Enfrascado en la lectura, no se dió cuenta del tiempo transcurrido. De pronto levantó la vista, y miró hacia la playa. La ocupante seguía en la misma posición y el sol caía de plano sobre ella. Miró su reloj y comprobó que había pasado más de una hora. El mediodía estaba encima y era cuando el sol más apretaba. Alarmado, cerro el libro y bajó hasta la playa. Quizá se hubiera puesto enferma y necesitase ayuda, de cualquier modo estaba expuesta a una insolación y quemaduras en la piel. Rápidamente llegó hasta donde estaba la persona y comprobó que dormía plácidamente y que era conocida para él: Isabel.
- ¿ Cómo demonios ha llegado hasta aquí ? Era la persona que ví desde lejos?. Pero desapareció de mi vista ¿ Por dónde entró ?
Eso ahora no importaba. Le tocó suavemente en el hombro para que despertara y noto que su piel estaba muy caliente. Entonces la zarandeó un poco, y ella se despertó sobresaltada. Se incorporó y lo que menos podía pensar, es que él estaba ahí, frente a ella y era quién la había despertado.
- ¡ Oh Dios mio ! - le dijo alarmada
- ¿ Cómo se te ocurre quedarte dormida a pleno sol ? ¿ Te encuentras bien ?
- Pues... es que anoche tuve guardia nocturna y mucho trabajo. No he podido dormir, y aquí se está ¡tan bien !
- Vamos levanta. No puedes tomar el sol de esa manera
- Perdón ya me voy. Siento haber invadido su playa
- No digas tonterías, no es mi playa Pero... ¿ por dónde has entrado ?
- Hay una entrada secreta. Lo lamento muchísimo, no volverá a ocurrir, se lo prometo
- ¿ Es la primera vez que vienes?
- No. Hace mucho que descubrí este lugar. Les vi, pero dí media vuelta y volví a casa
- ¿ Qué dices ? ¿ A quién viste?
- A istedes
-¿ A nosotros? ¿ Quién es nosotros ?
- Usted y esa chica rubia tan explosiva. Es muy guapa. Le felicito por tener una novia tan... exuberante
- ¿ Mi novia ? No es mi novia. No tengo novia. Es una amiga
- Una amiga muy especial por lo que ví
- Eres una indiscreta y es la segunda vez que lo haces. Soy amigo de pocas bromas , así que te rogaría no las hagas a mi costa.
- De nuevo le pido perdón. Tengo que irme
- No, ni hablar. Ya que estás aquí te daré un linimento para la piel. Seguro que mañana te dolerá. Vamos sube a mi casa, así te la muestro.
- ¿ En serio no está enfadado conmigo ?
- Debería. Pero no, no lo estoy. Subamos.
- No es necesario. Cuando llegue a casa me daré algo
- No, te lo vas a dar ahora. De lo contrario te saldrán ampollas. ¿ Cómo has podido ser tan irresponsable? Que lo haga un extranjero tiene explicación ¿pero tú ?
Llegaron a la casa. Isabel se quedó contemplando el gran salón y la enorme terraza. Todo era¡ tán bonito y tan espacioso!. Mentalmente fue hasta su apartamento de escasos cincuenta metros con muebles de IKEA, y sientió un poco de rubor. Él tenía gran poder adquisitivo. Sabía que era cirujano según le había dicho su amiga, y ella una pobre farmacéutica de una localidad pequeña en un lugar en el que rara vez la gente se ponía enferma. La sacó de sus reflexiones la voz contundente de Albert:
Date la vuelta para que pueda darte esta loción. Ella obedeció, y un escalofrío recorrió su cuerpo al notar en su espalda el contacto de la mano de él. Albert notó su estremecimiento, y con delicadeza le preguntó
- ¿ Te duele ? ¿ Te he hecho daño ?
- Me pica un poco, pero se me pasará. Quiero pedirle perdón por mi intromisión. Nunca he pensado entrar en su casa, sólo bañarme. Este es un sitio de paz. La tranquilidad reina en este trozo de playa. La otra está toda ocupada por personas, y no es que no me agraden, pero hay mucho jaleo y a veces necesito estar sola
- ¿ Estar sola, tú ? Siempre estás rodeada de gente - la dijo riendo, al tiempo que la dió la vuelta y la ofreció el tarro para que se diera en los hombros y en el escote- Ve al baño y date- la dijo
Obedeció al tiempo que se ruborizaba, pero no dijo nada. No podía mirarle a la cara, frente a frente. Su mirada la intimidaba y se sentía insignificante, máxime al recordar como era la amiga de él. Nunca sería una mujer atractiva; era menuda, nada que ver con la rubia despampanante que era la francesa.
Mientras se ausentó para darse la crema que calmara sus pìcores., Albert la vió ir hacia el baño y se la quedó mirando. Por primera vez contemplo su figura que era atractiva. Su cuerpo era proporcionado de curvas armoniosas y acordes con la complexión de la muchacha. Había notado su rubor y se fijó más en el color de sus ojos, de un castaño oscuro, casi negros, al igual que el color de su cabello. Era una mujer muy bonita y con chispa, aunque en el día de hoy no la tenía, sin duda avergonzada al ser descubierta en su pequeña travesura. No sabía muy bien por qué a ella la consentía todo tipo de injerencia en su vida; ni siquiera eran amigos, simplemente se saludaban cuando coincidían en algún sitio. Pero en el fondo se alegraba de que ella fuera así: transparente, diáfana, chispeante y divertida, aunque pocas veces tuviera ocasión de hacerle partícipe de alguna broma, sólo la del D..., y en este momento, ella salió del baño y paró en sus reflexiones.
La invitó a un vermuth y poco a poco se fue relajando, y más tranquila inició una conversación sobre temas y anécdotas del único lugar que frecuentaba: la farmacia.. El reia y de esta forma consiguió tranquilizarse y entablar una conversación de otro tema que no fuera el sanitario. Al cabo de un rato se levantó y dijo de irse
- Yo te acerco - la dijo Albert- He pasado un rato muy divertido, y no me importa que vengas a bañarte. Puedes entrar por la puerta y no a escondidas. Ven siempre que lo desees., aunque yo no esté. Le diré a la señora que viene a atenderme que te deje entrar.
- Eres muy amable, pero no es necesario. Vendré a bañarme nada más, pero gracias. Yo también lo he pasado muy bien.
La llevó has su casa, que estaba encima de la farmacia.
- Así que somos colegas - la dijo
- ¡ Qué más quisiera yo ! - respondió ella-. Yo despacho las aspirinas y los Durex - respondió mirándole de reojo
- No se te ha olvidado. Ahora eres tú la que me intimidas. ¿ Volveremos a vernos?
- No lo sé. No depende de mí
- Tengo una semana de descanso, así que nos veremos. Cuando estés libre podríamos ir a Valldemosa, quiero conocerlo
-Muy bien. Es semana Santa y festivo, así que tengo libre. No me corresponde turno de guardia, así que soy toda tuya
No hizo más que terminar de decirlo, cuando se dio cuenta por la sonrisa de él y por el comentario que hizo a continuación:
- No lo dirás en serio
- Yo no he querido decir eso. Quise decir que...
- Te he entendido, mujer. Era una broma. Así que mañana paso a buscarte , pronto
- De acuerdo ¿ a las nueve?
- A las nueve. Hasta mañna
La vió entrar en el portal y él se subió al coche. Llevaba una sonrisa que le partía la cara en dos. Le gustaba aquella chica, si, mucho
- ¿ Cómo demonios ha llegado hasta aquí ? Era la persona que ví desde lejos?. Pero desapareció de mi vista ¿ Por dónde entró ?
Eso ahora no importaba. Le tocó suavemente en el hombro para que despertara y noto que su piel estaba muy caliente. Entonces la zarandeó un poco, y ella se despertó sobresaltada. Se incorporó y lo que menos podía pensar, es que él estaba ahí, frente a ella y era quién la había despertado.
- ¡ Oh Dios mio ! - le dijo alarmada
- ¿ Cómo se te ocurre quedarte dormida a pleno sol ? ¿ Te encuentras bien ?
- Pues... es que anoche tuve guardia nocturna y mucho trabajo. No he podido dormir, y aquí se está ¡tan bien !
- Vamos levanta. No puedes tomar el sol de esa manera
- Perdón ya me voy. Siento haber invadido su playa
- No digas tonterías, no es mi playa Pero... ¿ por dónde has entrado ?
- Hay una entrada secreta. Lo lamento muchísimo, no volverá a ocurrir, se lo prometo
- ¿ Es la primera vez que vienes?
- No. Hace mucho que descubrí este lugar. Les vi, pero dí media vuelta y volví a casa
- ¿ Qué dices ? ¿ A quién viste?
- A istedes
-¿ A nosotros? ¿ Quién es nosotros ?
- Usted y esa chica rubia tan explosiva. Es muy guapa. Le felicito por tener una novia tan... exuberante
- ¿ Mi novia ? No es mi novia. No tengo novia. Es una amiga
- Una amiga muy especial por lo que ví
- Eres una indiscreta y es la segunda vez que lo haces. Soy amigo de pocas bromas , así que te rogaría no las hagas a mi costa.
- De nuevo le pido perdón. Tengo que irme
- No, ni hablar. Ya que estás aquí te daré un linimento para la piel. Seguro que mañana te dolerá. Vamos sube a mi casa, así te la muestro.
- ¿ En serio no está enfadado conmigo ?
- Debería. Pero no, no lo estoy. Subamos.
- No es necesario. Cuando llegue a casa me daré algo
- No, te lo vas a dar ahora. De lo contrario te saldrán ampollas. ¿ Cómo has podido ser tan irresponsable? Que lo haga un extranjero tiene explicación ¿pero tú ?
Llegaron a la casa. Isabel se quedó contemplando el gran salón y la enorme terraza. Todo era¡ tán bonito y tan espacioso!. Mentalmente fue hasta su apartamento de escasos cincuenta metros con muebles de IKEA, y sientió un poco de rubor. Él tenía gran poder adquisitivo. Sabía que era cirujano según le había dicho su amiga, y ella una pobre farmacéutica de una localidad pequeña en un lugar en el que rara vez la gente se ponía enferma. La sacó de sus reflexiones la voz contundente de Albert:
Date la vuelta para que pueda darte esta loción. Ella obedeció, y un escalofrío recorrió su cuerpo al notar en su espalda el contacto de la mano de él. Albert notó su estremecimiento, y con delicadeza le preguntó
- ¿ Te duele ? ¿ Te he hecho daño ?
- Me pica un poco, pero se me pasará. Quiero pedirle perdón por mi intromisión. Nunca he pensado entrar en su casa, sólo bañarme. Este es un sitio de paz. La tranquilidad reina en este trozo de playa. La otra está toda ocupada por personas, y no es que no me agraden, pero hay mucho jaleo y a veces necesito estar sola
- ¿ Estar sola, tú ? Siempre estás rodeada de gente - la dijo riendo, al tiempo que la dió la vuelta y la ofreció el tarro para que se diera en los hombros y en el escote- Ve al baño y date- la dijo
Obedeció al tiempo que se ruborizaba, pero no dijo nada. No podía mirarle a la cara, frente a frente. Su mirada la intimidaba y se sentía insignificante, máxime al recordar como era la amiga de él. Nunca sería una mujer atractiva; era menuda, nada que ver con la rubia despampanante que era la francesa.
Mientras se ausentó para darse la crema que calmara sus pìcores., Albert la vió ir hacia el baño y se la quedó mirando. Por primera vez contemplo su figura que era atractiva. Su cuerpo era proporcionado de curvas armoniosas y acordes con la complexión de la muchacha. Había notado su rubor y se fijó más en el color de sus ojos, de un castaño oscuro, casi negros, al igual que el color de su cabello. Era una mujer muy bonita y con chispa, aunque en el día de hoy no la tenía, sin duda avergonzada al ser descubierta en su pequeña travesura. No sabía muy bien por qué a ella la consentía todo tipo de injerencia en su vida; ni siquiera eran amigos, simplemente se saludaban cuando coincidían en algún sitio. Pero en el fondo se alegraba de que ella fuera así: transparente, diáfana, chispeante y divertida, aunque pocas veces tuviera ocasión de hacerle partícipe de alguna broma, sólo la del D..., y en este momento, ella salió del baño y paró en sus reflexiones.
La invitó a un vermuth y poco a poco se fue relajando, y más tranquila inició una conversación sobre temas y anécdotas del único lugar que frecuentaba: la farmacia.. El reia y de esta forma consiguió tranquilizarse y entablar una conversación de otro tema que no fuera el sanitario. Al cabo de un rato se levantó y dijo de irse
- Yo te acerco - la dijo Albert- He pasado un rato muy divertido, y no me importa que vengas a bañarte. Puedes entrar por la puerta y no a escondidas. Ven siempre que lo desees., aunque yo no esté. Le diré a la señora que viene a atenderme que te deje entrar.
- Eres muy amable, pero no es necesario. Vendré a bañarme nada más, pero gracias. Yo también lo he pasado muy bien.
La llevó has su casa, que estaba encima de la farmacia.
- Así que somos colegas - la dijo
- ¡ Qué más quisiera yo ! - respondió ella-. Yo despacho las aspirinas y los Durex - respondió mirándole de reojo
- No se te ha olvidado. Ahora eres tú la que me intimidas. ¿ Volveremos a vernos?
- No lo sé. No depende de mí
- Tengo una semana de descanso, así que nos veremos. Cuando estés libre podríamos ir a Valldemosa, quiero conocerlo
-Muy bien. Es semana Santa y festivo, así que tengo libre. No me corresponde turno de guardia, así que soy toda tuya
No hizo más que terminar de decirlo, cuando se dio cuenta por la sonrisa de él y por el comentario que hizo a continuación:
- No lo dirás en serio
- Yo no he querido decir eso. Quise decir que...
- Te he entendido, mujer. Era una broma. Así que mañana paso a buscarte , pronto
- De acuerdo ¿ a las nueve?
- A las nueve. Hasta mañna
La vió entrar en el portal y él se subió al coche. Llevaba una sonrisa que le partía la cara en dos. Le gustaba aquella chica, si, mucho
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