Su sueño era agitado, despertándose muchas veces. El volver a encontrar a Emma, le había perturbado. Cada instante que había permanecido en su presencia, era como si fuese Lissa la que estaba sentada cerca de él. Eran muy semejantes, pero al mismo tiempo totalmente diferentes.. Y por fin el sueño le rindió, despertándose con los primeros rayos del sol. Había olvidado los despertares de aquella zona, la luz extraordinaria que se colaba por la ventana. Tenía que ponerse en marcha: la jornada comenzaba muy temprano. Se estiró relajando sus músculos algo tensos por el mal dormir y por la extrañeza de la cama y de la almohada. Eso era lo que más echaba de menos en sus viajes. De un salto, salió de la cama en dirección a la ducha No tenían muchas comodidades de la que se disfrutan en una ciudad, pero sí una buena ducha y una cama donde descansar. No necesitaban nada más para vivir.
Las seis de la mañana era la hora que se había fijado Emma para comenzar su jornada. Tenía que visitar a sus pacientes, y después ayudar en el dispensario, A veces las manos del doctor y de la matrona, eran insuficientes sobretodo si tenían algún parto. Era necesario que todos hicieran de todo y así lo habían organizado.. Cuando estuvo arreglada, se dirigió a la cocina en la que Carmen ya había dispuesto su desayuno. la buena mujer la tenía cariño. La veía ¡tan joven, bonita y tan perdida! En una noche de confidencias, le contó el motivo de su viaje, y desde aquél día la había adoptado como si fuera una hija para ella. Ambas mujeres se entendían a la perfección. Una tenía cobijo, comida asegurada y un pequeño sueldo para lo que ella quisiera. La otra, encontró algo de hogar y cariño cuando más lo necesitaba.
- Se me hace tarde. No sé a que hora llegaré hoy tenemos un parto previsto, así que si no regreso a la hora de siempre, no me esperes para comer - la dijo dándole un beso en la mejilla como siempre hacia en su despedida. A lo que Carmen respondió
- Bendiciones mi niña. Que todo vaya bien
Salió de casa rumbo al dispensario. Tenía sentimientos encontrados; por un lado deseaba ver a Robert , pero por otro sabía que un mes pasaría pronto y que al regresar a casa, ella se quedaría sola de nuevo, pero con el regusto amargo de haberle tenido durante esos días. Iba a ser un trato muy difícil, porque siempre tendría la barrera de Lissa delante de ella. Esos pensamientos la ponían de mal humor, y se dijo que debía centrarse en el trabajo y en la ayuda que pudiera prestar, que era lo más importante de todo. Cuando se marchara, volvería a la rutina que desde hacía tantos años había tenido en su vida.
En el dispensario, sólo se encontraba Teresa organizando todo por si el parto se daba . Después de saludarse, Emma tomó la lista de pacientes a visitar y las medicinas que debía portar, y a continuación salió para hacer su ronda. Miró su reloj: eran las siete de la mañana. Se dirigió hacia la casa en donde un pequeño amigo la esperaba para que le diera sus galletas en compensación por ponerle una inyección. Dentro de un par de días le darían el alta y hoy sería el último pinchazo que tendría, al menos por el momento. Eso era motivo para una celebración y las galletas fueron sus preferidas para celebrarlo.
Hacia el mediodía, había terminado su ronda y se dirigió al dispensario. Los médicos pasaban consulta y la matrona estaba con la futura madre preparándola para el parto. Todo normal como cada día, con la excepción de que a partir de hoy, tendrían ayuda extra, lo cual agradecían infinito.
Y el día transcurrió sin novedad digna de mención. A Robert le veía de pasada, dado que atendía la consulta. Emma se tomaba un café en un paréntesis hecho, cuando él apareció después de concluir con lo que estaba haciendo.
- ¿ Me invitas = - la dijo
Ella estaba abstraída y no se había dado cuenta de su presencia ni de su pregunta. Al fin reaccionó
- Perdona ¿ qué me decías ? Estaba distraída
- Ya lo he notado, no te preocupes. Te decía que si me invitabas a un café
- Por supuesto, perdón nuevamente. No sé en que estaría pensando ¿ Cómo lo quieres?
- Bastante cargado; vamos a tener una tarde complicada. El parto viene regular
- ¡ No me digas ! ¿ Corre peligro ?
- Pienso que no, pero eso nunca se sabe hasta que no esté fuera
- Yo puedo ayudaros en lo que sea
-Deberás estar con la madre ayudándola. El marido no ha querido aceptar.
-Ante todo, los hombres sois débiles, aunque os creáis fuertes. El parto es sólo para mujeres
-Perdona, algo tenemos que hacer los médicos
- Desde luego, pero si se tratase de tu mujer ¿ estarías ?
- Desde luego que sí, aunque fuese otro médico quién la ayudara. Pero tenemos mentalidades distintas y todas son respetables. Sus costumbres serán esas, así que hay que respetarlo.
Le dió la taza de café y al entregarla, la rozó sutilmente uno de sus dedos, y esa débil sensación, hizo que Emma se estremeciera débilmente.
Charlaban de distintas cosas en las que unas estaban de acuerdo y en otras no. Trataban de no rozar el tema familiar ocurrido en la vida de Emma, sobretodo en lo referente a Lissa. Tenía mil preguntas que hacerle, pero de momento no se atrevía. No tenía a penas confianza con él a pesar de sus sentimientos, pero tan sólo le había visto unas pocas veces y una de ellas fue extraña cumpliendo una Orden de su hermana. Y él también sería la última vez que saliera con ella. Quería preguntarle si al fin le dió una explicación aceptable, puesto que siguió con su relación con Thomas, que también terminó cuando decidió abortar. ¿Habría llegado a enterarse de ello? A partir de aquello Lissa vivía desenfrenadamente, ante el disgusto de sus padres y de ella misma. No le preguntaría nada; quizá algún día él le hablara de Lissa y de sus sentimientos hacia ella.
De lo que sintió al verla en la mesa de operaciones y no poder hacer hada por salvarle la vida. Al llegar a este punto, debió hacer un gesto amargo porque Robert la preguntó:
- ¿ Te encuentras bien ? ¿ Te ocurre algo ? - Ella pensó que sería una buena ocasión para sacar el tema de su hermana y así lo hizo
- No. Sólo que sin saber por qué me ha venido a la cabeza mi hermana, Lissa. Aún no me he repuesto de su pérdida; aún me duele
- Tienes que calmarte. Por desgracia no hay remedio para ella, pero tú no debes hundirte en la tristeza
- Puedo preguntarte algo ? - le dijo de improviso
- Si puedes. ¿ Qué quieres saber ?
¿ Por qué lo dejasteis ?
- Estaba muy claro: ella prefirió a Thomas.
- Pero ¿ no te dijo nada referente a aquél día.. El del plantón? Para mi fue muy violento y lo hice porque era ella, pero ese sería el último favor que la hiciera de ese tipo.
- El lunes siguiente a la cita, la busqué y la pedí una explicación, pero ella sencillamente me dijo que era Thomas quién la interesaba. Y yo me aparté de ellos definitivamente
- Pero tu la querías. No entiendo que no lucharas por ella
- Bueno, es cierto, estaba enamorado de ella, pero no puedes conseguir el amor de alguien que no te quiere, que ama a otra persona. Así que me mordí la lengua y dejé que el tiempo transcurriera, pensando que quizás algún día se cansara de él y volviera los ojos hacia mí. Pero ya viste que no fue así; el tiempo pasó y no volvimos a vernos. Llevábamos caminos diferentes. la siguiente vez que la ví fue ... Bueno ya sabes donde fue, y aún lo tengo grabado en mi cabeza
- Pero ¿ dejaste de amarla ? ¿ La amas aún a pesar de que ya no esté ?
- Guardo el recuerdo de aquellos años, pero es un cariño extraño.Creo que lo que guardo es el recuerdo de lo sucedido, pero no lo considero amor. Éramos muy jóvenes y todos los sentimientos estaban intactos; aunque sí te digo que hubiera sido inmensamente feliz si me hubiera cambiado por Thomas. Entonces si la amaba profundamente, y me dolió mucho, pero en los sentimientos no se puede mandar.
- ¿ No tienes novia ?
- ¿ Por qué deseas saber todo esto ?
- Por nada en especial. ha surgido la conversación, simplemente eso.
-No tengo novia ahora. La tuve en la universidad y después seguimos la relación. Pero se enfrió y después de muchas discusiones y desacuerdos, llegamos a la conclusión de que debíamos cortar. Así lo hicimos y ahora ella está casada y soy padrino del primero de sus hijos. La vida tiene cosas extrañas que influyen en tí, que te hacen amigos extraños. Su marido trabaja junto a mi en el hospital. Ya ves que mi vida es algo complicada. A veces pienso que, en algún lugar, no sé donde, habrá alguna chica que en algún momento conoceré y estará destinada para mi. Así que aquí estoy, esperando que llegue. - Robert se echó a reír y ella le miró fijamente pensando que ojalá fuese ella la destinada, pero no lo creía posible, porque siempre Lissa estaría entre ellos
Y a partir de entonces, ella le miró con otros ojos. le había contado a grandes rasgos cómo había sido su vida a partir de Lissa, pero había muchos huecos que no conocía, pero que tampoco le preguntaría por ellos. No tenía ningún derecho a indagar en su interior, en definitiva sólo había sido una cómplice de Lissa en determinada ocasión y nada fue más allá ni habían tenido muchas oportunidades ni siquiera de ser amigos. El tiempo, la distancia entre ellos y el suceso de Lissa, habían sido las ocasiones en que habían conectado someramente. No importaba que ella se enamorase de él nada más verle con su hermana; era muy joven y al mismo tiempo pensaba que ese amor sería fugaz y se terminaría en cuanto él acabase el instituto. pero no fue así y siguió amándole en silencio y más estando de por medio su hermana. No sabía lo que esperaba porque estaba segura que Robert no sería para ella, así que guardó sus sentimientos procurando no pensar más en él. Y siguió su ritmo de vida, hasta que el accidente se cruzó en su camino destrozando de una vez, no sólo sus vidas, sino el recuerdo que había conseguido acallar dentro de ella. Por ese motivo y por su hermana, decidió llegar hasta Guatemala, poner la máxima distancia entre ellos para ver si así conseguía erradicarlo de su vida, pero estaba visto que el destino tenía una baza en su contra y sin saberlo, sin pensarlo siquiera, les había vuelto a reunir por un espacio corto de tiempo ¿ Por qué ? ¿ Para qué ? Ni siquiera él se daba cuenta de que ella existía. Esperaba no sabía a quién y en cualquier momento aparecería en su vida.
Las seis de la mañana era la hora que se había fijado Emma para comenzar su jornada. Tenía que visitar a sus pacientes, y después ayudar en el dispensario, A veces las manos del doctor y de la matrona, eran insuficientes sobretodo si tenían algún parto. Era necesario que todos hicieran de todo y así lo habían organizado.. Cuando estuvo arreglada, se dirigió a la cocina en la que Carmen ya había dispuesto su desayuno. la buena mujer la tenía cariño. La veía ¡tan joven, bonita y tan perdida! En una noche de confidencias, le contó el motivo de su viaje, y desde aquél día la había adoptado como si fuera una hija para ella. Ambas mujeres se entendían a la perfección. Una tenía cobijo, comida asegurada y un pequeño sueldo para lo que ella quisiera. La otra, encontró algo de hogar y cariño cuando más lo necesitaba.
- Se me hace tarde. No sé a que hora llegaré hoy tenemos un parto previsto, así que si no regreso a la hora de siempre, no me esperes para comer - la dijo dándole un beso en la mejilla como siempre hacia en su despedida. A lo que Carmen respondió
- Bendiciones mi niña. Que todo vaya bien
Salió de casa rumbo al dispensario. Tenía sentimientos encontrados; por un lado deseaba ver a Robert , pero por otro sabía que un mes pasaría pronto y que al regresar a casa, ella se quedaría sola de nuevo, pero con el regusto amargo de haberle tenido durante esos días. Iba a ser un trato muy difícil, porque siempre tendría la barrera de Lissa delante de ella. Esos pensamientos la ponían de mal humor, y se dijo que debía centrarse en el trabajo y en la ayuda que pudiera prestar, que era lo más importante de todo. Cuando se marchara, volvería a la rutina que desde hacía tantos años había tenido en su vida.
En el dispensario, sólo se encontraba Teresa organizando todo por si el parto se daba . Después de saludarse, Emma tomó la lista de pacientes a visitar y las medicinas que debía portar, y a continuación salió para hacer su ronda. Miró su reloj: eran las siete de la mañana. Se dirigió hacia la casa en donde un pequeño amigo la esperaba para que le diera sus galletas en compensación por ponerle una inyección. Dentro de un par de días le darían el alta y hoy sería el último pinchazo que tendría, al menos por el momento. Eso era motivo para una celebración y las galletas fueron sus preferidas para celebrarlo.
Hacia el mediodía, había terminado su ronda y se dirigió al dispensario. Los médicos pasaban consulta y la matrona estaba con la futura madre preparándola para el parto. Todo normal como cada día, con la excepción de que a partir de hoy, tendrían ayuda extra, lo cual agradecían infinito.
Y el día transcurrió sin novedad digna de mención. A Robert le veía de pasada, dado que atendía la consulta. Emma se tomaba un café en un paréntesis hecho, cuando él apareció después de concluir con lo que estaba haciendo.
- ¿ Me invitas = - la dijo
Ella estaba abstraída y no se había dado cuenta de su presencia ni de su pregunta. Al fin reaccionó
- Perdona ¿ qué me decías ? Estaba distraída
- Ya lo he notado, no te preocupes. Te decía que si me invitabas a un café
- Por supuesto, perdón nuevamente. No sé en que estaría pensando ¿ Cómo lo quieres?
- Bastante cargado; vamos a tener una tarde complicada. El parto viene regular
- ¡ No me digas ! ¿ Corre peligro ?
- Pienso que no, pero eso nunca se sabe hasta que no esté fuera
- Yo puedo ayudaros en lo que sea
-Deberás estar con la madre ayudándola. El marido no ha querido aceptar.
-Ante todo, los hombres sois débiles, aunque os creáis fuertes. El parto es sólo para mujeres
-Perdona, algo tenemos que hacer los médicos
- Desde luego, pero si se tratase de tu mujer ¿ estarías ?
- Desde luego que sí, aunque fuese otro médico quién la ayudara. Pero tenemos mentalidades distintas y todas son respetables. Sus costumbres serán esas, así que hay que respetarlo.
Le dió la taza de café y al entregarla, la rozó sutilmente uno de sus dedos, y esa débil sensación, hizo que Emma se estremeciera débilmente.
Charlaban de distintas cosas en las que unas estaban de acuerdo y en otras no. Trataban de no rozar el tema familiar ocurrido en la vida de Emma, sobretodo en lo referente a Lissa. Tenía mil preguntas que hacerle, pero de momento no se atrevía. No tenía a penas confianza con él a pesar de sus sentimientos, pero tan sólo le había visto unas pocas veces y una de ellas fue extraña cumpliendo una Orden de su hermana. Y él también sería la última vez que saliera con ella. Quería preguntarle si al fin le dió una explicación aceptable, puesto que siguió con su relación con Thomas, que también terminó cuando decidió abortar. ¿Habría llegado a enterarse de ello? A partir de aquello Lissa vivía desenfrenadamente, ante el disgusto de sus padres y de ella misma. No le preguntaría nada; quizá algún día él le hablara de Lissa y de sus sentimientos hacia ella.
De lo que sintió al verla en la mesa de operaciones y no poder hacer hada por salvarle la vida. Al llegar a este punto, debió hacer un gesto amargo porque Robert la preguntó:
- ¿ Te encuentras bien ? ¿ Te ocurre algo ? - Ella pensó que sería una buena ocasión para sacar el tema de su hermana y así lo hizo
- No. Sólo que sin saber por qué me ha venido a la cabeza mi hermana, Lissa. Aún no me he repuesto de su pérdida; aún me duele
- Tienes que calmarte. Por desgracia no hay remedio para ella, pero tú no debes hundirte en la tristeza
- Puedo preguntarte algo ? - le dijo de improviso
- Si puedes. ¿ Qué quieres saber ?
¿ Por qué lo dejasteis ?
- Estaba muy claro: ella prefirió a Thomas.
- Pero ¿ no te dijo nada referente a aquél día.. El del plantón? Para mi fue muy violento y lo hice porque era ella, pero ese sería el último favor que la hiciera de ese tipo.
- El lunes siguiente a la cita, la busqué y la pedí una explicación, pero ella sencillamente me dijo que era Thomas quién la interesaba. Y yo me aparté de ellos definitivamente
- Pero tu la querías. No entiendo que no lucharas por ella
- Bueno, es cierto, estaba enamorado de ella, pero no puedes conseguir el amor de alguien que no te quiere, que ama a otra persona. Así que me mordí la lengua y dejé que el tiempo transcurriera, pensando que quizás algún día se cansara de él y volviera los ojos hacia mí. Pero ya viste que no fue así; el tiempo pasó y no volvimos a vernos. Llevábamos caminos diferentes. la siguiente vez que la ví fue ... Bueno ya sabes donde fue, y aún lo tengo grabado en mi cabeza
- Pero ¿ dejaste de amarla ? ¿ La amas aún a pesar de que ya no esté ?
- Guardo el recuerdo de aquellos años, pero es un cariño extraño.Creo que lo que guardo es el recuerdo de lo sucedido, pero no lo considero amor. Éramos muy jóvenes y todos los sentimientos estaban intactos; aunque sí te digo que hubiera sido inmensamente feliz si me hubiera cambiado por Thomas. Entonces si la amaba profundamente, y me dolió mucho, pero en los sentimientos no se puede mandar.
- ¿ No tienes novia ?
- ¿ Por qué deseas saber todo esto ?
- Por nada en especial. ha surgido la conversación, simplemente eso.
-No tengo novia ahora. La tuve en la universidad y después seguimos la relación. Pero se enfrió y después de muchas discusiones y desacuerdos, llegamos a la conclusión de que debíamos cortar. Así lo hicimos y ahora ella está casada y soy padrino del primero de sus hijos. La vida tiene cosas extrañas que influyen en tí, que te hacen amigos extraños. Su marido trabaja junto a mi en el hospital. Ya ves que mi vida es algo complicada. A veces pienso que, en algún lugar, no sé donde, habrá alguna chica que en algún momento conoceré y estará destinada para mi. Así que aquí estoy, esperando que llegue. - Robert se echó a reír y ella le miró fijamente pensando que ojalá fuese ella la destinada, pero no lo creía posible, porque siempre Lissa estaría entre ellos
Y a partir de entonces, ella le miró con otros ojos. le había contado a grandes rasgos cómo había sido su vida a partir de Lissa, pero había muchos huecos que no conocía, pero que tampoco le preguntaría por ellos. No tenía ningún derecho a indagar en su interior, en definitiva sólo había sido una cómplice de Lissa en determinada ocasión y nada fue más allá ni habían tenido muchas oportunidades ni siquiera de ser amigos. El tiempo, la distancia entre ellos y el suceso de Lissa, habían sido las ocasiones en que habían conectado someramente. No importaba que ella se enamorase de él nada más verle con su hermana; era muy joven y al mismo tiempo pensaba que ese amor sería fugaz y se terminaría en cuanto él acabase el instituto. pero no fue así y siguió amándole en silencio y más estando de por medio su hermana. No sabía lo que esperaba porque estaba segura que Robert no sería para ella, así que guardó sus sentimientos procurando no pensar más en él. Y siguió su ritmo de vida, hasta que el accidente se cruzó en su camino destrozando de una vez, no sólo sus vidas, sino el recuerdo que había conseguido acallar dentro de ella. Por ese motivo y por su hermana, decidió llegar hasta Guatemala, poner la máxima distancia entre ellos para ver si así conseguía erradicarlo de su vida, pero estaba visto que el destino tenía una baza en su contra y sin saberlo, sin pensarlo siquiera, les había vuelto a reunir por un espacio corto de tiempo ¿ Por qué ? ¿ Para qué ? Ni siquiera él se daba cuenta de que ella existía. Esperaba no sabía a quién y en cualquier momento aparecería en su vida.
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