No podía hablar con Niall aquella noche, pues tenía guardia. Debía esperar a la mañana siguiente. Estaba decidida a cambiar el rumbo. Sus hijos no la necesitaban tanto, no obstante seguiría siendo ama de casa, ocupándose directamente de la buena marcha de su hogar y de su familia, aunque contara con la ayuda de Celia, una chica española que había llegado a Irlanda para aprender inglés . Y por supuesto amante esposa, pero necesitaba algo más para cubrir las interminables horas en que permanecía sola en casa. Podría acudir a la clínica de Niall y ocuparse en algo en la oficina, aunque sólo fuera en servir el café para los administrativos, pero algo debía hacer.. Hablaría con su marido y le expondría sus planes. No necesitaba el dinero, por tanto no quería un sueldo, sino simplemente no estar tan aburrida. Hasta el día siguiente, no vería a Niall, pero aunque sólo fueran unos instantes quería estar a su lado.
Sabía que las noches de guardia eran estresantes sobretodo de madrugada, pero tenían unos minutos de descanso y esos serían los que pasasen juntos. Decidida cogió su bolso y avisó a Celia de que iba a salir y que no tardaría mucho:
- Si surge algo imprevisto llámame al móvil. Estaré en el hospital con Niall
- Ve tranquila y no te preocupes. Te dejaré algo para cenar en el horno.
Subió hasta las habitaciones de sus hijos que estudiaban cada uno en la suya y les advirtió que iba a ver a su padre y que no tardaría. Iba ilusionada, aunque pareciera pueril, pero amaba a Niall y sólo quería estar con él, aunque por imperativo de su profesión no eran todos los momentos que deseaba. No terminaba de acostumbrarse a esa rigidez que ya sabía de antemano, pero para una mujer tan rendidamente enamorada de su marido, era difícil resignarse.
Aparcó en el lugar indicado para los visitantes. Había mucho trasiego de entradas y salidas en urgencias; se avecinaba una noche intensa, y sintió pena por Niall y la noche tan dura que le aguardaba. Se dirigió a la cafetería y le buscó con la mirada. Allí estaba en su rincón preferido con unos compañeros y una compañera que no conocía. Sería nueva, pensó. Y hacia allí se dirigió mostrando la mejor de sus sonrisas. Pero observó algo que le llamó la atención, e hizo que se detuviera en su camino, y eran las sonrisas y las bromas que Niall tenía con su nueva compañera
- Es normal. El es muy extrovertido y querrá hacerle la vida en urgencias más llevadera.
Cierto era que no estaban solos, que les acompañaban más médicos y una enfermera, todos charlaban animadamente. Estuvo tentada de dar la vuelta para no interrumpir el momento de relax que todos tenían. Iba a hacerlo, cuando Niall desvió su mirada y la vio parada a la entrada de la cafetería. Se levantó rápido y se dirigió hacia ella con los brazos extendidos y una significativa cara de satisfacción por verla. La abrazó fuertemente y la besó en los labios delante de todos, algo que hizo que Daphne se ruborizara
- ¡ Niall ! - exclamó nerviosa
- ¿ Qué pasa ? Eres mi mujer y todos saben que estoy loco por ti. Ven a sentarte con nosotros
- No. no quiero interrumpir. Es vuestro momento de descanso y lo estáis disfrutando. Aquí no pinto nada. Sólo quería estar contigo un momento
- Yo también quiero estar contigo. Si te incomoda, espera - Y retrocediendo, fue hacia donde estaban sus compañeros y habló con ellos disculpándose. A continuación regresó al lado de su mujer, y tomándola del brazo se dirigieron hacia su despacho. Allí nadie les interrumpiría. Quería tener un encuentro con ella, aunque fuera breve. Había tenido una intervención complicada y necesitaba sacar fuera esa tensión. No tendría que esperar al día siguiente para llegar a casa, estaba ahí y era la mejor ocasión.
Y ambos esposos se entregaron mutuamente, aunque ella estaba violenta por si alguien les sorprendía
- No te preocupes. nadie puede entrar: he cerrado con llave . Esto ha sido un regalo inesperado y no voy a dejarlo pasar
Su encuentro fue breve, sin preámbulos. No tenían tiempo para más, pero sería un adelanto de lo que tendrían cuando él terminase su turno. Tendrían dos días para ellos solos y había pensado llevarla a algún lugar cercano y mágico y allí dedicarse por entero a su mujer. Le seguía fascinando, la seguía amando si cabe más que al principio. Se sentía amado por ella y bendecía constantemente el día que la convirtió en esposa y compañera para compartir una vida juntos. Una vida de sacrificio por parte de ambos, ya que no podían estar todo el tiempo amándose debido a la esclavitud de la profesión de él.
Habían creado una familia feliz, algo que parecía imposible al principio de su relación. Por eso quería que le acompañara a todos lados donde él tuviera que viajar. No quería separarse de ella ni un solo instante. Conocía de primera mano lo que había significado renunciar a ella en tiempo atrás. Ahora era su esposa y nada ni nadie les volvería a separar.
Apresuradamente, volvieron a colocar su ropa y Daphne atusó su cabello despeinado por la fogosidad de él. Después saldrían como si tal cosa no hubiera ocurrido. Ambos estaban sofocados, pero sonrientes y felices por un encuentro que no habían creído pasara, pero lo habían tenido satisfactoriamente para ambos. Nadie entendía la pasión que sentían el uno por el otro, ignorantes, sin duda, de lo ocurrido en sus vidas hacía tiempo. Era como si saborearan algo obtenido y largamente deseado.
El acompañó a Daphne hasta el coche y la vio partir con dirección a su casa. El volvería de nuevo a la preocupación del quirófano. Sólo pensaba en el día siguiente, al reunirse con su mujer y ofrecerle una excursión para ellos solos. No importaría si el cansancio le agobiase; ya tendría tiempo de descansar.
Sabía que las noches de guardia eran estresantes sobretodo de madrugada, pero tenían unos minutos de descanso y esos serían los que pasasen juntos. Decidida cogió su bolso y avisó a Celia de que iba a salir y que no tardaría mucho:
- Si surge algo imprevisto llámame al móvil. Estaré en el hospital con Niall
- Ve tranquila y no te preocupes. Te dejaré algo para cenar en el horno.
Subió hasta las habitaciones de sus hijos que estudiaban cada uno en la suya y les advirtió que iba a ver a su padre y que no tardaría. Iba ilusionada, aunque pareciera pueril, pero amaba a Niall y sólo quería estar con él, aunque por imperativo de su profesión no eran todos los momentos que deseaba. No terminaba de acostumbrarse a esa rigidez que ya sabía de antemano, pero para una mujer tan rendidamente enamorada de su marido, era difícil resignarse.
Aparcó en el lugar indicado para los visitantes. Había mucho trasiego de entradas y salidas en urgencias; se avecinaba una noche intensa, y sintió pena por Niall y la noche tan dura que le aguardaba. Se dirigió a la cafetería y le buscó con la mirada. Allí estaba en su rincón preferido con unos compañeros y una compañera que no conocía. Sería nueva, pensó. Y hacia allí se dirigió mostrando la mejor de sus sonrisas. Pero observó algo que le llamó la atención, e hizo que se detuviera en su camino, y eran las sonrisas y las bromas que Niall tenía con su nueva compañera
- Es normal. El es muy extrovertido y querrá hacerle la vida en urgencias más llevadera.
Cierto era que no estaban solos, que les acompañaban más médicos y una enfermera, todos charlaban animadamente. Estuvo tentada de dar la vuelta para no interrumpir el momento de relax que todos tenían. Iba a hacerlo, cuando Niall desvió su mirada y la vio parada a la entrada de la cafetería. Se levantó rápido y se dirigió hacia ella con los brazos extendidos y una significativa cara de satisfacción por verla. La abrazó fuertemente y la besó en los labios delante de todos, algo que hizo que Daphne se ruborizara
- ¡ Niall ! - exclamó nerviosa
- ¿ Qué pasa ? Eres mi mujer y todos saben que estoy loco por ti. Ven a sentarte con nosotros
- No. no quiero interrumpir. Es vuestro momento de descanso y lo estáis disfrutando. Aquí no pinto nada. Sólo quería estar contigo un momento
- Yo también quiero estar contigo. Si te incomoda, espera - Y retrocediendo, fue hacia donde estaban sus compañeros y habló con ellos disculpándose. A continuación regresó al lado de su mujer, y tomándola del brazo se dirigieron hacia su despacho. Allí nadie les interrumpiría. Quería tener un encuentro con ella, aunque fuera breve. Había tenido una intervención complicada y necesitaba sacar fuera esa tensión. No tendría que esperar al día siguiente para llegar a casa, estaba ahí y era la mejor ocasión.
Y ambos esposos se entregaron mutuamente, aunque ella estaba violenta por si alguien les sorprendía
- No te preocupes. nadie puede entrar: he cerrado con llave . Esto ha sido un regalo inesperado y no voy a dejarlo pasar
Su encuentro fue breve, sin preámbulos. No tenían tiempo para más, pero sería un adelanto de lo que tendrían cuando él terminase su turno. Tendrían dos días para ellos solos y había pensado llevarla a algún lugar cercano y mágico y allí dedicarse por entero a su mujer. Le seguía fascinando, la seguía amando si cabe más que al principio. Se sentía amado por ella y bendecía constantemente el día que la convirtió en esposa y compañera para compartir una vida juntos. Una vida de sacrificio por parte de ambos, ya que no podían estar todo el tiempo amándose debido a la esclavitud de la profesión de él.
Habían creado una familia feliz, algo que parecía imposible al principio de su relación. Por eso quería que le acompañara a todos lados donde él tuviera que viajar. No quería separarse de ella ni un solo instante. Conocía de primera mano lo que había significado renunciar a ella en tiempo atrás. Ahora era su esposa y nada ni nadie les volvería a separar.
Apresuradamente, volvieron a colocar su ropa y Daphne atusó su cabello despeinado por la fogosidad de él. Después saldrían como si tal cosa no hubiera ocurrido. Ambos estaban sofocados, pero sonrientes y felices por un encuentro que no habían creído pasara, pero lo habían tenido satisfactoriamente para ambos. Nadie entendía la pasión que sentían el uno por el otro, ignorantes, sin duda, de lo ocurrido en sus vidas hacía tiempo. Era como si saborearan algo obtenido y largamente deseado.
El acompañó a Daphne hasta el coche y la vio partir con dirección a su casa. El volvería de nuevo a la preocupación del quirófano. Sólo pensaba en el día siguiente, al reunirse con su mujer y ofrecerle una excursión para ellos solos. No importaría si el cansancio le agobiase; ya tendría tiempo de descansar.
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