lunes, 15 de octubre de 2018

La Dama de la rosa - Capítulo 1 -El refugio

Llovía, y mucho.  Aunque eso no es de extrañar en un clima cono el irlandés, en el que cuenta la leyenda que en un mismo día se pueden suceder las cuatro estaciones..Anya miró al cielo como si en él obtuviera la respuesta de cuándo pararía. Precisamente hoy tenía el coche en el taller, así que la tocaba ir a pie, y donde vivía no estaba precisamente en el centro del pueblo  Era un lugar tranquilo, a veces en exceso, pero no tuvo más remedio que trasladarse a vivir allí..  Había tenido una agria discusión con su jefe al no estar de acuerdo en un trabajo realizado, y la despidieron.

  Una tía abuela, a la que había cuidado durante una temporada de vacaciones, le  dejó en herencia a su fallecimiento, un enorme caserón situado a las afueras de Castlefin.  Se trataba de una gran mansión rodeada de un enorme prado.  En su época de esplendor, debió estar habitada por gentes de la nobleza y con mucho dinero,  Pero ahora eran otros tiempos   . Eran casi cinco años los que hacía que allí vivía y a pesar de encantarle la mansión y de vivir a gusto en ella, le resultaba demasiado grande para habitarla  ella sola y su perro Bruno,  Un mastín español, descendiente de otro Bruno procedente del Pais Vasco, cuando un pastor de allí,  lo trajo para conducir un rebaño de ovejas, en el que son especialistas.  Pero de eso hacía tiempo y ahora el pueblo estaba ocupado en su mayoría por personas que ya han dejado de trabajar y poca gente joven.  Es un lugar encantador y bello, cuya población a penas llega a los mil habitantes por tanto se respira tranquilidad. .  Nunca pasa nada ni se tiene prisa por nada.  Y eso era justo lo que ella necesitaba y buscaba cuando decidió que aquél sería un buen lugar para vivir.
Los habitantes subían un poco, cuando en vacaciones,  llegaban las familias cuyos padres u otros familiares, viven allí, y entonces se notaba un poco más el bullicio de los que llegaban de fuera.  Los pubs se llenaban y había un poco de más movimiento en los comercios.

¿ Cómo Anya, una mujer joven, emprendedora , con una carrera de fotógrafa a sus espaldas, había ido a parar a este pequeño lugar?  El estrés del día a día la hizo visitar a su tía abuela y cuidarla durante una temporada.  Le gusto la paz y la belleza de su paisaje, y allí se quedó.  Pero el caserón necesitaba reformas para adecuarlo a la época actual.  Se gastó hasta el último euro de lo que tenía ahorrado para reformar la casa y ponerla al día. Y también un pequeño pabellón que tiene anexo.  Ya estaba todo moderno en sus instalaciones, pero ella totalmente en la ruina.

Pensó que bien podía sacar un producto de su inversión en el caserón alquilándolo como si fuera un hotel, y ella viviría en el pabellón,  que es más pequeño,  y bastaba para ella y Bruno  .  Lo anunciaría en internet poniendo fotografías y de este modo puede que alguna agencia de viajes estuviera interesada en ello.  Algo debía hacer para ganarse la vida, o al menos ayudar con los encargos que recibía  de videos  de bodas y otros eventos.  Era una mujer muy inteligente y magnífica profesional  Sólo atendería trabajos , que no la ocuparan  demasiado tiempo; el suficiente para ir viviendo algo holgadamente. .  Quería estar tranquila  , no volver a los reportajes de las revistas,  porque si seguía al ritmo que tenía en Dublín , seguro que su final sería de infarto.  Ella era sola, no tenía más cargas que a Bruno, así que decidió que con poco que ganase, bastaría para poder vivir.

El párroco se encargaba de darle trabajo en las bodas, comuniones, bautizos o de alguna persona particular que deseara tener un recuerdo  en especial.  Cuando llegó a Castlefin no tenía ni idea de cómo ganarse la vida.  Comenzó fotografiando los paisajes y diversas casas típicas con belleza. Alguno de los lugareños vió su trabajo y corrió la voz que "la chica que vivía en el caserón era fotógrafa",  Poco a poco comenzaron a surgir trabajos.  Se quería recuperar económicamente y para ello recurriría al alquiler de la mansión.  Estaba cerca de la agencia de viajes y hacia ella se dirigió para exponerles lo que tenía en mente.  Les pareció bien, y quedaron en que les mandaría fotos de la mansión por dentro y por fuera.

Salió de allí contenta y esperanzada, para no tener que estar mirando el dinero con lupa para llegar a fin de mes.  En cuanto llegó a casa se puso manos a la obra.  Bruno iba a su lado y con él conversaba como si pudiera entenderla;  estaba segura que así era.

Como toda mansión de rancio abolengo, tenía un pasillo con cuadros a ambos lados de él.  Eran fotografías posiblemente de los antepasados de su familia, pero no tenía ni idea de quienes eran.   Llamó su atención uno en el que había una figura femenina vestida muy a los años veinte con una rosa en la mano, y creyó ver en él a su tía abuela de la que era heredera.  El cuadro era exquisito no sólo por la magnífica pintura, sino por la belleza de la mujer que en él estaba retratada.  Le sacó una fotografía, le pareció preciosa, más que ningún otro de la galería.

En el pabellón anexo, una de las habitaciones era su cuarto oscuro, y allí había instalado su taller de revelado, y hacia allí fue  para revelar las fotos que acababa de sacar.  Todas estaban perfectas, todas menos una, precisamente en la que tenía más interés. Estaba bien, pero había salido algo borrosa, como si en el momento de disparar se hubiera movido.  Lo intentaría de nuevo.

-¡ Qué extraño ! Yo no hice ningún movimiento con la cámara, y por práctica debía haber salido perfecta. Bueno volveré a intentarlo.

Una vez estuvieron secas, las pasó al ordenador y de allí por correo a la agencia de viajes para que comprobaran que todas las alabanzas que había hecho de la mansión, eran absolutamente ciertas.  La respondieron enseguida a través de un correo, aceptando el encargo y creyendo que tenía muchas posibilidades de alquilarla.  Las expondrían en el primer catálogo que hicieran de cara a la nueva temporada.

Estaba contenta, había tenido una buena idea y esperanza de que resultara favorable.  Dió una vuelta por la mansión satisfecha y  su visto bueno a todo.  Se olvidó por completo de la fotografía de la galería.  En definitiva, el cuadro no se movería de allí.

- ¿ Ves Bruno ?  Todo se va a arreglar, ya lo veras.

Pero el tiempo pasaba y no había respuesta a su ofrecimiento, y las esperanzas perdidas . Pero se avecinaba la época de comuniones, bodas y de la salida de los nuevos catálogos para preparar la campaña del verano. En esta ocasión si tendría buenas noticias de la agencia, al menos eso esperaba..

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