El camión de mudanzas cargó los últimos muebles rumbo a su nuevo destino. Ella cerró con llave por última vez la puerta de la que hasta ahora había sido su hogar,su casa, el testigo de lo bueno y lo malo de los últimos diez años de su vida. Todo había concluido con este último trámite. Estaba triste y desorientada. Su nuevo domicilio estaba lejos de allí. Lo había querido así para no volver a tener contacto, ni por casualidad, con el que hasta ahora había sido su marido. Aún la quedaban malos ratos por delante. Todos sus enseres irían a parar, en su mayoría, a un trastero alquilado en una compañía dedicada a tal fin. Ellos serían, los mudos testigos de su fracaso. Empezaría de nuevo, en todo, borraría cualquier recuerdo de su vida anterior. No había sido un divorcio amistoso, sino todo lo contrario; ella le había querido, pero él había elegido otro lugar donde refugiarse y otros brazos que le abrigaran en las frías noches de invierno.
Se subió al coche, lo puso en marcha y arrancó rumbo a lo desconocido sin mirar atrás. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. A punto de cumplir treinta años y con las ilusiones rotas. No volvería a creer en ningún hombre y odiaría por siempre a una determinada clase de mujeres que no les importaba destrozar una vida por el simple hecho de ser más joven. Pero ella no era tan mayor. Daba igual la edad, el caso fue que ya no la quería. Cuando hay amor de por medio, no importa la edad, ni si eres alta o baja, morena o rubia. No amas a un tipo determinada de mujer, amas lo que ella representa y estaba visto, que Erin ya no le interesaba en ningún sentido.
Los últimos cinco años de casados, fueron un infierno para ella. Primero fueron las discusiones,y tras ellas las des calificaciones hasta hundir su moral ya continuación un empujón, luego una bofetada.... y así hasta llegar a la paliza. Tuvo el coraje de denunciarle y después pidió el divorcio que se lo concedieron por la vía rápida debido a la denuncia que había interpuesto de la última paliza. La rompió el labio y tuvo diversos moratones durante mucho tiempo por todo el cuerpo ya que la estrellaba contra los muebles o la pared, lo que le pillara más cerca.
Mientras conducía y revivía el infierno en que se había convertido su vida, también se compadecía de la infeliz que la había quitado su lugar. No tardaría mucho tiempo en darse cuenta de la clase de personaje era del que se había enamorado. Desconocía quién era ella y donde vivía; de saberlo trataría de avisarle que tuviera cuidado. Seguramente sería una chica joven sin experiencia, y quizá fuese uno de sus primeros amores. Suspiró hondamente y siguió conduciendo.
Poco después llegaría a su destino : Dunfanaghy en el condado de Donegal. Allí compró una casa para vivir y, una vez instalada se presentaría en el ayuntamiento para hacerse cargo de la plaza a la que había optado como asistente social. Al menos tenía casa y trabajo, y algún remanente monetario por la indemnización obtenida de su divorcio. Ella se consideraba una privilegiada en ese aspecto, ya que otras muchas mujeres en su mismo caso se quedan en la calle, con hijos y sin futuro.
Su nuevo lugar elegido para vivir, estaba situado a las afueras del pueblo. Buscaba paz y tranquilidad y allí lo encontraría, a pesar de que el pueblo ya lo era , pero deseaba alejarse, en definitiva de las personas. Siempre había sido de carácter jovial, alegre y muy cariñosa. Por el contrario ahora se había vuelto esquiva con la gente y estaba a gusto sola. Nunca hubiera imaginado su cambio de carácter, pero las circunstancias vividas, la habían hecho antipática y poco amiga de pararse a charlar con alguien que se cruzase en su camino, como la ocurrió cuando visitó el lugar antes de comprar la casa. Si se paraba en algún sitio, en algún escaparate para conocer un poco el pueblo, siempre había alguien que la preguntaba si era forastera, si se mudaría, o la contaba los beneficios de vivir allí. La gente era cariñosa , servicial y amable, pero ella no quería intimar con nadie. ¿ Acaso huía de su ex marido ? Posiblemente eso era lo que ocurría;: aún tenía el miedo en el cuerpo de que la encontrara y volviera a pegarla.. Pero eso difícilmente ocurriría ya que no había dejado ningún rastro tras de sí, pero mejor evitar que curar, como dice el viejo refrán.
Cuando llegó a su casa, al poco rato, lo hizo el camión de la mudanza,que se pondría a trabajar de inmediato, para terminar cuanto antes. No tardarían mucho, la casa no era muy grande y los muebles a guardar en el trastero, ya estaban en dicho lugar, ya que los habían dejado en primer lugar.
No eran lujosos, pero sí cálidos y cómodos. para ella sola no necesitaba grandes cosas,así que estaba contenta con la selección que hizo de muebles y que solicitó en su divorcio y les fueron concedidos.
Acostumbrados como estaban los operarios a este trabajo, poco tardaron en dejarlo todo ubicado en su debido sitio. Al quedarse sola, sería ella la que adecuara la ropa y eso era sencillo y rápidamente lo hizo. Había llevado algo de comida para no tener que salir a comprar. Lo haría al día siguiente y de esta forma conocería el entorno en el que viviría de ahora en adelante.
Encendió la chimenea, ya que la casa al estar en medio del campo y deshabitada desde hacía tiempo, estaba fría y era bastante desapacible. La ventaja que era de una sola planta y no muy grande, de modo que enseguida cogería calor, sobretodo el dormitorio, ya que con frío no podía dormir. llevaba tiempo durmiendo en cama separada de su marido, porque supo que a él le molestaba su presencia y con una excusa pueril, dormía cada uno lejos del otro. Bastante tiempo después supo la razón de ello: otra mujer había entrado en su vida. Pero eso ya no importaba. Debía acostumbrarse a borrarle y partir de cero, y por mucho que la costase lo conseguiría.
Enchufó la tele y se tumbó en el sofá para verla, hasta que poco a poco, el cansancio y las emociones, la rindieron al calor de la chimenea y se quedó dormida.
Se subió al coche, lo puso en marcha y arrancó rumbo a lo desconocido sin mirar atrás. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. A punto de cumplir treinta años y con las ilusiones rotas. No volvería a creer en ningún hombre y odiaría por siempre a una determinada clase de mujeres que no les importaba destrozar una vida por el simple hecho de ser más joven. Pero ella no era tan mayor. Daba igual la edad, el caso fue que ya no la quería. Cuando hay amor de por medio, no importa la edad, ni si eres alta o baja, morena o rubia. No amas a un tipo determinada de mujer, amas lo que ella representa y estaba visto, que Erin ya no le interesaba en ningún sentido.
Los últimos cinco años de casados, fueron un infierno para ella. Primero fueron las discusiones,y tras ellas las des calificaciones hasta hundir su moral ya continuación un empujón, luego una bofetada.... y así hasta llegar a la paliza. Tuvo el coraje de denunciarle y después pidió el divorcio que se lo concedieron por la vía rápida debido a la denuncia que había interpuesto de la última paliza. La rompió el labio y tuvo diversos moratones durante mucho tiempo por todo el cuerpo ya que la estrellaba contra los muebles o la pared, lo que le pillara más cerca.
Mientras conducía y revivía el infierno en que se había convertido su vida, también se compadecía de la infeliz que la había quitado su lugar. No tardaría mucho tiempo en darse cuenta de la clase de personaje era del que se había enamorado. Desconocía quién era ella y donde vivía; de saberlo trataría de avisarle que tuviera cuidado. Seguramente sería una chica joven sin experiencia, y quizá fuese uno de sus primeros amores. Suspiró hondamente y siguió conduciendo.
Poco después llegaría a su destino : Dunfanaghy en el condado de Donegal. Allí compró una casa para vivir y, una vez instalada se presentaría en el ayuntamiento para hacerse cargo de la plaza a la que había optado como asistente social. Al menos tenía casa y trabajo, y algún remanente monetario por la indemnización obtenida de su divorcio. Ella se consideraba una privilegiada en ese aspecto, ya que otras muchas mujeres en su mismo caso se quedan en la calle, con hijos y sin futuro.
Cuando llegó a su casa, al poco rato, lo hizo el camión de la mudanza,que se pondría a trabajar de inmediato, para terminar cuanto antes. No tardarían mucho, la casa no era muy grande y los muebles a guardar en el trastero, ya estaban en dicho lugar, ya que los habían dejado en primer lugar.
Acostumbrados como estaban los operarios a este trabajo, poco tardaron en dejarlo todo ubicado en su debido sitio. Al quedarse sola, sería ella la que adecuara la ropa y eso era sencillo y rápidamente lo hizo. Había llevado algo de comida para no tener que salir a comprar. Lo haría al día siguiente y de esta forma conocería el entorno en el que viviría de ahora en adelante.
Encendió la chimenea, ya que la casa al estar en medio del campo y deshabitada desde hacía tiempo, estaba fría y era bastante desapacible. La ventaja que era de una sola planta y no muy grande, de modo que enseguida cogería calor, sobretodo el dormitorio, ya que con frío no podía dormir. llevaba tiempo durmiendo en cama separada de su marido, porque supo que a él le molestaba su presencia y con una excusa pueril, dormía cada uno lejos del otro. Bastante tiempo después supo la razón de ello: otra mujer había entrado en su vida. Pero eso ya no importaba. Debía acostumbrarse a borrarle y partir de cero, y por mucho que la costase lo conseguiría.
Enchufó la tele y se tumbó en el sofá para verla, hasta que poco a poco, el cansancio y las emociones, la rindieron al calor de la chimenea y se quedó dormida.
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