miércoles, 19 de septiembre de 2018

La Dama de la rosa - Capítulo 6 - Extrañas cosas

Las notas de esa maravillosa melodía, se esparcían por toda la casa. Ella apoyada en el piano estaba frente a él, que la miraba de vez en cuando.  Algo flotaba en el aire de difícil definición, pero de ellos dos, sólo uno percibía esa sensación. Estaba extasiada al escuchar esa música que ni siquiera imaginaba había sido compuesta  para ella.  Ni siquiera se había parado a pensar en la dedicatoria de la foto.   Cuando terminó de interpretarla, él cruzó los brazos sobre el teclado y se quedó mirando el rostro de ella, pero no dijo nada

- Eres un músico extraordinario. ¿Por qué no das conciertos ?
- Cuando terminé la carrera, esos fueron mis principios.  Pero después surgieron las películas y me permitían un trabajo más relajado y cómodo.  Los conciertos te dan nombre de prestigio, pero hay que estar constantemente viajando de un lugar a otro y no te permite tener una vida estable.
-¿ Has estado casado ?
- No llegue a eso.,  estuve a punto, , pero nos dimos cuenta a tiempo de que eso no era para nosotros.  Así que lo dejamos y ahora somos excelentes amigos. ¿ Y tú ?
- Tuve un novio durante dos años, . Pero eligió a otra chica y ese fue el final de la historia
- ¿ Se trata del muchacho con el que hablabas el día que fuiste al pueblo?
- ¿ Me viste y no me dijiste nada ?
- Primero estabas hablando con él, y después te noté algo enfadada y no quise inmiscuirme en tus cosas. Dime ¿ era ese el muchacho ?
- Si.  Ese era.  pero no quiero hablar del tema
- Esta bien. Cuéntame ese proyecto que tienes en mente sobre las fotografías.

Y Anya fue desgranando lo que quería hacer; el la escuchaba atentamente, hasta que de repente las luces se apagaron

- ¡ Vaya ! Habrá saltado el diferencial. Enseguida vuelvo, está en la cocina.  pero a tí qué voy a decirte, ya lo sabes.-.  Al cabo de un instante volvió algo perplejo

- ¡ Que raro!, cuando he llegado ha vuelto la luz, y el aparato estaba correctamente.. En fin solucionado el problema.  Sigamos con nuestra charla me interesa mucho escucharte.
- No sé qué mas contarte.  Mi vida es como la ves.  No hay variación, ni antes ni ahora.  Antes porque el trabajo me estresaba y tenía poco tiempo para nada.  Y aquí vivo tranquila.  Al principio me costó un poco, acostumbrada a la lucha con el trabajo; lo echaba de menos.  Mis vacaciones, todas, las pasaba aquí, con mi tía.  Luego cuando ella faltó, estuve una temporada sin venir, hasta que me decidí a vivir aquí. Y puedo asegurarte que estoy encantada.. En el pueblo casi todos me conocen; somos muy pocos, casi una familia.  Nunca he tenido problemas con nadie, así que vivo feliz

Y volvió a pasar. Fue como una ráfaga de aire que se colara por algún sitio.  Ninguno de los dos dijo nada, pensando que sólo lo había sentido uno de ellos, pero no fue así, aunque no lo comentaran.  Nunca, durante el tiempo que vivió aquí, tuvo esas sensaciones ni sintió nada parecido.  No sabía cómo explicarlo

- En fin, es tarde. Debo irme
- ¿ Nos veremos mañana ?
Posiblemente, si te asomas a la ventana nos veremos.  Estamos ¡ tan cerca ! que es difícil no vernos.  La próxima vez invitaré yo. Es lo que corresponde. Tu me invitaste hoy, yo otro día
- ¿ Y será ?
- Pues eso depende de ti.  Tengo todo el tiempo del mundo libre. En primavera es cuando más trabajo, pero ahora, ya ves está todo en calma, Así que tu decides
- ¿ Qué tal el domingo?
- El domingo. No creas que cocino muy bien
- Estará bien. No te preocupes, lo que sea me gustará.
- Buenas noches Connor
- Te acompaño

Y lentamente se dirigieron hacia el pabellón.  Allí se despidieron nuevamente dándose un beso en la mejilla. Se levantó una suave brisa que los dos sintieron
- Entra. Vas a resfriarte
- Hasta mañana - Entró y él esperó hasta que cerró la puerta.

Connor miró hacia arriba y de repente, la brisa había cesado.  la noche era tranquila .  Lentamente llegó a su casa y decidió acostarse.  Había pasado toda una tarde cerca de ella que ni siquiera se había dado por aludida.  Quizá no recordase lo que era sentir atracción por alguien al que a penas conoces.  Ella había cerrado sus sentimientos a otra relación.  No se acostó de inmediato.  Buscó un libro en la buena biblioteca y tras repasar varios títulos, encontró uno que le interesó.  Lo abrió ojeando sus páginas.  Comprobó que era antiguo; miró la fecha de su edición y era de 1912.  Se notaba que había sido  muy usado por quién fuera su dueño.  Por la fecha pensó que pertenecería a la tía abuela de Anya. Debía de ser romántico por la época, puesto que era lo que estaba más en boga.  Subió lentamente las escaleras y antes de entrar en su habitación se dirigió a la galería de los retratos. Se plantó delante de la Dama con la rosa y la miró fijamente a la cara.  Seguía sonriendo.  Como si pudiera escucharle, la mostró el libro, dió media vuelta y salió de allí

Anya se parecía a ella, no mucho, pero su sonrisa era la misma. Sabía muy bien lo que le ocurría.  No había sido un flechazo, pero tampoco fue algo inesperado, sino lentamente se fue fijando en ella.  Pero Anya no quería ni oír de relaciones y menos de amoríos, así que lo guardaría en su interior, al menos mientras pudiese.  Lo ideal sería irse de allí, precisamente en el momento que se iniciaba su enamoramiento, pero no quería separarse de ella ni de ese entorno.  Es como si una fuerza extraña le retuviera allí. ¿ Por qué ?  No sabría explicarlo, sólo lo sentía.  Movió la cabeza como diciendo " has perdido el juicio " y entró en su habitación. En realidad estaba cansado. Miró el reloj y marcaba casi las dos de la madrugada.  La tarde había sido placentera, pero se sentía cansado, y sin embargo no lo estaba cuando tocaba para ella.  Se conformaría con verla a través de la ventana de su habitación que da a su pabellón. No quería declararse rendido admirador para no asustarla, pero era lo que en realidad quería. Sentía un impulso de difícil control hacia ella; mantenía una batalla constante para no delatarse, y de esta manera se sintiera presionada y cortara la poca comunicación que tenían.

Al fin le rindió el sueño mientras leía las primeras páginas del libro.  Dormía profundamente, pero un sueño comenzó a hacerse visible en su subconsciente. Una figura femenina le sonreía. Se parecía a Anya, pero no era ella.  Al día siguiente cuando lo recordó le encontró la explicación: el libro, el retrato y ..  Anya.  Se estaba obsesionando y eso no le gustaba.  Se puso al piano y de sus manos salieron unas notas bruscas,  desgarradoras,  que le decían muchas cosas y que sabía a qué se debían.

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