Y al día siguiente, vuelta a la normalidad. Con el día anterior dimos por concluida nuestra luna de miel. Debíamos comenzar nuestra vida real, la diaria: él al consultorio, yo al arreglo de la casa y plantearme de una vez qué es lo que quería hacer. Deseaba retomar los estudios llevaba tiempo reconsiderando estudiar empresariales. no sé por qué, pero me inclinaba por esa carrera. Tiempo más tarde, pensé que era una indicación del destino, pero entonces no lo sabía. Creí que Dirección de Empresas me vendría bien, porque posiblemente pudiera ayudar a James en la dirección de su consultorio. ¿ Estaría dotada para ello ? No terminaba de convencerme, posiblemente porque aún estaba con la resaca de la luna de miel.
El día se me hizo interminable, hasta que James llego hacia las cuatro de la tarde. Me había dado tiempo de poner al día el hogar y aún me sobraba para revisar algunos catálogos estudiantiles. ¿Podría con todo: casa y universidad ? Tenía el convencimiento de que sí, y así se lo expuse cuando llegó a casa
- ¡ Que ganas tenía de verte, princesa ! - me dijo mientras me abrazaba - Pareciera que el reloj no caminaba y se me hacía muy cuesta arriba hasta que llegara la hora. Y tú ¿ que has hecho?
Y entre besos, caricias y arrumacos, expuse a James mis planes de futuro y porqué los había elegido. Le parecieron bien, y no me comentó nada al respecto. Las preguntas de rigor ¿ cómo te ha ido el día?. Las enhorabuenas de todos los compañeros e invitaciones con motivo de nuestra boda. Me gustaba acurrucarme a su lado, hacerme pequeña, encogida, y que él abarcara con su abrazo mi cuerpo menudo. Lo había echado de menos durante toda la mañana. Me marqué una semana para ponerme al día en todo y después comenzaría de nuevo el tema estudios. No imaginaba siquiera, la utilidad que me sería pasado un tiempo largo. Pero ya llegaremos a ese capítulo.
Decidimos que iríamos a cenar fuera de casa. Al día siguiente él entraba a las diez de la noche, ya que le tocaba guardia, una guardia que duraría esa noche y el día siguiente. La idea de no verle en casi dos días, no me gustaba nada, pero me callé porque comprendía que a él tampoco le hacía mucha gracia. Por estos y otros motivos decidí volver a retomar los estudios. No conocía a nadie, por consiguiente tampoco tenía amigas. Tampoco podía contar con la familia, y para remate, el tiempo comenzaba a ser otoñal, con lo que ni siquiera el consuelo de salir a pasear podría tener. No podía estar todo el día leyendo y leyendo, porque me gusta la lectura, pero mi propia disconformidad hacía que no me centrase en ello. Me debía acostumbrar a ser la mujer de un médico.
James hablaba de estudiar una especialización, con lo que sería estudios y más estudios en los días que tuviera libres. Si al menos tuviera cerca a mis padres, a mis amigos de Marbella, su playa... Todo esto ya lo sabía, por lo tanto no debía quejarme, y no me quejaba, sólo que me encontraba como gallo en corral ajeno.
Aún me duraba el sin sabor de la visita a sus padres me entraban escalofrios. Pedía a la corte celestial que no se le ocurriera, si hablase con ellos, mencionar que me quedaba sola y, aunque no creía se les ocurriese, me invitasen a comer. sería un día infernal. ¿Yo sola en aquella casa, con esas gentes tan estiradas? No me sentía con fuerzas. Si al menos le tuviera a él..., pero no sería el caso, así que mejor no mencionarlo, porque si lo hiciera, no me podría negar Al fin y al cabo se trata de sus padres, y lo mismo que adoro a los míos, imagino que el amará a los suyos. He de tener mucho tiento con lo que pienso y con lo que digo.
Recordando nuestra luna de miel, después de cenar fuimos a una discoteca y bailamos cerca, muy cerca nuestros rostros y nuestros cuerpos. De vez en cuando nos mirábamos y sonreíamos. El me daba besitos en las mejillas y suavemente en los labios. Yo me derretía por dentro ¿ se podía amar tanto a una persona y ser tan feliz? Imposible , pero yo lo era.
Llegamos a casa a altas horas de la noche, cansados pero rotundamente felices. Y nos amamos como en nuestros mejores días, tanto al acostarnos, como por la mañana con el despertar. Lo peor fue a la noche cuando James se despidió de mi para ir al hospital. Sería una guardia de veinticuatro horas sin verle, sin tenerle cerca. Triste comencé a ir por la casa de un lado para otro pensando en qué podía invertir mi tiempo. Decidí que a la mañana siguiente iría a matricularme, al menos si estudiaba se me haría el tiempo más corto. Y así lo hice y unos días más tarde comenzaba mis estudios de Dirección de Empresas, no sabiendo muy bien para qué y por qué.
Me dediqué de lleno a mis estudios durante las largas horas de guardia de James. Al menos aprovechaba la soledad para centrarme en estudiar y al mismo tiempo las guardias de James, se me harían más llevaderas. Una llamada de teléfono, interrumpió mi concentración. Miré el reloj sobresaltada pensando en que a James le hubiera ocurrido algún percance, pero fue una voz femenina muy dulce la que preguntó por él
- Lo siento James no está ¿ quién le llama ? - pregunté extrañada
- ¿ Eres Maille ? Soy Maureen
- Perdona, no te había conocido. Resulta que James está de guardia esta noche
- ¡ Vaya ! no lo sabía. Está bien mañana le llamaré. Un abrazo Maille
¿ Qué demonios quería que no pudiera decírselo a su mujer? Pero claro, yo era una extraña para todos ellos, una intrusa que había llegado de tierras lejanas a robar la tranquilidad y un futuro proyecto de un matrimonio como "Dios manda".
- ¿ Y cómo manda Dios ? - me pregunté yo misma - ¿ Acaso casarse por interés está mejor visto a los ojos de Dios, que hacerlo por amor
No tenía motivo, pero aquella noche, cerré los libros de mala gana y decidí meterme en la cama y ver desde ella la televisión.
El día se me hizo interminable, hasta que James llego hacia las cuatro de la tarde. Me había dado tiempo de poner al día el hogar y aún me sobraba para revisar algunos catálogos estudiantiles. ¿Podría con todo: casa y universidad ? Tenía el convencimiento de que sí, y así se lo expuse cuando llegó a casa
- ¡ Que ganas tenía de verte, princesa ! - me dijo mientras me abrazaba - Pareciera que el reloj no caminaba y se me hacía muy cuesta arriba hasta que llegara la hora. Y tú ¿ que has hecho?
Y entre besos, caricias y arrumacos, expuse a James mis planes de futuro y porqué los había elegido. Le parecieron bien, y no me comentó nada al respecto. Las preguntas de rigor ¿ cómo te ha ido el día?. Las enhorabuenas de todos los compañeros e invitaciones con motivo de nuestra boda. Me gustaba acurrucarme a su lado, hacerme pequeña, encogida, y que él abarcara con su abrazo mi cuerpo menudo. Lo había echado de menos durante toda la mañana. Me marqué una semana para ponerme al día en todo y después comenzaría de nuevo el tema estudios. No imaginaba siquiera, la utilidad que me sería pasado un tiempo largo. Pero ya llegaremos a ese capítulo.
Decidimos que iríamos a cenar fuera de casa. Al día siguiente él entraba a las diez de la noche, ya que le tocaba guardia, una guardia que duraría esa noche y el día siguiente. La idea de no verle en casi dos días, no me gustaba nada, pero me callé porque comprendía que a él tampoco le hacía mucha gracia. Por estos y otros motivos decidí volver a retomar los estudios. No conocía a nadie, por consiguiente tampoco tenía amigas. Tampoco podía contar con la familia, y para remate, el tiempo comenzaba a ser otoñal, con lo que ni siquiera el consuelo de salir a pasear podría tener. No podía estar todo el día leyendo y leyendo, porque me gusta la lectura, pero mi propia disconformidad hacía que no me centrase en ello. Me debía acostumbrar a ser la mujer de un médico.
James hablaba de estudiar una especialización, con lo que sería estudios y más estudios en los días que tuviera libres. Si al menos tuviera cerca a mis padres, a mis amigos de Marbella, su playa... Todo esto ya lo sabía, por lo tanto no debía quejarme, y no me quejaba, sólo que me encontraba como gallo en corral ajeno.
Aún me duraba el sin sabor de la visita a sus padres me entraban escalofrios. Pedía a la corte celestial que no se le ocurriera, si hablase con ellos, mencionar que me quedaba sola y, aunque no creía se les ocurriese, me invitasen a comer. sería un día infernal. ¿Yo sola en aquella casa, con esas gentes tan estiradas? No me sentía con fuerzas. Si al menos le tuviera a él..., pero no sería el caso, así que mejor no mencionarlo, porque si lo hiciera, no me podría negar Al fin y al cabo se trata de sus padres, y lo mismo que adoro a los míos, imagino que el amará a los suyos. He de tener mucho tiento con lo que pienso y con lo que digo.
Recordando nuestra luna de miel, después de cenar fuimos a una discoteca y bailamos cerca, muy cerca nuestros rostros y nuestros cuerpos. De vez en cuando nos mirábamos y sonreíamos. El me daba besitos en las mejillas y suavemente en los labios. Yo me derretía por dentro ¿ se podía amar tanto a una persona y ser tan feliz? Imposible , pero yo lo era.
Llegamos a casa a altas horas de la noche, cansados pero rotundamente felices. Y nos amamos como en nuestros mejores días, tanto al acostarnos, como por la mañana con el despertar. Lo peor fue a la noche cuando James se despidió de mi para ir al hospital. Sería una guardia de veinticuatro horas sin verle, sin tenerle cerca. Triste comencé a ir por la casa de un lado para otro pensando en qué podía invertir mi tiempo. Decidí que a la mañana siguiente iría a matricularme, al menos si estudiaba se me haría el tiempo más corto. Y así lo hice y unos días más tarde comenzaba mis estudios de Dirección de Empresas, no sabiendo muy bien para qué y por qué.
Me dediqué de lleno a mis estudios durante las largas horas de guardia de James. Al menos aprovechaba la soledad para centrarme en estudiar y al mismo tiempo las guardias de James, se me harían más llevaderas. Una llamada de teléfono, interrumpió mi concentración. Miré el reloj sobresaltada pensando en que a James le hubiera ocurrido algún percance, pero fue una voz femenina muy dulce la que preguntó por él
- Lo siento James no está ¿ quién le llama ? - pregunté extrañada
- ¿ Eres Maille ? Soy Maureen
- Perdona, no te había conocido. Resulta que James está de guardia esta noche
- ¡ Vaya ! no lo sabía. Está bien mañana le llamaré. Un abrazo Maille
¿ Qué demonios quería que no pudiera decírselo a su mujer? Pero claro, yo era una extraña para todos ellos, una intrusa que había llegado de tierras lejanas a robar la tranquilidad y un futuro proyecto de un matrimonio como "Dios manda".
- ¿ Y cómo manda Dios ? - me pregunté yo misma - ¿ Acaso casarse por interés está mejor visto a los ojos de Dios, que hacerlo por amor
No tenía motivo, pero aquella noche, cerré los libros de mala gana y decidí meterme en la cama y ver desde ella la televisión.
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