A los dos años del nacimiento de Stella, se decidió a buscar un empleo. La niña acudía a una guardería y ella trataría de combinar su horario con el del trabajo. No tardó mucho en encontrarlo en una industria farmacéutica de renombre universal, en el departamento de investigación. En un principio ella pertenecería al equipo del principal investigador, pero poco a poco fue escalando puestos hasta conseguir su propia investigación con dos personas más. Stella ya había cumplido cinco años y comenzaba su colegio. Albert ya era jefe de equipo y estaba propuesto para director del hospital.
Dicen los entendidos, que los primeros años en un matrimonio, son los más difíciles, porque es cuando aflora la verdadera personalidad de cada uno de ellos, es decir cuando ha terminado la fase de excitación amorosa y comienza su trayectoria vital verdadera. Cuando los errores se convierten , no sólo en discusiones, sino en enfados. Cuando los defectos de uno sientan mal al otro, en fin, la convivencia de dos seres humanos, que sin dejar de amarse, muy al contrario se aman con más intensidad, pero viven en la realidad y no en las nubes como de recién casados.
Albert e Isabel, no eran una excepción. A medida que ascendían en sus trabajos respectivos, tenían menos tiempo para ellos mismos. La mayoría de los días Isabel le recogía en el hospital y regresaban juntos a casa. Pero poco a poco se fue distanciando ya que unas veces era Albert quién no podía salir a tiempo o, ella tenía alguna reunión y no acudía a buscarle. Ellos lo aceptaban con naturalidad y sin darse cuenta se fueron aclimatando a ello.
Cosa extraña, ese día, Isabel había terminado pronto su trabajo, y decidió dar una sorpresa a su marido. Llegó al hospital y en el control de la planta de Albert, fue informada de que había bajado a la cafetería. Y hasta allí se dirigió. Estaba, como casi siempe, ocupada por gran número de médicos y enfermeras que tomaban su descanso. En un rincón le vio, pero estaba acompañado de otra mujer. Una dama muy elegantemente vestida, muy rubia y al parecer se conocían, por la familiaridad con que hablaban y reían. Y de pronto supo, quien era aquella mujer: Brigitte. ¿ Qué demonios hacía con su marido ?
¿ Qué debía hacer ? ¿ Acercarse o dar media vuelta y marcharse ? Y optó por ésto último.
Aguardó con impaciencia la llegada de Albert, que ese día se retrasó. Los nervios de Isabel estaban a flor de piel. ¿ Desde cuando se veían? Lo último que supo de ella, por Albert, es que se había casado y vivía en París ¿ Qué demonios hacía en Londres? También pudiera darse el caso que estuviera de visita y quisiera saludarle. Pero eso no encajaba en la imaginación en una mujer como esa. En su retina aún tenía las imágenes de ellos juntos, en la playa de su chalet, y a pesar de que ocurrió cuando casi ni se conocían, aún la dolía el recordarlas. Posiblemente ya se hubiera enamorado de él, y fueron los celos los que la habían jugado esa mala pasada.
Pero ahora,ambos estaban casados.
- ¡ Dios, cómo tarda hoy ! - se decía al borde del enfado
Y por fin, Albert entraba en casa. Ella tragó saliva, no quería mostrarse alterada; esperaría a que él le diera alguna explicación de su tardanza
-- Creí que hoy llegarías temprano - le dijo mientras se besaban como hacían al llegar a casa
-Yo también, pero las cosas se complicaron
- ¿ Ha ocurrido algo ?
- No, nada importante: un imprevisto que me ha retenido
Sabía de sobra a qué imprevisto se refería. Estaba claro que no quería hablar de ello. La cena de aquella noche fue bastante silenciosa. Cada uno de ellos estaba a lo suyo, que posiblemente fuera cómo encarar la situación. Fue Isabel la que rompió el hielo; no podía resistir más. Había pasado una tarde infernal después de verles juntos. A bocajarro le soltó su presencia en el hospital, pillando desprevenido a su marido.
-Esta tarde pasé a recogerte, pero vi en la cafetería que estabas ocupado, y no me atreví a interrumpirte. Me fastidió bastante. Pensaba haber cenado fuera de casa, ya que es difícil que podamos reunirnos como antes. Me refiero a terminar pronto e irnos a buscar el uno al otro
Albert no sabía qué decir. Conocía la aversión que sentía por Brigitte. La costaría entender que él no tenía nada que ver con ella desde hacía mucho tiempo. Que se había presentado en el hospital por sorpresa. Que se estaba divorciando de su marido y lo estaba pasando mal. Lo que él tampoco entendía, es lo que tuviera que ver una cosa con otra ¿ por qué Londres ? ¿ Por qué él? Y encontró una sencilla explicación: necesitaba ser escuchada por un amigo
- Es todo muy sencillo. Se está divorciando y quería charlar simplemente con alguien
- Y ese alguien eres tú. ¿ Vive en Londres ?
-No, creo que sigue en París
- ¿ Entonces ? ¿ Es que en Paris no tiene amigos que la puedan consolar ? ¿ Tiene que cruzar el canal para que tú la consueles? ¿ Desde cuándo os veis?
- Basta ya, Isabel. No sé el motivo por el que ha viajado hasta aquí. Ni lo sé ni me interesa. Y no nos estamos viendo. La última vez fue cuando me anunció que se casaba y de eso hace bastante tiempo. Tienes unos celos absurdos; ella no representa, ni representó nada para mi. Fue algo ocasional, nada más
-Pues para ser ocasional se os veia muy bien juntos.
- Hay veces que me abrumas con tus celos absurdos. Sabes de sobra que sólo a tí te quiero, que no ha habido ni habrá otra mujer. Pero también tienes que dejarme "respirar". A veces surge la oportunidad de, al salir del hospital, ir a tomar una cerveza con mis compañeros. No lo hago, porque deseo estar contigo, llegar pronto a casa. Has de reconocer que debes darme más cuerda, necesito charlar con mis compañeros, con mis amigos...Buscar otras opiniones
- ¿ Quieres decir que te agobio ?
-Exactamente. Eso
- Nunca te he prohibido que salieras con tus amigos, pero esa mujer es diferente. Tuviste una historia tórrida con ella, y ha vuelto a por tí. No la importa que estés casado y que tengas una hija
- No digas insensateces, la importo un comino. Y hablando de hijos. Quedamos en que iríamos a por el segundo; Stella ya es lo suficiente mayor como para que tenga un hermano
- Pero ahora no puede ser. Estoy en medio de una investigación importante. Ahora no puedo quedarme embarazada; hace poco que me he incorporado a un trabajo que me apasiona
-- Entonces ¿ cuándo te parece oportuno? ¿ Antepones el trabajo a la familia?
- No es eso. Sabes de sobra que demoré el trabajar por cuidar de la niña
- ¿ Sabes qué ? Haz lo que te venga en gana. Me aburre todo esto. Ya tengo bastantes preocupaciones en mi trabajo, como para lidiar con tus problemas también. Estoy cansado, déjame en paz
Dio media vuelta y salió del comedor, dejando a Isabel estupefacta y con una amarga sensación en su interior. ¿ Qué había querido decir ? Nunca la había reprochado nada, muy al contrario siempre la había animado en su trabajo, y era cierto que había demorado, posiblemente en exceso, el volver a ser madre. Y sintió que:
- Somos las mujeres quienes siempre nos toca lidiar con el toro más difícil. Ellos se dan el buen rato, pero somos nosotras las que tenemos que abandonar todo y quedarnos en casa, sin importar los sacrificios que hayamos tenido que hacer para volver al mundo laboral. ¿ Significaba dejarle en paz romper su matrimonio? ¿ Debía darle aire ? Creo que lo mejor es que, al menos durante unos días, estaría bien volver a Alcudia.
Esa noche Albert durmió en el cuarto de invitados e Isabel se pasó toda la noche llorando., ¿ Cómo había podido ocurrir eso? La dolían tremendamente las palabras de él. ¿ Tenía razón ? ¿ Había sido demasiado absorvente? No pudo anunciarle su proyectado regreso a España. Albert salió de su casa demasiado temprano, sin despedirse de ella. Le llamó a su móvil para anunciarle lo que había pensado. Al otro lado la respondió la voz airada de él
-Dime- la dijo escuetamente
- Creo que tienes razón, te absorvo demasiado, y he decidido hacer un paréntesis. Por unos días , viajaré a España. Me llevo a Stella conmigo. Mientras los dos debemos serenarnos. Nos vendrá bien que ambos estemos separados . Yo lo necesito después de lo de ayer
- Si lo crees oportuno, hazlo. Pero ¿ por qué te llevas a la niña , es que no piensas volver?
- Te he dicho que por unos días. Iré a trabajar y les pediré unas vacaciones. Y me llevo a la niña porque estaría todo el tiempo sola en casa. Tus guardias, tus turnos sin horarios... Y sí pienso volver. Quiero pensar que ha sido solo una discusión
- Esta bien, haz lo que creas oportuno.
Isabel planteó en su trabajo que necesitaba un descanso, pero su superior lo denegó
- Estás en medio de una investigación muy importante para la empresa. Hemos invertido mucho dinero, y sencillamente ahora no puedes dejarlo.
-Pero hay otros que pueden seguirlo. No soy imprescindible y de verdad lo necesito
-Tú la empezaste y tú lo terminarás, so pena que lo dejes definitivamente. Piénsalo bien: quedan unas semanas para terminarlo. Termína y después te prometo concederte unas largas vacaciones. Y no se te ocurra despedirte, porque te llevaríamos a juicio y la demanda por daños y perjuicios será millonaria
- Es muy importante para mi, pero también mi familia que está por encima de todo. Estoy llegando al límite. Deseo ser nuevamente madre y no me lo puedo permitir. Créeme, lo necesito
- Lo siento Isabel. Te he explicado lo que ocurre: sigues o a juicio.
Y no le quedó más remedio que demorar su viaje hasta terminar el estudio. Y transcurrió ese día y otro, y otro , y la situación entre ellos no cambiaba, así que pensó en una solución salomónica: seguir con la investigación e irse de casa. para ello recurrió a Meredith, y en ese fin de semana la citó para comer juntas, aprovechando que Albert tenía libre y podría quedarse con Stella.
Dicen los entendidos, que los primeros años en un matrimonio, son los más difíciles, porque es cuando aflora la verdadera personalidad de cada uno de ellos, es decir cuando ha terminado la fase de excitación amorosa y comienza su trayectoria vital verdadera. Cuando los errores se convierten , no sólo en discusiones, sino en enfados. Cuando los defectos de uno sientan mal al otro, en fin, la convivencia de dos seres humanos, que sin dejar de amarse, muy al contrario se aman con más intensidad, pero viven en la realidad y no en las nubes como de recién casados.
Albert e Isabel, no eran una excepción. A medida que ascendían en sus trabajos respectivos, tenían menos tiempo para ellos mismos. La mayoría de los días Isabel le recogía en el hospital y regresaban juntos a casa. Pero poco a poco se fue distanciando ya que unas veces era Albert quién no podía salir a tiempo o, ella tenía alguna reunión y no acudía a buscarle. Ellos lo aceptaban con naturalidad y sin darse cuenta se fueron aclimatando a ello.
Cosa extraña, ese día, Isabel había terminado pronto su trabajo, y decidió dar una sorpresa a su marido. Llegó al hospital y en el control de la planta de Albert, fue informada de que había bajado a la cafetería. Y hasta allí se dirigió. Estaba, como casi siempe, ocupada por gran número de médicos y enfermeras que tomaban su descanso. En un rincón le vio, pero estaba acompañado de otra mujer. Una dama muy elegantemente vestida, muy rubia y al parecer se conocían, por la familiaridad con que hablaban y reían. Y de pronto supo, quien era aquella mujer: Brigitte. ¿ Qué demonios hacía con su marido ?
¿ Qué debía hacer ? ¿ Acercarse o dar media vuelta y marcharse ? Y optó por ésto último.
Aguardó con impaciencia la llegada de Albert, que ese día se retrasó. Los nervios de Isabel estaban a flor de piel. ¿ Desde cuando se veían? Lo último que supo de ella, por Albert, es que se había casado y vivía en París ¿ Qué demonios hacía en Londres? También pudiera darse el caso que estuviera de visita y quisiera saludarle. Pero eso no encajaba en la imaginación en una mujer como esa. En su retina aún tenía las imágenes de ellos juntos, en la playa de su chalet, y a pesar de que ocurrió cuando casi ni se conocían, aún la dolía el recordarlas. Posiblemente ya se hubiera enamorado de él, y fueron los celos los que la habían jugado esa mala pasada.
Pero ahora,ambos estaban casados.
- ¡ Dios, cómo tarda hoy ! - se decía al borde del enfado
Y por fin, Albert entraba en casa. Ella tragó saliva, no quería mostrarse alterada; esperaría a que él le diera alguna explicación de su tardanza
-- Creí que hoy llegarías temprano - le dijo mientras se besaban como hacían al llegar a casa
-Yo también, pero las cosas se complicaron
- ¿ Ha ocurrido algo ?
- No, nada importante: un imprevisto que me ha retenido
Sabía de sobra a qué imprevisto se refería. Estaba claro que no quería hablar de ello. La cena de aquella noche fue bastante silenciosa. Cada uno de ellos estaba a lo suyo, que posiblemente fuera cómo encarar la situación. Fue Isabel la que rompió el hielo; no podía resistir más. Había pasado una tarde infernal después de verles juntos. A bocajarro le soltó su presencia en el hospital, pillando desprevenido a su marido.
-Esta tarde pasé a recogerte, pero vi en la cafetería que estabas ocupado, y no me atreví a interrumpirte. Me fastidió bastante. Pensaba haber cenado fuera de casa, ya que es difícil que podamos reunirnos como antes. Me refiero a terminar pronto e irnos a buscar el uno al otro
Albert no sabía qué decir. Conocía la aversión que sentía por Brigitte. La costaría entender que él no tenía nada que ver con ella desde hacía mucho tiempo. Que se había presentado en el hospital por sorpresa. Que se estaba divorciando de su marido y lo estaba pasando mal. Lo que él tampoco entendía, es lo que tuviera que ver una cosa con otra ¿ por qué Londres ? ¿ Por qué él? Y encontró una sencilla explicación: necesitaba ser escuchada por un amigo
- Es todo muy sencillo. Se está divorciando y quería charlar simplemente con alguien
- Y ese alguien eres tú. ¿ Vive en Londres ?
-No, creo que sigue en París
- ¿ Entonces ? ¿ Es que en Paris no tiene amigos que la puedan consolar ? ¿ Tiene que cruzar el canal para que tú la consueles? ¿ Desde cuándo os veis?
- Basta ya, Isabel. No sé el motivo por el que ha viajado hasta aquí. Ni lo sé ni me interesa. Y no nos estamos viendo. La última vez fue cuando me anunció que se casaba y de eso hace bastante tiempo. Tienes unos celos absurdos; ella no representa, ni representó nada para mi. Fue algo ocasional, nada más
-Pues para ser ocasional se os veia muy bien juntos.
- Hay veces que me abrumas con tus celos absurdos. Sabes de sobra que sólo a tí te quiero, que no ha habido ni habrá otra mujer. Pero también tienes que dejarme "respirar". A veces surge la oportunidad de, al salir del hospital, ir a tomar una cerveza con mis compañeros. No lo hago, porque deseo estar contigo, llegar pronto a casa. Has de reconocer que debes darme más cuerda, necesito charlar con mis compañeros, con mis amigos...Buscar otras opiniones
- ¿ Quieres decir que te agobio ?
-Exactamente. Eso
- Nunca te he prohibido que salieras con tus amigos, pero esa mujer es diferente. Tuviste una historia tórrida con ella, y ha vuelto a por tí. No la importa que estés casado y que tengas una hija
- No digas insensateces, la importo un comino. Y hablando de hijos. Quedamos en que iríamos a por el segundo; Stella ya es lo suficiente mayor como para que tenga un hermano
- Pero ahora no puede ser. Estoy en medio de una investigación importante. Ahora no puedo quedarme embarazada; hace poco que me he incorporado a un trabajo que me apasiona
-- Entonces ¿ cuándo te parece oportuno? ¿ Antepones el trabajo a la familia?
- No es eso. Sabes de sobra que demoré el trabajar por cuidar de la niña
- ¿ Sabes qué ? Haz lo que te venga en gana. Me aburre todo esto. Ya tengo bastantes preocupaciones en mi trabajo, como para lidiar con tus problemas también. Estoy cansado, déjame en paz
Dio media vuelta y salió del comedor, dejando a Isabel estupefacta y con una amarga sensación en su interior. ¿ Qué había querido decir ? Nunca la había reprochado nada, muy al contrario siempre la había animado en su trabajo, y era cierto que había demorado, posiblemente en exceso, el volver a ser madre. Y sintió que:
- Somos las mujeres quienes siempre nos toca lidiar con el toro más difícil. Ellos se dan el buen rato, pero somos nosotras las que tenemos que abandonar todo y quedarnos en casa, sin importar los sacrificios que hayamos tenido que hacer para volver al mundo laboral. ¿ Significaba dejarle en paz romper su matrimonio? ¿ Debía darle aire ? Creo que lo mejor es que, al menos durante unos días, estaría bien volver a Alcudia.
Esa noche Albert durmió en el cuarto de invitados e Isabel se pasó toda la noche llorando., ¿ Cómo había podido ocurrir eso? La dolían tremendamente las palabras de él. ¿ Tenía razón ? ¿ Había sido demasiado absorvente? No pudo anunciarle su proyectado regreso a España. Albert salió de su casa demasiado temprano, sin despedirse de ella. Le llamó a su móvil para anunciarle lo que había pensado. Al otro lado la respondió la voz airada de él
-Dime- la dijo escuetamente
- Creo que tienes razón, te absorvo demasiado, y he decidido hacer un paréntesis. Por unos días , viajaré a España. Me llevo a Stella conmigo. Mientras los dos debemos serenarnos. Nos vendrá bien que ambos estemos separados . Yo lo necesito después de lo de ayer
- Si lo crees oportuno, hazlo. Pero ¿ por qué te llevas a la niña , es que no piensas volver?
- Te he dicho que por unos días. Iré a trabajar y les pediré unas vacaciones. Y me llevo a la niña porque estaría todo el tiempo sola en casa. Tus guardias, tus turnos sin horarios... Y sí pienso volver. Quiero pensar que ha sido solo una discusión
- Esta bien, haz lo que creas oportuno.
Isabel planteó en su trabajo que necesitaba un descanso, pero su superior lo denegó
- Estás en medio de una investigación muy importante para la empresa. Hemos invertido mucho dinero, y sencillamente ahora no puedes dejarlo.
-Pero hay otros que pueden seguirlo. No soy imprescindible y de verdad lo necesito
-Tú la empezaste y tú lo terminarás, so pena que lo dejes definitivamente. Piénsalo bien: quedan unas semanas para terminarlo. Termína y después te prometo concederte unas largas vacaciones. Y no se te ocurra despedirte, porque te llevaríamos a juicio y la demanda por daños y perjuicios será millonaria
- Es muy importante para mi, pero también mi familia que está por encima de todo. Estoy llegando al límite. Deseo ser nuevamente madre y no me lo puedo permitir. Créeme, lo necesito
- Lo siento Isabel. Te he explicado lo que ocurre: sigues o a juicio.
Y no le quedó más remedio que demorar su viaje hasta terminar el estudio. Y transcurrió ese día y otro, y otro , y la situación entre ellos no cambiaba, así que pensó en una solución salomónica: seguir con la investigación e irse de casa. para ello recurrió a Meredith, y en ese fin de semana la citó para comer juntas, aprovechando que Albert tenía libre y podría quedarse con Stella.
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