El rescate estaba en marcha y los paramédicos trabajaban sin descanso. Había heridos muy graves, entre los cuales se encontraba Isabel. Rápidamente la trasladaron en helicóptero al hospital más cercano, junto a los otros dos compañeros en grave estado. Albert tuvo que pelearse con ellos para que le dejaran viajar junto a Isabel. Hizo valer su condición de médico y cirujano, y fue ésto lo que les convenció a aceptar su presencia. No tardaría mucho en llegar, pero cada minuto que pasara sería fatal para los heridos. Rápidamente les introdujeron en quirófano,. A pesar de la insistencia de Albert, el jefe de equipo tuvo que ponerse serio con él:
- No puedo dejarte pasar por muy cirujano que seas. Eres alguien allegado a esta mujer y por experiencia sé que no es conveniente. Así que déjame trabajar y quédate en la sala de espera. En cuanto sepamos algo te lo comunicaré personalmente. Primero valoraremos el alcance de las lesiones y con arreglo a lo que veamos así procederemos. Y ahora no me hagas perder más tiempo. Hay heridos muy graves y hay que darse prisa.
A regañadientes, y por muchos argumentos que esgrimió, no le dejaron pasar. El tiempo pasaba lento y sus nervios le estaban jugando una mala pasada. Sentía la tentación de entrar, pero al mismo tiempo pensaba que quizá eso sería perjudicial para ella, ya que con su entrada distraería al personal. Pero era terrible esperar, y esperar, sin saber nada de lo que detrás de esas puertas estaba ocurriendo.
Y las horas se sucedieron. Albert paseaba arriba y abajo sin poder calmarse, hasta que por fín las puertas se abrieron y el jefe de equipo en persona le dio el parte de Isabel.
- Todo ha ido bien. Ahora hay que esperar. La herida de la cara debió ser producida por el cinturón de seguridad que con el choque saltaría produciéndola un corte profundo. Se lo ha cosido uno de los mejores médicos de estética que tenemos: no le quedará marca. Las heridas de la pierna tampoco revisten gravedad, pero tiene otra en el estómago y esa si es más delicada. Ha estado a punto de perder el bazo, pero se lo hemos podido salvar, al menos de momento. Espero que no haya retrocesos. La estamos procediendo a transfundir sangre, ya que ha perdido bastante. Y por el momento es todo cuanto puedo decirte. Esperaremos a ver cómo transcurre la noche.
- ¿ Cómo están los demás heridos ?- pregunto Albert
- Pues no muy bien, la verdad. hay uno que nos tiene muy preocupados, pero esperemos que podamos salvarle. Ahora ve al hotel y descansa. Te necesitará cuando despierte. Seguramente estará asustada, pero si ve una cara conocida se tranquilizará .
- Gracias por todo lo que estáis haciendo. Lo cierto que ella no debía estar aquí. Ha sido una casualidad que coincidiéramos en carretera. No tenía ni idea de que hubiera viajado a Suiza.
- Está bien, tranquilízate. Si lo deseas, puedes descansar en la habitación que la hemos destinado, para cuando esté en condiciones pasarla a planta. Ahora le digo a una enfermera que te acompañe. Y descansa un poco. Es un consejo de médico. y Que te proporcione siquiera un pijama. Tu camisa está manchada de sangre y puedes asustar a los visitantes.
Albert se miró, y comprobó que ni siquiera se había dado cuenta. Enseguida llegó una enfermera que le llevó hasta la habitación destinada a Isabel, y que él ocuparía. Le entregó toallas y un pijama de quirófano,. Mientras la Organización iría hasta su hotel y recogería el equipaje y todo lo que precisara. Recursos Humanos se haría cargo de su estancia allí .
Fue informado por la jefa de protocolo.
- No es necesario, yo abonaré la factura mientras permanezca aquí
-La Organización cumplimentará todo, no debe preocuparse. El seguro de la agencia de viajes, correrá con los gastos de los heridos. Ya está todo en marcha.- le dijo la empleada de la OMS
- Eso es lo que menos me importa. Yo corro con todo, no hay problema. Le agradezco enormemente me traigan el equipaje. No me moveré de aquí.
Al cabo de una hora, tenía todo en la habitación. Se cambió de ropa y acudió a la UVI para conocer si hubiera alguna noticia más del estado de Isabel. Como una concesión especial, le dejaron entrar en esa dependencia , y durante cinco minutos, pudo contemplar su rostro. Permanecía dormida aún por la anestesia y por los calmantes que la administraban para que estuviera tranquila. A pesar de estar acostumbrado al operativo de la UVI, le impresionó verla con respiración asistida, con los drenajes, las sondas, la máquina que marcaba su corazón. No parecía aquella chica juguetona y vivaz que conocía. Un nudo en la garganta le impedía hablar. Se aproximó hasta su cama y depositó un suave beso en su frente, antes de salir de allí
- Volveré más tarde, aunque no pueda verla. Gracias por esta deferencia
- De nada, señor. Venga cuando quiera. Le daremos la información que precise.
Decidió salir a tomar un poco de aire fresco al jardín. Parecía que haría un día agradable, a pesar de ser una hora muy temprana. Había sido una noche interminable. Levantó su vista al cielo buscando algo, y en un suave murmullo dijo:
- Gracias
No era religioso, pero a su memoria volvió ese extraño sueño, y creyó interpretarlo como una premonición de algo que iba a ocurrir, aunque no podía imaginar que fuera a sucederle a ella, que la hacía en la playa, en Alcudia, a salvo y lejos de allí
En repetidas ocasiones a lo largo del día, iba hacia la UVI, y allí le informaban de la evolución. Y por fin, al segundo día, fue trasladada a planta, y Albert respiró aliviado: el riesgo había disminuido, pero aún debía tener cuidados extremos para que todo llegase a buen fin. Los calmantes se los administrarían, aunque en dosis menores, sobretodo por la noche, para que pudiera descansar.
A solas, se acercó hasta su cama. Ella dormitaba en una duermevela. Al notar la presencia de alguien, giró la cabeza y entreabrió los ojos. . En un principio creyó fuese un médico, que por tener los ojos entornados sólo pudo percibir en la penumbra una silueta. Se dió cuenta que esa figura en penumbra que estaba a su lado no era otro más que Albert. Con gran confusión en su cabeza no sabía si es que estaba soñando, si es que todo había sido una pesadilla, o un sueño que estaba teniendo. Sólo cuando él acaricio su frente, comprobó que no soñaba, que no era imaginación suya, sino que él estaba ahí.
¿ Cómo ? ¿ Por qué ? ¿ Desde cuándo ? ¿ Cómo lo ha sabido ?
Pensaba, pensaba y no acertaba a dar con la respuesta. Debía de tratarse de su imaginación. Levantó una mano hasta llegar a la cara de él, y entonces comprobó que no era un sueño, sino que él estaba allí Quería verle y hacerle mil preguntas, pero las palabras no salían de su garganta. Tenía un sin fin de dudas. Soló acertó a pedir que levantara la persiana para verle.
Albert obedeció y volvió cerca de ella, que esta vez le miraba fijamente. Necesitaba saber, saber qué había sucedido para que él estuviese allí. Estaba agitada, nerviosa y preocupada. La besó suavemente en los labios y acaricio su mejilla. Enturbiados los ojos por la emoción y por poder respirar tranquilo al haber pasado el peligro.
¿ Qué haces aquí ? ¿ Por qué ? ¿ Cuándo has llegado? - le preguntó ansiosa.
- No te fatigues, ya habrá tiempo de dar respuesta a tus preguntas. Ahora has de descansar
- ¿ Qué me ha ocurrido?
- Tuvsteis un accidente. La casualidad hizo que estuviéramos por allí
- ¿ Quienes estabais por alli ? ¿ Qué quieres decir
- Yo estaba en Ginebra en una reunión de la OMS. Íbamos a una fiesta de despedida. Delante nuestro vehículo iba un minibús y... El resto ya lo sabes. Mis compañeros y yo acudimos en vuestra ayuda. No podía dejarte sola y aquí estoy.
- Pero no tienes ninguna obligación. Ya me ayudaste bastante. Creo debes seguir con lo tuyo
- ¿ Lo mio ? Eres tú. Tu eres lo mio. ¿ Crees acaso que podía irme y dejarte sola ? Lo presentí, tuve un sueño días antes, pero no era un sueño, sino que eras tú. Algo extraño me estaba avisando, pero no podía imaginar que se tratara de tí. Nunca creí que pudieras estar en el mismo país que yo, lejos de casa. Tenemos mucho de lo que hablar, pero eso ocurrirá cuando estés más recuperada. Y ahora debes descansar. No me moveré de aquí. Estaré a tu lado. Y ahora duerme de nuevo.
Y dándola un beso, la acomodó las almohadas y ella, con una sonrisa en su rostro, cerró los ojos y se quedó dormida. Albert sentado a su lado, a la cabecera de su cama, con la mano de ella, entre las suyas.
- No puedo dejarte pasar por muy cirujano que seas. Eres alguien allegado a esta mujer y por experiencia sé que no es conveniente. Así que déjame trabajar y quédate en la sala de espera. En cuanto sepamos algo te lo comunicaré personalmente. Primero valoraremos el alcance de las lesiones y con arreglo a lo que veamos así procederemos. Y ahora no me hagas perder más tiempo. Hay heridos muy graves y hay que darse prisa.
A regañadientes, y por muchos argumentos que esgrimió, no le dejaron pasar. El tiempo pasaba lento y sus nervios le estaban jugando una mala pasada. Sentía la tentación de entrar, pero al mismo tiempo pensaba que quizá eso sería perjudicial para ella, ya que con su entrada distraería al personal. Pero era terrible esperar, y esperar, sin saber nada de lo que detrás de esas puertas estaba ocurriendo.
Y las horas se sucedieron. Albert paseaba arriba y abajo sin poder calmarse, hasta que por fín las puertas se abrieron y el jefe de equipo en persona le dio el parte de Isabel.
- Todo ha ido bien. Ahora hay que esperar. La herida de la cara debió ser producida por el cinturón de seguridad que con el choque saltaría produciéndola un corte profundo. Se lo ha cosido uno de los mejores médicos de estética que tenemos: no le quedará marca. Las heridas de la pierna tampoco revisten gravedad, pero tiene otra en el estómago y esa si es más delicada. Ha estado a punto de perder el bazo, pero se lo hemos podido salvar, al menos de momento. Espero que no haya retrocesos. La estamos procediendo a transfundir sangre, ya que ha perdido bastante. Y por el momento es todo cuanto puedo decirte. Esperaremos a ver cómo transcurre la noche.
- ¿ Cómo están los demás heridos ?- pregunto Albert
- Pues no muy bien, la verdad. hay uno que nos tiene muy preocupados, pero esperemos que podamos salvarle. Ahora ve al hotel y descansa. Te necesitará cuando despierte. Seguramente estará asustada, pero si ve una cara conocida se tranquilizará .
- Gracias por todo lo que estáis haciendo. Lo cierto que ella no debía estar aquí. Ha sido una casualidad que coincidiéramos en carretera. No tenía ni idea de que hubiera viajado a Suiza.
- Está bien, tranquilízate. Si lo deseas, puedes descansar en la habitación que la hemos destinado, para cuando esté en condiciones pasarla a planta. Ahora le digo a una enfermera que te acompañe. Y descansa un poco. Es un consejo de médico. y Que te proporcione siquiera un pijama. Tu camisa está manchada de sangre y puedes asustar a los visitantes.
Albert se miró, y comprobó que ni siquiera se había dado cuenta. Enseguida llegó una enfermera que le llevó hasta la habitación destinada a Isabel, y que él ocuparía. Le entregó toallas y un pijama de quirófano,. Mientras la Organización iría hasta su hotel y recogería el equipaje y todo lo que precisara. Recursos Humanos se haría cargo de su estancia allí .
Fue informado por la jefa de protocolo.
- No es necesario, yo abonaré la factura mientras permanezca aquí
-La Organización cumplimentará todo, no debe preocuparse. El seguro de la agencia de viajes, correrá con los gastos de los heridos. Ya está todo en marcha.- le dijo la empleada de la OMS
- Eso es lo que menos me importa. Yo corro con todo, no hay problema. Le agradezco enormemente me traigan el equipaje. No me moveré de aquí.
Al cabo de una hora, tenía todo en la habitación. Se cambió de ropa y acudió a la UVI para conocer si hubiera alguna noticia más del estado de Isabel. Como una concesión especial, le dejaron entrar en esa dependencia , y durante cinco minutos, pudo contemplar su rostro. Permanecía dormida aún por la anestesia y por los calmantes que la administraban para que estuviera tranquila. A pesar de estar acostumbrado al operativo de la UVI, le impresionó verla con respiración asistida, con los drenajes, las sondas, la máquina que marcaba su corazón. No parecía aquella chica juguetona y vivaz que conocía. Un nudo en la garganta le impedía hablar. Se aproximó hasta su cama y depositó un suave beso en su frente, antes de salir de allí
- Volveré más tarde, aunque no pueda verla. Gracias por esta deferencia
- De nada, señor. Venga cuando quiera. Le daremos la información que precise.
Decidió salir a tomar un poco de aire fresco al jardín. Parecía que haría un día agradable, a pesar de ser una hora muy temprana. Había sido una noche interminable. Levantó su vista al cielo buscando algo, y en un suave murmullo dijo:
- Gracias
No era religioso, pero a su memoria volvió ese extraño sueño, y creyó interpretarlo como una premonición de algo que iba a ocurrir, aunque no podía imaginar que fuera a sucederle a ella, que la hacía en la playa, en Alcudia, a salvo y lejos de allí
En repetidas ocasiones a lo largo del día, iba hacia la UVI, y allí le informaban de la evolución. Y por fin, al segundo día, fue trasladada a planta, y Albert respiró aliviado: el riesgo había disminuido, pero aún debía tener cuidados extremos para que todo llegase a buen fin. Los calmantes se los administrarían, aunque en dosis menores, sobretodo por la noche, para que pudiera descansar.
A solas, se acercó hasta su cama. Ella dormitaba en una duermevela. Al notar la presencia de alguien, giró la cabeza y entreabrió los ojos. . En un principio creyó fuese un médico, que por tener los ojos entornados sólo pudo percibir en la penumbra una silueta. Se dió cuenta que esa figura en penumbra que estaba a su lado no era otro más que Albert. Con gran confusión en su cabeza no sabía si es que estaba soñando, si es que todo había sido una pesadilla, o un sueño que estaba teniendo. Sólo cuando él acaricio su frente, comprobó que no soñaba, que no era imaginación suya, sino que él estaba ahí.
¿ Cómo ? ¿ Por qué ? ¿ Desde cuándo ? ¿ Cómo lo ha sabido ?
Pensaba, pensaba y no acertaba a dar con la respuesta. Debía de tratarse de su imaginación. Levantó una mano hasta llegar a la cara de él, y entonces comprobó que no era un sueño, sino que él estaba allí Quería verle y hacerle mil preguntas, pero las palabras no salían de su garganta. Tenía un sin fin de dudas. Soló acertó a pedir que levantara la persiana para verle.
Albert obedeció y volvió cerca de ella, que esta vez le miraba fijamente. Necesitaba saber, saber qué había sucedido para que él estuviese allí. Estaba agitada, nerviosa y preocupada. La besó suavemente en los labios y acaricio su mejilla. Enturbiados los ojos por la emoción y por poder respirar tranquilo al haber pasado el peligro.
¿ Qué haces aquí ? ¿ Por qué ? ¿ Cuándo has llegado? - le preguntó ansiosa.
- No te fatigues, ya habrá tiempo de dar respuesta a tus preguntas. Ahora has de descansar
- ¿ Qué me ha ocurrido?
- Tuvsteis un accidente. La casualidad hizo que estuviéramos por allí
- ¿ Quienes estabais por alli ? ¿ Qué quieres decir
- Yo estaba en Ginebra en una reunión de la OMS. Íbamos a una fiesta de despedida. Delante nuestro vehículo iba un minibús y... El resto ya lo sabes. Mis compañeros y yo acudimos en vuestra ayuda. No podía dejarte sola y aquí estoy.
- Pero no tienes ninguna obligación. Ya me ayudaste bastante. Creo debes seguir con lo tuyo
- ¿ Lo mio ? Eres tú. Tu eres lo mio. ¿ Crees acaso que podía irme y dejarte sola ? Lo presentí, tuve un sueño días antes, pero no era un sueño, sino que eras tú. Algo extraño me estaba avisando, pero no podía imaginar que se tratara de tí. Nunca creí que pudieras estar en el mismo país que yo, lejos de casa. Tenemos mucho de lo que hablar, pero eso ocurrirá cuando estés más recuperada. Y ahora debes descansar. No me moveré de aquí. Estaré a tu lado. Y ahora duerme de nuevo.
Y dándola un beso, la acomodó las almohadas y ella, con una sonrisa en su rostro, cerró los ojos y se quedó dormida. Albert sentado a su lado, a la cabecera de su cama, con la mano de ella, entre las suyas.
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