miércoles, 11 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo 3 - Un plan descabellado

 Mi ánimo decaía por días.  Mi cabeza estaba en otro lugar, y pienso que en mi semblante debía reflejarse algo de lo que me ocurría.  No me centraba, no hacía las cosas bien, y más que ayudaros  os entorpecía.  En un descanso, hiciste  que me sentara a tu lado y me preguntaste  por lo que me ocurría.  No podía decirte la verdadera razón del porqué deseaba volver a Londres.  Me tratarías de loca, y no te faltaría razón para ello.  En el próximo curso debía decidir lo que iba a ser en la vida, y realmente no tenía ni idea de lo que quería.  No tenía la cabeza para esas cavilaciones. Me reprochaba a mi misma, que fuera tan alocada e inconsciente, pero el médico no se me iba.  Ni siquiera sabía su nombre, ni dónde vivía, ni si estaba casado.  Nada, no sabía nada, y sin embargo estaba como hechizada por él


 Me decidí a hablar abiertamente contigo, sin decirte el verdadero motivo por el que tomaba esa absurda decisión

-Verás, papa. Marbella se me queda pequeño. Quiero estudiar, pero no sé el qué.  Estoy desorientada y creo que mi papel no es el de ser hotelera.  He vivido el dinamismo de Londres y creo que es allí donde debo estudiar
- ¿ Te has vuelto loca ? ¿ Allí sola ? Ni hablar.  Aquí está tu casa, tu familia, tu pais.  Aquí está todo ¿ Me quieres explicar lo que vas a  hacer allí? Para mi vergüenza, ni siquiera sabes hablar inglés  ¿Cómo pretendes estudiar en una universidad?
- No lo sé, quizá tengas razón, pero...  Deja que, al menos , lo intente.  Si no me adapto siempre regresaré. Además lo bueno es que aprenderé de una vez tu idioma. Lo tengo todo pensado: buscaré un trabajo y asistiré a un Colegio Mayor a estudiar... lo que se me ocurra, o lo que crea que más me interesa
- Rematadamente loca.  Eso es lo que creo.  Y espera a que tu madre lo sepa.
- Ayúdame papa. No va a ser para toda la vida.  Simplemente deseo ampliar mi horizonte.

 Me dolía grandemente mentirte. No decirte la verdadera razón para regresar a Londres, para volver con esa idea tan descabellada. Le buscaría,  iría a la clínica y trataría por todos los medios de averiguar algo sobre él.  De lo que estaba segura era de que  necesitaba volver a verle.  Ni siquiera explicaría a mis amigas, lo que me proponía, aunque ellas, conocedoras de todo,  se imaginarían el porqué de mi empeño en volver a la capital del Támesis .

 Mamá,  como esperaba puso el grito en el cielo y se negó en redondo.  Os sentí discutir desde mi habitación, pero a la mañana siguiente dísteis la  aprobación para mi viaje

- Sólo prométeme que si no te va bien, nos lo dirás y volverás a casa rápidamente.
- Te lo prometo mamá, te doy mi palabra. Pero al menos dejadme intentarlo, de lo contrario, siempre tendré esa duda durante toda mi vida.
- Está bien, hija mia.  Sólo te pido que te cuides y no cometas locuras. Que la libertad no te ciegue. Toma...

Me entregó un sobre, que por el bulto enseguida supe que se trataba de bastante cantidad de dinero

  -.  Para los primeros gastos, hasta que encuentres algo.

 Me levanté la dí un abrazo y corrí hacia tí para agradecerte tu intervención que haría posible, retornar a Londres en un breve espacio de tiempo

 Y regresé plena de ilusiones, de proyectos y de planes. Me hospedé en el mismo hostal de la primera vez, y después de colocar el equipaje, saqué del bolso el informe que me había dado para que entregase al médico en España que habría de quitarme los puntos.  Como buen médico, su nombre era un garabato ilegible, por tanto si pretendía averiguar algo, por teléfono no podría hacerlo

- ¡Siii ! Iré a la clínica y con ese informe y la fecha, localizarán quién me atendió

 Yo sola en mi habitación, sonreía satisfecha por mi ingenio. Lo estudiaría todo minuciosamente.  Eso sería después de llamar a casa y anunciaros que ya había llegado, estaba bien, contenta e instalada

 Deseaba más que nunca que amaneciera cuanto antes.  Aquella noche dormí  a trompicones, impaciente porque llegara la hora de levantarme e iniciar mi aventura  de localizar a mi doctor preferido. Me arreglé y antes de salir traté de averiguar si  estaba en la clínica, pero al no dar el nombre no me pudieron decir nada.  Por muchas referencias que les di de la fecha de la consulta, no quisieron adelantar nada. Así que, resuelta, salí a la calle a averiguar si todo seguía lo mismo que cuando lo dejé no hacía tanto tiempo

 Y de nuevo la aplastante personalidad de Londres me sobrecogió, quizá más ahora que cuando llegué con mis amigas, precisamente porque con ellas me sentía acompañada, y ahora estaba yo sola y mi descabellada aventura.


- Quizá debería hacerme detective privado- sonreí con esta idea.

  Mientras iba en el autobús, recordé la indicación que él  me hizo al despedirse de mi: esta vez no subiría al último piso, sino que me quedaría cerca de la salida.  Y de nuevo me encontré frente a la portada de la  clínica.  Todo estaba lo mismo .¡ Cómo no iba a estar igual, si no hacía más que un mes que había estado allí!   Respiré hondo y decidida entré y pregunté por él en Recepción, enseñando el informe que me había dado.  Tuvieron que mirar en el ordenador, y por fin averigüé cómo se llamaba el doctor de mis sueños: James Sheridan.  Pensé que era un nombre que le pegaba.  Me senté en la sala que me indicaron y esperé a ser llamada.  Transcurrió más de media hora hasta que ésto ocurrió, pero al fin, entraba nuevamente en la consulta.  Ahora sólo faltaba que se acordase de mí, y para ello, si fuera necesario, le refrescaría la memoria con mi accidente; no todo el mundo se cae de esa forma.

 Pero tenía que urdir una excusa que justificase mi presencia allí; no podía decirle que era para localizarle, para eso me inventaría un dolor extraño en la rodilla herida, y veríamos a ver cómo resultaba el invento..

 Como ocurrió la primera vez, me dio los buenos días sin levantar a penas la cabeza de lo que estaba haciendo, pero al hacerlo, se quedó parado y esbozó una ligera sonrisa diciendo

- ¿ Aún sigues aquí ?  Te dije un par de días
-No, no. Mi presencia aquí se debe a que deseaba agradecerle su intervención que elogió mi médico al quitarme los puntos. Casi no me ha quedado cicatriz en la rodilla. Compruebo que se acuerda de mi
- ¡ Claro que me acuerdo.!  No hace tanto de eso y además fue una caída muy original. Y bien, ya me has dado las gracias. ¿ Puedo hacer algo más por ti ?

 Mi cabeza trabajaba a mil por hora  :  " si le digo que siento molestias, tendré la oportunidad de volver a verle".-  Y tal y como lo pensé lo expuse, algo que le extrañó.  Como en la vez  anterior, indicó a su enfermera que me facilitara la bata para reconocer mi rodilla.  Se enfadó bastante conmigo al comprobar que todo estaba perfecto .

- No tienes nada en absoluto.  No te preocupes, la cicatriz desaparecerá en breve espacio de tiempo. Y ahora te rogaría que no me hicieras perder más el tiempo.  Como has podido comprobar tengo bastantes pacientes que esperan, y ellos si tendrán motivos para la consulta.
- Yo sólo quería agradecerle el trato del que fuí objeto.  Perdóneme, no quería distraerle. Abonaré esta consulta, no se preocupe
- Está bien. No pasa nada y no tendrás que abonar nada. Si tienes alguna molestia será por la tirantez de la piel.  En unos días  te pasará
- Bien..., pues me marcho.  Buenos días doctor
- Buenos días.  A propósito ¿ cuál es tu nombre ?
- Maille Desmond Aguado
-  ¿Eres irlandesa?
- Mis abuelos paternos lo eran y por eso llevo el nombre de mi abuela.  Mi padre es inglés; yo nací en España.  Es una larga historia
- Ya veo. Bueno, ahora si me disculpas...
- Claro, perdón. Buenos días


 ¡ Uf ! Sentí alivio, porque durante todo el tiempo estuve nerviosa tratando de que mi excusa fuese creíble. Se mostró amable y hasta me sonrió.  Al menos, ambos sabíamos cómo nos llamábamos, pero eso nada importaba puesto que a no ser que volviera a caerme en la misma zona, no volveríamos a vernos " No me des ideas ", pensé..    Riendo salí en dirección a la puerta de la clínica. Pero...

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