miércoles, 16 de enero de 2019

Te esperaba - Capítulo29 - Retomar la vida

Desde el aire divisaron la capital: Guatemala.  Ya estaban casi en casa.  A Emma le golpeaba el corazón al pensar que volvería a ver a todas las personas que quedaron allí de las que no  pudo despedirse  cuando el accidente. Supo por Robert, los esfuerzos y tristeza que habían tenido todos al pensar que la habían perdido.  Una extraña emoción la embargaba y apretó la mano de su marido sonriéndole y con los ojos acuosos.  Quería transmitirle la satisfacción y contento que sentía por haber tomado esa decisión.  El la miraba también emocionado; nunca imaginó que recibiera la noticia y compartiera su idea, con tanta aceptación.  Estaba visto que nunca terminaría de conocer a su mujer.

En la terminal les esperaban Patricio y Agneta.  Y de inmediato Emma supo el cambio de ella y quién lo había motivado.  Eso significaba que habían estado allí en su último viaje ¿ por qué Robert omitió ese detalle?  Daba lo mismo.  Estaba tan contenta, que no se pararía a pensar  en esas minucias.  habría tiempo de explicar todo, cuando hubiesen llegado a su destino y todas las emociones se calmasen.

Pero su viaje no terminaba en el aeropuerto de la capital, sino que un minibus les esperaba y  los seis se disponían a seguir  la segunda etapa del viaje.  Pero no estaban en  una carretera, sino circulaban por  una avenida que salía fuera de la ciudad y les llevaba hasta un helipuerto.  ¡Cómo había cambiado todo durante los años de ausencia!  De momento no tendrían huracanes, o lluvias torrenciales, ni ningún otro cataclismo que  irrumpiera en sus vidas.  Estaba cada vez más nerviosa por llegar y abrazar a sus amigos. Los niños no apartaban los ojos de la ventanilla.  Era un paisaje  desconocido del que sus papás ni siquiera les habían hablado.  Todo era nuevo para ellos.  Para Emma, también. Robert sonreía de felicidad mirando a Patricio y a  Agneta , como diciendo  "veréis  cuando lleguemos ".  Respiraba tranquilo al quitarse ese gran peso de encima.  Lo que viniera a continuación  sería lo mejor.  Se sentía pletórico y feliz y constantemente acariciaba la mano de su mujer que había depositado sobre su rodilla.  Ninguno hablaba;  esperaban con expectación la reacción de Emma a su llegada a Santa Rosa.

Agneta y Patricio frente a ellos.  Emma los niños y Robert en el lugar destinado, charlaban tratando de aplacar sus nervios, cuando las aspas del helicóptero comenzaron a rotar, señal de que de nuevo emprendían el vuelo hacia su destino.

El paisaje pasaba ante ellos en todo su espléndido verdor.  la vegetación, las flores que adornaban el paisaje, hacían que sus corazones latieran más aprisa.  Todo era nuevo para Emma y por supuesto para los niños, que curiosos preguntaban a su padre lo que era lo que veían.

Y de pronto un paisaje de verde vegetación y flores multicolores, salpicaban un conjunto de casas unas  de fachadas blancas, pero también otras de distintos colores, alegres como sus gentes, .con los tejados de arcilla rojiza, tipo colonial que ella desconocía. Abría mucho los ojos, cuando se dió cuenta de que el helicóptero reducía su velocidad y poco a poco descendía hasta una amplia zona asfaltada lejos de las casas.  Desde el aire había visto los edificios que no reconocía.  Se fijó en uno en especial que tenía en su tejado una enorme cruz roja. Si reconoció el edificio del Ayuntamiento y de la iglesia. ¡ No podía ser !  Los recordaba , pero pensó que sería la arquitectura de la zona, aunque no los había visto en otro lugar.  Lentamente el aparato se posó en el lugar indicado, y transcurridos unos instantes, la voz del piloto se escuchó clara y diáfana:

- Señores, bienvenidos a la provincia de Santa Rosa

No podía ser ¿ Dónde estaban las casas derruidas ? ¿ Qué había pasado durante esos años para llegar a lo que veían sus ojos?  Miraba a Robert que observaba sus reacciones y la sonrisa de su marido le indicó que se había producido un milagro.

- He aquí mis viajes inesperados - fue lo que dijo a Emma
- ¿ Quieres decir que ...?
- Si cariño. Lo hice para ti, en tu nombre.  Por eso no podía justificarme, porque deseaba darte esa sorpresa.
-Pero es increíble Robert.  Perdóname por mis malos pensamientos. ¡ Dios mio !

Y no pudo decir más, se abrazó a él llorando de emoción en su regazo, bajo la extraña mirada de sus hijos y la emoción contenida de Patricio y Agneta.

Flotaba como en una nube al bajar del helicóptero.  Corriendo venían hacia ellos tres figuras y un montón de hombres y niños que querían darles la bienvenida.  Estaba a punto de desmayarse. Todo ésto lo había hecho su marido en agradecimiento a estas maravillosas gentes que les ayudaron.  Reconoció desde lejos, las figuras de Albert, Teresa y Carmen, pero también venía un niño de unos once o doce años que  sonreía feliz, y  a su lado corría  un perro. Eran Raulito y Bolita que acudían a darles la bienvenida.  Cuando estuvieron a su altura, se sucedieron los abrazos y las lágrimas de todos.  Las piernas la temblaban y el llanto no cesaba ni las risas tampoco.  No dejaba de mirar a Ribert y en sus ojos él leía el agradecimiento de su mujer, la emoción y la alegría de ella.  Y supo que su elección había sido la correcta y que serían felices en aquél entorno.  Emma le abrazó; quería darle las gracias, pero las palabras no salían de su boca debido a la intensa emoción que sentía.

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