martes, 10 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo 1 - Tips & Chips

Una vez más se cumplía el ritual de cada mañana: un paseo diario, para al menos distraer la monotonía y la soledad..  Lo primero que hacía era mirar al cielo que estaba encapotado, como casi siempre.  Es sabido que el clima de Londres, por lo general, no se lleva muy bien con el sol, y yo estaba acostumbrada al astro rey..    Con  el transcurrir del tiempo me había familiarizado con la lluvia, la humedad, el tráfico por la izquierda..., en fin me acostumbré a todos los tópicos que les definen.  Incluso  su seriedad.   Ya no me resultaba extraño el no poder hablar con nadie en un ascensor, o en un autobús. Tomaba el té de las cinco y comía roast beef.  Conservaba mi mitad  inglesa y mi otra mitad española.  Habían confluido en mi dos ramas dispares de forma de ser.   Mis ojos azules, se los debo a mi padre.  El color del cabello, la alegría de vivir, a mi madre.y,  para rematar el pastel, me había casado con un inglés, que por  la convivencia le había hecho perder parte de su indiosincrasia anglosajona de pura cepa y hacerle algo más comunicativo, menos estirado.


Mucho tiempo ha transcurrido y muchas cosas pasaron en nuestras vidas, que como todo, unas fueron buenas y otras no tanto.  Pero llegado hasta aquí he de decir que le echo de menos a pesar de su fuerte carácter inglés y su rigidez en ciertos temas.   El que ahora vivamos separados, no es óbice para haberle dejado de querer y desear que todo fuera distinto.  Le  quise desde el primer momento en que nuestras miradas se cruzaron fortuitamente.  Construí mi vida para alcanzar un objetivo, que ahora me parece remoto e inalcanzable, pero que entonces lo vi  fácil, absurdo si se quiere, pero en mi alocada cabeza de adolescente lo veía todo posible de alcanzar.  Aunque he de decir que no todo lo hice yo, la suerte o el destino, también puso algo de su parte.

Mientras paseo, sin prisa,  una fina lluvia comienza a caer y busco rápidamente algún lugar en donde poder guarecerme, porque estoy segura que no tardará  mucho, en que sea fuerte e incesante.  Lo más lógico hubiera sido regresar a casa, pero la lógica no va mucho conmigo, y además estaba sola en mi apartamento, nadie me aguardaba y precisamente salí a la calle en busca del ruido que produce una ciudad como Londres.  Entraré en un pub y aguardaré a que escampe, si es que se decide a hacerlo.

Me sirven el té que he pedido, veo a través del ventanal que la gente se apura, va deprisa a donde quiera que se dirijan. Y sigo rememorando los recuerdos que permanecen frescos en mi memoria de la primera vez que visité Londres. Son recuerdos imborrables que marcaron mi vida.  Sonrio al evocarlos  ¿cómo pude ser tan alocada? Sólo hay una respuesta: era muy joven y fantasiosa; tenía todas las ilusiones intactas y estaba viviendo una novedad siempre deseada.  Quería conocer el lugar en donde nació mi padre, al que no había regresado desde que se casó con mi madre, y fijaron su residencia en el sur de España.  Y allí nací.   Al fin volveré a la tierra de mi otra mitad.  Estoy pasando las últimas horas en esta ciudad, que amo, a pesar de todos los avatares  transcurridos precisamente en ella.

Maille Desmond Aguado, entraba en el túnel que la conduciría hasta el avión con dirección a Marbella en España.  Allí estaba su casa, su familia, su país, su gente.  Llevaba puestas las gafas de sol, aunque el día estaba nublado y a punto de llover.  No deseaba que nadie viera que estaba llorando.  Buscaba refugio en las personas que sabían la querían: sus padres.

La recibieron con los brazos abiertos después de haber tardado en verla, pero les preocupaba lo que la traía de nuevo a su casa, dejando atrás un marido y un hogar.  Había sido un matrimonio récord, con pocos meses de noviazgo, sin a penas conocerse, que había resultado fallido.  Estaban seguros que ella se casó enamorada y James también, pero algo   había pasado  para que todo se fuera al traste en tan poco tiempo.

Después de las preguntas de rigor y yendo los tres abrazados, llegaron hasta el coche, y desde el aeropuerto andaluz, a su casa.  Regentaban un pequeño complejo hotelero en la Costa del Sol malagueña desde hacía mucho tiempo, y de él salió Maille rumbo a Londres en busca de una utopía, de una fantasía forjada en su cabeza.

Ya estaba en casa e instalada en su habitación.   Sabía que tendría que dar explicaciones a sus padres de su repentino viaje.  Pero¿ por dónde empezar?  Tenía más afinidad con su padre, probablemente por la flema británica que tenía; su madre era más explosiva.  Así que después de cenar, padre e hija se dirigieron a la playa y allí paseando inició el relato de su aventura londinense.  Pero debía hacerlo desde el principio, y el comienzo de todo le parecía que estaba muy lejano, pero en realidad no era tanta la distancia entre aquel primer viaje y,  éste..  Y comenzó el relato pisando la arena húmeda, con los pies descalzos y su mano agarrada a la de su padre, como cuando era niña.  Y es que ahora a pesar de ser mujer, necesitaba del amparo y consejo de sus progenitores.  Estaba desorientada, triste, frustrada..

- Necesito explicarte todo lo ocurrido, pero para llegar al final, he de comenzar desde el minuto cero de toda esta historia.De las sensaciones que tuve y de las que tengo ahora. Es largo y complejo, y también agridulce para mí, porque en él van mis ilusiones forjadas y fracasadas.  Así que te ruego me escuches con mucha atención y no me interrumpas.  Cuando termine, hazme todas las preguntas que quieras, porque posiblemente hayan cosas que no entiendas. 
   Y todo  sucedió así ...




— Mis dos amigas y yo, tras ahorrar durante mucho tiempo, pudimos permitirnos el viajar durante una semana a Londres. Era un sueño acariciado durante años, y todavía me pregunto el porqué de ese empeño, y no en visitar París, Praga o cualquier otra ciudad europea, incluso Dublín que era un lugar idílico y más cercano.. No sabría decir, pero mi entusiasmo contagiaba a mis amigas que me acompañaron en el viaje.

— Y al fin nuestro deseo se vio cumplido.  Llegamos a principios de Agosto, y el clima fue benigno con nosotras y durante toda esa semana, cosa extraña, no llovió ni una pizca.  Nos hospedamos en un hostal no alejado del centro, para de este modo poder visitar cuantas más cosas  que se nos ofrecían: teatro. museos, en fin todo el abanico cultural que tiene Londres. No queríamos perder ni un solo minuto, y en cuanto estuvimos hospedadas salimos a la calle a "comernos el mundo"  Habíamos llegado a primera hora de la mañana, y de esta forma aprovecharíamos más el tiempo, porque sabíamos que ni el dinero ni la semana de vacaciones nos daría de sí para toda la curiosidad que sentíamos por pisar sus calles y recorrer las vías mundialmente famosas .

— Hacia mediodía estábamos hambrientas.   Estar en  Londres y no probar los  Tips and Chips sería como ir a Roma y no visitar el Coliseo.  Estábamos sentadas en Trafalgar Square, descansando un momento de nuestra caminata y decidiendo dónde podríamos comer que no nos resultase muy caro.  Me abstraía en ver a la gente que iba y venia de un lado para otro sacando fotos o  señalando alguna cosa.  La inmensa mayoría éramos turistas, pero también algún que otro londinense se mezclaba entre nosotros y hasta pienso que nos miraba con curiosidad.

  — Buscamos un lugar donde poder descansar y decidir de una vez hacia dónde dirigirnos.  No encontrábamos ningún carrito para comprar lo que sería nuestra comida.   A pesar de que,   papa,   eres inglés, la lengua de Shakespeare no era lo mío; tan sólo me defendía con palabras muy básicas, con un gracioso acento andaluz, algo que extrañaba en  principio a mis amigos.

 —   Te enamoró  una malagueña, al visitar junto a tu familia,  Andalucía, Allí decidísteis  estableceros en un negocio de hostelería., Al conoceros, y enamoraros,  unisteis vuestras vidas  y yo nací en la Costa del Sol.   Pero todo eso ya lo sabes puesto que fue vuestra historia 

—  Mi primer viaje al extranjero sería Londres.  Creía, debía conocer,  al fin, el lugar de tu origen ,  y por tanto algo mío también. Y de esta forma nos vimos sentadas en aquel lugar,  tratando de buscar un sitio en el que saciar nuestro hambre  Azuzada por mis amigas , insistían en que preguntara al joven que leía junto a mi, y . decidí hacerlo en mi inglés macarrónico, esperando que me entendiera.    Leía con detenimiento una revista científica, y hacia él me dirigí interrumpiendo su lectura 


— Por favor, ¿ Podría indicarme dónde podemos encontrar Chips and Tips?

<—Y esa fue la primera vez que le vi, y me pareció el hombre más guapo y apuesto que había visto nunca. Al levantar la mirada de lo que leía, fijó sus ojos en mi, con una mirada extraña como preguntándose. ¡ Qué cosa  más rara  !.  Me contestó en un perfecto inglés del que a penas pude entender alguna palabra , y eso porque me señaló con el brazo en una dirección.  Le dirigí la mejor de mis sonrisas agradeciéndole su atención 


—No pronunció ni una sola palabra mientras volvía a su lectura. Era el clásico personaje de la literatura: correcto, educado y escueto.  Ni una sola oportunidad de entablar algún tipo de comunicación.  A mis dieciocho años, me pareció que había encontrado a mi príncipe azul.  Una de mis amigas tuvo que darme un codazo, para que dejara de mirar el perfil del galante caballero al que yo, disimuladamente, seguía contemplando.  Nos levantamos y marchamos en la dirección que me había indicado aquel hombre.  De vez en cuando volvía la mirada para seguir viéndole, y una de las veces, observé que miraba en la dirección en que habíamos marchado.  Ese simple acto, que bien podría haber sido casual, hizo que mi imaginación se desbordara y comenzase a crear fantasías inexistentes.  No prestaba atención a lo que mis amigas decían, hasta que una de ellas me zarandeó

-—¿ Quieres hacer el favor de bajar de la luna? ¿Puede saberse qué te ocurre ?
— No me pasa nada. Sólo estoy cumpliendo un sueño que deseaba realizar

— Mi amiga me miró como diciendo " no te lo crees ni tú ". Y es que debía ser demasiado evidente lo que me estaba ocurriendo desde que pregunté al muchacho dónde podríamos comer algo tan típico de Londres.



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