Como lo habían acordado, al día siguiente, se volverían a ver en el mismo bar del día anterior. Llegó con suficiente antelación, porque pese a todo, era un hombre puntual. Probablemente sería lo único bueno que tuviera.
La noche anterior tuvo una fuerte discusión con su mujer, lo que supuso que ella, recogiera algo de ropa en una maleta y saliera de su casa. Una casa poco agradable, en un barrio de apariencia dudosa y con unos vecinos más dudosos todavía. Pero era lo único que se podían permitir y aún así, tenían dificultados para cumplir con el alquiler.
Fue el primero en llegar. Probablemente eso sería lo único bueno que aún conservara de su antigua vida.
Transcurría una media hora, cuando comenzaron a llegar unos hombres, por separado, que no conocía, pero que tenía la impresión de que serían los integrantes de la banda. Eran dos, pero faltaba el cabecilla que llegó diez minutos después. Los tres se dirigieron hacia él y al mismo tiempo solicitaron un reservado lo más alejado del resto de los que conformaban el local. Pidió una botella de whisky y presentó a todos. Usarían nombres ficticios, y ninguno sabría la dirección de los otros. De este modo, si les detuvieran, no podrían delatarse.
Extendieron sobre la mesa un plano, después de apurar los sendos vasos de bebida. Para " ir abriendo boca" había dicho sonriente el cabecilla del grupo al que llamaremos número Uno. El resto irían todos correlativos, siendo el Cuatro el último en integrarse: nuestro amigo recién incorporado.
Prestaba atención, pero, en definitiva, tampoco le interesaba mucho, puesto que él solamente tendría que tener el coche en marcha a la indicación del número Uno. Pidieron bocadillos, que les serviría de almuerzo, y terminarían de ultimar todos los aspectos. Tendría que ser un golpe magnífico, mejor que los anteriores realizados, puesto que, al tener más práctica, cada vez tenían más envergadura y más exitosos.
El vapor del alcohol hacía de las suyas en nuestro amigo Cuatro. Los ojos del resto no dejaban de estar pendientes de él. Era nuevo, no le conocían y fuera a ser que se vaya de la lengua. No debía beber más, si querían que todo saliera como estaba previsto.
Todo estaba organizado. Nada podía salir mal. Lo harían en la noche del sábado al domingo y de madrugada, con el fin de que nadie estuviera por las calles, si acaso algún borrachín. Se asignaron los puestos y la forma de actuar. Cuatro sería el encargado de tener la furgoneta a punto, en marcha y con gasolina.
Antes de efectuar el trabajo, irían a una gasolinera y la abastecerían de gasolina. Nada podía fallar.
Repasaron el plan dos veces mas y todos los cabos estaban atados. Cuatro les miraba casi con admiración. Él había sido muy astuto con los números, las acciones y el dinero en su antiguo trabajo, bien, pues sus otros dos compañeros eran tan especialistas como lo fuera él en su día y en su trabajo.
Se despidieron quedando citados, una vez más para el viernes por la tarde: sería el último repaso antes de dar el golpe. Quedaron citados a las doce de la noche, en el parque cercano al lugar del trabajo. No habrían de llamar la atención y acudir por separado. Todo estaba medido al milímetro, pero los nervios también. Hasta que todo no estuviera dentro de la furgoneta y a salvo, no podrían calmarse.
RESERVADO DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora< rosaf9494quer
Edición< Mayo 2021
Ilustraciones< Internet
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