domingo, 12 de abril de 2020

Pobres y Ricos -Capítulo 1 - Fremont

   Lucy Morrison, al volante de su pequeño coche, canturreaba al compás de su música preferida "The night we met". Le encanta Lord Huron y le traía agradables recuerdos de su juventud, no hacía tanto tiempo dejada atrás. Le recordaba su baile, torpe baile con algunos pisotones, con aquel chico forastero que apareció en la ciudad y tal como vino se fue, pero a ella la causó sensación, probablemente por lo inusual de que un chico como aquél se integrara, siquiera por unos días, en aquel baile provinciano de adolescentes recién graduados.



Ella fue en compañía de Melvyn, un chico pecoso y rubio, no muy guapo, pero buena persona, simpático y divertido.  Suplía el no ser tan guapo como otros, con su sentido del humor;donde él estaba  no se escuchaban más que risas.


  Entre los amigos de la pandilla, corrían los rumores de que estaba un poco enamorado de Lucy, pero ella no hacía caso de habladurías.  Le quería tener como amigo, nada más.  Tenía planes para su futuro y desde luego, en sus cálculos no entraba echarse novio tan pronto.  Eran muy jóvenes y además ella tenía que terminar los estudios para ser  reportera y para cumplirlos tendría que estudiar duro para terminar lo más pronto posible.  En su cabeza bullía la idea de ir a vivir a San Francisco, pero todo dependía de lo que pudiera ahorrar de su trabajo en el periódico local, que fue quién la metió el gusanillo del periodismo.  Deseaba ser reportera no de revistas del corazón, que la parecían demasiado frívolas, sino de periodismo serio.  Pero todo dependía del vil metal y hasta donde diera de sí .


   Desechó los recuerdos y siguió acompañando al conjunto musical con su canción.  Tenía una voz espantosa y desafinada; el oído musical no se lo había dado Dios, pero sí una potente voz que desarrollaba a pleno pulmón.  Iba ella sola por la carretera, así que no había peligro de que alguien se riera de ella.  Tampoco la importaba demasiado;  tenía una facilidad pasmosa para evadirse de lo que no la interesaba y el que la oyeran cantar no la intimidaba en lo más mínimo.


    En unos cuarenta minutos aproximadamente estaría en Fremont y allí entregaría su currículo en el periódico, al que había solicitado una plaza.  Haría los reportajes que la mandasen; necesitaba trabajar cuanto antes y por el sueldo que la dieran.  No tenía muchas pretensiones, sólo lo suficiente para poder pagarse los estudios e ir viviendo, aunque fuera a base de bocadillos.  Le faltaba un año para terminar la carrera que hacía en la universidad nocturna  de Corte Madera, con buenas notas, pero su padre no ganaba mucho y había que ayudar algo en casa.  No le importaba el tiempo que la llevara terminar, pero era su máxima ilusión  y, tardase lo que tardase lo conseguiría.

    Era un local con fachada en parte de madera y ladrillo rojo visto, con
 solera.  En uno de los ventanales a la calle había un gran rótulo en letras grandes, doradas, anunciando que allí estaba el Boletín de Fremont.  Se detuvo por unos instantes oteando en su interior. No estaba muy nerviosa, pero una especie de gusanillo la recorría el estómago. Si consiguiera ese trabajo, se trasladaría a vivir allí, pero el salario debía ser suficiente para vivir , ya que trasladarse a diario desde Corte Madera, no la compensaría.

Realizada su frugal inspección, empujó la puerta, también de cristal, y entró en su interior.  Se dirigió hacia el mostrador de información y allí pidió la indicasen dónde debía entregar el  currículo. La señorita, la indicó amablemente una puerta del fondo en el que una placa indicaba Recursos Humanos. Y hacia allí con paso firme y ligero se encaminó.  Cruzó sus dedos y golpeó ligeramente la puerta,  Una voz desde el interior la dio paso. Ya no había vuelta atrás; había lanzado al aire una moneda y le había salido cara.  Ojalá fuera sinónimo de buena suerte.

La recibió un señor de mediana edad que al parecer era el encargado de recibir a los candidatos que se presentaran para el puesto.  Era muy educado y cortés; se levantó para estrechar su mano al tiempo que la indicaba se sentase en la silla que había frente a él. En silencio recogió la carpeta portando la información de Lucy y si trabajo realizado en el modesto periódico de  Corte Madera, pero algo debió ver en alguno de sus artículos, porque, quitándose las gafas la miró de frente y la sometió a un interrogatorio normal en su caso, con el fin de conocer su trabajo y experiencia más ampliamente.

- Eso es signo de buena señal - se dijo interiormente -¿ Le interesaré? , aunque lo más probable es que sea de rutina, y es lógico saber con que experiencia cuento.  Pero dudo mucho que con lo que he presentado, se forme una idea de mi trabajo.  Sé que lo puedo hacer mejor, pero necesito oportunidades de demostrarlo. Pero creo que aún no ha llegado mi hora.

    Pero se sorprendió grandemente, cuando el editor la dijo escuetamente:

-  Está bien , queda contratada ,  pero habrá de demostrar de lo que es capaz de hacer.  De momento estará a prueba durante quince días.  Si sale airosa, tendrá un contrato indefinido.  Y ahora hablemos de las condiciones de trabajo.



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