domingo, 6 de enero de 2019

Te esperaba - Capítulo 10 -Una velada poco corriente

Ya estaban de regreso en casa.  El lluvioso Londres les recibió, sin que nada alterase su algarabía ciudadana.  Durante treinta días, había respirado aire puro, tranquilidad  y relajación,  Pero también había  conocido a una extraña joven:  Emma, que en realidad la conocía desde hacía tiempo, pero siempre la había ignorado, hechizado por el encanto que emanaba su hermana.  Pero ahora que la había tratado más profundamente, se daba cuenta de que es tierna y dulce, y está necesitada de cariño.  de alguien que la mime y que le haga desterrar su complejo de hermana.  Quizá le había hecho concebir alguna esperanza que estaba muy lejos de ser cierta.   Conocía, por su profesión, el comportamiento de los seres humanos, y en ella había notado un fuerte complejo de inferioridad.  No tenía motivos para ello.  Era una mujer preciosa,sensible, buena con quienes la rodean y altamente cualificada en su profesión.  Pero quizás, en su soledad se acentuaba más el sentido  de inferioridad que siempre había tenido.

  Era merecedora por si misma de que un hombre la quisiera por ella misma.  tenía méritos suficientes para ello.  Pero  ¿cómo hacérselo saber ?  No debía ser él quién se lo hiciese notar, dado la difícil situación por la que atravesaba.  Cualquier palabra que la dijera la tomaría como algo equivocado.  El no estaba enamorado de ella  pero Emma si abrigaba sentimientos hacia él.
Sería bueno estar distanciados para que todo volviese a su cauce normal que era el de ser amigos únicamente, si es que ella no lo interpretara como un despecho y rompiera su incipiente amistad.  Pero había algo que hacia que no fuese una simple amistad, y fue la noche de su despedida.  Lo que ocurrió entre ellos fue sensacional.  El,  que conocía bien ese terreno, se asombró de cómo había transcurrido su contacto y su excelente resultado final.

Se sentía cansado por el viaje, así que optó por acostarse temprano.  Debía incorporarse al cabo de dos días a su trabajo.  De nuevo el quirófano, las buenas y las malas noticias que debía dar a las familias.  las interminables guardias..., en fin todo lo que constituía su trabajo.  Si pudiera, le gustaría hablar con ellos.  les echaba de menos. Echaría de menos la camaradería, el ayudarse mutuamente, y efectuar el trabajo todos a una.  Aquí, en el hospital, tenía buenos compañeros, pero eran más individualistas y buscaban el destacar en su campo.    Consultó el reloj y se dió cuenta de que a esa hora la centralita del dispensario era intocable por si hubiera algún aviso urgente.  Y aunque la enfermedad o los accidentes no tienen horario, eran las primeras horas de la madrugada las mejores para intentar hablar con ellos.  Pero el cansancio pudo más, y se quedó dormido.

 Ya era entrada la mañana cuando se despertó  Llamó sin esperanzas de poder hablar, y efectivamente: la centralita se había estropeado una vez más.  Las cartas tardaban siglos en llegar a su destino, por tanto desechó la idea de escribir.  Lo más rápido y efectivo era la centralita
.
Una idea bullía en su cabeza.  hablaría con un técnico y trataría de comprar una que sirviera para poder hablar en cualquier momento.  Llamó a sus compañeros de Médicos del Mundo y les expuso su deseo, que ellos entendieron a la perfección

- Te buscaré una que te sirva y hablaré con quienes tengan que instalarla.  No será barata, te lo digo, pero podrá estar disponible en cualquier momento y con varios canales para no interferir.  Será como la que tenemos aquí, que podemos comunicarnos a distancia.
- Muy bien.  me has entendido perfectamente.  Quiero la mejor.  Por el dinero no te preocupes.

Y una semana más tarde, quedó instalada en el dispensario, y por ese motivo hubo fiesta.  Todos estaban contentos porque no permanecerían   aislados, sobretodo ahora que se avecinaban las lluvias.
Albert Desmond estaba eufórico, por fin tenían una centralita como Dios manda.  Y fue una gran alegría para Emma cuando a su llegada de pasar las visitas, se enteró del regalo de Robert.  ¿ Podría hablar alguna vez con él ? Ni siquiera la había escrito ni intentado hablar con ella.

- Las cartas llegan después que el interesado - la comentó Teresa - Así que por eso no te desesperes; Pero si podréis hablar aunque sólo sea un saludo. ¿ Puedo preguntarte algo ?

Emma imaginó la pregunta, pero tenía necesidad de  comentar con alguien lo que la ocurría, los sentimientos que albergaba por Robert.  Ella le conocía desde hacía años.  Era prudente y sabía guardar un secreto, por tanto le haría bien confiarse a ella.  Era una mujer experimentada y podría aconsejarla de cómo cerrar definitivamente esa página de su vida.  Y le narró toda su historia, desde que llegaron a ese instituto y Lissa comenzó a coquetear con todos los chicos y en especial con Robert que se enamoró de ella perdidamente. Ocultó su parte, pero no pasó desapercibido para Teresa, que abiertamente la pregunto

- ¿ Y tú de él ?

Emma no esperaba que le preguntara; creía que con lo relatado quedaría todo zanjado, pero no era así. De momento se quedó pensando la respuesta y al fin le dijo la verdad

- Si, yo me enamoré de él
- Y aún lo sigues estando ¿ no ?  Criatura eso no es malo. Díselo abiertamente. ¿ Sabes lo que pienso ? Que no le eres indiferente, y aunque aún recuerde a tu hermana, ella ya no está, pero tú si. Pero  la distancia que te has impuesto es un grave inconveniente, porque los amores  cuando están lejos han de ser muy firmes, porque al final si no es así fracasan. ¿ Por qué no hablas con él abiertamente?
- No, Teresa. Si me dijera que no,  me moriría de vergüenza y de dolor también.  Ha de ser él quién tome la decisión. La mia la conoce de sobra. La última noche que estuvo aquí..
-Ya,.  No me digas más. No sé qué decirte es algo muy complicado. Pero un año es mucho tiempo ¿ Por qué no vas a Londres?
- No puedo Teresa.  Acabo de llegar aquí, como aquél que dice. Y además podría tomarlo como acosa y que estoy deseando verle.  Aunque sea verdad, tengo mi amor propio.
- Pues hija, te toca aguantar y esperar.

Y al fin una noche, pudieron saludarse.   Fue como una inauguración de la centralita.  hablarían por un canal distinto al del dispensario, pero poco tenían que contarse, así que a penas se saludaron cuando cortaron la comunicación, entraba una llamada urgente desde la capital.:  El temporal se acercaba más deprisa de lo esperado.  tenían que prepararse por lo que pudiera ocurrir.  Y un coche de la guardia nacional, se acercó hasta el dispensario urgiéndoles para que se protegieran, ya que esperaban vientos huracanados y fuertes lluvias.  Lo peor no sería sólo eso, sino que hubieran desprendimientos de tierra.
Aceleraron los preparativos del dispensario, pero ¿ cómo proteger las humildes casas de los habitantes de aquél lugar ?  No obstante se dieron órdenes de tapiar las ventanas y asegurarse de que no hubieran  objetos que pudieran causar daño.  Los niños, los ancianos y las parturientas, si es que hubiera alguna, las refugiarían en el dispensario, en el sótano previsto para esos fines, pero todos los habitantes no cabían en él, algo que lamentaron profundamente.


 Ellos estarían en el dispensario permanentemente por si tuvieran que socorrer a alguien.  Equiparon de alimentos, mantas y agua el sótano que albergaría a los más necesitados de ayuda.
Constantemente el servicio metereológico daba noticias del avance del huracán, de la trayectoria a seguir y de la intensidad del mismo.

Emma nunca había vivido una situación semejante y tenía miedo.  Ese miedo atroz que se tiene a lo desconocido.Procuraba no demostrarlo.  Todos se animaban unos a otros, y procuraban tener calma ante lo inevitable que estaba por llegar.

Y aquella noche, llamó Robert bastante preocupado y habló con ella largamente interesándose por la situación sobre el terreno. Verdaderamente le preocupaba Emma.  El había sufrido algún temporal mientras estaba en la zona, pero nunca de la intensidad que auguraban en éste..

Había quedado con una amiga para salir a cenar. Pero después de hablar con Guatemala se le quitaron las ganas, pero ya era tarde para cancelar la cita:  no tenía excusas porque no podía decirla que lo que le pasaba era que estaba preocupado por casi una desconocida.  Y acudió a regañadientes;  algo le decía que las cosas no irían bien, pero tampoco podía hacer nada desde tan lejos.  La inquietud no le dejaba disfrutar de la noche que había esperado pasarla bien en compañía de esa chica que era divertida y locuaz, pero lo cierto era que estaba deseando terminar la velada.

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