lunes, 7 de enero de 2019

Te esperaba - Capítulo 12 -Y llegaron las lluvias

Santa Rosa, era una de las localidades más afectadas por el huracán y sus consecuencias más inmediatas;  lluvias torrenciales afectando a todos sus habitantes.  Habían tenido corrimiento de tierras y algunas casas habían quedado sepultadas por la tierra de la montaña venida abajo.  De momento no tenían víctimas mortales debido a la evacuación efectuada antes del desastre, pero sí algún herido.
Entre la iglesia y el sótano del dispensario estaban a salvo las personas heridas.  Estaban bien atendidas y se repartieron los sanitarios entre ambos edificios, para que nadie quedase desatendido.

Raulito era un niño de seIs años afectado que permanecía junto a sus padres en la iglesia.  Tenía algunas heridas en el cuerpo y un hombro dislocado.  Para tranquilizarle Emma, se desplazaba  desde el dispensario para curarle y estar un rato con los demás enfermos y comprobar que todo marchaba correctamente.  Aquella mañana, se suponía que las lluvias se amortiguaran ya que  el huracán estaba en México, pero los daños colaterales  aún no habían desaparecido  Cuando llegó Emma, encontró al niño hecho un mar de lágrimas preocupado por su perrito que había quedado en casa.
No había manera de tranquilizarle ni de que se quedara quieto . La madre estaba desesperada ya que era primordial inmovilizar el hombro para que sanase.  Emma le llevó chucherías y sus más cariñosas palabras, pero el niño sólo entendía que su perrito estaría solo y sin comida.  Al fin, para calmarle,  le prometió que se pasaría por su casa y recogería al perrito que se llamaba Bolita, y  que lo tendría al día siguiente cuando volviera a la iglesia para revisarle.  De este modo consiguió que el niño se calmara y al poco rato se quedó dormido profundamente, sin duda extenuado debido a la   situación que había vivido.

Después de revisar a los heridos y calmar a todos, dijo a sus padres, que pasaría por su casa y que al día siguiente les traería a Bolita.  Y hacia allí se dirigió para cumplir su promesa al pequeño.  Los niños la inspiraban inmensa ternura y se llevaba bien con ellos; siempre tenía una palabra amable que les calmaba.  Aparentemente todo estaba tranquilo a pesar de las lluvias, al menos la casa estaba en pie, aunque amenazada por un corrimiento de la montaña que tenía colindante con la parte de atrás.  Sintió miedo e iba a marcharse, cuando unos débiles ladridos llamaron su atención.  Bolita había olfateado la presencia humana y seguro que reclamaba su comida o su agua, o quizás estuviera herido.

Le llamó insistentemente, pero el animal  no podía abrir la puerta, así que ella subió los escalones que la separaban de la entrada y abrió. Llamó al perrito y le buscó por toda la casa, temerosa por hacerlo rápido, ya que escuchaba  unos crujidos extraños y sentía miedo: al fin lo encontró.  Lo portaba en brazos, cuando la casa se desmoronó como un castillo de naipes.  Emma se asustó y dio un respingo soltando al perrito, que salió corriendo de allí.  Pero a ella no le dió tiempo quedando sepultada entre un montón de escombros y parte de la tierra de la montaña que se desgajaba poco a poco.

Había perdido el conocimiento, y cuando volvió en sí, ya era de noche.  Gritaba sin cesar pidiendo auxilio, pero nadie la escuchaba ya que todos estaban en el dispensario y en la iglesia.  No podía moverse aprisionada por unas maderas y la tierra. Al menos la cabeza la tenía debajo de lo que había sido una mesa y podía respirar, pero su cuerpo estaba aprisionado por los escombros. Cuando se hartó de gritar pidiendo socorro, se dijo que nadie vendría en su ayuda al menos hasta el día siguiente en que la echarían de menos, Pero para entonces, posiblemente fuese tarde, ya que la montaña amenazaba constantemente con venirse abajo,
Mentalmente se despidió de sus compañeros y de Robert, que a miles de kilómetros estaba ignorante de todo.  Lloraba acordándose de su hermana y de sus padres, sabedora que allí moriría de la peor forma asfixiada por la tierra.  Recordó que Bolita había salido corriendo , seguramente olfateando a su dueño.  Pero ¿cómo iban a saber donde estaba.?

Lamentó haber regañado con Robert y estaba segura que no le volvería a ver, ni a él ni a sus compañeros.  Su final llegaría en cualquier momento.  No sentía las piernas ni los brazos por tenerlos inmovilizados y el agua caía sobre ella con intensidad.  Sólo pedía, que al menos la tierra no se moviera y de esta forma pudieran encontrarla al día siguiente.  Sentía que poco a poco iba perdiendo el conocimiento y  un frío atroz por la humedad que empapaba su cuerpo.  Y entonces pronunció su nombre en voz alta, como si él pudiera escucharla desde la distancia.  Cansada, extenuada y mal herida, perdió el conocimiento.

Y lejos, en Londres, Robert estaba cenando en un buen restaurante con la amiga de turno a la que no hacía mucho caso, sino que la seguía la corriente. Sentía una sensación extraña, probablemente derivada del sueño que había tenido, pero lo cierto era que tenía unas ganas terribles de que la velada terminase a pesar de que faltaba por llegar la parte más lúdica de su cita.  No le apetecía, no se encontraba muy bien y lo que menos tenía eran ganas de sexo, pero la cita había sido para cumplir ese trámite, y no encontraba explicación convincente para que eso no ocurriera.  Sintió como un latigazo, un frio que recorrió su espalda, sin saber a que se debía.  No hacía frio, pero esa sensación le dejó perplejo. E inmediatamente, sin conocer la razón ni encontrar explicación alguna, un nombre llegó a su memoria.  Emma.

¿ Por qué la recordaba en estos momentos ?  Lo lógico es que se hubiera olvidado de ella precisamente ahora, que le aguardaba un rato de placer, pero el mismo no era deseado por él  ahora, en esta ocasión.  Y no llegaba a entenderlo ya que  nunca decía no a una ocasión semejante.  Decididamente, el sueño tenido durante la noche, había influido en  su forma de pensar. Pero ¿ por qué precisamente  ella ?  Sólo era una amiga,  o al menos pretendía serlo, aunque ella se mostraba reacia a su trato.  Decidió echarlo a un   lado y dejarse llevar por lo que ocurriera a partir de ahora,

Y optó por  centrarse en lo que iba a hacer con aquella su otra "amiga"  que le esperaba impaciente en la cama.  Y obtuvo su noche de placer, pero no fue tan placentera como en otras ocasiones.  No  culpó a ella que ponía todo su empeño para que fuera especial, sino a él mismo que estaba extraño sin saber por qué.  Y no esperó a que se hiciera de día, sino que al poco rato se levantó y la dijo que tenía que irse.  Ella estaba perpleja, pero no preguntó nada. Se limitó a vestirse y tratar de quedar para otro día, que Robert no concretó.  Cuando él  llegó a su casa  conectó el contestador del teléfono, pero no había ningún mensaje.

- Serán apreciaciones mías - se dijo y se metió en la cama.

Pero se había desvelado y no podía dormir.  No conseguía entender a qué se debía esa desazón desde la tarde. Un presentimiento se hacía más patente en su cabeza.  Saltó de la cama y miró su reloj; eran casi las cinco de la madrugada.  Buena hora para tratar de conectar con Guatemala.  Y por pura casualidad  lo consiguió  a la primera.  Le atendió Desmond, y en su voz notó que estaba preocupado

- Albert ¿ Por fin puedo hablar con vosotros ! ¿ Cómo está todo por ahí?
- Robert. ¡ Qué alegría ! Sé que ha sido difícil contactar con nosotros. Parece que la cosa se va calmando pero está todo casi arrasado
- ¿ Estáis todos bien ?
- Si todos bien
- Me lo dices de una forma extraña ¿ Ocurre algo ?

  Albert no sabía cómo decirle que Emma no había regresado desde que a la tarde saliera a la iglesia, pero allí tampoco estaba.  ¿ Debía decírselo ?

- Verás Robert - Emma está desaparecida
- ¿ Cómo dices ?
- Salió esta tarde a la parroquia para atender a los heridos y enfermos y no ha regresado.  Pero en la iglesia tampoco está.
¿ No habéis ido a buscarla ?
¿ Tú que crees?  La estamos buscando. Donde creemos que pueda estar, la casa se ha derrumbado y está semi sepultada por un desprendimiento de tierra.
- No, no, no .  No puede haberle ocurrido nada. No es justo
- Lo siento Robert, pero así están las cosas.
- Voy a hacer algunas averiguaciones.  Después vuelvo a llamarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADAS POPULARES