lentamente las fuerzas me abandonaban, me zumbaban los oídos y un letargo me invadió.
Cuando he despertado, pensé en un principio que había muerto y que desde allá arriba veia algo que no conocía ni comprendía. Sabía que era un hospital, pero no conocía al que veía y giré la cabeza y ví a alguien que estaba cerca de mí. No podía creer que fueras tú. Que hubieras escuchado mi llamada y estuvieras allí. Pero estabas lejos ¿ qué era aquello que estaba viviendo ? Y entonces te ví y sentí el cálido beso tuyo en mi frente y el suave en mis labios. No había muerto, no soñaba, estabas allí por alguna razón.
Ni siquiera recordaba que había estado sepultada y que tenía una vía puesta; no lo entendía, hasta que entró el doctor y entonces recobre los recuerdos.
Descansa, amor mio. Todo ha pasado ya. Estás aquí, no ha sido un sueño, sino un milagro. Me llamó Albert contándome lo sucedido y en mi interior sentí como una punzada terrible y la sensación de haberte perdido me asfixiaba. Me puse en movimiento enseguida sabiendo que mi lugar estaba en Guatemala, a tu lado, pasase lo que pasase que afortunadamente ha tenido un final feliz. Durante todos estos días la inquietud no me dejaba vivir. Eras tú quién me preocupaba y me dolía que nuestra separación no hubiera sido más feliz de lo que fue. Pensaba que quizá nunca volvieras a ser tú, y que no tendría oportunidad de decirte cuánto te quiero y te necesito. Porque sí , necesito a Emma a esa Emma recelosa que nunca creyó que cuanto le decía era la más absoluta de las verdades. Que el pasado quedó atrás hacía mucho tiempo y lo que deseaba era vivir el presente y el futuro contigo únicamente. Pero te has recuperado y deseo decirte que nunca más me separaré de tí. Que deseo unir mi vida a la tuya para siempre y que entre ambos formemos nuestro hogar, nuestra familia, y que dejemos atrás todas las dudas que puedan surgir. ¿ Deseas casarte conmigo ?
Ella le miró abriendo mucho los ojos. El milagro se había producido, no en su recuperación, sino en que él, el hombre de sus sueños, estaba junto a ella y la quería hacer su esposa. Las lágrimas brotaron de sus ojos y él alarmado se aproximó más a ella secando con su mano las lágrimas vertidas
- No amor, no llores. No me perdonaría hacerte llorar. ¿ Qué te ocurre ?
- No me ocurre nada. Déjame que llore. Soy inmensamente feliz, y sí deseo ser tu mujer para toda la vida.
Unieron sus labios y la sonrisa volvió de nuevo a sus rostros. Un abrazo selló la promesa que se habían hecho.
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