Tendida en el suelo, la sangre comenzaba a extenderse. Liam pensaba rápido ¿ Había consumado su venganza? Posiblemente si, pero no se paró a comprobarlo. Asomaban las primeras luces del nuevo día, y debía salir de allí cuanto antes. Tenía un gran trecho que debía hacer a pié, antes de encontrar su coche y regresar a Dublín. Para salir impune de todo ello, debía cumplir escrupulosamente con el plan trazado, borrando todas las huellas que hubiera podido dejar. Emprendió una carrera campo a través hasta llegar al vehículo. Cogió la carretera y no pararía hasta llegar a su casa. Y lo hizo con el tiempo justo. Aún debía dar el último repaso a su casa para que todo estuviera en orden por si a alguien se le ocurría ir a visitarle.
Se quitó la ropa, la metió en una bolsa grande y se puso un pijama. Volvió a salir y la bolsa que contenía sus prendas, las tiró al contenedor de basuras, el cual no tardarían en venir a recogerlo.
Bien, todo estaba bajo control. Había llegado a tiempo. A esta hora, sus compañeros de trabajo comenzarían a llegar y él aguardaría unos minutos; llamaría para decir que estaba enfermo debido a la ingesta de algo que le había sentado mal.
- Lo siento, pero no me puedo mover del servicio y tengo unos vómitos horribles. Si no se me pasa llamaré al médico. Creo que mañana estaré mejor y acudiré al trabajo. Si tenéis algún problema que pueda solucionar, llamarme.
- Mejórate - le respondió una compañera.
Él sonrió satisfecho: todo había salido bien. Tomó un té caliente y se metió en la cama como si tal cosa. Estaba destemplado por la mala noche pasada, pero ya estaba todo hecho tal y como lo había planeado unos días antes. Nadie le podría identificar ya que había dejado huella de su presencia por allí hacía muchos días.
- Será mejor que trate de dormir un poco.- Se acurrucó en la cama y se quedó dormido.
El turno de guardia estaba a punto de terminar. Sólo le faltaba a Peter, el terminar un informe, entregarlo y salir lo más deprisa que pudiera a buscar a Erin. La última noticia que tuvo fue un mensaje en el que decía que todo estaba normal e iba a dormirse. Pero, a pesar de todo, estaba deseando llegar y verla. Se cambió de ropa y de inmediato salió en dirección al domicilio de ella. Estaba nervioso y deseando llegar. Pensó que sería por el estrés que le había contagiado.
Aparcó el coche y dando zancadas, subió hasta la casa. El corazón quería salirse del pecho: la puerta estaba abierta. Un mal presagio se apodero de él y entró llamándola, sin obtener respuesta. Nadie respondió. Tenía un presentimiento y se le helaba la sangre en las venas. No estaba en la cocina, y directo entró en el salón y allí pudo contemplar que el presentimiento de ella, era real. Corrió hacia el cuerpo de Erin que tenía los ojos cerrados y a penas sentía las pulsaciones. Desesperado la llamaba, pero ella no respondía. Extrajo de su bolsillo el busca médico y nervioso pidió una ambulancia. Después llamó a la policía.
No sabía lo qué hacer. Reconoció por encima su cuerpo y vio que estaba herida en la espalda, en la zona lumbar. El horror se reflejaba en su rostro y no podía articular palabra, ni responder a las preguntas de la policía. Los para-médicos le aconsejaron que se apartara de allí; estaba en shock y no podría ayudarles en ese estado.
Había perdido mucha sangre y la reanimarían en la ambulancia camino del hospital. Peter iba con ella; no la abandonaría en ningún momento. Tenía la ropa manchada de la sangre de Erin. Directamente la entraron en quirófano. Quería entrar, pero sus compañeros le hicieron ver que en su estado en nada les ayudaría
- Compréndelo, no estás en condiciones. Una cosa es que ayudes a una persona que no conoces y otra a tu novia. Déjanos trabajar a nosotros, y ayudarla a ella. Estarás en todo momento informado pero ahora déjanos hacer a nosotros.
La noticia corrió rápidamente por el hospital, y sus compañeros más próximos fueron a informarse y hacerle compañía. Hacía poco tiempo que había terminado el turno, y sin embargo aparentaba más edad de la que en realidad tenía debido al choque de lo ocurrido. Nervioso, y como pudo, se puso en contacto con Dylan explicándole lo sucedido. No se lo podía creer: había ocurrido, y aunque no lo supieran con certeza, imaginaron quién había sido el causante
- No te preocupes, me encargaré de la consulta, y llámame de vez en cuando para estar al tanto. Todo va a salir bien; es una mujer fuerte y joven
- Si, eso lo sé, pero ha debido estar sola casi toda la noche, porque la pérdida de sangre es importante y la herida está alojada en una zona peligrosa. No quiero ni pensarlo. Ha sido un milagro que haya sobrevivido. Ha sido algo de lo que nunca llegas a explicártelo.
- En cuanto cierre el consultorio, iré a verte y estaré contigo. Esas operaciones son largas; nadie mejor que tu lo sabes. Así que ten paciencia.
Daba paseos por la sala con el rostro de ella grabado en lo más profundo de su alma. Y recordaba sus primeros días de trabajar juntos. Lo mal que se llevaban, la poca afinidad que sentían. Y sin embargo ahora daría mil veces su vida por ella. No debió dejarla sola. No debió marcharse durante tanto tiempo.Evocaba la ternura que le inspiraba y lo cercana que estaba la muerte de ella, en esos momentos. No lo soportaría. Por fin se habían descubierto el uno al otro; todo comenzaba a marchar. Ahora no podía perderla. Si lograba sobrevivir, necesitaría mucha ayuda, y sería largo, muy largo si lo superaba. Pero el problema no sería sólo físico, sino también anímico. Todos sus proyectos se habían venido abajo, cuando a penas estaba consiguiendo tener una relación. Estaba desesperado. No sabía las horas que llevaban interviniéndola y aún no sabía nada. ¿ Tendría fuerzas para presenciarlo? Las tendría. Se pondría una bata y entraría en el quirófano; al menos vería cómo van. Lo soportaría y no les estorbaría; haría cualquier cosa por ella, pero debía saber algo o se volvería loco.
Se quitó la ropa, la metió en una bolsa grande y se puso un pijama. Volvió a salir y la bolsa que contenía sus prendas, las tiró al contenedor de basuras, el cual no tardarían en venir a recogerlo.
Bien, todo estaba bajo control. Había llegado a tiempo. A esta hora, sus compañeros de trabajo comenzarían a llegar y él aguardaría unos minutos; llamaría para decir que estaba enfermo debido a la ingesta de algo que le había sentado mal.
- Lo siento, pero no me puedo mover del servicio y tengo unos vómitos horribles. Si no se me pasa llamaré al médico. Creo que mañana estaré mejor y acudiré al trabajo. Si tenéis algún problema que pueda solucionar, llamarme.
- Mejórate - le respondió una compañera.
Él sonrió satisfecho: todo había salido bien. Tomó un té caliente y se metió en la cama como si tal cosa. Estaba destemplado por la mala noche pasada, pero ya estaba todo hecho tal y como lo había planeado unos días antes. Nadie le podría identificar ya que había dejado huella de su presencia por allí hacía muchos días.
- Será mejor que trate de dormir un poco.- Se acurrucó en la cama y se quedó dormido.
El turno de guardia estaba a punto de terminar. Sólo le faltaba a Peter, el terminar un informe, entregarlo y salir lo más deprisa que pudiera a buscar a Erin. La última noticia que tuvo fue un mensaje en el que decía que todo estaba normal e iba a dormirse. Pero, a pesar de todo, estaba deseando llegar y verla. Se cambió de ropa y de inmediato salió en dirección al domicilio de ella. Estaba nervioso y deseando llegar. Pensó que sería por el estrés que le había contagiado.
Aparcó el coche y dando zancadas, subió hasta la casa. El corazón quería salirse del pecho: la puerta estaba abierta. Un mal presagio se apodero de él y entró llamándola, sin obtener respuesta. Nadie respondió. Tenía un presentimiento y se le helaba la sangre en las venas. No estaba en la cocina, y directo entró en el salón y allí pudo contemplar que el presentimiento de ella, era real. Corrió hacia el cuerpo de Erin que tenía los ojos cerrados y a penas sentía las pulsaciones. Desesperado la llamaba, pero ella no respondía. Extrajo de su bolsillo el busca médico y nervioso pidió una ambulancia. Después llamó a la policía.
No sabía lo qué hacer. Reconoció por encima su cuerpo y vio que estaba herida en la espalda, en la zona lumbar. El horror se reflejaba en su rostro y no podía articular palabra, ni responder a las preguntas de la policía. Los para-médicos le aconsejaron que se apartara de allí; estaba en shock y no podría ayudarles en ese estado.
Había perdido mucha sangre y la reanimarían en la ambulancia camino del hospital. Peter iba con ella; no la abandonaría en ningún momento. Tenía la ropa manchada de la sangre de Erin. Directamente la entraron en quirófano. Quería entrar, pero sus compañeros le hicieron ver que en su estado en nada les ayudaría
- Compréndelo, no estás en condiciones. Una cosa es que ayudes a una persona que no conoces y otra a tu novia. Déjanos trabajar a nosotros, y ayudarla a ella. Estarás en todo momento informado pero ahora déjanos hacer a nosotros.
La noticia corrió rápidamente por el hospital, y sus compañeros más próximos fueron a informarse y hacerle compañía. Hacía poco tiempo que había terminado el turno, y sin embargo aparentaba más edad de la que en realidad tenía debido al choque de lo ocurrido. Nervioso, y como pudo, se puso en contacto con Dylan explicándole lo sucedido. No se lo podía creer: había ocurrido, y aunque no lo supieran con certeza, imaginaron quién había sido el causante
- No te preocupes, me encargaré de la consulta, y llámame de vez en cuando para estar al tanto. Todo va a salir bien; es una mujer fuerte y joven
- Si, eso lo sé, pero ha debido estar sola casi toda la noche, porque la pérdida de sangre es importante y la herida está alojada en una zona peligrosa. No quiero ni pensarlo. Ha sido un milagro que haya sobrevivido. Ha sido algo de lo que nunca llegas a explicártelo.
- En cuanto cierre el consultorio, iré a verte y estaré contigo. Esas operaciones son largas; nadie mejor que tu lo sabes. Así que ten paciencia.
Daba paseos por la sala con el rostro de ella grabado en lo más profundo de su alma. Y recordaba sus primeros días de trabajar juntos. Lo mal que se llevaban, la poca afinidad que sentían. Y sin embargo ahora daría mil veces su vida por ella. No debió dejarla sola. No debió marcharse durante tanto tiempo.Evocaba la ternura que le inspiraba y lo cercana que estaba la muerte de ella, en esos momentos. No lo soportaría. Por fin se habían descubierto el uno al otro; todo comenzaba a marchar. Ahora no podía perderla. Si lograba sobrevivir, necesitaría mucha ayuda, y sería largo, muy largo si lo superaba. Pero el problema no sería sólo físico, sino también anímico. Todos sus proyectos se habían venido abajo, cuando a penas estaba consiguiendo tener una relación. Estaba desesperado. No sabía las horas que llevaban interviniéndola y aún no sabía nada. ¿ Tendría fuerzas para presenciarlo? Las tendría. Se pondría una bata y entraría en el quirófano; al menos vería cómo van. Lo soportaría y no les estorbaría; haría cualquier cosa por ella, pero debía saber algo o se volvería loco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario