martes, 17 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo 23 - James en casa

Liz se despidió de ellos, siendo acompañada hasta su casa por Ralph.  Ambos habían creado un vínculo de sincera amistad, por no decir familiar.  El primer día de su contacto, liberaron muchas cosas que llevaban guardadas durante mucho tiempo, fue una liberación para ambos, y ahora estaban en paz y satisfechos por haberlo hecho.  No había gran distancia entre ambos domicilios, pero durante su paseo, Ralph, reveló a Liz el verdadero motivo de su viaje a Londres.  Ella conocía la situación de su hijo, y trataba de ayudarle, pero lo que no esperaba era la reacción de Ralph.  Le agradeció profundamente su gesto, pero él quiso dejar claro dos cosas:

 - Liz no te equivoques.  Lo hice como revancha por mi hija.  Lo siento no soy tan altruista
- Si lo eres, Ralph, si lo eres.  Si sólo hubiera sido el hecho de comprar unas tierras, podías hacerlo en otro lugar, en otras ventas.  En parte fue por vengar, digámoslo así, a Maille, y te entiendo, pero el querer recuperar esas tierras, también era por tí, por aquel MacKenzie que no era apto por ser pobre. Quiero quedarme con esta parte y no la venganza.
- Visto bajo ese punto de vista, probablemente tengas razón, que en el fondo estaba también el homenaje a mi padre, pero pensando con detenimiento saco la conclusión, que , al enterarme de la situación difícil de tu hijo, y sabiendo que James les ayudaba, pensé que en difinitiva se trata de sus suegros y estoy segura que si Maille lo supiera, aprobaría mi acto.  Ella es generosa, Liz, y hubiera sido como una hija para ellos, si hubieran sabido aprovechar sus cualidades.

- Ya lo sé Ralph. He tenido la suerte de conocerla y valorarla en su justa medida.  Por eso me duele mucho ver a los dos sufriendo por algo ajenos a ellos mimos, y por una situación que han provocado otros.  Veo a James apagado, sin ilusiones, ni siquiera por su profesión que adora.  Estamos haciendo cuanto podemos, pero tienen que ser ellos quienes tienen la última palabra.  No caigamos en lo mismo que criticamos. ¿ Sabes Ralph ? Hay algo muy positivo en todo este embrollo para mi: he recuperado  algo que pocas veces he conocido: una amistad sincera y una parte de mi familia ignorada durante muchos años.  Os estaré eternamente agradecida por ello; ya no me siento tan sola: os tengo a vosotros.

Liz abrió la puerta y ambos se estrecharon en un abrazo abierto y sincero.  Ralph estaba emocionado después de escuchar a Liz, y supo en ese momento, que nunca podría guardar el rencor del pasado ante esta mujer que fue víctima de lo que ahora está pasando con su hija.  Conocía las consecuencias de lo que ocurrió después de aquello, pero con Maille no pasaría.  No olvidó a su madre, que fue excelente esposa y madre, a la que adoró su padre, pero también sabía que nunca había olvidado a Elizabeth.

Liz, se sorprendió cuando entró en el vestíbulo y vió en un rinon una maleta. Sólo podía ser de una persona ¿ James ?.  Y efectivamente, James había llegado .  Fue informada por una de las sirvientas de que efectivamente estaba en lo cierto.  Al preguntar dónde estaba, la doncella la respondió que había salido, pero que regresó de inmediato y se encerró en su habitación.  Y hacía allí se dirigió inmediatamente con alegría inmensa. ¿ Era una oportunidad para que se viera con Maille?

- James, James - Subió las escaleras al primer piso que era donde estaban las habitaciones.  Estaba entusiasmada y pletórica. Era un día grandioso, pensó.


Entró en la habitación y encontró a su nieto tumbado en la cama, con un brazo sobre su frente, mirando al techo fijamente. Entonces imaginó que algo no marchaba bien.  Pensó de inmediato en su hijo.  Por lo anunciado por Ralph, no podía tratarse de un embargo, puesto que había sido generoso en el pago y de momento lo había frenado.  Entonces ¿ qué ocurría ?  Se acercó a la cama y sentándose a su lado, retiró su brazo y le preguntó:

- ¿ Qué te ocurre ? ¿ Por qué no me has llamado?  Te hubiera dicho donde estaba
- Sé donde estabas. Fuí, iluso de mí, en busca de Maille.  Pero al llegar os ví en plena juerga y ella era abrazada por otro hombre.  Supuse que mi viaje había sido en vano y me vine para acá.  Hace unos días nos encontramos por causalidad en Canadá, y después del tiempo transcurrido sin vernos, el encuentro fue frio.  Subí hasta su habitación para hablar con ella, y ni siquiera quiso abrir la puerta.  Ahora sé el porqué lo hizo.
- ¡ Estás celoso ! ¡ La sigues amando ! - y Liz comenzó a reirse a carcajadas
- No sé qué tiene de gracia todo ésto-, replicó enfadado.-  Y sí, la sigo amando.  Nunca he dejado de hacerlo, y tú debieras saberlo mejor que nadie.  Siempre me he sincerado contigo, más incluso que con mi madre.
-Querido para eso no hay que esforzarse mucho.  Tú madre es fría y no da pié para confidencias. Ese hombre que abrazaba a Maille, era un compañero de trabajo.  Se habían acercado a verla: él y su esposa, que también estaba presente. Ve y habla con ella, descubrid juntos lo que os haya separado, arreglad vuestras cuentas de una vez
- Déjame Liz, por favor.  Mi cabeza es un laberinto.  Estoy desorientado, no sé qué pensar, ni qué hacer
- James, lo sabes perfectamente.  Habla con ella.  Me consta que no le eres indiferente.  Es una muchacha muy especial, no la pierdas.  Habla con ella.  No corras más riesgos que los necesarios. Hablale con sinceridad, sin esconder nada y puedo asegurarte que lo entenderá. Cuéntale la verdad y , aunque sea por una vez,  incumple la palabra dada.  Créme has encontrado un amor verdadero y una familia que os arropa, aférrate a ellos, porque si se te escapa, posiblemente no vuelvas a tener otra oportunidad, y posiblemente te estarás arrepintiendo toda tu vida. Te lo digo yo, que tuve mi experiencia y sé de lo que hablo.

James la escuchaba sin parpadear no entendiendo la última parte de su recomendación, pero algo tenía decidido: seguiría su consejo.  Haría un último intento. Hablaría con Maille y le contaría la verdad, del porqué andaba nadando en aguas peligrosas, pero le habían hecho jurar que no hablaría de ello con nadie, ni siquiera con ella.  Se trataba de algo importante, tan importante que nunca llegó a entender ese empeño en que nada se supiera: ni serian los últimos ni los primeros quienes pasaban por una situación semejante. Ni siquiera con su esposa podría mencionarlo.  A regañadientes empeñó su palabra, pero estaba dispuesto a faltar a ella, porque había comprendido que Maille era su vida entera y trataría de recuperarla porque desde que ella marchó no vivía, sino que vegetaba. Era lo más importante ahora, en este momento: recuperar a su mujer, aunque hubiese por medio esa especie de contrato de separación amistosa, que ante lo que ocurría no tendría ningún valor y quedaría anulado en el preciso instante que ella dijera que si.

- Luego vuelvo. Sé que tardaré pero estoy decidido a hablar ahora con ella, cueste lo que cueste.  No estés preocupada si tardo.

Liz, sonrió y asintió con la cabeza, viendo como James, bajaba las escaleras deprisa, casi corriendo, con unas energías renovadas.  Sólo pedía que Maille abriera, esta vez si, la puerta y escuchara  lo que James tenía que decirla.




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