Sin muchos ánimos se levantó con tiempo suficiente para llegar a tiempo a su puesto de trabajo. Un trabajo desconocido para ella, pero era una chica lista, y creía que tampoco sería tan complicado realizarlo. Había observado en alguna ocasión que acudiera al médico, el ritmo que la enfermera marcaba y se sentía capaz de hacerlo. Otra cosa era la impresión que le causó el tal doctor. Cuando le vio por primera vez y, después, atendiendo a su paciente, se mostró amable, sin embargo cuando ella le dijo el motivo de su permanencia en el consultorio, fue tajante y hasta un poco antipático. Esperaría a ver cómo sería su trato para juzgarle. Lo que menos necesitaba era un jefe déspota, después de haber pasado el calvario doméstico con su ex marido. Se había hecho más fuerte y ya no aguantaba ni una en cuanto a los hombres se refiriese.
Se arregló con desgana: tenía el ánimo bastante bajo debido al día nublado con que había amanecido. Se peinó con el pelo recogido y se puso unas gotas de perfume de su colonia fresca preferida. Esta vez iría en el coche, no fuese a ser que la pillara de nuevo la lluvia.
Faltaban quince minutos para que el reloj señalase la hora de su entrada. Esperó en la puerta pacientemente y a menos cinco, el doctor apareció ceñudo. La miró y dijo un escueto "buenos días", a lo que ella respondió. Al entrar, él fue directamente a su consulta, y ella procedió a echar un vistazo detrás del mostrador. Encendió el ordenador y vio que había una especie de agenda en cuya tapa ponía " Registro de visitas". El teléfono sonó de improviso, produciéndola un pequeño sobresalto. Ni siquiera recordaba el nombre del médico, con lo que respondió
- Consultorio, dígame...
- ¿ Es Celine ?
-¿ Cómo dice ? ¿ Se refiere a la otra enfermera?
- Pues claro
- No, lo siento. Mi nombre es Erin
-Bueno, es igual. Quiero hablar con el doctor
- Un momento, por favor
Salió de detrás del mostrador y tocó a la puerta del médico. La respondió la voz cortante de él "Pase"
- Doctor es una señora que quiere hablar con usted
- ¿Y su nombre es?
- Lo siento no se lo pregunté. Me confundió con Celine, que supongo que sería la anterior enfermera
-Haga el favor de preguntar siempre el nombre de la persona que llama y lo registra en el ordenador
- Lo siento, no lo sabía. Tendrá que darme instrucciones al respecto. Este no es mi trabajo habitual y desconozco las normas
-Está bien. Seguramente querrá una cita. En la agenda que tiene en su escritorio, anótelo en el día correspondiente; nombre apellidos y causa de la consulta. Dele cita para ahora mismo si lo desea. Después la instruiré en el manejo del consultorio
Al volver al mostrador y atender a la señora, ésta estaba muy enfadada por la tardanza en atenderla
- Celine era más eficiente. Me ha hecho esperar
-Lo siento, es mi primer día de trabajo, discúlpeme. El doctor tiene libre ahora mismo, si lo desea
- No quiero una consulta, sólo hablar con él
- He de consultarle. Discúlpeme ¿ me da su nombre ?
- Dígale que soy Martha
- Un momento, por favor
Y realizó el mismo ritual de hacía unos momentos. El médico hizo un gesto de desagrado y respondió
- Esta bien, pase la llamada.
Sintió el click de haber colgado al cabo de casi media hora después de haber llamado y comentó para sí: " ha sido una buena conversación " y siguió explorando el programa del ordenador para familiarizarse con él. La puerta se abrió y salió el doctor con el consabido gesto hosco, pero pensó que era su forma de ser y mucho se temía que tendría que acostumbrarse a ello, y si acaso no lo aguantara en su forma de ser, tendría ir pensando en buscarse otro trabajo.
- ¿ Está libre ? - la dijo
- Desde luego - Y lo dijo sonriendo ya que no tenía nada que hacer. Él se quedó mirando su rostro y no dijo nada. Poco a poco la fue mostrando el manejo de la agenda, el programa del ordenador y lo que debía responder según la llamada se refiriese a algo concreto. Ella prestaba atención a todo y hasta tomaba nota de algo que creyera oportuno. El médico a penas la miraba; daba las órdenes mirando a la mesa, como si ella no estuviera. Al terminar dijo de improviso
- ¿ Qué perfume usa ? -ella le miró extrañada. Lo que menos esperaba era ese comentario
- Lavanda ¿es muy fuerte, no debo ponérmelo cuando venga a trabajar?
- No, no. Es agradable. me gusta
Y dando media vuelta, se introdujo de nuevo en su consulta. Erin se quedó asombrada. Ese había sido todo el diálogo mantenido con ella, aparte de las instrucciones del manejo del consultorio. Era antipático por naturaleza, lo que significaba es que si no hubiera ningún paciente que fuera por la consulta, sería como estar sola todo el día. Y por fin dieron las seis de la tarde, su hora de salida. Golpeó en la puerta del médico para despedirse
- Hasta mañana doctor
- Hasta mañana - respondió sin siquiera levantar la vista del libro que estaba leyendo.
Mientras se dirigía a su casa, hacía balance de su primer día de trabajo. Había sido aburrido, sin apenas pacientes, pero había aprendido el manejo de su trabajo, y en el fondo se sentía satisfecha. No era tan duro como le pareció, claro que suponía había sido un día tranquilo. Pero no creía que tuvieran días complicados. La extrañó que él se quedase en la consulta; parecía muy interesado en lo que estaba leyendo. ¿ Estaría casado? ¿ Tendría novia ? Era un hombre muy atractivo, pero tan huraño que no la extrañó que fuera un solitario recalcitrante. Quizás, cuando llevasen más días trabajando juntos, pudieran entablar algún tipo de conversación, al menos referente a algún paciente, aunque según el carácter que tiene tan hermético, guardaría el secreto entre médico y paciente. O puede que tomando un café. ¡ Un café ! no había visto cafetera por ningún lado. Se la llevaría de casa. Ella si lo tomaba a media mañana y después de comer, aunque el de la comida, lo tomaría en la cafetería en la que almorzase.
Ya en casa, prendió la chimenea y semi tumbada en el sofá, hizo recuento de lo que había sido su primer día de trabajo, de un trabajo nuevo para ella, en un entorno nuevo y con un jefe que a penas la hablaba.. Un panorama desolador y aburrido, pero tendría que dar una tregua; quizá cuando se conocieran más se le hiciera más amable. Llevaría una hora aproximadamente, cuando su teléfono sonó imperioso
- ¿ Quién me llama a estas horas? - pensó
Al descolgar, escuchó una voz conocida que la daba órdenes imperiosas
- Vaya al hospital directamente cuanto antes. Tenemos un paciente en urgencias
¡ Era él ! ¿ Qué narices quería ahora ? No era su horario de trabajo, ni nadie la había dicho que tendría que acompañarle fuera de su horario.
- Este hombre es un enigma. Tendrá que definir más lo que serán mis funciones. Esto no es lo normal
Pero mientras reflexionaba extrañada por la llamada, se quitaba el pijama que ya se había puesto para ir a la cama, y se vestía con toda rapidez. La voz del jefe, no admitía demoras.
Se arregló con desgana: tenía el ánimo bastante bajo debido al día nublado con que había amanecido. Se peinó con el pelo recogido y se puso unas gotas de perfume de su colonia fresca preferida. Esta vez iría en el coche, no fuese a ser que la pillara de nuevo la lluvia.
Faltaban quince minutos para que el reloj señalase la hora de su entrada. Esperó en la puerta pacientemente y a menos cinco, el doctor apareció ceñudo. La miró y dijo un escueto "buenos días", a lo que ella respondió. Al entrar, él fue directamente a su consulta, y ella procedió a echar un vistazo detrás del mostrador. Encendió el ordenador y vio que había una especie de agenda en cuya tapa ponía " Registro de visitas". El teléfono sonó de improviso, produciéndola un pequeño sobresalto. Ni siquiera recordaba el nombre del médico, con lo que respondió
- Consultorio, dígame...
- ¿ Es Celine ?
-¿ Cómo dice ? ¿ Se refiere a la otra enfermera?
- Pues claro
- No, lo siento. Mi nombre es Erin
-Bueno, es igual. Quiero hablar con el doctor
- Un momento, por favor
Salió de detrás del mostrador y tocó a la puerta del médico. La respondió la voz cortante de él "Pase"
- Doctor es una señora que quiere hablar con usted
- ¿Y su nombre es?
- Lo siento no se lo pregunté. Me confundió con Celine, que supongo que sería la anterior enfermera
-Haga el favor de preguntar siempre el nombre de la persona que llama y lo registra en el ordenador
- Lo siento, no lo sabía. Tendrá que darme instrucciones al respecto. Este no es mi trabajo habitual y desconozco las normas
-Está bien. Seguramente querrá una cita. En la agenda que tiene en su escritorio, anótelo en el día correspondiente; nombre apellidos y causa de la consulta. Dele cita para ahora mismo si lo desea. Después la instruiré en el manejo del consultorio
Al volver al mostrador y atender a la señora, ésta estaba muy enfadada por la tardanza en atenderla
- Celine era más eficiente. Me ha hecho esperar
-Lo siento, es mi primer día de trabajo, discúlpeme. El doctor tiene libre ahora mismo, si lo desea
- No quiero una consulta, sólo hablar con él
- He de consultarle. Discúlpeme ¿ me da su nombre ?
- Dígale que soy Martha
- Un momento, por favor
Y realizó el mismo ritual de hacía unos momentos. El médico hizo un gesto de desagrado y respondió
- Esta bien, pase la llamada.
Sintió el click de haber colgado al cabo de casi media hora después de haber llamado y comentó para sí: " ha sido una buena conversación " y siguió explorando el programa del ordenador para familiarizarse con él. La puerta se abrió y salió el doctor con el consabido gesto hosco, pero pensó que era su forma de ser y mucho se temía que tendría que acostumbrarse a ello, y si acaso no lo aguantara en su forma de ser, tendría ir pensando en buscarse otro trabajo.
- ¿ Está libre ? - la dijo
- Desde luego - Y lo dijo sonriendo ya que no tenía nada que hacer. Él se quedó mirando su rostro y no dijo nada. Poco a poco la fue mostrando el manejo de la agenda, el programa del ordenador y lo que debía responder según la llamada se refiriese a algo concreto. Ella prestaba atención a todo y hasta tomaba nota de algo que creyera oportuno. El médico a penas la miraba; daba las órdenes mirando a la mesa, como si ella no estuviera. Al terminar dijo de improviso
- ¿ Qué perfume usa ? -ella le miró extrañada. Lo que menos esperaba era ese comentario
- Lavanda ¿es muy fuerte, no debo ponérmelo cuando venga a trabajar?
- No, no. Es agradable. me gusta
Y dando media vuelta, se introdujo de nuevo en su consulta. Erin se quedó asombrada. Ese había sido todo el diálogo mantenido con ella, aparte de las instrucciones del manejo del consultorio. Era antipático por naturaleza, lo que significaba es que si no hubiera ningún paciente que fuera por la consulta, sería como estar sola todo el día. Y por fin dieron las seis de la tarde, su hora de salida. Golpeó en la puerta del médico para despedirse
- Hasta mañana doctor
- Hasta mañana - respondió sin siquiera levantar la vista del libro que estaba leyendo.
Mientras se dirigía a su casa, hacía balance de su primer día de trabajo. Había sido aburrido, sin apenas pacientes, pero había aprendido el manejo de su trabajo, y en el fondo se sentía satisfecha. No era tan duro como le pareció, claro que suponía había sido un día tranquilo. Pero no creía que tuvieran días complicados. La extrañó que él se quedase en la consulta; parecía muy interesado en lo que estaba leyendo. ¿ Estaría casado? ¿ Tendría novia ? Era un hombre muy atractivo, pero tan huraño que no la extrañó que fuera un solitario recalcitrante. Quizás, cuando llevasen más días trabajando juntos, pudieran entablar algún tipo de conversación, al menos referente a algún paciente, aunque según el carácter que tiene tan hermético, guardaría el secreto entre médico y paciente. O puede que tomando un café. ¡ Un café ! no había visto cafetera por ningún lado. Se la llevaría de casa. Ella si lo tomaba a media mañana y después de comer, aunque el de la comida, lo tomaría en la cafetería en la que almorzase.
Ya en casa, prendió la chimenea y semi tumbada en el sofá, hizo recuento de lo que había sido su primer día de trabajo, de un trabajo nuevo para ella, en un entorno nuevo y con un jefe que a penas la hablaba.. Un panorama desolador y aburrido, pero tendría que dar una tregua; quizá cuando se conocieran más se le hiciera más amable. Llevaría una hora aproximadamente, cuando su teléfono sonó imperioso
- ¿ Quién me llama a estas horas? - pensó
Al descolgar, escuchó una voz conocida que la daba órdenes imperiosas
- Vaya al hospital directamente cuanto antes. Tenemos un paciente en urgencias
¡ Era él ! ¿ Qué narices quería ahora ? No era su horario de trabajo, ni nadie la había dicho que tendría que acompañarle fuera de su horario.
- Este hombre es un enigma. Tendrá que definir más lo que serán mis funciones. Esto no es lo normal
Pero mientras reflexionaba extrañada por la llamada, se quitaba el pijama que ya se había puesto para ir a la cama, y se vestía con toda rapidez. La voz del jefe, no admitía demoras.
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