Y Richard decidió regresar a Londres, y lo preparo todo, para una larga temporada. Veía a Pothleven de forma diferente, ya no le resultaba tan atractivo Se había levantado de mal humor. No sabía muy bien porqué..
Habían pasado quince días desde que decidió darse un respiro y volver al mundanal ruido. Necesitaba despejar su cabeza y pasar un tiempo de diversión, y esa fue la razón de su ausencia y de la tardanza en su regreso al pueblo. La insólita experiencia vivida en Londres, le había satisfecho y se dijo ¿por qué no repetirla? Y recordó con una sonrisa su primer encuentro con la chica que le había hecho su estancia en la capital de lo más agradable, y la forma tan original en que todo comenzó.
Cuando llegó al Coven, y después de saludar a sus amigos, se encontró con una joven muy bonita, simpática y de mente abierta, que no la importó esa misma noche acostarse con él. Casi había olvidado el bienestar que se sentía después de una buena relación sexual, y Daphne, que ese era su nombre, había hecho magia en aquel encuentro.. Tanta, que decidió prolongar su estancia en la capital y citarse con ella para días sucesivos. Le había hecho olvidar todo, y al decir todo, me refiero a su obsesión con Rose, que no terminaba de calificar. Estaba a gusto con ella, pero necesitaba un paso más y Rose, se lo había negado rotundamente. No la quiso llamar para decirla dónde estaba, y en esos días con Daphne se olvidó de Porthleven.
¿ Se había enamorado de Daphne?. No sabría definirlo, de lo que si estaba seguro es que estaba impaciente porque llegara la hora de reunirse con ella; el resto no importaba. Ahora se olvidaría del pueblecito encantador y de algunos de sus habitantes, de una habitante en particular. Tenía un trabajo por delante y esperaba que la distancia entre ellos terminara por apagar la incipiente llama que se había encendido. Y Daphne le habló de sus amigas y le confesó que a una de ellas la conocía, aunque sin decir su nombre, ni dónde ni cómo había tenido la oportunidad de conocerla. .
-¿ Puedo contarte un secreto? -le dijo Daphne sonriendo. Era la hora de las confidencias después de su encuentro sexual- Ella no ha parado de hablar de un amigo escritor durante todo el viaje que nos llevó hasta Londres. Creo que está coladita por ti, y es que en el lugar donde vive, no hay muchas oportunidades de encontrar a alguien con quién salir
.E inmediatamente, Richard supo a quién se refería, aunque no dijo nada, y mostró su extrañeza
-¿ Coladita por mi ? ¡ Ni en sueños ! Daphne no tiene ni idea,-, pensó interiormente.
Estaba encantado con el libro que estaba escribiendo, y en cada folio que daba por bueno, imaginaba a Rose que le guiñaba un ojo y levantaba su dedo pulgar como señal de aprobación. Y a veces se enfadaba consigo mismo por la dependencia que sentía del recuerdo de su amiga de Porthleven.
Aún faltaba mucho para darlo por definitivo. En sus hojas había volcado parte de su vivencia y de sus sentimientos recién despiertos en su interior ¿ Por Daphne, por Rose? Ni él mismo lo sabía. Confíaba que no tardando mucho aclarara esa especie de confusión que sentía.. Estaba eufórico, las cosas le marchaban bien. Las ideas fluian en su cabeza y conseguía plasmarlas en los folios, su vida sentimental había encontrado un rumbo que le agradaba con una mujer que le gustaba y de la que comenzaba a sentir algo, pero... al mismo tiempo, otra imagen resurgía en su mente cada vez que cualquier idea, cualquier situación se le daba como nueva, y esa imagen no era otra más que la de Rose.
No terminaba de entender su significado, porque tenía muy clara que su atracción sexual estaba en Daphne y era altamente positiva, algo que con Rose no había tenido oportunidad de sentir. Entonces, ¿ cuál era ese significado? Posiblemente había estado demasiado aislado, inmerso en su último proyecto que le había conducido hasta el pueblo encantador al que le llevó su fracaso editorial, y allí conoció a esa persona ecuánime que dio equilibrio a su vida, a la vez que una amistad sincera. La echaba de menos y no terminaba de entender la brecha abierta entre ellos; posiblemente se debiera a algo ocurrido que no terminaba de descubrir. ¿ Había sido culpa de él, o de ella al ser un poco complicada? - .Sonrió al llegar a este punto y pensó.
- A Rose, también le convendría salir de aquel entorno. Debería volver a la marabunta ciudadana. Es algo más que enseñar viviendas. Tiene capacidades con valores importantes. Es una persona muy inteligente y honesta. Posiblemente se haya vuelto cómoda y para ella sea suficiente con lo que tiene en la actualidad . Pero no soy yo quién debe aconsejarla. Estoy seguro que ni siquiera me escucharía.
Ignoraba que se le había adelantado, por otro motivo muy distinto al suyo: necesitaba alejarse de él y de todo lo que significaba para ella. Estaba en sus horas más bajas de autoestima al no creerse con el suficiente atractivo como para llamar su atención, no como amiga o hermana, que él pudiera considerarla, sino simplemente como mujer, y en ese concepto ya le habían tomado la delantera y había sido su propia amiga Daphne.. No tenía seguridad de ello, pero había muchas cosas que convergían; el Coven, el nombre de Richard pronunciado por ella, la ausencia larga, la permanencia en Londres de él, y la falta de comunicación de Daphne con sus amigas. Bien es cierto que había sido todo casual, pero el destino juega esas bazas, y el suyo jugó en su contra en aquella ocasión.
No había vuelto a saber nada de su amiga, pero tampoco de él. Ni una llamada, nada que justificase tan larga ausencia de Porthleven. Entonces todas las piezas encajaron en el puzzle, y comprendió que debía poner tierra de por medio, ya que su papel como buena amiga y consejera del escritor no le satisfacía plenamente. Sus sentimientos iban más allá, algo que no estaba a su alcance. Daphne ocupaba seguramente su corazón. Además de atractiva era más abierta de mente y a eso se debía el que aún no hubiese regresado. Probablemente la paz que buscaba, una vez recobradas las ideas, ya no le fuera indispensable para vivir en soledad y su espíritu joven reclamase algo más que permanecer en un lugar idílico, en una casa solitaria y aislada con una amiga rancia y demasiado cerebral. Su espíritu inquieto, sin duda necesitaba liberación y lo encontró en Daphne, tan opuesta a ella en todos los sentidos.
Richard y Daphne proseguían su relación, no tanto amorosa como sexual. Ambos se entendían, aunque él recordara de vez en cuando a la persona que suponía había quedado en Porthleven, pero poco a poco se fue diluyendo e incrementándose su unión con Daphne, hasta el punto de que convivían juntos.
Al principio, todo fue muy bien, era una novedad para ambos que hacía que sus noches fueran de lo mas atractivas, pero pronto Richard comenzó con sus viajes de promoción. El libro por fin estaba en las librerías y con bastante éxito de crítica y público. Llegaba la época más dura e incómoda: los viajes de un lugar a otro con estancias demasiado cortas, lo que terminaba por provocar cansancio.. Daphne no podía acompañarle, puesto que para ello tendría que dejar el trabajo y no podía permitírselo, dado que su relación iba viento en popa, pero ninguno de los dos se planteaba un matrimonio, porque ignoraban la razón, pero no confiaban en exceso que aquel delirio de romance durase mucho tiempo. Richard la echaba de menos por las noches. Echaba en falta su calor humano y a ella le ocurría lo mismo. Ambos deseaban que la promoción concluyera lo antes posible para poder estar juntos nuevamente. Eso fue en un principio, pero luego se sucedieron las visitas a otros lugares y las ausencias nuevamente volvieron a sus vidas, pero por la fuerza de la costumbre, fueron más llevaderas, hasta el punto de verlas como algo natural. Ya no se añoraban tanto; iban acostumbrándose a ello.
La próxima visita sería a Birmingham y su estancia sería de tres días como mínimo, porque a las presentaciones, se agregarían varias conferencias que debía dar en algún instituto.
Y tuvieron su noche especial, puesto que estarían varios días sin verse. Ambos echarían de menos sus encuentros, fogosos y únicos. Nunca antes había sentido tanta atracción por una mujer. Las que habían pasado por su vida, no habían dejado ninguna huella. Tan sólo una no podía quitarla de su cabeza y no era Daphne. Posiblemente fuese esa sensación de fracaso , que nunca antes había sentido con ninguna otra. Muy al contrario, siempre después de cortar una relación, eran ellas las que trataban de volver- Era paranoia, una obsesión malsana porque difícilmente volverían a verse. El no iba a regresar a Porthleven, al menos en una larga, larga temporada. Después estaba su relación con Daphne, y quién sabe si no unirían sus vidas para siempre. No le gustaba en absoluto los pensamientos, las confusiones tan absurdas que sentía ¿ Qué bebedizo absurdo le había dado Rose para tenerle tan obsesionado?
Ni siquiera se paraba a pensar que esa obsesión pudiera deberse a algo más profundo y limpio. Porque ella era limpia, y sincera. Pero en su cabeza esas reflexiones no tenían lugar, ni siquiera había espacio para pensarlo. No. Creía que únicamente había herido su orgullo al rechazarle y ahora, sencillamente no quería verla. Estaba dolorido por algo a lo que no estaba acostumbrado. Su egocentrismo nublaba cualquier otro razonamiento..
Habían pasado quince días desde que decidió darse un respiro y volver al mundanal ruido. Necesitaba despejar su cabeza y pasar un tiempo de diversión, y esa fue la razón de su ausencia y de la tardanza en su regreso al pueblo. La insólita experiencia vivida en Londres, le había satisfecho y se dijo ¿por qué no repetirla? Y recordó con una sonrisa su primer encuentro con la chica que le había hecho su estancia en la capital de lo más agradable, y la forma tan original en que todo comenzó.
Cuando llegó al Coven, y después de saludar a sus amigos, se encontró con una joven muy bonita, simpática y de mente abierta, que no la importó esa misma noche acostarse con él. Casi había olvidado el bienestar que se sentía después de una buena relación sexual, y Daphne, que ese era su nombre, había hecho magia en aquel encuentro.. Tanta, que decidió prolongar su estancia en la capital y citarse con ella para días sucesivos. Le había hecho olvidar todo, y al decir todo, me refiero a su obsesión con Rose, que no terminaba de calificar. Estaba a gusto con ella, pero necesitaba un paso más y Rose, se lo había negado rotundamente. No la quiso llamar para decirla dónde estaba, y en esos días con Daphne se olvidó de Porthleven.
¿ Se había enamorado de Daphne?. No sabría definirlo, de lo que si estaba seguro es que estaba impaciente porque llegara la hora de reunirse con ella; el resto no importaba. Ahora se olvidaría del pueblecito encantador y de algunos de sus habitantes, de una habitante en particular. Tenía un trabajo por delante y esperaba que la distancia entre ellos terminara por apagar la incipiente llama que se había encendido. Y Daphne le habló de sus amigas y le confesó que a una de ellas la conocía, aunque sin decir su nombre, ni dónde ni cómo había tenido la oportunidad de conocerla. .
-¿ Puedo contarte un secreto? -le dijo Daphne sonriendo. Era la hora de las confidencias después de su encuentro sexual- Ella no ha parado de hablar de un amigo escritor durante todo el viaje que nos llevó hasta Londres. Creo que está coladita por ti, y es que en el lugar donde vive, no hay muchas oportunidades de encontrar a alguien con quién salir
.E inmediatamente, Richard supo a quién se refería, aunque no dijo nada, y mostró su extrañeza
-¿ Coladita por mi ? ¡ Ni en sueños ! Daphne no tiene ni idea,-, pensó interiormente.
Estaba encantado con el libro que estaba escribiendo, y en cada folio que daba por bueno, imaginaba a Rose que le guiñaba un ojo y levantaba su dedo pulgar como señal de aprobación. Y a veces se enfadaba consigo mismo por la dependencia que sentía del recuerdo de su amiga de Porthleven.
Aún faltaba mucho para darlo por definitivo. En sus hojas había volcado parte de su vivencia y de sus sentimientos recién despiertos en su interior ¿ Por Daphne, por Rose? Ni él mismo lo sabía. Confíaba que no tardando mucho aclarara esa especie de confusión que sentía.. Estaba eufórico, las cosas le marchaban bien. Las ideas fluian en su cabeza y conseguía plasmarlas en los folios, su vida sentimental había encontrado un rumbo que le agradaba con una mujer que le gustaba y de la que comenzaba a sentir algo, pero... al mismo tiempo, otra imagen resurgía en su mente cada vez que cualquier idea, cualquier situación se le daba como nueva, y esa imagen no era otra más que la de Rose.
No terminaba de entender su significado, porque tenía muy clara que su atracción sexual estaba en Daphne y era altamente positiva, algo que con Rose no había tenido oportunidad de sentir. Entonces, ¿ cuál era ese significado? Posiblemente había estado demasiado aislado, inmerso en su último proyecto que le había conducido hasta el pueblo encantador al que le llevó su fracaso editorial, y allí conoció a esa persona ecuánime que dio equilibrio a su vida, a la vez que una amistad sincera. La echaba de menos y no terminaba de entender la brecha abierta entre ellos; posiblemente se debiera a algo ocurrido que no terminaba de descubrir. ¿ Había sido culpa de él, o de ella al ser un poco complicada? - .Sonrió al llegar a este punto y pensó.
- A Rose, también le convendría salir de aquel entorno. Debería volver a la marabunta ciudadana. Es algo más que enseñar viviendas. Tiene capacidades con valores importantes. Es una persona muy inteligente y honesta. Posiblemente se haya vuelto cómoda y para ella sea suficiente con lo que tiene en la actualidad . Pero no soy yo quién debe aconsejarla. Estoy seguro que ni siquiera me escucharía.
Ignoraba que se le había adelantado, por otro motivo muy distinto al suyo: necesitaba alejarse de él y de todo lo que significaba para ella. Estaba en sus horas más bajas de autoestima al no creerse con el suficiente atractivo como para llamar su atención, no como amiga o hermana, que él pudiera considerarla, sino simplemente como mujer, y en ese concepto ya le habían tomado la delantera y había sido su propia amiga Daphne.. No tenía seguridad de ello, pero había muchas cosas que convergían; el Coven, el nombre de Richard pronunciado por ella, la ausencia larga, la permanencia en Londres de él, y la falta de comunicación de Daphne con sus amigas. Bien es cierto que había sido todo casual, pero el destino juega esas bazas, y el suyo jugó en su contra en aquella ocasión.
No había vuelto a saber nada de su amiga, pero tampoco de él. Ni una llamada, nada que justificase tan larga ausencia de Porthleven. Entonces todas las piezas encajaron en el puzzle, y comprendió que debía poner tierra de por medio, ya que su papel como buena amiga y consejera del escritor no le satisfacía plenamente. Sus sentimientos iban más allá, algo que no estaba a su alcance. Daphne ocupaba seguramente su corazón. Además de atractiva era más abierta de mente y a eso se debía el que aún no hubiese regresado. Probablemente la paz que buscaba, una vez recobradas las ideas, ya no le fuera indispensable para vivir en soledad y su espíritu joven reclamase algo más que permanecer en un lugar idílico, en una casa solitaria y aislada con una amiga rancia y demasiado cerebral. Su espíritu inquieto, sin duda necesitaba liberación y lo encontró en Daphne, tan opuesta a ella en todos los sentidos.
Richard y Daphne proseguían su relación, no tanto amorosa como sexual. Ambos se entendían, aunque él recordara de vez en cuando a la persona que suponía había quedado en Porthleven, pero poco a poco se fue diluyendo e incrementándose su unión con Daphne, hasta el punto de que convivían juntos.
Al principio, todo fue muy bien, era una novedad para ambos que hacía que sus noches fueran de lo mas atractivas, pero pronto Richard comenzó con sus viajes de promoción. El libro por fin estaba en las librerías y con bastante éxito de crítica y público. Llegaba la época más dura e incómoda: los viajes de un lugar a otro con estancias demasiado cortas, lo que terminaba por provocar cansancio.. Daphne no podía acompañarle, puesto que para ello tendría que dejar el trabajo y no podía permitírselo, dado que su relación iba viento en popa, pero ninguno de los dos se planteaba un matrimonio, porque ignoraban la razón, pero no confiaban en exceso que aquel delirio de romance durase mucho tiempo. Richard la echaba de menos por las noches. Echaba en falta su calor humano y a ella le ocurría lo mismo. Ambos deseaban que la promoción concluyera lo antes posible para poder estar juntos nuevamente. Eso fue en un principio, pero luego se sucedieron las visitas a otros lugares y las ausencias nuevamente volvieron a sus vidas, pero por la fuerza de la costumbre, fueron más llevaderas, hasta el punto de verlas como algo natural. Ya no se añoraban tanto; iban acostumbrándose a ello.
La próxima visita sería a Birmingham y su estancia sería de tres días como mínimo, porque a las presentaciones, se agregarían varias conferencias que debía dar en algún instituto.
Y tuvieron su noche especial, puesto que estarían varios días sin verse. Ambos echarían de menos sus encuentros, fogosos y únicos. Nunca antes había sentido tanta atracción por una mujer. Las que habían pasado por su vida, no habían dejado ninguna huella. Tan sólo una no podía quitarla de su cabeza y no era Daphne. Posiblemente fuese esa sensación de fracaso , que nunca antes había sentido con ninguna otra. Muy al contrario, siempre después de cortar una relación, eran ellas las que trataban de volver- Era paranoia, una obsesión malsana porque difícilmente volverían a verse. El no iba a regresar a Porthleven, al menos en una larga, larga temporada. Después estaba su relación con Daphne, y quién sabe si no unirían sus vidas para siempre. No le gustaba en absoluto los pensamientos, las confusiones tan absurdas que sentía ¿ Qué bebedizo absurdo le había dado Rose para tenerle tan obsesionado?
Ni siquiera se paraba a pensar que esa obsesión pudiera deberse a algo más profundo y limpio. Porque ella era limpia, y sincera. Pero en su cabeza esas reflexiones no tenían lugar, ni siquiera había espacio para pensarlo. No. Creía que únicamente había herido su orgullo al rechazarle y ahora, sencillamente no quería verla. Estaba dolorido por algo a lo que no estaba acostumbrado. Su egocentrismo nublaba cualquier otro razonamiento..
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