No había visto un hombre más fuerte, alto y guapo en toda su vida. ¿ Sería algún actor de Hollywood? No recordaba haberle visto en ninguna película, pero además pensó que no todos los hombres guapos son artistas de cine. Pero éste era especial. Esbozó su sonrisa más dulce, pero también la más tímida. Se veía pequeña ante la enorme estatura de aquel hombre. Albert esta algo cortado ante la timidez de ella. ¿ Cómo pedir una caja de preservativos ante esta muchacha ? Tendría veintipocos años y se la veía muy cortada; optó por dar simplemente el nombre de la marca y así saldría del paso. Pero lo que no sabía es que Isabel era una chica juguetona y nada timorata, así que lo mismo que ella se sentía tímida ante él, haría lo mismo pero a la inversa. Y con la cara más inocente del mundo, le pregunto:
- ¿ Durex ?
- Si, señorita, eso he dicho
- Si, le he entendido, pero necesito saber la medida
-¿ La medida ?
-Si, claro: grande, mediano o pequeño - A duras penas podía contener la risa, pero decidió seguir con la broma
- Pues...
-¡ Ah, y además ¿ lo quiere en algún color, o sabor?
Albert estaba desconcertado Nunca le había ocurrido nada semejante. Estaba violento y decidió salir de allí inmediatamente. Le ardía la cara ¿ Por qué estaba tan violento? Estaba pidiendo algo que usa la mayoría de los hombres pero lo de esta chica se pasaba de la raya.
- Déjelo. Volveré en otra ocasión - y rápidamente salió de allí
Tapándose la boca con la mano para no estallar en una carcajada, salio de la rebotica su compañera que también reía
-¿ Cómo te has atrevido ? ¡ Estás loca ! Le has hecho salir huyendo
- No importa. Tú no le has visto, de lo contrario no me dirías esto. Es u hombre guapísimo y seguro que se había ligado a alguien y no tenía "recursos". Ja, ja, ja.
- Sigo opinando que no has hecho bien.
Siguieron comentando la anécdota mientras Albert se incorporaba al grupo para proseguir la ruta. No le había ocurrido nada semejante. Sabía perfectamente que la intención de esa chica era sacarle los colores y lo había conseguido. Dijo de entrar en un bar a tomar un café que secundaron todos; tenía que tranquilizarse. Seguramente habría sido una broma sin más motivo que el hacerle pasar vergüenza.
- Vergüenza ¿ por qué ? -se preguntaba. Si lo anuncian en televisión. Yo estoy de vuelta de todo eso, entonces ¿ qué me ha molestado? Bah, será mejor olvidarlo y seguir disfrutando del viaje. Quizás en el hotel podré conseguirlo.
Porque en realidad esperaba que esa noche fuese como la anterior. Pero machaconamente volvía a su memoria, la risa irónica de la dependiente de la farmacia.
- Seguramente será una dependienta, y se ha comportado así tan descarada, porque no estaba su jefe, de lo contrario hubiera sido profesional y no una niñata insolente.
Y también recordó las bromas de cuando eran residentes cuando pasaban las visitas con los jefes de equipo ante una paciente " cañón ". Pero eran más jóvenes e insensatos. Ya había pasado del tema. Ni siquiera se fijaba cómo era la persona a la que estaba atendiendo, y mucho menos se fijaba si era guapa o regular. Alguien le preguntó algo, y olvidó de repente la anécdota de la farmacéutica.
Acompañado por el guía, ambos se dirigieron a una inmobiliaria que gestionaba la venta del chalet que había entusiasmado a Albert. Pidió información sobre los datos técnicos y valoró el precio, que era alto, pero que podía permitírselo. Deseaba verla in situ, y para ello quedó con el agente en acompañarle a conocer la propiedad. Habló con el guía y se despidió de él que debía proseguir la ruta
- No se preocupe yo acompañaré al señor a visitar la propiedad y después si él quiere le dejaré en el hotel. No hay problema - dijo el agente entusiasmado por la posible venta del chalet, que le proporcionaría una excelente comisión.
Y así lo hicieron; los viajeros seguirían hasta Valldemosa y Albert conocería la casa que posiblemente sería de su propiedad. Y quedó entusiasmado con el chalet. Era alegre, espacioso, cómodo y cumplía sobradamente sus exigencias. Lo que más llamó su atención fueron las vistas que se divisaban desde la terraza.
- Hacia allí está Ibiza y al otro lado Menorca.. El enclave es magnífico. Y además tiene un trozo de playa para usted solo; nada más tiene que bajar esos escalones y podrá gozar de este trozo de mar maravilloso.- le argumentaba el agente
Y por primera vez comprendió que no exageraba en absoluto. Que todo lo que argumentaba era cierto. Además estaba amueblada con unos muebles modernos y en perfectas condiciones, acordes al entorno y a la casa. Gozaba de todas las comodidades y de uso inmediato
- Lo señores Sorensen, que la habían ocupado hasta hace poco, son gentes cuidadosas y en buena posición. Seguro que echan de menos este clima, a pesar de que Copenhague sea su lugar de nacimiento y tener cerca a sus nietos.- Siguió hablando el hombre, pero Albert no prestaba atención; tan solo estaba pendiente de lo que iba a adquirir y que sería su refugio.
Una vez revisado todo concienzudamente, volvieron nuevamente a las oficinas. El agente necesitaba algunos datos personales de Albert, tal como su domicilio en Londres y a través de qué banco iba a realizar el pago
- Necesito saber el nombre del banco y su número de cuenta. Comprenderá que tengo que contactar con ellos y conformar el importe, para que el Notario pueda proceder a concretar la escritura.
- Desde luego, no hay problema. Tome nota.
El Agente así lo hizo. Salió de su despacho un momento para llamar a Londres y comprobar que era solvente. Volvió al cabo de unos minutos con una amplia sonrisa: era un cliente muy bueno con efectivo suficiente para abonar esa compra.
- Muy bien señor Sheridan, pues la casa es suya. Mañana pasaré a recogerle a su hotel y tendremos que viajar hasta Palma. Allí tenemos el notario y a partir de mañana mismo, podrá hacer uso de su vivienda, si así lo desea. Si lo dispone, `podrá contratar a una mujer tres días a la semana para que limpie, haga la comida, las compras,.. en fin todo cuanto precise. No tendrá más que disfrutar de su descanso. Y ahora dígame dónde le dejo. Ya hemos terminado todos los trámites.
Le condujo hacia un hotel y reservó habitación . Estaba feliz y contento por la decisión tomada. Había sido todo inesperado y sin pensar. Pero en su cabeza siempre había tenido la idea de comprar alguna casita junto al mar en un sitio de clima templado como era aquel, aunque nunca sospechó que aquella era casi una mansión y fuera una ocasión única para comprarla.
Era una noche algo húmeda pero agradable. La gente comenzaba a salir de sus apartamentos para acudir a la Plaza Mayor para asistir a la fiesta que se organizaba con cualquier excusa, quizá para entretener a los turistas. Habían adornado con farolillos de colores y banderitas de todos los paises, y en el centro montado un templete en el que tocarían cuatro músicos provenientes de Palma. Alrededor de ella habían puesto unas sillas y a un lado un tenderete en el que vendían helados, horchata y otras varias chucherías y refrescos. Los bares comenzaban a llenarse, y la gente joven gritaba y se reía feliz ante la fiesta de la que iban a disfrutar.
Entró en un bar a tomar una cerveza. Se marcharía antes de que comenzase la fiesta; no era amigo de jolgorios. Eso se quedaba para ellos, pero " Paquito el chocolatero " comenzó a sonar y los jóvenes movían sus cuerpos al compás de la música pegadiza, que a pesar de no ser oriunda de Baleares, si lo era de la cercana Valencia.
Algo retuvo su mirada e hizo que apurara lentamente su cerveza. Una chica, sonriente y feliz bailaba con gracia la música y que acompañada por un chico, sonreía . De repente se dio cuenta de quién era: la farmacéutica, pero también recordó que era la joven que les había parado en la carretera al sufrir un pinchazo de su automóvil.
- Con razón me era conocida su cara. ¿ Será ese su novio? La verdad es que es graciosa y bonita, pero no me gusta la broma que me ha gastado esta tarde. Si me quedo a vivir aquí, me lo cobraré . No sé cómo, ni cuando, pero me las pagará. Quizá esté bien unirme a la fiesta; a fin de cuentas está dedicada a los turistas y yo, además, voy a ser vecino. Estoy contento. Hoy me han salido las cosas bien, si señor.
Una de las veces, la chica giró la cabeza en su dirección. De pronto se quedó parada, pero al instante reaccionó y levantando la mano le dirigió un saludo con una amplia sonrisa.
Se miraron, y él correspondió a su sonrisa, levantando el vaso de cerveza en su honor. Ella no lo dudó, despacio se dirigió hacia donde él estaba , y sin faltarlE la sonrisa del rostro, adelantó su mano para saludarle. El correspondió, y sin pronunciar palabra, su sonrisa se volvió más amplia y moviendo suavemente la cabeza de un lado a otro, comenzó a reír. Ella interpretó que había perdonado su indiscreción. No obstante se creyó en la obligación de disculparse.
- ¿ Durex ?
- Si, señorita, eso he dicho
- Si, le he entendido, pero necesito saber la medida
-¿ La medida ?
-Si, claro: grande, mediano o pequeño - A duras penas podía contener la risa, pero decidió seguir con la broma
- Pues...
-¡ Ah, y además ¿ lo quiere en algún color, o sabor?
Albert estaba desconcertado Nunca le había ocurrido nada semejante. Estaba violento y decidió salir de allí inmediatamente. Le ardía la cara ¿ Por qué estaba tan violento? Estaba pidiendo algo que usa la mayoría de los hombres pero lo de esta chica se pasaba de la raya.
- Déjelo. Volveré en otra ocasión - y rápidamente salió de allí
Tapándose la boca con la mano para no estallar en una carcajada, salio de la rebotica su compañera que también reía
-¿ Cómo te has atrevido ? ¡ Estás loca ! Le has hecho salir huyendo
- No importa. Tú no le has visto, de lo contrario no me dirías esto. Es u hombre guapísimo y seguro que se había ligado a alguien y no tenía "recursos". Ja, ja, ja.
- Sigo opinando que no has hecho bien.
Siguieron comentando la anécdota mientras Albert se incorporaba al grupo para proseguir la ruta. No le había ocurrido nada semejante. Sabía perfectamente que la intención de esa chica era sacarle los colores y lo había conseguido. Dijo de entrar en un bar a tomar un café que secundaron todos; tenía que tranquilizarse. Seguramente habría sido una broma sin más motivo que el hacerle pasar vergüenza.
- Vergüenza ¿ por qué ? -se preguntaba. Si lo anuncian en televisión. Yo estoy de vuelta de todo eso, entonces ¿ qué me ha molestado? Bah, será mejor olvidarlo y seguir disfrutando del viaje. Quizás en el hotel podré conseguirlo.
Porque en realidad esperaba que esa noche fuese como la anterior. Pero machaconamente volvía a su memoria, la risa irónica de la dependiente de la farmacia.
- Seguramente será una dependienta, y se ha comportado así tan descarada, porque no estaba su jefe, de lo contrario hubiera sido profesional y no una niñata insolente.
Y también recordó las bromas de cuando eran residentes cuando pasaban las visitas con los jefes de equipo ante una paciente " cañón ". Pero eran más jóvenes e insensatos. Ya había pasado del tema. Ni siquiera se fijaba cómo era la persona a la que estaba atendiendo, y mucho menos se fijaba si era guapa o regular. Alguien le preguntó algo, y olvidó de repente la anécdota de la farmacéutica.
Acompañado por el guía, ambos se dirigieron a una inmobiliaria que gestionaba la venta del chalet que había entusiasmado a Albert. Pidió información sobre los datos técnicos y valoró el precio, que era alto, pero que podía permitírselo. Deseaba verla in situ, y para ello quedó con el agente en acompañarle a conocer la propiedad. Habló con el guía y se despidió de él que debía proseguir la ruta
- No se preocupe yo acompañaré al señor a visitar la propiedad y después si él quiere le dejaré en el hotel. No hay problema - dijo el agente entusiasmado por la posible venta del chalet, que le proporcionaría una excelente comisión.
Y así lo hicieron; los viajeros seguirían hasta Valldemosa y Albert conocería la casa que posiblemente sería de su propiedad. Y quedó entusiasmado con el chalet. Era alegre, espacioso, cómodo y cumplía sobradamente sus exigencias. Lo que más llamó su atención fueron las vistas que se divisaban desde la terraza.
- Hacia allí está Ibiza y al otro lado Menorca.. El enclave es magnífico. Y además tiene un trozo de playa para usted solo; nada más tiene que bajar esos escalones y podrá gozar de este trozo de mar maravilloso.- le argumentaba el agente
Y por primera vez comprendió que no exageraba en absoluto. Que todo lo que argumentaba era cierto. Además estaba amueblada con unos muebles modernos y en perfectas condiciones, acordes al entorno y a la casa. Gozaba de todas las comodidades y de uso inmediato
- Lo señores Sorensen, que la habían ocupado hasta hace poco, son gentes cuidadosas y en buena posición. Seguro que echan de menos este clima, a pesar de que Copenhague sea su lugar de nacimiento y tener cerca a sus nietos.- Siguió hablando el hombre, pero Albert no prestaba atención; tan solo estaba pendiente de lo que iba a adquirir y que sería su refugio.
Una vez revisado todo concienzudamente, volvieron nuevamente a las oficinas. El agente necesitaba algunos datos personales de Albert, tal como su domicilio en Londres y a través de qué banco iba a realizar el pago
- Necesito saber el nombre del banco y su número de cuenta. Comprenderá que tengo que contactar con ellos y conformar el importe, para que el Notario pueda proceder a concretar la escritura.
- Desde luego, no hay problema. Tome nota.
El Agente así lo hizo. Salió de su despacho un momento para llamar a Londres y comprobar que era solvente. Volvió al cabo de unos minutos con una amplia sonrisa: era un cliente muy bueno con efectivo suficiente para abonar esa compra.
- Muy bien señor Sheridan, pues la casa es suya. Mañana pasaré a recogerle a su hotel y tendremos que viajar hasta Palma. Allí tenemos el notario y a partir de mañana mismo, podrá hacer uso de su vivienda, si así lo desea. Si lo dispone, `podrá contratar a una mujer tres días a la semana para que limpie, haga la comida, las compras,.. en fin todo cuanto precise. No tendrá más que disfrutar de su descanso. Y ahora dígame dónde le dejo. Ya hemos terminado todos los trámites.
Le condujo hacia un hotel y reservó habitación . Estaba feliz y contento por la decisión tomada. Había sido todo inesperado y sin pensar. Pero en su cabeza siempre había tenido la idea de comprar alguna casita junto al mar en un sitio de clima templado como era aquel, aunque nunca sospechó que aquella era casi una mansión y fuera una ocasión única para comprarla.
Era una noche algo húmeda pero agradable. La gente comenzaba a salir de sus apartamentos para acudir a la Plaza Mayor para asistir a la fiesta que se organizaba con cualquier excusa, quizá para entretener a los turistas. Habían adornado con farolillos de colores y banderitas de todos los paises, y en el centro montado un templete en el que tocarían cuatro músicos provenientes de Palma. Alrededor de ella habían puesto unas sillas y a un lado un tenderete en el que vendían helados, horchata y otras varias chucherías y refrescos. Los bares comenzaban a llenarse, y la gente joven gritaba y se reía feliz ante la fiesta de la que iban a disfrutar.
Entró en un bar a tomar una cerveza. Se marcharía antes de que comenzase la fiesta; no era amigo de jolgorios. Eso se quedaba para ellos, pero " Paquito el chocolatero " comenzó a sonar y los jóvenes movían sus cuerpos al compás de la música pegadiza, que a pesar de no ser oriunda de Baleares, si lo era de la cercana Valencia.
Algo retuvo su mirada e hizo que apurara lentamente su cerveza. Una chica, sonriente y feliz bailaba con gracia la música y que acompañada por un chico, sonreía . De repente se dio cuenta de quién era: la farmacéutica, pero también recordó que era la joven que les había parado en la carretera al sufrir un pinchazo de su automóvil.
- Con razón me era conocida su cara. ¿ Será ese su novio? La verdad es que es graciosa y bonita, pero no me gusta la broma que me ha gastado esta tarde. Si me quedo a vivir aquí, me lo cobraré . No sé cómo, ni cuando, pero me las pagará. Quizá esté bien unirme a la fiesta; a fin de cuentas está dedicada a los turistas y yo, además, voy a ser vecino. Estoy contento. Hoy me han salido las cosas bien, si señor.
Una de las veces, la chica giró la cabeza en su dirección. De pronto se quedó parada, pero al instante reaccionó y levantando la mano le dirigió un saludo con una amplia sonrisa.
Se miraron, y él correspondió a su sonrisa, levantando el vaso de cerveza en su honor. Ella no lo dudó, despacio se dirigió hacia donde él estaba , y sin faltarlE la sonrisa del rostro, adelantó su mano para saludarle. El correspondió, y sin pronunciar palabra, su sonrisa se volvió más amplia y moviendo suavemente la cabeza de un lado a otro, comenzó a reír. Ella interpretó que había perdonado su indiscreción. No obstante se creyó en la obligación de disculparse.
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