Así transcurrieron sus vacaciones y como cada vez que llegaban a su fin, tenía que escuchar la nueva declaración de amor de Mitch, que mecánicamente repetía cuánto la había querido desde niña, y la consabida respuesta de ella: No, Mitch. Y de nuevo emprendió el regreso a la vida normal, ya que este periodo de descanso no lo era para ella, sencillamente era un extraordinario. Se incorporaría al trabajo dos días después. Repasaba mentalmente lo ya sabido: que la aguardaría otro largo año, hasta que volviera en busca de paz. Siempre se repetía la misma historia, nada la alteraba, y siempre regresaba con un poco más de desánimo por la monotonía que viviría.
Y al fin vuelta a lo mismo, a lo habitual: las sirenas de las ambulancias. El abrir de improviso una puerta y tras ella una camilla con algún herido, gemidos, lamentos y alguien que discute porque no le estuvieran atendiendo todo lo rápidamente que quería. El barullo de siempre, a lo largo del tiempo que llevaba trabajando allí, pero durante sus días de vacaciones, se había desconectado de todo ello, y ahora, al volver a lo cotidiano, era como si todo la sorprendiera, como si fuera nuevo para ella. Pero no lo era, y bastó la voz del jefe de equipo para volverla a la realidad: la necesitaban en quirófano. Y fue una noche larga, pero como todo, también terminaba. Tendría todo ese día y el siguiente, hasta la noche, para descansar del ritmo frenético de lo vivido en su primer día de trabajo. Y como ya era habitual siguió la misma ruta. Desayunaría en la cafetería y al llegar a casa, se metería en la cama para dormir todo lo que el cuerpo la pidiese.
Y los días transcurrían y con ellos los meses. Annie se había trasladado a vivir con su novio y estaban pensando en casarse para la próxima primavera. El tema de Maxwell había quedado relegado al último tramo de su memoria. Ni siquiera se preguntaba qué tal le iría; no se habían vuelto a ver ni a tener noticias suyas, por lo que dio carpetazo a esa amistad, que a penas comenzada había finalizado. Salió en un par de ocasiones con un médico residente, pero en plan "amigos". Eso lo había dejado muy claro: no quería complicaciones en el trabajo, así que no llegaron a nada más que alguna cena o tomar una copa al salir del trabajo, como compañeros exclusivamente.
Estaba en la cafetería desayunando cuando una alta figura se puso delante de ella. Alzó la mirada y como si hubiera sido transmisión de pensamiento, Maxwell estaba allí, mirándola y sonriendo, pero también acompañado de una joven.
Y al fin vuelta a lo mismo, a lo habitual: las sirenas de las ambulancias. El abrir de improviso una puerta y tras ella una camilla con algún herido, gemidos, lamentos y alguien que discute porque no le estuvieran atendiendo todo lo rápidamente que quería. El barullo de siempre, a lo largo del tiempo que llevaba trabajando allí, pero durante sus días de vacaciones, se había desconectado de todo ello, y ahora, al volver a lo cotidiano, era como si todo la sorprendiera, como si fuera nuevo para ella. Pero no lo era, y bastó la voz del jefe de equipo para volverla a la realidad: la necesitaban en quirófano. Y fue una noche larga, pero como todo, también terminaba. Tendría todo ese día y el siguiente, hasta la noche, para descansar del ritmo frenético de lo vivido en su primer día de trabajo. Y como ya era habitual siguió la misma ruta. Desayunaría en la cafetería y al llegar a casa, se metería en la cama para dormir todo lo que el cuerpo la pidiese.
Y los días transcurrían y con ellos los meses. Annie se había trasladado a vivir con su novio y estaban pensando en casarse para la próxima primavera. El tema de Maxwell había quedado relegado al último tramo de su memoria. Ni siquiera se preguntaba qué tal le iría; no se habían vuelto a ver ni a tener noticias suyas, por lo que dio carpetazo a esa amistad, que a penas comenzada había finalizado. Salió en un par de ocasiones con un médico residente, pero en plan "amigos". Eso lo había dejado muy claro: no quería complicaciones en el trabajo, así que no llegaron a nada más que alguna cena o tomar una copa al salir del trabajo, como compañeros exclusivamente.
Estaba en la cafetería desayunando cuando una alta figura se puso delante de ella. Alzó la mirada y como si hubiera sido transmisión de pensamiento, Maxwell estaba allí, mirándola y sonriendo, pero también acompañado de una joven.
— Espero te acuerdes de mí - la dijo al tiempo que extendía su mano para saludarla
- ¡ Maxwell, cuánto tiempo ! Lo cierto es que te he recordado, pero el tiempo... ya sabes. Las vacaciones, en fin: la vida
- Te presento a mi prometida Lorraine
- Mucho gusto. Ha sido toda una sorpresa. La última vez que nos vimos estabas bastante deprimido. Ya veo que lo has superado todo. ¿ Cómo te encuentras ?
- Muy bien. Estamos aquí porque hoy me harán el último chequeo y espero que todo esté correcto. Como verás he dejado las muletas; ahora uso de vez en cuando un ligero bastón. Sabía que estarías aquí y hemos entrado a saludarte.
-Os lo agradezco. Acabo de salir de una guardia y en cuanto termine me voy a casa. Hemos tenido una noche muy complicada.
Siguieron charlando un poco más, y al fin se despidieron. Perl les vió alejarse. Iban cogidos de la mano como cualquier pareja, y efectivamente él había recuperado su altura normal y su apostura también. La sorprendió que tuviera novia, claro que habían pasado muchos meses y la vida seguía abriéndose camino. Se le quedó mirando, y como si hubiera sido una llamada, él, también volvió la cabeza, encontrándose sus miradas durante unos instantes.
RESERVADOS DERECHES DE AUTOR / COPYRIGHT
- ¡ Maxwell, cuánto tiempo ! Lo cierto es que te he recordado, pero el tiempo... ya sabes. Las vacaciones, en fin: la vida
- Te presento a mi prometida Lorraine
- Mucho gusto. Ha sido toda una sorpresa. La última vez que nos vimos estabas bastante deprimido. Ya veo que lo has superado todo. ¿ Cómo te encuentras ?
- Muy bien. Estamos aquí porque hoy me harán el último chequeo y espero que todo esté correcto. Como verás he dejado las muletas; ahora uso de vez en cuando un ligero bastón. Sabía que estarías aquí y hemos entrado a saludarte.
-Os lo agradezco. Acabo de salir de una guardia y en cuanto termine me voy a casa. Hemos tenido una noche muy complicada.
Siguieron charlando un poco más, y al fin se despidieron. Perl les vió alejarse. Iban cogidos de la mano como cualquier pareja, y efectivamente él había recuperado su altura normal y su apostura también. La sorprendió que tuviera novia, claro que habían pasado muchos meses y la vida seguía abriéndose camino. Se le quedó mirando, y como si hubiera sido una llamada, él, también volvió la cabeza, encontrándose sus miradas durante unos instantes.
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Autora< rosaf9494quer
Edición< Julio 2020
Ilustraciones< Internet
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