Tardé en dormirme, y el malestar por la llamada de Maureen aún perduraba cuando me levanté por la mañana temprano. Miré el reloj y aún faltaba un par de horas para que James llegara a casa. ´El dormiría mientras yo estuviera en el Colegio con mis estudios. Era absurdo, pero sí, me sentía molesta y estaba celosa. Le escribí una nota indicándole que Maureen le había llamado, y salí rumbo a mi clase. Nuestra vida transcurría con normalidad, exceptuando que no íbamos a visitar a sus padres. Yo me sentía responsable por ello, porque conocía el motivo, pero al mismo tiempo pensaba que si ellos no tenían en cuenta que era la mujer de su hijo, tampoco yo tendría presente que eran sus padres. Por otra parte, James nunca les había frecuentado mucho, si bien les llamaba por teléfono con alguna asduidad, pero nunca se interesaban por el transcurrir de nuestras vidas.
Cuando llegué a casa de regreso de mis clases, encontré a James en la cocina preparando algún plato para comer. Por la tarde no tenía clase, así que imaginé que sería un día para nosotros solos, pero estaba muy lejos de imaginar la propuesta que me tenía preparada. Hacía casi un año que nos habíamos casado, y nuestro único escollo era el tema familiar. Nos seguíamos amando profundamente y deseándonos a diario. De común acuerdo habíamos llegado al pacto de no tener hijos de momento, hasta que termináramos lo que estábamos estudiando: él la especialidad en cardiología y yo dirección de empresas. Para eso debían transcurrir varios años, más para él que para mí. Además acudir a congresos y simposiums que convenía para lo que después sería su carrera. Todo había sido consensuado entre nosotros, al menos por mi parte dándome un márgen para terminar y después encontrar un trabajo.
Pero parecía que no todos estaban conformes con nuestro acuerdo, y para hablar sobre ello, es que me dijo que Maureen le había llamado.
- Quiere que vaya esta tarde para hablar con mi madre. Me temo que no anda muy bien de salud y desea verme. ¿ Vendrás conmigo ?
- Si tú lo deseas, lo haré, aunque no sea lo que tu familia quiere. Soy tu mujer y estás preocupado por la salud de tu madre; mi deseo y mi obligación es acompañarte. Así, que sí: iré contigo.
Y como sospechaba, aunque no le comenté nada, fue todo una argucia de la madre para tenerle a solas y hablar con él sobre algo que supe después de transcurrido bastante tiempo cuando nuestra vida en común, se había complicado. Reproché entonces y ahora a James, que no tuviera más firmeza en defender nuestra vida, en defenderme a mi frente a una invisible y astuta agresión en mi contra, por el simple hecho de no pertenecer a su gran escala social. Creo que me odió por ello toda su vida, y aunque me da igual lo que pensara entonces, si me hizo mucho daño por la repercusión que tuvo en nuestras vidas.>
Nunca me reveló el porqué se encerró con James en el despacho y tardó más de dos horas en salir. Mientras tanto yo fui atendida por Maureen y por su padre, que si bien fueron corteses conmigo, pero también frios, con la frialdad con la que atiendes a una visita, y además no deseada. No sabía qué excusa poner para salir de allí; no quería permanecer más tiempo en aquella habitación, siendo observada atentamente por aquellas dos personas que seguramente me detestaban. Yo era la mujer de James, y Maureen una amiga de la familia, pero había más familiaridad con ella que conmigo, y eso me dolía profundamente. Supe entonces, que nunca sería admitida en esa familia, hiciese lo que hiciese y me comportase correcta o incorrectamente. Pero llegó a un punto que dejó de importarme, exceptuando que a James, si le importara.
Al fin la puerta del despacho se abrió, dando paso a James, bastante acalorado y a su madre tranquila y estática como era ella. Me tomó de la mano, y dirigiéndose a su padre, dijo
- Tenemos que irnos, se nos ha hecho muy tarde.-. Con hipocresía manifiesta, su madre, sonriendo maliciosamente, dijo:
- Es tarde. Quedaos a cenar
Yo apreté la mano que James me había tomado, y él supo inmediatamente que estaba deseando salir de allí
- No mamá, gracias. Se nos haría muy tarde. Maille mañana tiene clase y yo trabajo. Otro día será.
Dió un beso a su madre y a Maureen, estrechó la mano a su padre y salimos de allí. Mi despedida fue una simple inclinación de cabeza. Nadie hizo intención de besarme, ni yo tampoco. El camino de regreso a casa, lo hicimos en silencio. Miraba de reojo a mi marido y veía sus labios apretados, señal de que la rabia y el disgusto le invadían. No me atrevía a preguntar nada, porque de sobra sabía que era algo que habían discutido, pero que no me estaba permitido conocer, por tratarse de algo de familia, y yo , claro, no pertenecía a ella.>
No pregunté, no dije nada. Durante la cena tampoco James habló, y yo me sentí totalmente desplazada e ignorada por mi propio marido. Y algo comenzó a romperse dentro de mi. Comencé a pensar que había sido un error nuestra unión, que nunca debimos llegar al matrimonio y que yo era un obstáculo entre él y su familia, y que quizá dentro de un tiempo no muy lejano, eso sería tema de discusión entre nosotros y de un malestar que no acarrearía nada positivo ni bueno.
Comprendía que eran sus padres y James estaba entre la espada y la pared, por mucho que reconociera que su familia no tenía razón y vivía anclada en el siglo diecinueve, pero se trataba de sus padres, y aunque distanciados, seguía siendo un lazo muy fuerte el que les unía. imaginé que la elegida era Maureen, y que quizá lo que buscaban era, precisamente, que nosotros no soportáramos la presión, que nuestra casa fuera un semillero de disgustos y que él, al final, volviera sus ojos a la novia perfecta, de una familia noble, bonita y que siempre había estado ahí.
Pero fue esa misma noche, una vez ya acostados cuando James, me comentó algo de lo que había hablado con su madre: la falta de un hijo a pesar del tiempo transcurrido. Eso que habíamos hablado los dos, lo que habíamos acordado, se desvaneció y fue el comienzo de una agria discusión, una de las que vendrían después por distintos motivos, que al final, originaron nuestra separación. Yo no entendía que hubieran de meterse en nuestros asuntos ¿ era porque les convenía? Algo se rompió aquella noche entre nosotros. James había tomado partido por una de las partes y no había sido la mía. Hablé muy claramente con él, y entendió lo que le reprochaba. Le pedí tiempo, al menos hasta que terminara mis estudios; era cuestión de un año. Y mientras tanto él seguía con su especialización, con sus viajes a congresos etcétera... Yo no se lo reprochaba porque comprendía que era su pasión y nuestro futuro. La que debía sacrificarse era yo, y no me importaba si con eso todo volviera a ser como antes, pero no lo era.
Ignoro si mantenían la comunicación y le hacían un lavado de cerebro, a pesar de que no era una persona fácilmente manejable, pero ya nada era igual. El distanciamiento era palpable y nos estaba destrozando, y fue entonces cuando nos planteamos una separación provisional, tomar distancia para que cada uno de nosotros, viéramos con frialdad la situación a la que habíamos llegado.
Y la decisión que tomamos, es que yo fuera a visitar a mis padres y allí terminar lo que faltaba de curso para conseguir mi título. Me dolió enormemente, pero pensé que era lo mejor, antes de que se deteriora más nuestra convivencia. Me dolía que todo hubiera sido por intervención de terceras personas. ¿ Es que no quedaba nada del amor que tuvimos? Me embargaba una tristeza inmensa, pero tomé la decisión de regresar a mi país lo antes posible, ya que de lo contrario todo sería más difícil y más duro de soportar. James se mostraba apesadumbrado, pero ya no existía diálogo en nosotros, y nuestra relación se había deteriorado grandemente, así que admitió mi regreso. Y me fuí de Londres en una mañana fria y lluviosa, mientras James hacía un turno de guardia. No nos despedimos, sólo le dejé una breve nota anunciándole mi partida.
Pero parecía que no todos estaban conformes con nuestro acuerdo, y para hablar sobre ello, es que me dijo que Maureen le había llamado.
- Quiere que vaya esta tarde para hablar con mi madre. Me temo que no anda muy bien de salud y desea verme. ¿ Vendrás conmigo ?
- Si tú lo deseas, lo haré, aunque no sea lo que tu familia quiere. Soy tu mujer y estás preocupado por la salud de tu madre; mi deseo y mi obligación es acompañarte. Así, que sí: iré contigo.
Y como sospechaba, aunque no le comenté nada, fue todo una argucia de la madre para tenerle a solas y hablar con él sobre algo que supe después de transcurrido bastante tiempo cuando nuestra vida en común, se había complicado. Reproché entonces y ahora a James, que no tuviera más firmeza en defender nuestra vida, en defenderme a mi frente a una invisible y astuta agresión en mi contra, por el simple hecho de no pertenecer a su gran escala social. Creo que me odió por ello toda su vida, y aunque me da igual lo que pensara entonces, si me hizo mucho daño por la repercusión que tuvo en nuestras vidas.>
Al fin la puerta del despacho se abrió, dando paso a James, bastante acalorado y a su madre tranquila y estática como era ella. Me tomó de la mano, y dirigiéndose a su padre, dijo
- Tenemos que irnos, se nos ha hecho muy tarde.-. Con hipocresía manifiesta, su madre, sonriendo maliciosamente, dijo:
- Es tarde. Quedaos a cenar
Yo apreté la mano que James me había tomado, y él supo inmediatamente que estaba deseando salir de allí
- No mamá, gracias. Se nos haría muy tarde. Maille mañana tiene clase y yo trabajo. Otro día será.
Dió un beso a su madre y a Maureen, estrechó la mano a su padre y salimos de allí. Mi despedida fue una simple inclinación de cabeza. Nadie hizo intención de besarme, ni yo tampoco. El camino de regreso a casa, lo hicimos en silencio. Miraba de reojo a mi marido y veía sus labios apretados, señal de que la rabia y el disgusto le invadían. No me atrevía a preguntar nada, porque de sobra sabía que era algo que habían discutido, pero que no me estaba permitido conocer, por tratarse de algo de familia, y yo , claro, no pertenecía a ella.>
Comprendía que eran sus padres y James estaba entre la espada y la pared, por mucho que reconociera que su familia no tenía razón y vivía anclada en el siglo diecinueve, pero se trataba de sus padres, y aunque distanciados, seguía siendo un lazo muy fuerte el que les unía. imaginé que la elegida era Maureen, y que quizá lo que buscaban era, precisamente, que nosotros no soportáramos la presión, que nuestra casa fuera un semillero de disgustos y que él, al final, volviera sus ojos a la novia perfecta, de una familia noble, bonita y que siempre había estado ahí.
Pero fue esa misma noche, una vez ya acostados cuando James, me comentó algo de lo que había hablado con su madre: la falta de un hijo a pesar del tiempo transcurrido. Eso que habíamos hablado los dos, lo que habíamos acordado, se desvaneció y fue el comienzo de una agria discusión, una de las que vendrían después por distintos motivos, que al final, originaron nuestra separación. Yo no entendía que hubieran de meterse en nuestros asuntos ¿ era porque les convenía? Algo se rompió aquella noche entre nosotros. James había tomado partido por una de las partes y no había sido la mía. Hablé muy claramente con él, y entendió lo que le reprochaba. Le pedí tiempo, al menos hasta que terminara mis estudios; era cuestión de un año. Y mientras tanto él seguía con su especialización, con sus viajes a congresos etcétera... Yo no se lo reprochaba porque comprendía que era su pasión y nuestro futuro. La que debía sacrificarse era yo, y no me importaba si con eso todo volviera a ser como antes, pero no lo era.
Y la decisión que tomamos, es que yo fuera a visitar a mis padres y allí terminar lo que faltaba de curso para conseguir mi título. Me dolió enormemente, pero pensé que era lo mejor, antes de que se deteriora más nuestra convivencia. Me dolía que todo hubiera sido por intervención de terceras personas. ¿ Es que no quedaba nada del amor que tuvimos? Me embargaba una tristeza inmensa, pero tomé la decisión de regresar a mi país lo antes posible, ya que de lo contrario todo sería más difícil y más duro de soportar. James se mostraba apesadumbrado, pero ya no existía diálogo en nosotros, y nuestra relación se había deteriorado grandemente, así que admitió mi regreso. Y me fuí de Londres en una mañana fria y lluviosa, mientras James hacía un turno de guardia. No nos despedimos, sólo le dejé una breve nota anunciándole mi partida.
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