Después de recoger el curriculum que Ada había dejado en Recurso Humanos, Morgan lo puso junto a otros que habían llegado solicitando el tan codiciado puesto de trabajo. La Compañía era de sobra conocida en los círculos empresariales y por tanto, el trabajo era una tentadora ocasión de poder entrar a formar parte del emporio empresarial.
Comenzó a leer uno por uno todas las solicitudes para el empleo, y lo hizo detenidamente, ya que el jefe supremo no pasaba ni una negligencia que ocurriera por falta de atención. Sería un puesto de responsabilidad y para ello tendría que haber plena confianza en la persona que estaría más cerca de él y por tanto conocería muchas decisiones. Llevaba días analizando los documentos que habían llegado a su despacho. Decidió descansar por un rato, ya que era tanta la saturación que tenía en su cabeza que no le daba para más.
La puerta se abrió dando paso a otro hombre, también joven que por su seguridad en las órdenes que daba, se veía a todas luces que era uno de los que más mandaban. Y efectivamente era el director general, gerente y , en definitiva, dueño de la Compañía
- ¿ Qué haces aquí todavía ? - le preguntó a Morgan
- Mira lo que hago. Revisando solicitudes de empleo. ¿ Por qué demonios no te decides ya de una vez? Tengo tres pilas como esta, y te juro que ya ni veo las letras de lo que han escrito. Estoy saturado, no puedo más. Todas son perfectas para ser tu secretaria, elige una. La tendremos a prueba y si no sirve, llamamos a otra. Es así de sencillo
- No seas quejica. Dame unos cuantos, los leeré cuando llegue a casa. Los que me parezcan bien los firmaré en azul, los que deseche en rojo. Mañana le das un vistazo y listo. No leeremos más , con estos más los que llegaron anteriormente tendremos más que de sobra
- ¡ Menos mal ! Creí morirme si siguieras con este rollo.
Brendan Miller, se puso manos a la obra al llegar a su casa. Minuciosamente leyó cada uno de ellos, y como había anunciado fue firmando los que le complacían. Llegó a uno que le satisfizo especialmente, y ese, para diferenciarlo de los demás , lo firmó dos veces. Le diría a Morgan que ese era el elegido por él, y si estaban de acuerdo avisarían a la interesada para que se pusiera de inmediato en contacto con ellos.
Y de esta forma, el curriculum de Ada, quedó refrendado, por el jefe, el puesto al que sería destinada. Era él quién tendría contacto directo con la secretaría, por tanto era él quién diera el visto bueno a la selección. Deseaba estar presente en la entrevista, pero sin que ella supiera quién era y para qué estaba alli. Cuando al día siguiente le entregó a Morgan los dosieres, resaltó el de Ada, que sería avisada al momento.
Mientras ella se entrevistaba con Morgan, Brendan no la quitaba ojos de encima, analizando cada movimiento de sus amnos, de sus expresiones. Analizaba si estaba nerviosa, si se movía demasiado, si dejaba las manos sobre su regazos entreladas, etcétera. Era un lenguaje personal muy a tener en cuenta, porque todo eso denotaba la seguridad que ella tuviera y cómo respondería ante alguna dificultad en su trabajo.
Luego estaba la presencía física, y tuvo que reconocer que era una mujer preciosa, con un cuerpo bonito y elegante, en consecuencia: una excelente presencia física. Algo que le agradó, haciendo una mueca con la boca, que solía hacer cuando alguna dama se ponía a su alcance y tenía un flirt a la vista. Pero en esta ocasión sería respetuoso con la chica. Se trataba del trabajo y él nunca lo mezclaba, así que por muy bonita que fuera, sería una fruta prohibida para él.
Minutos antes de las nueve de la mañana, Brendan ya estaba en el despacho de la planta novena, en donde habría de celebrarse la entrevista. Morgan se le reunió también, y esperaron a que llegase la proyecto de secretaria. Y puntual como un clavo, a la hora convenida, Ada llamaba a la puerta del despacho. Brendan consultó su reloj, comprobando satisfecho que, al menos era puntual. Tras los saludos de rigor se sentaron uno frente al otro. En una rápida mirada, Ada, descubrió que había también otra persona, algo alejada de ellos, sin intervenir en nada de lo que allí se hablaba.
A lo largo de la conversación, Morgan miraba disimuladamente en dirección a Brendan, que aceptaba o denegaba con un movimiento suave de cabeza. Hasta ahora todo marchaba bien. La entrevista fue larga y detallada, pero al fín, al cabo de dos largas horas, todo quedó firmado y conformado. Ada tenía trabajo, y Brendan secretaria.
Comenzaría al inicio de la siguiente semana y para tomar el pulso a su puesto, tenía como plazo todo un mes, antes de que Susan lo abandonase para contraer matrimonio.
Al fin respiró tranquila cuando se encontró en la calle. Todo había ido bien y tenía su puesto de trabajo. El tal señor Morgan había estado amable y simpático con ella. Le extrañó la presencia del otro hombre, allí sentado, mirando pasivamente alguna revista que tenía sobre la mesa. Era como una esfinje: no se movió durante el tiempo de la entrevista. La descolocaba un poco esa situación ¿ quién sería el enigmático personaje? ¿ sería el gran jefe ? Algo tendría que ver, puesto que no creía que una simple visita se enterara de los entresijos de la empresa y de las condiciones laborales que tenían sus empleados. No. Estaba segura que sería algún jefazo y estaba allí para dar su conformidad o rechazarla de plano. Pero el caso es que había firmado el contrato, o sea, todo estaba atado. También pudiera ser que fuera algún familiar de Morgan o algún accionista que estuviera presente para conocer de primera mano cómo marchaban sus inversiones. Dejó de hacer conjeturas; lo importante ya estaba en su bolso: el contrato. Del resto ya se enteraría a partir del lunes próximo
Comenzó a leer uno por uno todas las solicitudes para el empleo, y lo hizo detenidamente, ya que el jefe supremo no pasaba ni una negligencia que ocurriera por falta de atención. Sería un puesto de responsabilidad y para ello tendría que haber plena confianza en la persona que estaría más cerca de él y por tanto conocería muchas decisiones. Llevaba días analizando los documentos que habían llegado a su despacho. Decidió descansar por un rato, ya que era tanta la saturación que tenía en su cabeza que no le daba para más.
La puerta se abrió dando paso a otro hombre, también joven que por su seguridad en las órdenes que daba, se veía a todas luces que era uno de los que más mandaban. Y efectivamente era el director general, gerente y , en definitiva, dueño de la Compañía
- ¿ Qué haces aquí todavía ? - le preguntó a Morgan
- Mira lo que hago. Revisando solicitudes de empleo. ¿ Por qué demonios no te decides ya de una vez? Tengo tres pilas como esta, y te juro que ya ni veo las letras de lo que han escrito. Estoy saturado, no puedo más. Todas son perfectas para ser tu secretaria, elige una. La tendremos a prueba y si no sirve, llamamos a otra. Es así de sencillo
- No seas quejica. Dame unos cuantos, los leeré cuando llegue a casa. Los que me parezcan bien los firmaré en azul, los que deseche en rojo. Mañana le das un vistazo y listo. No leeremos más , con estos más los que llegaron anteriormente tendremos más que de sobra
- ¡ Menos mal ! Creí morirme si siguieras con este rollo.
Brendan Miller, se puso manos a la obra al llegar a su casa. Minuciosamente leyó cada uno de ellos, y como había anunciado fue firmando los que le complacían. Llegó a uno que le satisfizo especialmente, y ese, para diferenciarlo de los demás , lo firmó dos veces. Le diría a Morgan que ese era el elegido por él, y si estaban de acuerdo avisarían a la interesada para que se pusiera de inmediato en contacto con ellos.
Y de esta forma, el curriculum de Ada, quedó refrendado, por el jefe, el puesto al que sería destinada. Era él quién tendría contacto directo con la secretaría, por tanto era él quién diera el visto bueno a la selección. Deseaba estar presente en la entrevista, pero sin que ella supiera quién era y para qué estaba alli. Cuando al día siguiente le entregó a Morgan los dosieres, resaltó el de Ada, que sería avisada al momento.
Mientras ella se entrevistaba con Morgan, Brendan no la quitaba ojos de encima, analizando cada movimiento de sus amnos, de sus expresiones. Analizaba si estaba nerviosa, si se movía demasiado, si dejaba las manos sobre su regazos entreladas, etcétera. Era un lenguaje personal muy a tener en cuenta, porque todo eso denotaba la seguridad que ella tuviera y cómo respondería ante alguna dificultad en su trabajo.
Luego estaba la presencía física, y tuvo que reconocer que era una mujer preciosa, con un cuerpo bonito y elegante, en consecuencia: una excelente presencia física. Algo que le agradó, haciendo una mueca con la boca, que solía hacer cuando alguna dama se ponía a su alcance y tenía un flirt a la vista. Pero en esta ocasión sería respetuoso con la chica. Se trataba del trabajo y él nunca lo mezclaba, así que por muy bonita que fuera, sería una fruta prohibida para él.
Minutos antes de las nueve de la mañana, Brendan ya estaba en el despacho de la planta novena, en donde habría de celebrarse la entrevista. Morgan se le reunió también, y esperaron a que llegase la proyecto de secretaria. Y puntual como un clavo, a la hora convenida, Ada llamaba a la puerta del despacho. Brendan consultó su reloj, comprobando satisfecho que, al menos era puntual. Tras los saludos de rigor se sentaron uno frente al otro. En una rápida mirada, Ada, descubrió que había también otra persona, algo alejada de ellos, sin intervenir en nada de lo que allí se hablaba.
A lo largo de la conversación, Morgan miraba disimuladamente en dirección a Brendan, que aceptaba o denegaba con un movimiento suave de cabeza. Hasta ahora todo marchaba bien. La entrevista fue larga y detallada, pero al fín, al cabo de dos largas horas, todo quedó firmado y conformado. Ada tenía trabajo, y Brendan secretaria.
Comenzaría al inicio de la siguiente semana y para tomar el pulso a su puesto, tenía como plazo todo un mes, antes de que Susan lo abandonase para contraer matrimonio.
Al fin respiró tranquila cuando se encontró en la calle. Todo había ido bien y tenía su puesto de trabajo. El tal señor Morgan había estado amable y simpático con ella. Le extrañó la presencia del otro hombre, allí sentado, mirando pasivamente alguna revista que tenía sobre la mesa. Era como una esfinje: no se movió durante el tiempo de la entrevista. La descolocaba un poco esa situación ¿ quién sería el enigmático personaje? ¿ sería el gran jefe ? Algo tendría que ver, puesto que no creía que una simple visita se enterara de los entresijos de la empresa y de las condiciones laborales que tenían sus empleados. No. Estaba segura que sería algún jefazo y estaba allí para dar su conformidad o rechazarla de plano. Pero el caso es que había firmado el contrato, o sea, todo estaba atado. También pudiera ser que fuera algún familiar de Morgan o algún accionista que estuviera presente para conocer de primera mano cómo marchaban sus inversiones. Dejó de hacer conjeturas; lo importante ya estaba en su bolso: el contrato. Del resto ya se enteraría a partir del lunes próximo
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