domingo, 15 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo 15 - Uno frente al otro

El silencio reinante entre nosotros, podía cortarse.  Sólo nos mirábamos, sin hablar, con nuestras manos unidas, pero nada más. Posiblemente, aquella sería la conversación más trascendental de nuestras vidas.   Debíamos pactar nuestro futuro, no sólo los estudios, que en mi caso, estaban cercanos a finalizar, sino el trato con sus padres, de lo que no habíamos vuelto a hablar ni buscar una solución que conviniese a todos.  Ese tema no quería ni tocarlo, y por tanto, lo primordial estaba en nosotros, siendo secundario el problema familiar, que trataríamos en su momento.  Tomados de la mano, entramos en mi bungalow:  allí hablaríamos con tranquilidad, dentro de lo tranquilos que pudiéramos estar.

Me extrañó que al estar a solas, no me hubiera insinuado siquiera una aproximación más íntima, dado el tiempo transcurrido desde nuestro último encuentro sexual.  Y eso hizo que me reafirmara que mi plazo había terminado. Seguramente yo fui culpable al cincuenta por ciento de aquel alejamiento.  Debí dejarlo todo y correr a su lado, pero, fríamente pensaba, el porqué tendría que ser yo la que siempre se sacrificara en todo.  No dije nada; nos sentamos y comenzó a hablar exponiendo lo que teníamos que decidir

- Verás... Sé que lo que voy a proponerte no va a gustarte nada, pero he de hacerlo. he terminado el máster, pero me han ofrecido una ampliación muy interesante, y no sólo no voy a pagar ni un chelín, sino que voy a recibir un sustancioso sueldo.  Podríamos alternar los fines de semana para poder, al menos, vernos un par de días.  Tú pronto terminarás y lo mío será cuestión de unos meses.  Después volveremos a tener la vida normalizada.

Respiré tranquila cuando me expuso sus planes, y lejos de rechazarlos, me parecieron aceptables. Yo terminaría en un trimestre y luego tendría más tiempo libre, pero a cambio debía renunciar a buscar un trabajo .  No me importaba si estábamos juntos.  en tres meses aproximadamente; recuperaríamos nuestra vida normal como matrimonio.   Le miré fijamente y mi indecisión debía notarla porque me preguntó de inmediato:


- Presiento que no me has dicho todo lo   qué te ocurre  ¿De qué tienes dudas?
- No es nada.  Sólo que me extraña, que a pesar del tiempo transcurrido en el que nos vimos por última vez, no me hayas pedido...
- ¿Acostarnos? ¿ Es eso lo que te preocupa? ¿ Acaso piensas que durante todo este tiempo he estado con alguien? Dime  ¿Es eso ?

Permanecía callada y bajé la vista.  No quería aparecer celosa ante él después de todo el tiempo que había pasado, pero James sabía, y yo también, que su respuesta era importante, no sólo para mí, para él también en lo referente a que yo aceptara el plan, o por el contrario me echara atrás.

- No.  No he estado con nadie, si es eso lo que te intranquiliza. Y lo  espero con ansia, porque pienso que no me rechazarás. Me tenía preocupado tu reacción, por eso no te lo propuse en primer lugar.  Pero ahora que hemos hablado y hemos llegado a un acuerdo, creo que sería el momento más apropiado para rubricar el acuerdo ¿ No te parece?

No pude responder.  Me tomó en brazos  y nos dirigimos al dormitorio.  Le había recuperado, es decir no le había perdido.  Su fogosidad, su necesidad de mi, me dejaron claramente que no me había mentido, que seguía siendo mi esposo y yo suya. Y dos días después James partió rumbo a Londres. Al siguiente fin de semana sería yo, la que de nuevo regresaría a mi hogar londinense.  Y así estaríamos hasta que yo consiguiera mi diplomatura, que aunque se nos hiciera interminable, estaba a la vuelta de la esquina.  Y conseguido,  me buscaría un trabajo en Londres y nuestra vida recobraría su ritmo.  De momento quedaría aparcado el tema "padres."  Yo no lo sacaba ni él tampoco.  No queríamos romper la armonía de la que ahora gozábamos.>

 Así entre aviones, idas y venidas transcurría nuestra vida con la normalidad de una situación como en ésta cabía esperar.  Él estaba a punto de terminar su especialidad y yo,  buscaría un trabajo, y pasado un tiempo, posiblemente iríamos a buscar el bebe que tanto deseábamos y que habíamos aplazado.

La clínica funcionaba bastante bien, máxime con la ampliación en otras especialidades además de las de James. Decidí trabajar en la administración  del consultorio, de manera que íbamos y volvíamos juntos a casa, exceptuando los días de guardia.  Todo iba perfectamente entre nosotros, y de las secuelas de nuestra separación, no había ni rastro.  Pero ocurrió algo, que me puso sobre aviso : Maureen, que un día se presentó en la clínica, no porque estuviera enferma, sino como mensajera de la familia. ¡ Ya me parecía demasiada suerte !.  Lejos de oponerme, además de comentar lo justo, indiqué a James que debía escucharla, porque quizá se tratara de alguna dolencia que tuvieran sus padres.  Quedó con ella en la consulta, que duró aproximadamente una hora, y mientras los pacientes se acumulaban en la sala de espera y los enfados empezaban a hacerse notar.

Por fin, Maureen salió y el ritmo de visitas comenzó poco a poco a restablecerse.  En un paréntesis que tuvimos, y mientras tomábamos un café, James me anunció que en ese fin de semana nos acompañaría Maureen la había invitado a comer.  Parece ser que entablaron una discusión en la consulta, y deberían dilucidar en casa. Imaginé, que yo estaba presente en ello, pero no dije nada.  Acepté fingiendo complacencia y esperé en tensión a que llegara el sábado.

 Y llegó, y después de los saludos y cumplidos de rigor, tras ofrecerle algo para tomar, se encaminaron hacia el despacho de James, ellos solos.  Yo, como siempre, sería un invitado de piedra a pesar de que, estaba segura, el problema era yo,  aún en la distancia.>.

El almuerzo fue frio, protocolario.  Yo a penas pronuncié palabra, porque el ritmo de la conversación eran ellos quienes lo llevaban.  La mitad de los temas sólo ellos lo conocían. He de decir que sonreía, aunque por dentro de mi la furia era lo que me recorría.  Pero ante todo debía guardar las formas, además se trataba de temas relacionados con sus padres y había que estar con pies de plomo.  Ignoro si arreglaron el contencioso, si aclararon dudas, en definitiva, no supe nada.  Después a solas los dos, James me contó someramente  todo lo que habían hablado se trataba ¡ como no ! de reprocharle su ausencia de ellos.   decidieron que en el próximo día que tuviera libre iría a visitarles.

- Iré contigo - le dije, a lo que él me respondió
- ¿ Estás segura ?  Puedo ir yo solo
- No James. Soy tu mujer, y si es por algo importante, debo acudir contigo, aunque luego vosotros os encerréis en un despacho ignorándome
- Por favor, no desenterremos el hacha de guerra
- No es esa mi intención, pero sé que ocurrirá.

No quería amargarle el día, y esperé paciente con  la dichosa visita.  Creo que ambos estábamos nerviosos, porque sabíamos lo que iba a ocurrir.  Me mostré tranquila y sonriente a pesar de la incomodidad .  James apretaba mi mano con fuerza, y eso me hizo saber que él también estaba incómodo por algo que debía abordar con sus padres y que Maureen había puesto en antecedentes.

Como imaginaba la recepción fue algo cálida con James  y fria conmigo, pero no me importó. Probablemente no esperaban mi visita.  Tras unos momentos en que nos preguntaron por cómo iban los trabajos y demás, el padre invitó a James a que le acompañara a la biblioteca, quedándome con la madre. La situación para ambas era insufrible, ya que al no tener afinidad, tampoco teníamos temas en común ni nada, en concreto con lo que iniciar alguna charla que nos hiciera romper el hielo que reinaba entre nosotras.  De pronto pensé que aquello era insólito y decidí que aclararía la situación en ese momento, en ese instante.  Desde la biblioteca a veces, llegaban hasta nosotras voces en un tono más alto de lo debido, lo que indicaba que padre e hijo, discutían por algo que yo ignoraba.   entonces tomé la palabra

- Señora ¿ puedo preguntarle algo ?- Ella sorprendida movió afirmativamente la cabeza al tiempo que me respondía
- ¡ Claro !
- Bien pues dígame ¿ que tiene en mi contra  Qué daño les he hecho para que me traten con tanto desprecio?

Ante la pregunta, por unos instantes se quedó sorprendida sin saber qué decirme, pero yo firmemente volvÍ a preguntárselo.  Y de repente supe que no había base para repudiarme como lo hacían, sino simplemente que James les había desafiado rechazando a Maureen que era la elegida por ellos.  No sabía si era mejor o peor confirmar lo que supuse desde hace mucho tiempo.  Al no obtener respuesta, me levanté y con voz suave le dije:

-  ¿Es por Maureen? Ustedes la querían para James, lo lamento, pero han de saber que él me eligió a mi que nos enamoramos y nos amamos, y nada de lo que hagan conseguirá que dejemos de amarnos.

Y sin decir nada, salí de la casa. Esperaría a mi marido en el coche, pero no podía permanecer allí ni un minuto más, en aquella rancia estancia y con aquella rancia mujer anclada en tiempos remotos.




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