miércoles, 25 de abril de 2018

Las nec ias ilusiones - Capítulo 12 - Las falsas ilusiones

Y subió hasta la planta quinta, y sus compañeras la saludaron con amabilidad, y solicitó hablar con Morgan, que la recibió de inmediato, ajeno a la misión que llevaba consigo.  Creyó que iba a darle información sobre lo ocurrido en Paris.  No se había comunicado con él desde el día anterior y la última noticia que tenía era que sólo quedaba la firma, pero que él tardaría unos días en volver

- Me alegro de verte ¿ Cómo ha ido todo ? - la preguntó mientras estrechaba su mano
- Bien.  Todo ha ido estupendamente.  En realidad no sé porqué he ido; no hacía ninguna falta que estuviera allí
- Cuando  te reclamó es seguro que te necesitaba.

No quería demorar más la angustía que sentía.  Morgan era un buen hombre, en realidad todos lo eran, aunque algunos más que otros. Abrió su bolso, y extrajo un sobre en blanco, que Morgan miró extrañado

- ¿ Qué es esto, algún documento?
- No: es mi dimisión
- Tu ¿ qué ?    - la preguntó abriendo desmesuradamente los ojos
- Lo que ha escuchado.  No puedo seguir aquí.  El señor Miller y yo somos incompatibles.
- No te creo.  El te aprecia mucho, muchísimo
- No es cierto.  Creo que me odia tremendamente.  Vuelvo a casa hoy mismo.  Mi decisión es firme
- Aver, a ver.  ¿ Te he entendido bien? ¿ No os aguantáis?
- Puede decirse eso.
-¿ Lo sabe él ?
- No. No le dije nada, sino simplemente que volvía a Londres.  Creo que se pasará al menos otro fin de semana hasta que regrese.  Está muy entretenido en Francia
- Espera.  Voy a llamarle
- Por favor Morgan.  No me hagas pasar este mal trago.  Habla con él cuando me haya marchado. Este era el trabajo con el que somé, y puedes creerme que me duele hacerlo, pero no deseo tener más enfrentamientos .  Aquí la que sobra soy yo.  Creo que Veronique lo hará de maravilla.  Y dicho ésto, tengo que irme.  Salgo dentro de una hora
- Pero ¿adónde vas ?
- No lo sé.  Pasaré unos días con mis padres y después... no lo sé

Extendió su mano, que Morgan estrechó apesadumbrado.  No quería ni pensar cómo se pondría él cuando se enterase de lo ocurrido                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
       No salía de su asombro ¿Qué demonios había ocurrido?  Nunca mostraron signos de enemistad, pero sin duda debe haberla, puesto que ella ha tomado esa decisión.  Lo lamentó porque perdían a una excelente empleada, pero si eran incompatibles, mejor así, antes de que las cosas fuesen a mayores.

Antes de la hora de la comida, decidió contactar con el jefe.  Le llamó a su número privado.  Estuviese donde estuviese, lo atendería.  Y así lo hizo, pero notó en su voz que algo le preocupaba.  Le conocía sobradamente para saber cuando estaba contento y cuando no

- ¿ Qué ? . respondió
- ¿ Estás bien ? - le preguntó al responder de esa manera tan poco usual en él.
- Maravillosamente.  Te advierto que estoy ocupado, así que sé breve, por favor
- Ya entiendo.  No corre prisa.  llamaré luego
- Si has llamado ahora y por este número, es señal de que pasa algo.  Así que dime ¿ qué pasa ?
- Ada ha presentado su dimisión.  Hoy mismo.  Hace un rato que la ha traído en persona
-¿ Qué ?
- Lo que has oído.  Dice que sois incompatibles. A esta hora posiblemente esté de viaje
- ¡ No me lo puedo creer ! ¿ De donde ha sacado que somos incompatibles?
- Quizá de alguna discusión vuestra.  No lo sé.  Sólo vosotros conocéis lo que ha ocurrido
- ¿ Sabes qué ?  Me pongo en camino, de vuelta, ahora mismo.  Una demanda es la que voy a cursar en cuanto llegue.  Se va a enterar de incompatibilidades
- .  No sé lo que os ha pasado, pero reflexiona con la cabeza fría.  Ella se ha ido muy a regañadientes, pero algo ha pasado que yo no sé.  Sólo vosotros.
- No te preocupes. Me encargaré de ello en cuanto llegue, que será esta misma noche.  Te llamo en cuanto esté en Londres. Y ahora comienzo con las gestiones. Adiós.

Morgan no entendía nada

- ¿ Que les pasa a estos dos ? - Pero fue su mujer quién le dio la explicación de todo.  Su astucia femenina iba más allá que la de ellos.  Posiblemente porque todas las mujeres reaccionan lo mismo en una determinada situación.

Tomó el primer vuelo que saliera para Bristol, y antes que lo pensara, estaba en el aeropuerto.  Llamó a un taxi y tras dar la dirección de sus padres, se encontró frente a ellos.  Se sorprendieron grandemente, pues no la esperaban

- Creiamos que estabas en Paris- la dijo su madre
- Llegué ayer a Londres. Debería haber estado en Paris, pero surgieron problemas y aquí estoy
- Hija ¿ te pasa algo ?
- Me he despedido del trabajo. Pasaré unos días con vosotros  y después volveré no sé si a Londres o vaya a otro lugar
- Es todo muy extraño ¿ No deseas contármelo ?
- Ahora no mama. Quizá mañana, cuando esté más tranquila
- Como quieras.  Nos alegramos muchísimo de que hayas vuelto.  Te echamos mucho de menos
- Yo también, mamá.  Yo también.

La madre supo que algo la ocurría, porque en la forma de responder se la notaba triste, muy triste.  Y ella no era así; era optimista por naturaleza.  la recordaba el día que partió en busca de su destino, y durante unos meses decía haberlo encontrado, pero ahora estaba bastante negativa y eso se debía a algo que la había ocurrido en la capital.

- Quizá se haya enamorado y las cosas no llegaron a buen término.  No quiero presionarla.  Mañana me lo contará.                                                                                                                                             
No quiso cenar.  A solas en su habitación recordaba una y otra vez que hacía pocas horas estaba en otro lugar, con otra persona. Y ese alguien estará ajeno a todo lo que ocurre, a no ser que Morgan se lo haya comunicado.  No la importó si les había ocasionado algún trastorno; ella lo estaba sufriendo corregido y aumentado, así,  que se aguantaran.  Pero en realidad ¿ qué es lo que le reprochaba ?  ¿Que fuera tan seco con ella, o que se hubiera ligado a otra chica ?  Los celos le mordían el alma.  Y tocaba sus labios como para que no se escapara el beso que la dio, que no entendía ni el por qué ni asunto de qué.

  Y sólo encontraba una respuesta, la que siempre había tenido en mente: la seducción.  ¿Se notaría tanto que estaba loca por él.?  Y su amor propio se revelaba, aunque siempre guardo las formas, sin perderlas ni un sólo instante.  Probablemente ese hubiera sido el motivo de su aversión hacia ella: había visto que no sería una presa fácil.

Daba vueltas y más vueltas en la cama sin conciliar el sueño.  A su memoria acudía la imagen de él aproximándose a ella y sujetando su cabeza con ese beso abrasador.  Eso tenía que significar algo.  Quizás otra persona más experimentada sabría descifrar el enigma.    Ella sólo sentía que se había creado falsas ilusiones que nunca  se realizarían.  Y no durmió en toda la noche, pero lo peor es que no tenía ganas de levantarse, porque sabía que si lo hacía tendría que dar explicaciones y no tenía ánimos para darlas.  Metió la cabeza bajo la sábana y fingió dormir cuando, su madre sigilosamente abrió la puerta, para comprobar que estaba dormida.                                                                                                                                                     

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