jueves, 12 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo 6 - Una cena muy íntima

Y me llevó directamente al puerto, a una marisquería sobradamente conocida por mi, ya que su dueño y mi padre eran amigos. Comprendí entonces que se había dedicado a conocer a fondo los lugares más típicos de Marbella, y que paraba poco en casa. ¿ Cuánto tiempo llevaba aquí ?  Mis vacaciones se terminaban en breve; había venido por pocos días, y pensé ¡ lástima no habernos visto antes! Pero , el haberle visto, aunque fuera tan sólo un día, lo consideré como un regalo del cielo.

No sé si era la noche, o el encuentro inesperado, el estar con él en otro plano que no fuera médico- paciente, sino simplemente una pareja  que charlaba amigablemente, me hicieron comprender en el acto, que estaba loca por él, y que sería capaz de hacer cualquier cosa si me la pidiese,  aunque pasase mucho tiempo, James estaría siempre en un lugar preferente en mi vida.  Era todo un alocado disparate, pero así había ocurrido y no quería hacer nada por evitarlo, muy al contrario, deseaba que las horas que estuviéramos juntos se dilatasen en el tiempo.

Me ayudó a salir del coche y tomándome de la mano, entramos en el local.  El dueño, sonriente, al vernos, se dirigió a nosotros con una amplia sonrisa y el característico gracejo andaluz:

- ¡ Qué barbaridad, qué barbaridad ! ¿ Cuánto tiempo ha pasado? - Lo decía refiriéndose a mi, ya que me conocía prácticamente desde que nací - A ti también te conozco. Has venido más veces con la señora Helen
- Si, es mi abuela. Hoy vengo con mi novia
- ¿ Tú novia ? ¿ Que esta chiquilla es tu novia ? ¡ Vaya ! Ni  tu padre me había comentado nada -, dijo dirigiéndose a mi. No sabía qué decir, porque acababa de enterarme de que tenía novio y  era él
.- Bueno, pues siendo así ¡ enhorabuena chicos ! . Hacéis una pareja fantástica.

Yo seguía sin pronunciar palabra.  No sabía qué decir. ¿ Cuándo lo decidió? ¿ Por qué lo ha dicho ?  El seguía sonriendo, cuando un camarero nos acopló en una mesa para dos,  alejada del bullicio del local

- ¿ Por qué has dicho eso ? - le pregunté entre asombrada y enfadada
- Porque es cierto.   Te he comentado que he pensado mucho, que reflexiono cada cosa que voy a hacer, y aunque creyeras que me había olvidado de nuestra cita, no fue así.  Quería estar seguro de lo que sentía, y cuando he vuelto a verte, me convencí  Te quiero, estoy enamorado de ti y vamos a casarnos ¿ Cómo llamarías a eso?
-  Dónde has dejado al inglés ceñudo que no me miraba mientras curaba mi herida ? - él soltó una carcajada

Se le veía feliz y como si hubiera soltado un lastre.  ¿Era yo esa carga? ¿ No estaba seguro de que si me lo proponía no le aceptara? Ignoraba que estaba loca por él desde hacía mucho tiempo, porque en realidad, si fuera cierto que éramos novios, formábamos una pareja bastante atípica.  Nunca lo hubiera imaginado en alguien como él tan sesudo, tan frío y tan cuadriculado con sus costumbres tan inglesas. Pensé que el viento del Sur, le había cambiado y que todo se diluiría cuando ambos regresáramos a  Londres.
A lo lejos, se escuchaba el rasguear de una guitarra y una voz ronca cantando y unas manos que le acompañaba tocando las palmas.  Andalucía en todo su esplendor.  El también lo escuchaba y me dijo muy solemne:>

- Ahora lo entiendo. Ahora sé lo que significaba cada vez que me decías que vivíais la vida.  Esos hombres seguramente son pescadores.  Habrán estado todo el día en la mar y sin embargo aún tienen un rato para charlar con los amigos y cantar.
- James, no me mal interpretes, pero creo que a los ingleses, y no sólo vosotros,  al resto de europeos os falta comunicación. Según comenta mi madre, a mi padre le ocurrió lo mismo, y sin embargo ahora, no podría vivir de otra forma ni en otro lugar  No habláis entre vosotros como no os  hayan presentado, como no os conozcáis.  Por eso los mediterráneos, los del sur de Europa somos diferentes.  Es igual que seamos griegos, italianos o españoles, todos tenemos el mismo carácter: hablamos enseguida con todo el mundo.  No necesitamos ir a un psiquiatra: lo tenemos al alcance de la mano en todo momento. Sólo tienes que salir a la calle y dar los buenos días.

El me miraba fijamente como absorbiendo lo que le decía,pero en su rostro había una sonrisa de aceptación y comprensión.  Su novia no era una chica extraña, alocada, peculiar.  Era el carácter de toda esta gente.  Vivía feliz simplemente con una canción y un amigo al lado que le acompañara.  Tomó una de mis manos y la besó. Me dejaba sin reacción: resultaba que era un romántico empedernido  bajo esa máscara de frialdad y seguridad  que emanaba.  Al comprenderlo sonreí abiertamente y comencé a conocerle.
Después de cenar, paseamos por la playa cogidos de la mano, lo mismo que haría cualquier pareja de enamorados, pero a mi me resultaba todo muy extraño.  Probablemente mi cabeza aún no había asimilado el plano en el que ahora James me había colocado, y yo seguía viéndole como un doctor, que casualmente me atendió en unas vacaciones.

Estábamos recostados en una barca varada en  la orilla,  mientras disfrutábamos de la puesta de sol maravillosa y de la calma del mar. De vez en cuando nos mirábamos; creo que ambos estábamos algo desconcertados.  Era como si no supiéramos lo que en realidad era nuestro papel ahora.  Pasó su brazo por mi hombro y me aproximó a él.  Recosté la cabeza y saboreé el estar cerca, sintiendo los latidos de su corazón que se aceleraba por momentos. acaricié su mejilla y él, pausadamente me dijo:

- Te quiero, chica peculiar.  Creo que fue cuando cierta turista me pidió donde podía comprar Chips and Tips, cuando me fijé en tí. Fue sólo un instante, un segundo, pero cuando te vi marchar ...
- ¿ Te has acordado de aquello ?
- Fue definitivo cuando te vi aparecer en la consulta con la rodilla herida.  Me causaste una gran impresión, y el mismo desconcierto que sentía, hacía que te tratara con hosquedad, cuando sentía todo lo contrario..  Traté de olvidarte cuando te di el alta.  Jamás hubiera imaginado que volverías nuevamente a la consulta.  Así que no te asombres tanto de que haya dicho que eres mi novia, porque lo eres. Y si me aceptas, nos casaremos pronto, muy pronto, porque contigo es que quiero formar mi familia.  Es normal que estemos algo desconcertados; todo ha ocurrido muy rápidamente.  Pero así son las cosas.  Mañana te presentaré a mi abuela, y en cuanto lleguemos a Londres, a mis padres.  Después será cuestión de días para que seas mi mujer.

- James...  No te sigo; vas a mucha velocidad
- No quiero ni oír una sola palabra en contra
- Pero me has dicho si te acepto. Ni siquiera me lo has preguntado. Y es algo muy definitivo que hay que pensárselo, tanto tú como yo.
- Bien, pues te lo pregunto ahora ¿ Quieres ser mi mujer?

Me extrañaba esa rotundidad de él, esa certeza de que íbamos a casarnos.  No nos conocíamos, no sabíamos nada uno del otro. ¿ A qué venían tantas prisas?  Creo que había algo que no me había dicho y pensé que era algo familiar.  Me entraron de golpe muchos nervios, miedo ante lo que me estaba ocurriendo. Le diría que sí en el acto, pero mejor sería esperar al día de mañana y ver qué tal irían las cosas con la abuela.  Aunque con ella fueran bien, aún quedaban los padres, y no sé porqué imaginé que no sería todo lo fácil que él imaginaba.
Posiblemente  tuvieran otros planes para él, alguna jovencita adinerada  e hija de algún lord, y no una chica sencilla hija de un hotelero de Marbella .  De repente las palabras se borraron de mi cabeza y no sabía de qué hablar; sólo miraba el horizonte y daba vueltas a lo que sucedería no sólo al día siguiente sino en los sucesivos que vinieran ya en Londres.  Como si me leyese el pensamiento, apretó su mano en mi hombro y me dijo:

-Todo irá bien, no te preocupes.  Posiblemente me cueste una discusión con ellos, no por ti, sino por la repentina decisión de casarnos, pero estoy acostumbrado a sus cortapisas.  Soy un hombre de ideas fijas, y cuando hago una cosa es porque estoy muy seguro de ella y no me vuelvo atrás.  Formaremos nuestra familia los dos juntos.
-Pero es razonable que ellos tengan sus dudas ¿ Les habías hablado de lo nuestro antes? ¿De lo que sentías?
- No, nunca. Eso es algo entre tú y yo, y de nadie más.
- Pero ellos son tu familia.  Deben saberlo y seguramente no les gustaré nada.
- Pues será peor para ellos, porque se trata de mi vida, de nuestra vida, y la viviremos como nosotros queramos y no como ellos dicten que deba ser.


Pero como me temía, y por otra parte era lógico, el primer tropiezo lo tuvo con su abuela, al día siguiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADAS POPULARES