martes, 14 de abril de 2020

Pobres y ricos - Capítulo 4 - La mansión del juez Burton

    Todo lo miraba con admiración y asombro.  Parecía una chica de algún pueblo remoto con casitas pequeñas que conociera Nueva York por primera vez. Ya sólo el vestíbulo,  al que les había conducido el mayordomo, era más grande que la casa de sus padres, que no era de las pequeñas, precisamente. De sus paredes colgaban cuadros, que creyó sería de firma reconocida, pues eran preciosos y muy buenos.  En el centro una gran mesa redonda con un enorme jarrón de flores de color fucsia y rosa. La estancia era circular y en su entorno había tres o cuatro puertas, que sin duda llevaban a distintas habitaciones. El mayordomo abrió una de ellas  y nos indicó que esperásemos:

- El señor juez vendrá enseguida.  ¿ Desean tomar algo-, nos dijo

- No, no, muchas gracias -respondió Fred



    Lucy aprovechó para revisar aquella habitación, amueblada con exquisito gusto con muebles clásicos y serios, como correspondía al puesto que, su ocupante,  desempeñaba en la sociedad. Los cuadros probablemente de buena firma también,  excelentes. Además de un sofá y dos sillones  a su lado, uno enfrente del otro,  en un rincón había un secreter clásico, un poco más allá una mesa redonda con un jarrón con flores, iguales a las del vestíbulo.  Seguro que serían de la preferencia de la señora de la casa. Y en otro lado de la pared, un  mueble lleno de fotografías, familiares, enmarcadas en plata.  Era apabullante, intimidante. ¡ Y ella con vaqueros ! ¡ Menuda impresión iba a causar !  De pronto la puerta se abrió y automáticamente tanto Fred como Lucy se pusieron en pié.  La figura del juez era esbelta y altamente distinguida.  Enarboló una sonrisa afectuoso palmoteando la espalda de su compañero, señal de que le conocía, seguramente de otras veces. Dirigió la mirada sonriente hacia el rostro de Lucy que a duras penas pudo saludar al juez

- Encantada, señoría - fue todo lo que pudo decir.

Con un gesto de la mano les indicó que se sentaran. Lucy estaba cortadísima, sin embargo Fred se comportaba como si tal cosa. Comenzaron a charlar lo mismo que  si se conocieran de toda la vida.  Su compañero le preguntaba por persona de la  que no tenía ni idea, pero sin duda debía ser alguien que ambos conocían. Ella guardaba silencio jugueteando con el bolígrafo para calmar los nervios que aquella situación le provocaba.  Estaba  presente, pero en realidad era como si no estuviera, porque ellos iban a lo suyo. ¿ Cuántas veces habría entrevistado al juez?  Se lo preguntaría a la salida, que ojalá fuese pronto.  Se sentía incómoda y pequeña en aquel ambiente.  Decididamente, no era para ella. Sin darse cuenta, se había encogido en aquel sillón, grande y mullido, hasta hacerla más pequeña, más insignificante.

- ¿ Qué tal Alex ? - le preguntó Fred

- Como siempre,  a lo suyo.  Hace tiempo que no le veo. Creo que está averiguando algo, pero es top secret, así que no puedo decirte nada.- respondió el juez- ¿ Y tus padres ?

- En Nueva York.  Desde que mi padre se jubiló no paran.

- Hacen bien. Yo haré lo mismo cuando me jubile, y hasta pienso en echarme novia.



    Soltó una risotada acompañando sus palabras, por lo que dedujo que era divorciado o viudo  ¿Cómo tenía tanta confianza con él ?  Seguramente se trataba de algún amigo de la familia, o quizás le sacara de algún aprieto en su labor de juez.  Lucy notaba que aquello no tenía sentido, que todas las preguntas eran insulsas sin venir a cuento.  Entonces se le ocurrió la idea de que probablemente, ella, precisamente, era el obstáculo que había para que ellos hablasen de lo que fuera, pero si así era ¿ para qué la había llevado?  Carraspeó y disculpándose dijo a Fred que le esperaba fuera.  Y saliendo de la estancia, se detuvo en el vestíbulo, aguardando a que ellos terminaran lo que fuera que tenían entre manos.

De pié frente a ella, permanecía el mayordomo, otro personaje que la ponía nerviosa con tanta rigidez y tanta corrección.  Le sonreía y él serio inclinaba la cabeza

- Cada vez lo entiendo menos ¿ qué demonios hago aquí? ¿ De que hablo con este hombre tan tieso que me pone de los nervios?  Es un recibidor muy grande y precioso - se la ocurrió decir para de esa forma romper el hielo

- Si tiene mucha solera.  Es la tercera generación de jueces. Han ido heredando las valiosas obras de arte que han pasado de generación en generación desde sus abuelos.  Estar en esta mansión es como estar viviendo la historia de la judicatura de esta familia

- Más que una mansión, parece un palacio.  ¡ Es precioso ! - respondió Lucy.

En ese momento la puerta volvió a abrirse y de allí salieron los dos hombres que se estrecharon en una brazo afectuoso.

- Vuelve pronto.  Señorita he tenido mucho gusto en conocerla.

- Muchas gracias señoría.  Lo mismo digo.

    La cabeza la tenía a cuadros ¿ ese abrazo? ¿ qué significaba ?  Se mordía la lengua para no preguntar, pero la curiosidad pudo más que su prudencia:


- Parece que os conocéis mucho - dijo

- ¡ Y tanto ! es mi tio.

- ¿ Tu tio ?  ¿ Para qué me has traido ?  Habéis dejado claro que yo era una invitada de piedra y que estorbaba entre vosotros.

- No exactamente. Tenía que hablar con él para conseguir la entrevista por su mediación. No vayas a decir nada, es altamente secreta

- ¡ Cuánto misterio ! ¿ Se trata de tener un encuentro con algún peligroso delincuente en exclusiva ?- él rió por la salida de Lucy

- No, en absoluto, pero sí es un secreto.  Así que no comentes nada con nadie.  Lo sabrás a su debido tiempo.  Sólo lo sabe  Davis, y porque tenía que autorizarlo, sino tampoco.  Y ahora te invito a comer.

- ¿ Aquí ? ¿ En Palo Alto ?  Te va a costar un riñón. Mejor nos vamos a otro lado. - exclamó la reportera en ciernes

- No seas tonta.  Me lo puedo permitir- respondió él

- Está visto que hoy voy de sorpresa en sorpresa.  Espero que algún día me lo cuentes

- Lo haré mientras comemos ¿ vale ?  Con suerte conocerás a alguna estrella de gran relumbrón. Iremos a La Bodeguilla del Medio

- Tiene nombre hispano, aunque es la primera vez que lo escucho

- Casi todo aquí es muy hispano.  La mayoría de la gente habla castellano.  Es una reminiscencia de su pasado español, bueno ya sabes...



- ¿ Lo sé? Algo sí, porque en esta zona estuvo muy presente, pero no creí que aquí...

- Por lo que veo has de averiguar muchas cosas.  Eres bastante curiosa ¿ sabes ?

- No lo suficiente. Aún he de saber lo tuyo  y lo de ese misterioso hombre del que hablabais  antes de salir de la habitación. Todo es muy extraño y creo que no lo voy a saber nunca.  Tranquilo, no es que tenga especial interés en ello.

   Eligieron el menú a base de carne a la parrilla maíz asado al igual que una patata grande.  De postre un gran helado de chocolate para ella una copa para Fred.  Tras unos momentos de reposo, decidieron que era hora de regresar. Tendrían que pasar por redacción y dar cuenta a Davis de sus gestiones.  Después de hecho ésto, regresarían cada uno de ellos a su casa.

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