Buscó un hotel modesto cercano a la universidad en donde ejercía como docente, en Paris Norte. Seguiría en Francia hasta terminar el curso. No debía dejar a los alumnos con el curso empantanado; ellos no se merecían pagar las consecuencias de sus problemas personales. Aquella noche, en la soledad de la fría habitación del hotel, pensaba en lo qué hacer. ¿ Debería seguir en el continente? ¿ Buscarse la vida en otro país? ¿ Regresar a casa ?
No paraba de moverse en la cama, desvelado. Tenía un terrible dolor de cabeza, de tanto pensar en lo qué hacer con su vida. Era increíble, cómo en cuestión de cinco minutos, tu vida da un giro tan radical. Aún tenía libres tres días para incorporarse a la universidad. Aguardó a que Gisele hubiera acudido a su trabajo, para ir a su antiguo apartamento. En un bolsón guardó todas sus pertenencias y echó una última mirada al que hasta hacía poco había sido su hogar. Quería a Gisele, pero no haría nada por recuperarla. Ella ya había elegido y, todo lo que hiciera sería inútil. Dejó las llaves en el lugar indicado, y cerró la puerta tras de si.
Regresó a su hotel y dejó el bolsón encima de la cama. Necesitaba salir de allí. Le asfixiaba la soledad y frialdad de la habitación. ¿ qué podía hacer allí todo el día, pensando, pensando? Decidió salir a caminar. Mientras paseaba pensaba en su futuro, y tomó una decisión: no se quedaría en el continente, regresaría a Londres y allí retomaría su vida.
Le costó acostumbrarse a la nueva vida . Comía y cenaba en alguna cafetería cercana, y posteriormente regresaba al hotel, y se metía en la cama. La mayoría de las noches, le costaba conciliar el sueño, y lo hacía cuando la madrugada estaba ya avanzada. Raras veces iba a algún cine o al teatro. No se sentía con ánimos para ello. Pasaba las horas tumbado en la cama con algún libro ente las manos, y los fines de semana se unía a algún grupo de turistas y visitaba los monumentos de la bella ciudad parisina. Le gustaba caminar por Montmartre, y se detenía ante los cuadros que exponían los pintores desconocidos que pugnaban por abrirse camino en el mundo del arte..
Y llegó la primavera, y el final del curso. No había vuelto, en todo ese tiempo, a visitar a su tía. No se sentía con fuerzas para repetir con detalle el motivo de la ruptura. Se lo explicó someramente por teléfono, obviando los detalles más escabrosos. No deseaba que Agnes se disgustara al saber el motivo de su separación.
Con los compañeros profesores más afines, se fue a cenar a un restaurante, como despedida de todos ellos, y lo mismo hizo con sus alumnos en una disertación el último día de clase. Facturó el equipaje con una empresa de transportes, y en un maletín de mano, puso lo más necesario y de nuevo se encontró en el aeropuerto, rumbo a Londres.
Agnes y Elise, acudieron a recibirle. Las mujeres, contentas por su regreso. Él triste por todo lo que dejaba atrás. Gisele seguía muy presente en su corazón y en su pensamiento. Mentalmente, a través de la ventanilla del avión observaba una panorámica de Paris, y se despidió de ella y de todo lo que allí quedaba. ¿ Volvería alguna vez? .
Tardaré mucho tiempo, si es que regreso algún día.- se dijo
-
Y nuevamente Elise, buscó una excusa para ausentarse por unas horas del domicilio. Suponía que tía y sobrino debían charlar sobre todo lo ocurrido. Ahora sí, detalló a Agnes todo lo pasado, y ella tomando las manos del que consideraba su hijo, le devolvió una sonrisa y le consoló por la decepción sufrida
- Debes emprender nuevamente tu futuro, que será espléndido. Eres una mente brillante y no te costará nada encontrar una nueva ocupación. ¿Escribirás el libro que deseas, o ejercerás nuevamente tu magisterio?
- Quizá comience a emborronar cuartillas. De momento me tomaré unas vacaciones, sin prisas Y después... quizá busque un lugar tranquilo y escriba. No sé lo que haré. Estoy algo confuso respecto a ello. Y ahora cuéntame algo de ti
-¡ Hijo mio ! igual que siempre,.. lo mismo...- Y así siguieron durante largo rato, en esa charla íntima que hacía tiempo no mantenían.
Como de costumbre, Elise, se reunió con ellos a la hora de la cena, y como de costumbre, en la salita, mantuvieron una sobremesa, charlando de cosas intrascendentes, y Charles conversaba sobre las mil anécdotas de la noche parisina. Rondando la medianoche, decidieron ir a descansar.
Se encontraba extraño en su propia casa, pero la charla con su tía, al menos, le había descargado del peso de habérselo ocultado durante tanto tiempo- Ella era toda la familia que tenía y podía confiar en ella. Sabía que sus sentimientos le eran fieles y que no haría nada por lo que pudiera sentirse incómodo. No habría reproches, puesto que en realidad lo ocurrido entre la pareja no era culpa más que del desamor entre ambos y si la base principal ya no existía, era lo mejor que podían hacer: que cada uno siguiese el camino elegido. Y él, de momento, se centraría en lo qué hacer en el próximo curso. Debía trabajar, aunque no le hiciese falta monetariamente, pero sí necesitaba tener su mente ocupada. ¿ Escribir el libro ? No. Ahora no era el momento propicio; no se sentía con ánimos y además no tenía nada que contar. Su mente estaba ocupada únicamente por el rostro de Gisele
No paraba de moverse en la cama, desvelado. Tenía un terrible dolor de cabeza, de tanto pensar en lo qué hacer con su vida. Era increíble, cómo en cuestión de cinco minutos, tu vida da un giro tan radical. Aún tenía libres tres días para incorporarse a la universidad. Aguardó a que Gisele hubiera acudido a su trabajo, para ir a su antiguo apartamento. En un bolsón guardó todas sus pertenencias y echó una última mirada al que hasta hacía poco había sido su hogar. Quería a Gisele, pero no haría nada por recuperarla. Ella ya había elegido y, todo lo que hiciera sería inútil. Dejó las llaves en el lugar indicado, y cerró la puerta tras de si.
Regresó a su hotel y dejó el bolsón encima de la cama. Necesitaba salir de allí. Le asfixiaba la soledad y frialdad de la habitación. ¿ qué podía hacer allí todo el día, pensando, pensando? Decidió salir a caminar. Mientras paseaba pensaba en su futuro, y tomó una decisión: no se quedaría en el continente, regresaría a Londres y allí retomaría su vida.
Le costó acostumbrarse a la nueva vida . Comía y cenaba en alguna cafetería cercana, y posteriormente regresaba al hotel, y se metía en la cama. La mayoría de las noches, le costaba conciliar el sueño, y lo hacía cuando la madrugada estaba ya avanzada. Raras veces iba a algún cine o al teatro. No se sentía con ánimos para ello. Pasaba las horas tumbado en la cama con algún libro ente las manos, y los fines de semana se unía a algún grupo de turistas y visitaba los monumentos de la bella ciudad parisina. Le gustaba caminar por Montmartre, y se detenía ante los cuadros que exponían los pintores desconocidos que pugnaban por abrirse camino en el mundo del arte..
Y llegó la primavera, y el final del curso. No había vuelto, en todo ese tiempo, a visitar a su tía. No se sentía con fuerzas para repetir con detalle el motivo de la ruptura. Se lo explicó someramente por teléfono, obviando los detalles más escabrosos. No deseaba que Agnes se disgustara al saber el motivo de su separación.
Con los compañeros profesores más afines, se fue a cenar a un restaurante, como despedida de todos ellos, y lo mismo hizo con sus alumnos en una disertación el último día de clase. Facturó el equipaje con una empresa de transportes, y en un maletín de mano, puso lo más necesario y de nuevo se encontró en el aeropuerto, rumbo a Londres.
Agnes y Elise, acudieron a recibirle. Las mujeres, contentas por su regreso. Él triste por todo lo que dejaba atrás. Gisele seguía muy presente en su corazón y en su pensamiento. Mentalmente, a través de la ventanilla del avión observaba una panorámica de Paris, y se despidió de ella y de todo lo que allí quedaba. ¿ Volvería alguna vez? .
Tardaré mucho tiempo, si es que regreso algún día.- se dijo
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Y nuevamente Elise, buscó una excusa para ausentarse por unas horas del domicilio. Suponía que tía y sobrino debían charlar sobre todo lo ocurrido. Ahora sí, detalló a Agnes todo lo pasado, y ella tomando las manos del que consideraba su hijo, le devolvió una sonrisa y le consoló por la decepción sufrida
- Debes emprender nuevamente tu futuro, que será espléndido. Eres una mente brillante y no te costará nada encontrar una nueva ocupación. ¿Escribirás el libro que deseas, o ejercerás nuevamente tu magisterio?
- Quizá comience a emborronar cuartillas. De momento me tomaré unas vacaciones, sin prisas Y después... quizá busque un lugar tranquilo y escriba. No sé lo que haré. Estoy algo confuso respecto a ello. Y ahora cuéntame algo de ti
-¡ Hijo mio ! igual que siempre,.. lo mismo...- Y así siguieron durante largo rato, en esa charla íntima que hacía tiempo no mantenían.
Como de costumbre, Elise, se reunió con ellos a la hora de la cena, y como de costumbre, en la salita, mantuvieron una sobremesa, charlando de cosas intrascendentes, y Charles conversaba sobre las mil anécdotas de la noche parisina. Rondando la medianoche, decidieron ir a descansar.
Se encontraba extraño en su propia casa, pero la charla con su tía, al menos, le había descargado del peso de habérselo ocultado durante tanto tiempo- Ella era toda la familia que tenía y podía confiar en ella. Sabía que sus sentimientos le eran fieles y que no haría nada por lo que pudiera sentirse incómodo. No habría reproches, puesto que en realidad lo ocurrido entre la pareja no era culpa más que del desamor entre ambos y si la base principal ya no existía, era lo mejor que podían hacer: que cada uno siguiese el camino elegido. Y él, de momento, se centraría en lo qué hacer en el próximo curso. Debía trabajar, aunque no le hiciese falta monetariamente, pero sí necesitaba tener su mente ocupada. ¿ Escribir el libro ? No. Ahora no era el momento propicio; no se sentía con ánimos y además no tenía nada que contar. Su mente estaba ocupada únicamente por el rostro de Gisele
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