El frio y una persistente niebla hacía que aún se sintiera más que las temperaturas iban cambiando. Emma se levantó temprano a pesar de que hasta la noche no tenía que ir a trabajar. Arreglaría un poco su casa e iría a comprar comida, para así, estar tranquila durante el resto de la semana. No la gustaba excesivamente el turno nocturno de urgencias, pero debía hacerlo al menos una vez a la semana. La mayoría de los que acudían eran por borracheras o accidentes. Las peleas con daños personales también eran corrientes, así que en lugar de atender enfermos, como en su turno de día, limpiaba heridas, vómitos y escuchaba de vez en cuando algún improperio, cuando no, algún muerto por accidente. En definitiva no la gustaba, pero esa era la parte negativa de su trabajo y estaba encantada con haber tomado la decisión de estudiar enfermería.
Seguía sin ver a Robert, dado que el cambio de turno y la ausencia de él, aún no les había dado oportunidad de coincidir. Además Robert no solía bajar a urgencias como no fuera por algo extremadamente grave. Siempre estaba con operaciones programadas, así que en cuanto terminaba su horario de mañana, se marchaba y no coincidían. Seguían sin saber ninguno de los dos, el uno del otro.
Aquella noche fue de especial intensidad . No había ninguna fiesta que creara problemas , pero sin saber por qué, aquella noche se presentaba complicada.
- ¿ Qué pasa esta noche ? - dijo una compañera de Emma mientras curaba a un joven de una brecha en la cabeza
- No lo sé - respondió ella - Lo cierto es que desde que he entrado a las diez, no he parado ni un momento Espero que afloje un poco
Pero lejos de aflojar, les pasaron el informe de que se había producido un accidente de circulación bastante grave: colisionado dos coches y habían cuatro víctimas, dos de ellas muy graves y un fallecido.
- Estad preparadas porque nos llegan todos a este hospital. Avisad a arriba si hay algún cirujano disponible que se prepare porque creo que viene una persona con el pecho destrozado..
A penas habían terminado de prepararse, las sirenas de las ambulancias y la entrada de los paramédicos les hicieron a todos ponerse en movimiento derivando a cada uno de los heridos a los distintos quirófanos. Y efectivamente había una muchacha que venía muy grave.
Robert fue avisado de inmediato y bajó rápidamente hacia el quirófano para atender a la mujer que llegaba extremadamente grave.
Todo el equipo estaba en movimiento atendiendo a la mujer que permanecía inconsciente. Quitaron sus ropas y la prepararon para operarla. Robert, termino de lavarse y entro en el quirófano. Emma también estaba y no quitaba la vista del rostro al que estaban preparando: se trataba de su hermana y venía con el pecho destrozado.
- Informes - dijo él resuelto sin reparar de momento en ninguna de las dos hermanas. Fue cuando Lissa estaba lista para operarla, cuando se dió cuenta de quién se trataba. Durante un segundo clavó sus ojos en ella. No podía creer que aquel rostro ensangrentado fuese el de la bella Lissa, la mujer a la que había querido durante toda su adolescencia y aún recordaba. Procedió a comprobar las constantes y rápidamente. Se puso en marcha todo el dispositivo. Al otro lado del quirófano, frente a él, estaba Emma muy pálida y la temblaban las manos. Una compañera se dió cuenta de ello y la preguntó
-¿ Te encuentras bien ?
- Es mi hermana...
-Dios mio. sal de aquí de inmediato
- No, no quiero dejarla
- Ustedes, señoritas. estamos operando a una mujer que se nos va de las manos. Cállense por favor
La voz agria, tensa y áspera de Robert, hizo que tanto Emma como su compañera callasen de inmediato.
- Se nos va Robert - dijo el anestesista
- Maldita sea, ya lo sé. pero aún hay tiempo
- La perdemos, la perdemos
La máquina que controlaba su ritmo cardíaco marcaba que quedaba poco tiempo. Emma, sostenía una bandeja con material quirúrgico que a su temblor comenzaron a tintinear.-
- Echen de aquí a esa mujer. Me pone nervioso.
La compañera de Emma, la tomó del brazo y casi en volandas la condujo hacia la salida del quirófano, dejándola en el pasillo
- No te muevas, saldré a decirte algo en cuanto lo sepa
- Pero es que se va y no quiero dejarla sola
- No está sola. Y tu necesitas tranquilizarte. Debo irme. Siéntate en la salita. Volveré pronto
Pero cuando entró supo de inmediato que no había nada que hacer. Estaban certificando su muerte. Robert tenía el rostro descompuesto. No podía creer que se hubieran encontrado en estas circunstancias y la había perdido irremediablemente. Tenía la mirada clavada en su rostro, mientras los asistentes retiraban los aparatos. Nadie hablaba, todos estaban pendientes de él, y de su compañera que afuera esperaba las noticias. de Lissa. Robert se recompuso y con rabia preguntó
- -¿ De dónde ha salido esa chica que temblaba ? Esto es un quirófano de urgencias. Si tiene miedo a la sangre que la destinen a lavar culos
- Robert, cálmate. Se trataba de su hermana
- Robert giró la cabeza rápidamente hacia el anestesista que le daba la noticia
-¿ Emma ? ¿ Era Emma ?
- Si Robert, Emma
- ¿ Y por qué nadie me dijo nada ? ¿ Dónde está ?
- La he dejado en la sala
- ¿Las conoces ?-le dijo su compañero
- Si, desde hace mucho. Es una larga historia, que ahora no es oportuna. La daré la noticia.
A penas se acordaba de ella. La había visto muy de pasada en el instituto y en aquella cita, la del plantón, y poco más. Después cada uno tiró por su lado. Tampoco había vuelto a ver a Lissa desde que ingresó en la universidad, pero a ella no la había olvidado, hasta que a fuerza de pasar el tiempo, su imagen se fue difuminando. La vio sentada en la salita contigua, hecha un rebuño y escondiendo su rostro entre las manos. De repente sintió una pena que le ahogaba; pena por Lissa y por Emma y él mismo. Lo más duró aún estaba por llegar, y sería avisar a los padres y darles la noticia. Pero Emma ya lo había hecho, y no tardarían en presentarse.
Se acercó a ella lentamente y puso su mano sobre el hombro de ella, que giró su cabeza rápidamente.
- Lo siento, Emma. No he podido hacer nada; tenía heridas muy graves incompatibles con la vida
Ella se le quedó mirando como si le viera por primera vez. Con el rostro lleno de lágrimas y pálida, muy pálida, tanto que asustó a Robert que de inmediato le trajo un vaso de agua. No sabían qué decirse, ni de lo que hablar. Todas las palabras estaban vacías de contenido, y además no le salían de su garganta. Emma hubiera deseado un abrazo en aquellas circunstancias. Alguna señal de cariño, no por ser la hermana de la chica de la que se había enamorado, sino por ser un ser humano rota por el dolor. Pero Robert estaba tan confundido como ella y su cabeza no funcionaba nada más que viendo el rostro de Lissa. Al fin pronunció unas palabras
- ¿ Has avisado a tus padres?
- Si lo he hecho. No tardarán en llegar.
-Bien permaneceré a tu lado cuando les des la noticia
- Les he insinuado algo. No quiero que sea tan brutal como la que yo he tenido
-- Deberías haber permanecido fuera
Al oír estas palabras, de nuevo la angustia anegó su garganta, pero tragó saliva y su llanto. No quería hacerlo delante de él ¿ por qué ? Era una situación perfectamente comprensible hacerlo, es más lo necesitaba . Al poco rato, sus padres rotos de dolor hicieron acto de presencia.. Se abrazó a ellos que no creían que su hija hubiera muerto. Era joven, pero también devoraba la vida, y ahora la vida la había devorado a ella.. Robert les dió toda clase de explicaciones atendiendo todas las dudas que pudieran tener. Estuvo más de media hora tratando de consolarlos, y como es lógico sin conseguirlo. La policía hizo acto de presencia para hablar con ellos. En su interior, pensaban que el accidente lo había provocado Lissa por su forma de conducir, pero los agentes les informaron que fue un chico que iba drogado y con alcohol en sangre. De hecho uno de los fallecidos, además de Lissa, era un amigo del chico.
En parte eso les tranquilizó, pues aún sin decir nada, sospechaban que la causante del accidente pudiera haber sido ella .. Pero eso no aliviaba el tremendo dolor que sentían. Una enfermera les avisó que podían ver el cadáver si lo querían, y los tres entraron en una sala que antecedía a la de autopsias. Lissa estaba como dormida, con algunas heridas en la cara, disimuladas hábilmente para no impactar demasiado.. Sólo el padre, mantenía la serenidad. Era un cuadro desgarrador. Al cabo de unos instantes Emma, abrazando a su madre, la sacó de aquella sala. Nunca olvidarían el rostro de Lissa, pálido y herido, pero sereno.
Seguía sin ver a Robert, dado que el cambio de turno y la ausencia de él, aún no les había dado oportunidad de coincidir. Además Robert no solía bajar a urgencias como no fuera por algo extremadamente grave. Siempre estaba con operaciones programadas, así que en cuanto terminaba su horario de mañana, se marchaba y no coincidían. Seguían sin saber ninguno de los dos, el uno del otro.
Aquella noche fue de especial intensidad . No había ninguna fiesta que creara problemas , pero sin saber por qué, aquella noche se presentaba complicada.
- ¿ Qué pasa esta noche ? - dijo una compañera de Emma mientras curaba a un joven de una brecha en la cabeza
- No lo sé - respondió ella - Lo cierto es que desde que he entrado a las diez, no he parado ni un momento Espero que afloje un poco
Pero lejos de aflojar, les pasaron el informe de que se había producido un accidente de circulación bastante grave: colisionado dos coches y habían cuatro víctimas, dos de ellas muy graves y un fallecido.
- Estad preparadas porque nos llegan todos a este hospital. Avisad a arriba si hay algún cirujano disponible que se prepare porque creo que viene una persona con el pecho destrozado..
A penas habían terminado de prepararse, las sirenas de las ambulancias y la entrada de los paramédicos les hicieron a todos ponerse en movimiento derivando a cada uno de los heridos a los distintos quirófanos. Y efectivamente había una muchacha que venía muy grave.
Robert fue avisado de inmediato y bajó rápidamente hacia el quirófano para atender a la mujer que llegaba extremadamente grave.
Todo el equipo estaba en movimiento atendiendo a la mujer que permanecía inconsciente. Quitaron sus ropas y la prepararon para operarla. Robert, termino de lavarse y entro en el quirófano. Emma también estaba y no quitaba la vista del rostro al que estaban preparando: se trataba de su hermana y venía con el pecho destrozado.
- Informes - dijo él resuelto sin reparar de momento en ninguna de las dos hermanas. Fue cuando Lissa estaba lista para operarla, cuando se dió cuenta de quién se trataba. Durante un segundo clavó sus ojos en ella. No podía creer que aquel rostro ensangrentado fuese el de la bella Lissa, la mujer a la que había querido durante toda su adolescencia y aún recordaba. Procedió a comprobar las constantes y rápidamente. Se puso en marcha todo el dispositivo. Al otro lado del quirófano, frente a él, estaba Emma muy pálida y la temblaban las manos. Una compañera se dió cuenta de ello y la preguntó
-¿ Te encuentras bien ?
- Es mi hermana...
-Dios mio. sal de aquí de inmediato
- No, no quiero dejarla
- Ustedes, señoritas. estamos operando a una mujer que se nos va de las manos. Cállense por favor
La voz agria, tensa y áspera de Robert, hizo que tanto Emma como su compañera callasen de inmediato.
- Se nos va Robert - dijo el anestesista
- Maldita sea, ya lo sé. pero aún hay tiempo
- La perdemos, la perdemos
La máquina que controlaba su ritmo cardíaco marcaba que quedaba poco tiempo. Emma, sostenía una bandeja con material quirúrgico que a su temblor comenzaron a tintinear.-
- Echen de aquí a esa mujer. Me pone nervioso.
La compañera de Emma, la tomó del brazo y casi en volandas la condujo hacia la salida del quirófano, dejándola en el pasillo
- No te muevas, saldré a decirte algo en cuanto lo sepa
- Pero es que se va y no quiero dejarla sola
- No está sola. Y tu necesitas tranquilizarte. Debo irme. Siéntate en la salita. Volveré pronto
Pero cuando entró supo de inmediato que no había nada que hacer. Estaban certificando su muerte. Robert tenía el rostro descompuesto. No podía creer que se hubieran encontrado en estas circunstancias y la había perdido irremediablemente. Tenía la mirada clavada en su rostro, mientras los asistentes retiraban los aparatos. Nadie hablaba, todos estaban pendientes de él, y de su compañera que afuera esperaba las noticias. de Lissa. Robert se recompuso y con rabia preguntó
- -¿ De dónde ha salido esa chica que temblaba ? Esto es un quirófano de urgencias. Si tiene miedo a la sangre que la destinen a lavar culos
- Robert, cálmate. Se trataba de su hermana
- Robert giró la cabeza rápidamente hacia el anestesista que le daba la noticia
-¿ Emma ? ¿ Era Emma ?
- Si Robert, Emma
- ¿ Y por qué nadie me dijo nada ? ¿ Dónde está ?
- La he dejado en la sala
- ¿Las conoces ?-le dijo su compañero
- Si, desde hace mucho. Es una larga historia, que ahora no es oportuna. La daré la noticia.
A penas se acordaba de ella. La había visto muy de pasada en el instituto y en aquella cita, la del plantón, y poco más. Después cada uno tiró por su lado. Tampoco había vuelto a ver a Lissa desde que ingresó en la universidad, pero a ella no la había olvidado, hasta que a fuerza de pasar el tiempo, su imagen se fue difuminando. La vio sentada en la salita contigua, hecha un rebuño y escondiendo su rostro entre las manos. De repente sintió una pena que le ahogaba; pena por Lissa y por Emma y él mismo. Lo más duró aún estaba por llegar, y sería avisar a los padres y darles la noticia. Pero Emma ya lo había hecho, y no tardarían en presentarse.
Se acercó a ella lentamente y puso su mano sobre el hombro de ella, que giró su cabeza rápidamente.
- Lo siento, Emma. No he podido hacer nada; tenía heridas muy graves incompatibles con la vida
Ella se le quedó mirando como si le viera por primera vez. Con el rostro lleno de lágrimas y pálida, muy pálida, tanto que asustó a Robert que de inmediato le trajo un vaso de agua. No sabían qué decirse, ni de lo que hablar. Todas las palabras estaban vacías de contenido, y además no le salían de su garganta. Emma hubiera deseado un abrazo en aquellas circunstancias. Alguna señal de cariño, no por ser la hermana de la chica de la que se había enamorado, sino por ser un ser humano rota por el dolor. Pero Robert estaba tan confundido como ella y su cabeza no funcionaba nada más que viendo el rostro de Lissa. Al fin pronunció unas palabras
- ¿ Has avisado a tus padres?
- Si lo he hecho. No tardarán en llegar.
-Bien permaneceré a tu lado cuando les des la noticia
- Les he insinuado algo. No quiero que sea tan brutal como la que yo he tenido
-- Deberías haber permanecido fuera
Al oír estas palabras, de nuevo la angustia anegó su garganta, pero tragó saliva y su llanto. No quería hacerlo delante de él ¿ por qué ? Era una situación perfectamente comprensible hacerlo, es más lo necesitaba . Al poco rato, sus padres rotos de dolor hicieron acto de presencia.. Se abrazó a ellos que no creían que su hija hubiera muerto. Era joven, pero también devoraba la vida, y ahora la vida la había devorado a ella.. Robert les dió toda clase de explicaciones atendiendo todas las dudas que pudieran tener. Estuvo más de media hora tratando de consolarlos, y como es lógico sin conseguirlo. La policía hizo acto de presencia para hablar con ellos. En su interior, pensaban que el accidente lo había provocado Lissa por su forma de conducir, pero los agentes les informaron que fue un chico que iba drogado y con alcohol en sangre. De hecho uno de los fallecidos, además de Lissa, era un amigo del chico.
En parte eso les tranquilizó, pues aún sin decir nada, sospechaban que la causante del accidente pudiera haber sido ella .. Pero eso no aliviaba el tremendo dolor que sentían. Una enfermera les avisó que podían ver el cadáver si lo querían, y los tres entraron en una sala que antecedía a la de autopsias. Lissa estaba como dormida, con algunas heridas en la cara, disimuladas hábilmente para no impactar demasiado.. Sólo el padre, mantenía la serenidad. Era un cuadro desgarrador. Al cabo de unos instantes Emma, abrazando a su madre, la sacó de aquella sala. Nunca olvidarían el rostro de Lissa, pálido y herido, pero sereno.
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