. Ella estaba lista. Se había levantado muy pronto, a penas había dormido excitada por el encuentro que había tenido con él, el día anterior.
Albert había tenido pesadillas . En ellas se confundían varias imágenes entrelazadas, poco claras. Una reia y otra mostraba su enfado. Se despertó bruscamente, porque en sueños había dado un tropezón a algo inexistente que le hizo dar un bote en la cama. Miró el reloj y comprobó que era muy temprano. Trató de dormir, pero no pudo, y sin darse cuenta comenzó a pensar en lo poco que recordaba de su sueño y la conversación mantenida con su recién descubierta amiga. ¿ Tendría algo que ver su cita ? Sabía que no era el rostro de Brigitte, pero ¿ a quién correspondía la otra cara borrosa de su sueño ? Dejó de pensar en ello y se levantó dispuesto a acudir a la cita con ella. Con extrema puntualidad Albert pasó a recogerla
Isabel era insegura e introvertida, y se sentía cortada en su presencia. El creía no transmitir esa sensación, pero ella era diferente. Le había gastado bromas y posiblemente por eso se sentía incómoda ante él. No quería intimidarla, ni mucho menos, sino todo lo contrario. Habían mantenido una conversación el día anterior y en el transcurso de ella, se relajó. Quizá cuando tenga más confianza se mostrase más natural.
Inconscientemente recordó la comparación que había establecido entre Brigitte y ella: nada que ver una con otra. Eran polos opuestos, pero tenía que reconocer que, la más natural, la más transparente era Isabel.. Con la francesa nunca sabía si iba o venía. Era una mujer de mundo que a la española le faltaba. Pero eso, lejos de ser un inconveniente, jugaba a favor de la farmacéutica.
La avisó por el portero automático que ya había llegado, e instantes después, ante él estaba Isabel, sonriente como siempre. Era una cualidad que tenia: jamás se le borraba la sonrisa de la cara. La admiró con discreción. Llevaba unos pantalones vaqueros con una camiseta y una chaqueta también vaquera. Su indumentaria era sencilla, simple. Vestía lo mismo que miles de chicas, pero a ella le lucía, como si esos vaqueros hubieran sido comprados en una boutique de alta costura en lugar de en una tienda de las que hay cientos.. Cada vez que la veía la admiraba más . La abrió la puerta del coche y al sentarse en el asiento junto a él, pudo aspirar el perfume que llevaba. Era suave, refinado y discreto. Era de gustos delicados, para nada era una mujer vulgar, a pesar de la opinión que ella misma tenía.de si.
Consultaron el mapa y tomaron la dirección que les llevaría a Valldemosa. Posiblemente pasasen la jornada allí. Quería conocerla mejor, saber más cosas de ella, pero para eso debía darla pié para que se abriera y no estuviera tan cohibida.
- ¿ Cómo es posible que sea tan tímida ? Ahora las chicas no son así. Pero me gusta. Me agrada ser yo quién la descubra el mundo
Este pensamiento le causó alarma. Quizá iba muy deprisa. ¿ Qué le estaba ocurriendo con ella? Nunca había tenido ese sentimiento de protección hacia nadie. Quizá porque la encontraba bastante perdida y solitaria. Tenía que saber si aquél chico con el que estaba en la fiesta era su novio, y sin dar rodeos se lo preguntó mientras conducía.
- El chico con el que discutiste en la fiesta ¿ es tu novio ?¿ Está todo bien entre vosotros?
- ¿ Por qué me preguntas eso ?
- Quiero conocerte mejor. Te vi muy enfadada. ¿ Te hizo daño ? ¿ Cuál es el motivo?
- Eres muy curioso. No, no es mi novio. No tengo novio. Me enfadé con él porque se estaba poniendo pesado . Estaba creyendo algo que no existe y decidí aclarar las cosas cuanto antes . Y ahora me toca a mi - le dijo sonriendo
Albert la miró fijamente. No sabía a qué podía referirse, era una chica inquietante que siempre salía por donde menos lo esperabas
-¿ Cómo es que llegaste a España - Se quedó sorprendido; creyo que iba a preguntarle por Brigitte
- Fue por algo que me ocurrió
- Bien, pues cuéntamelo. Te escucho
Y pacientemente, con todo lujo de detalles, Albert narró a Isabel su relación juvenil con Clarisse y su reencuentro al cabo de tanto tiempo y su resultado final
- Sentí que iba a explotar. Necesitaba desconectarme de todo. Pensé tomarme unas vacaciones, porque la impresión de lo ocurrido era muy fuerte. Elegí al azar y llegué hecho polvo, pero es cierto, la isla me dio la paz para retomar mi profesión con otro ánimo. ¿ Satisfecha ?
- ¿ Seguías enamorado de ella ?
- No. El enamoramiento duró un curso, después cada uno por su lado y el olvido. Cuando la volví a ver fue en el hospital. De pronto me vino a la memoria los años jóvenes, y no me podía creer verla inerte sin haber podido hacer nada por ella.
- Lo siento. Se que te produce dolor, perdóname porque una vez más he sido indiscreta.
- No tengo nada que perdonarte
Se quedaron en silencio. Uno mirando al horizonte, la otra con la vista baja sumida en sus pensamientos. Buscó un sitio en donde poder aparcar el coche por un momento. El rompió el silencio, tomando su barbilla y haciéndola girar su cabeza hacia él
- Me gustas Isabel. Eres transparente y sincera, aunque a veces no sé a qué atenerme contigo. No entiendo el porqué una serie de circunstancias siempre me llevan a ti. Por raras que sean, pero siempre estás tú. Creo que las cosas suceden por algo, pero todavía no alcanzo a comprender que es lo que nos ha conducido hasta aquí.
Ella volvió a retirar su mirada del rostro de Albert. Sabía perfectamente lo que a ella la ocurría, pero era ¡ tan absurdo !, y en definitiva eran dos desconocidos, que parecía irreal que se hubiera encaprichado del inglés. Pero era algo más que un capricho; seguramente no la hubiera ocurrido se tuviera más mundo, algo que remediaría en cuanto pudiese. Los chicos que normalmente la rondaban , no la gustaban y el inglés había sido como un soplo de aire fresco en su vida. Una novedad que sabía inalcanzable, porque aún estaba el tema de la francesa, pero ni se la ocurriría preguntarle por ella. Como si leyera su pensamiento, él la respondió:
- Yo tampoco tengo novia. Si imaginas que Brigitte es algo más, estás equivocada. Nos conocimos en la excursión. Yo necesitaba compañia que me hiciera olvidar lo ocurrido con Clarisse y ella se presentó. Una cosa llevó a la otra... Y bueno después vinimos a conocer mi casa y... el resto ya lo sabes. Ella tiene su mundo lejos de aquí y yo también
- ¿ Por qué me cuentas todo esto ? Nos hemos puesto muy trascendentes, en definitiva soy una extraña para ti. No tienes porqué comentar tu vida privada conmigo
- Yo creo que sí. Si queremos ser buenos amigos debemos ser sinceros. No eres una intrusa, ni te has entrometido. Yo te he abierto mi vida, porque has entrado en ella.
- ¿ Qué quieres decir ?
- ¿ No está claro? Yo creo que si
Isabel parpadeó varias veces con sus ojos muy abiertos ¿Qué quería decir? ¿ Había entendido bien? Pero no la dio tiempo a preguntar ni a reflexionar. Una mano aproximó su nuca hacia él y unos labios se posaron sobre los de ella. Fue un beso breve, que a ella le pareció un sueño ¿ Qué significaba aquello? ¿ Se estaba riendo de ella ?
Cuando abrió los ojos se encontró con los de él, que expectante la observaban esperando ¿ qué ? ¿ Rechazo ó aceptación? Con las mejillas encendidas sólo pudo levantar una mano y acariciar la mejilla de él. Albert tomó su mano y depositó un beso en su palma. El amor había llamado a su puerta y buscaba una rendija para colarse. El momento era intenso. En el aire flotaba algo extraño que les empujaba el uno hacia el otro, y se fundieron en un abrazo largo e intenso.
Isabel no quería buscar su significado, no quería pensar en lo que estaba ocurriendo, sólo vivir el momento, porque quizá no se le presentaría otra ocasión de conocer lo que era amar a un desconocido, incondicionalmente. No quería pensar que él tenía su vida en otro lugar, en otro país, alejado de ella y que en unos días tomaría un avión y se marcharía. Se negaba a tener esos pensamientos. Le miró y él miró a ella, expresando en sus miradas los que sus corazones sentían.
Albert había tenido pesadillas . En ellas se confundían varias imágenes entrelazadas, poco claras. Una reia y otra mostraba su enfado. Se despertó bruscamente, porque en sueños había dado un tropezón a algo inexistente que le hizo dar un bote en la cama. Miró el reloj y comprobó que era muy temprano. Trató de dormir, pero no pudo, y sin darse cuenta comenzó a pensar en lo poco que recordaba de su sueño y la conversación mantenida con su recién descubierta amiga. ¿ Tendría algo que ver su cita ? Sabía que no era el rostro de Brigitte, pero ¿ a quién correspondía la otra cara borrosa de su sueño ? Dejó de pensar en ello y se levantó dispuesto a acudir a la cita con ella. Con extrema puntualidad Albert pasó a recogerla
Isabel era insegura e introvertida, y se sentía cortada en su presencia. El creía no transmitir esa sensación, pero ella era diferente. Le había gastado bromas y posiblemente por eso se sentía incómoda ante él. No quería intimidarla, ni mucho menos, sino todo lo contrario. Habían mantenido una conversación el día anterior y en el transcurso de ella, se relajó. Quizá cuando tenga más confianza se mostrase más natural.
Inconscientemente recordó la comparación que había establecido entre Brigitte y ella: nada que ver una con otra. Eran polos opuestos, pero tenía que reconocer que, la más natural, la más transparente era Isabel.. Con la francesa nunca sabía si iba o venía. Era una mujer de mundo que a la española le faltaba. Pero eso, lejos de ser un inconveniente, jugaba a favor de la farmacéutica.
La avisó por el portero automático que ya había llegado, e instantes después, ante él estaba Isabel, sonriente como siempre. Era una cualidad que tenia: jamás se le borraba la sonrisa de la cara. La admiró con discreción. Llevaba unos pantalones vaqueros con una camiseta y una chaqueta también vaquera. Su indumentaria era sencilla, simple. Vestía lo mismo que miles de chicas, pero a ella le lucía, como si esos vaqueros hubieran sido comprados en una boutique de alta costura en lugar de en una tienda de las que hay cientos.. Cada vez que la veía la admiraba más . La abrió la puerta del coche y al sentarse en el asiento junto a él, pudo aspirar el perfume que llevaba. Era suave, refinado y discreto. Era de gustos delicados, para nada era una mujer vulgar, a pesar de la opinión que ella misma tenía.de si.
Consultaron el mapa y tomaron la dirección que les llevaría a Valldemosa. Posiblemente pasasen la jornada allí. Quería conocerla mejor, saber más cosas de ella, pero para eso debía darla pié para que se abriera y no estuviera tan cohibida.
- ¿ Cómo es posible que sea tan tímida ? Ahora las chicas no son así. Pero me gusta. Me agrada ser yo quién la descubra el mundo
Este pensamiento le causó alarma. Quizá iba muy deprisa. ¿ Qué le estaba ocurriendo con ella? Nunca había tenido ese sentimiento de protección hacia nadie. Quizá porque la encontraba bastante perdida y solitaria. Tenía que saber si aquél chico con el que estaba en la fiesta era su novio, y sin dar rodeos se lo preguntó mientras conducía.
- El chico con el que discutiste en la fiesta ¿ es tu novio ?¿ Está todo bien entre vosotros?
- ¿ Por qué me preguntas eso ?
- Quiero conocerte mejor. Te vi muy enfadada. ¿ Te hizo daño ? ¿ Cuál es el motivo?
- Eres muy curioso. No, no es mi novio. No tengo novio. Me enfadé con él porque se estaba poniendo pesado . Estaba creyendo algo que no existe y decidí aclarar las cosas cuanto antes . Y ahora me toca a mi - le dijo sonriendo
Albert la miró fijamente. No sabía a qué podía referirse, era una chica inquietante que siempre salía por donde menos lo esperabas
-¿ Cómo es que llegaste a España - Se quedó sorprendido; creyo que iba a preguntarle por Brigitte
- Fue por algo que me ocurrió
- Bien, pues cuéntamelo. Te escucho
Y pacientemente, con todo lujo de detalles, Albert narró a Isabel su relación juvenil con Clarisse y su reencuentro al cabo de tanto tiempo y su resultado final
- Sentí que iba a explotar. Necesitaba desconectarme de todo. Pensé tomarme unas vacaciones, porque la impresión de lo ocurrido era muy fuerte. Elegí al azar y llegué hecho polvo, pero es cierto, la isla me dio la paz para retomar mi profesión con otro ánimo. ¿ Satisfecha ?
- ¿ Seguías enamorado de ella ?
- No. El enamoramiento duró un curso, después cada uno por su lado y el olvido. Cuando la volví a ver fue en el hospital. De pronto me vino a la memoria los años jóvenes, y no me podía creer verla inerte sin haber podido hacer nada por ella.
- Lo siento. Se que te produce dolor, perdóname porque una vez más he sido indiscreta.
- No tengo nada que perdonarte
Se quedaron en silencio. Uno mirando al horizonte, la otra con la vista baja sumida en sus pensamientos. Buscó un sitio en donde poder aparcar el coche por un momento. El rompió el silencio, tomando su barbilla y haciéndola girar su cabeza hacia él
- Me gustas Isabel. Eres transparente y sincera, aunque a veces no sé a qué atenerme contigo. No entiendo el porqué una serie de circunstancias siempre me llevan a ti. Por raras que sean, pero siempre estás tú. Creo que las cosas suceden por algo, pero todavía no alcanzo a comprender que es lo que nos ha conducido hasta aquí.
Ella volvió a retirar su mirada del rostro de Albert. Sabía perfectamente lo que a ella la ocurría, pero era ¡ tan absurdo !, y en definitiva eran dos desconocidos, que parecía irreal que se hubiera encaprichado del inglés. Pero era algo más que un capricho; seguramente no la hubiera ocurrido se tuviera más mundo, algo que remediaría en cuanto pudiese. Los chicos que normalmente la rondaban , no la gustaban y el inglés había sido como un soplo de aire fresco en su vida. Una novedad que sabía inalcanzable, porque aún estaba el tema de la francesa, pero ni se la ocurriría preguntarle por ella. Como si leyera su pensamiento, él la respondió:
- Yo tampoco tengo novia. Si imaginas que Brigitte es algo más, estás equivocada. Nos conocimos en la excursión. Yo necesitaba compañia que me hiciera olvidar lo ocurrido con Clarisse y ella se presentó. Una cosa llevó a la otra... Y bueno después vinimos a conocer mi casa y... el resto ya lo sabes. Ella tiene su mundo lejos de aquí y yo también
- ¿ Por qué me cuentas todo esto ? Nos hemos puesto muy trascendentes, en definitiva soy una extraña para ti. No tienes porqué comentar tu vida privada conmigo
- Yo creo que sí. Si queremos ser buenos amigos debemos ser sinceros. No eres una intrusa, ni te has entrometido. Yo te he abierto mi vida, porque has entrado en ella.
- ¿ Qué quieres decir ?
- ¿ No está claro? Yo creo que si
Isabel parpadeó varias veces con sus ojos muy abiertos ¿Qué quería decir? ¿ Había entendido bien? Pero no la dio tiempo a preguntar ni a reflexionar. Una mano aproximó su nuca hacia él y unos labios se posaron sobre los de ella. Fue un beso breve, que a ella le pareció un sueño ¿ Qué significaba aquello? ¿ Se estaba riendo de ella ?
Cuando abrió los ojos se encontró con los de él, que expectante la observaban esperando ¿ qué ? ¿ Rechazo ó aceptación? Con las mejillas encendidas sólo pudo levantar una mano y acariciar la mejilla de él. Albert tomó su mano y depositó un beso en su palma. El amor había llamado a su puerta y buscaba una rendija para colarse. El momento era intenso. En el aire flotaba algo extraño que les empujaba el uno hacia el otro, y se fundieron en un abrazo largo e intenso.
Isabel no quería buscar su significado, no quería pensar en lo que estaba ocurriendo, sólo vivir el momento, porque quizá no se le presentaría otra ocasión de conocer lo que era amar a un desconocido, incondicionalmente. No quería pensar que él tenía su vida en otro lugar, en otro país, alejado de ella y que en unos días tomaría un avión y se marcharía. Se negaba a tener esos pensamientos. Le miró y él miró a ella, expresando en sus miradas los que sus corazones sentían.
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