Y decidida llamó a un taxi, y ante las protestas de su marido emprendió el camino hacia la consulta del médico. Estaba impaciente por informarse de todo. No podía aguardar más; posiblemente ella también tuviera la misma necesidad sexual que él, aunque no lo creyera.
La circulación estaba complicada. Llovía y ya se sabe que cuando lo hace, todo se complica más. Iba charlando con el taxista, del tiempo que estaba haciendo, de su próxima maternidad y de cosas triviales. Acababan n de emprender la marcha, después de haber permanecidos parados ante un semáforo, cuando, el coche que venía detrás de ellos, dio un aceleron, las ruedas resbalaron y fue a chocar estrepitosamente con el taxi en el que viajada Rose. Salió despedida de su asiento cayendo al suelo del vehículo y dándose un fuerte golpe en el vientre. Exhaló un grito y el taxista casi llorando pidió una ambulancia urgente. Un líquido rosáceo mezclado con sangre, corría por sus piernas.
La ambulancia llegó enseguida, pero ella estaba casi inconsciente y el taxista lloraba de la angustia. Fue conducida al hospital inmediatamente y desde allí avisaron a Richard, que desencajado llegó hasta donde su mujer estaba. Ella ya estaba siendo atendida . El taxista le contó cómo había ocurrido todo y lo que lamentaba la situación.
Parado ante la entrada del quirófano, Richard se mesaba los cabellos sin parar de dar vueltas sobre un mismo punto. No quería ni pensar si a ella o al bebe le ocurriera algo malo. Había salido contenta hacia la peluquería, es lo que le había dicho, y sin embargo estaba en un hospital, y él no sabía nada de lo que estaba ocurriendo tras la puerta que le separaba de ella.
Al fin, al cabo de un rato, se abrió y un médico salió a informarle de la situación.
- ¿ Es usted familiar de Rose Gibson ?
- Si, soy su marido ¿ Qué está ocurriendo? por favor dígame que está bien, que va a ponerse bien ¿El bebe está bien ?
- Tranquilícese. No está bien. Ninguno de los dos. Hay que actuar rápido si no queremos perderles. Con el accidente, ella salió despedida y se golpeó en el vientre. Como consecuencia se rompíó la placenta y se ha mezclado en su organismo. El bebé no ha sufrido daño, pero no recibe oxígeno, por tanto hay que actuar rápido porque podemos perderles .
Richard escuchaba la explicación y se repetía una y otra vez las palabras del médico " podemos perder a los dos". El médico seguía con sus explicaciones:
- Tenemos que practicar una cesárea, rápidamente para salvar al bebe. Después veremos el alcance de la invasión del líquido amniótico en su organismo. Todo se hará simultáneamente, sin perder tiempo, porque el riesgo es alto.
-Haga lo que crea más conveniente, pero salve a mi mujer y a mi hijo. ¿ Puedo verla ?
- Un segundo.
- Está bien.
Y un segundo fue. No quería entorpecer la labor médica. A solas en el ante quirófano lloraba desconsoladamente. No soportaba la idea de perder a alguno de ellos.Estaba desesperado. El tiempo pasaba y nadie le comunicaba nada. Estaba solo ante la magnitud de lo ocurrido y recordó la noche anterior, con sus manos cogidas, después de haber estado unos días sin verse. Se dio cuenta en ese instante de la magnitud de su amor por ella. De ese amor que siempre había estado ahí, desde el instante mismo en que la vio, sin saberlo, sin darse cuenta de ello. Y ahora estaba a punto de perderla, y lamentaba el tiempo que habían estado alejados sin motivo alguno, ignorante de que el eje de su vida estaba en un quirófano con su vida pendiente de u n hilo.
No soportaba esa idea. Le dolía el tiempo perdido; no quería ni pensar si ella se fuera:. Desechaba esa idea de la cabeza, pero al mismo tiempo recordaba el dificil embarazo y todo se juntaba en su cabeza, en un torbellino de desesperación. No volverían a tener más hijos; no la haría pasar por otros nueve meses de suplicio , y ahora ésto.
No sabría decir el tiempo que había pasado,¡, posiblemente mucho, para él fue eterno, pero de pronto la puerta se abrió y el médico salía sonriente con un envoltorio en los brazos. Era su hijo. Le miró emocionado, con los ojos empañados por la emoción sentida y tanta angustia pasada. Le tomó en brazos e inmediatamente preguntó por Rose:
- La hemos estabilizado. La estamos medicando para neutralizar una posible infección por el líquido amniótico. Creo que no habrá problemas, pero prefiero que esté en la UCI, al menos unas horas para poder controlarla mejor. Si todo marcha bien, como esperamos, de madrugada la trasladaremos a planta. El bebe está perfectamente. Está muy sano y robusto; enhorabuena Richard, tiene una familia preciosa, fuerte y luchadora. Su mujer ha sido fantástica. Lamento que no pudiera estar con ella en esos momentos tan especiales, pero necesitábamos tener el campo despejado; había que trabajar rápido y bien.
- Gracias doctor, lo entiendo. ¿ Puedo verla ?
- Unos instantes solamente. Está dormida, así que no se alarme. Hemos preferido sedarla para que descanse tranquila. El bebé lo tendremos en el nido: podrá verle tantas veces desee. No tiene más que indicarle a la enfermera de neonatal su apellido, y ella se lo mostrará. Ahora pase a dar un beso a su mujer.
Estaba pálida, tranquila, dormida. La besó en la frente y acarició su mejilla. La devoraba con la mirada. Quería convencerse de que todo había pasado ya y no les había perdido. Reclinó la cabeza en su cama y sollozó dando rienda suelta a todo lo vivido. Una mano sobre su hombro, le advirtió que su visita debía concluir.
- No estaré lejos. Avísenme si surge algo. No iré a casa. estaré en la sala
- Debería irse y descansar. Ella está bien, el bebé también. Seguro que cuando llegue mañana, ya estará en planta. Debe descansar. Ella necesitará su ayuda
- Y la tendrá. Pero no puedo irme; quiero estar todo lo cerca que pueda de ellos. He estado a punto de perderles ¿ cree que podría dormir tranquilo ?
La enfermera sonrió, y le acompañó a la salida. La noche sería larga, pero no le importaba. Exhaló un suspiro profundo, quizá de tranquilidad, y fue hasta la máquina de café y sacó uno, no para despejarse, sino para aliviar la tensión que sentía en su interior. No le gustaba demasiado el té, aunque posiblemente hubiera sido no tan excitante. Se reclinó en un sillón y entornó los ojos. Quería pensar en ella, en todo el recorrido hecho desde que llego a Porthleven y la vio por primera vez. Mentalmente besaba su rostro tan querido.
Nunca imaginó que la compra de una casa hubiera tenido tanta repercusión en sus vidas. ¿ Cambiaría algo de lo pasado ? Posiblemente lo que le mantuvo alejado de ella, el no haberse dado cuenta antes que la amaba sin saberlo. Que envejecerían juntos, porque así estaba escrita su historia, en algún lugar del infinito.
La circulación estaba complicada. Llovía y ya se sabe que cuando lo hace, todo se complica más. Iba charlando con el taxista, del tiempo que estaba haciendo, de su próxima maternidad y de cosas triviales. Acababan n de emprender la marcha, después de haber permanecidos parados ante un semáforo, cuando, el coche que venía detrás de ellos, dio un aceleron, las ruedas resbalaron y fue a chocar estrepitosamente con el taxi en el que viajada Rose. Salió despedida de su asiento cayendo al suelo del vehículo y dándose un fuerte golpe en el vientre. Exhaló un grito y el taxista casi llorando pidió una ambulancia urgente. Un líquido rosáceo mezclado con sangre, corría por sus piernas.
La ambulancia llegó enseguida, pero ella estaba casi inconsciente y el taxista lloraba de la angustia. Fue conducida al hospital inmediatamente y desde allí avisaron a Richard, que desencajado llegó hasta donde su mujer estaba. Ella ya estaba siendo atendida . El taxista le contó cómo había ocurrido todo y lo que lamentaba la situación.
Parado ante la entrada del quirófano, Richard se mesaba los cabellos sin parar de dar vueltas sobre un mismo punto. No quería ni pensar si a ella o al bebe le ocurriera algo malo. Había salido contenta hacia la peluquería, es lo que le había dicho, y sin embargo estaba en un hospital, y él no sabía nada de lo que estaba ocurriendo tras la puerta que le separaba de ella.
Al fin, al cabo de un rato, se abrió y un médico salió a informarle de la situación.
- ¿ Es usted familiar de Rose Gibson ?
- Si, soy su marido ¿ Qué está ocurriendo? por favor dígame que está bien, que va a ponerse bien ¿El bebe está bien ?
- Tranquilícese. No está bien. Ninguno de los dos. Hay que actuar rápido si no queremos perderles. Con el accidente, ella salió despedida y se golpeó en el vientre. Como consecuencia se rompíó la placenta y se ha mezclado en su organismo. El bebé no ha sufrido daño, pero no recibe oxígeno, por tanto hay que actuar rápido porque podemos perderles .
Richard escuchaba la explicación y se repetía una y otra vez las palabras del médico " podemos perder a los dos". El médico seguía con sus explicaciones:
- Tenemos que practicar una cesárea, rápidamente para salvar al bebe. Después veremos el alcance de la invasión del líquido amniótico en su organismo. Todo se hará simultáneamente, sin perder tiempo, porque el riesgo es alto.
-Haga lo que crea más conveniente, pero salve a mi mujer y a mi hijo. ¿ Puedo verla ?
- Un segundo.
- Está bien.
Y un segundo fue. No quería entorpecer la labor médica. A solas en el ante quirófano lloraba desconsoladamente. No soportaba la idea de perder a alguno de ellos.Estaba desesperado. El tiempo pasaba y nadie le comunicaba nada. Estaba solo ante la magnitud de lo ocurrido y recordó la noche anterior, con sus manos cogidas, después de haber estado unos días sin verse. Se dio cuenta en ese instante de la magnitud de su amor por ella. De ese amor que siempre había estado ahí, desde el instante mismo en que la vio, sin saberlo, sin darse cuenta de ello. Y ahora estaba a punto de perderla, y lamentaba el tiempo que habían estado alejados sin motivo alguno, ignorante de que el eje de su vida estaba en un quirófano con su vida pendiente de u n hilo.
No soportaba esa idea. Le dolía el tiempo perdido; no quería ni pensar si ella se fuera:. Desechaba esa idea de la cabeza, pero al mismo tiempo recordaba el dificil embarazo y todo se juntaba en su cabeza, en un torbellino de desesperación. No volverían a tener más hijos; no la haría pasar por otros nueve meses de suplicio , y ahora ésto.
No sabría decir el tiempo que había pasado,¡, posiblemente mucho, para él fue eterno, pero de pronto la puerta se abrió y el médico salía sonriente con un envoltorio en los brazos. Era su hijo. Le miró emocionado, con los ojos empañados por la emoción sentida y tanta angustia pasada. Le tomó en brazos e inmediatamente preguntó por Rose:
- La hemos estabilizado. La estamos medicando para neutralizar una posible infección por el líquido amniótico. Creo que no habrá problemas, pero prefiero que esté en la UCI, al menos unas horas para poder controlarla mejor. Si todo marcha bien, como esperamos, de madrugada la trasladaremos a planta. El bebe está perfectamente. Está muy sano y robusto; enhorabuena Richard, tiene una familia preciosa, fuerte y luchadora. Su mujer ha sido fantástica. Lamento que no pudiera estar con ella en esos momentos tan especiales, pero necesitábamos tener el campo despejado; había que trabajar rápido y bien.
- Gracias doctor, lo entiendo. ¿ Puedo verla ?
- Unos instantes solamente. Está dormida, así que no se alarme. Hemos preferido sedarla para que descanse tranquila. El bebé lo tendremos en el nido: podrá verle tantas veces desee. No tiene más que indicarle a la enfermera de neonatal su apellido, y ella se lo mostrará. Ahora pase a dar un beso a su mujer.
Estaba pálida, tranquila, dormida. La besó en la frente y acarició su mejilla. La devoraba con la mirada. Quería convencerse de que todo había pasado ya y no les había perdido. Reclinó la cabeza en su cama y sollozó dando rienda suelta a todo lo vivido. Una mano sobre su hombro, le advirtió que su visita debía concluir.
- No estaré lejos. Avísenme si surge algo. No iré a casa. estaré en la sala
- Debería irse y descansar. Ella está bien, el bebé también. Seguro que cuando llegue mañana, ya estará en planta. Debe descansar. Ella necesitará su ayuda
- Y la tendrá. Pero no puedo irme; quiero estar todo lo cerca que pueda de ellos. He estado a punto de perderles ¿ cree que podría dormir tranquilo ?
La enfermera sonrió, y le acompañó a la salida. La noche sería larga, pero no le importaba. Exhaló un suspiro profundo, quizá de tranquilidad, y fue hasta la máquina de café y sacó uno, no para despejarse, sino para aliviar la tensión que sentía en su interior. No le gustaba demasiado el té, aunque posiblemente hubiera sido no tan excitante. Se reclinó en un sillón y entornó los ojos. Quería pensar en ella, en todo el recorrido hecho desde que llego a Porthleven y la vio por primera vez. Mentalmente besaba su rostro tan querido.
Nunca imaginó que la compra de una casa hubiera tenido tanta repercusión en sus vidas. ¿ Cambiaría algo de lo pasado ? Posiblemente lo que le mantuvo alejado de ella, el no haberse dado cuenta antes que la amaba sin saberlo. Que envejecerían juntos, porque así estaba escrita su historia, en algún lugar del infinito.
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