Y la vida siguió su andadura de desorientación , recuerdos y tristezas en la vida de Elva y Olivia. Sarah, crecía sana y alegre. Iba a la guardería y era una niña totalmente feliz, ajena a las penurias de su madre y hermana.
Elva, buscó trabajo y al tener más tiempo libre, su sueldo era mayor. Olivia también terminó de estudiar y trabajaba como administrativa en una pequeña empresa. Su madre quería que siguiera estudiando, de manera que al salir de trabajar, lo hacía en la universidad nocturna. Aún le faltaban dos años para terminar la carrera de magisterio. Le apasionaban los niños, y a pesar de que la relación con su madre no era todo lo fluida que debiera, sin embargo se deshacía en caricias con su hermana pequeña. Fue ella la que eligió su nombre. Elva había perdido las esperanzas de que en algún momento, la relación de madre e hija fueran normales, como ella deseaba. Pero debía ser Olivia quién perdonase la falta de su madre, y aún no lo comprendía.
Elva visitaba a menudo la tumba de Frederick y ante la lápida , le contaba las incidencias del día a dia, como si le escuchara, para terminar siempre llorando. Le hablaba de James, ahora si no importaba que supiera quien era el padre de Sarah, y hasta le había contado como fue su primer encuentro. Todos los secretos que no supo en vida, se los contó después de muerto. Ella descargaba su conciencia de este modo, y la parecía que aún Frederick no se había marchado del todo.
- Fred, es curioso. Ahora que te has ido, somos mejores amigos que cuando estábamos casados,. Te agradecí enormemente tu comprensión hacia mi en los últimos días de tu vida. Sentí cariño, algo que me faltaba, pero tú me lo diste. Gracias por todo ello.
Lanzó un beso al aire, y salió del cementerio. Fue a recoger a la pequeña. Los viernes salía antes de la guardería por ser fin de semana, y ella había llegado a un acuerdo con el jefe, que para atender a la niña, faltase a la oficina las tardes de los viernes , a cambio de trabajar una hora más todos los días.
Y así transcurrían sus vidas.tranquila y lentamente. Olivia salía con un chico. Parecía que estaba enamorada y sonreía más a menudo. Elva, al no tener tantas preocupaciones, llevaba una vida más relajada y hasta había recuperado algo de peso y lozanía. Sus ojos habían recobrado brillo, pero no había olvidado al hombre de su vida, siempre permanente en ella, aunque nunca le mencionase.
Y pasó la primavera, y llegó el verano, y decidieron tomarse unos días de descanso. Aunque no podían permitirse el lujo de ir a ningún sitio, pero aprovecharían para estar en casa holgazaneando, sin hacer nada. Y Diciembre llegó presuroso con su cargamento de fiestas especiales. Sarah disfrutaba mucho con los adornos navideños y su madre la llevaba por el centro de la ciudad para que viese los escaparates de los comercios engalanados para las fiestas que se aproximaban . Ella deseaba que pasasen rápido. Eran días de muchas añoranzas para ella, pero que tenía que esconder para que la niña los disfrutase plenamente. Olivia tampoco era amiga de fiestas, pero estaba invitada en Navidad y Último de Año en la casa de su novio, así que lo pasarían solas.
Elva lo agradecía. Sarah se dormiría pronto y así ella se acostaría enseguida. Al día siguiente, si es que nevaba, iría con la pequeña a jugar en la nieve. Esas serían sus Navidades especiales. Pero no nevó, y decidió salir a pasear, a algún parque para que la niña no se aburriese en casa. Era inquieta y traviesa como correspondía a sus tres años. A Elva la tenía loca por distintos motivos, pero el principal por el origen de su nacimiento, que fue dulce y amargo a un mismo tiempo.
Estuvieron en un parque y después quisieron ir a merendar. Sarah se paró delante de un escaparate con muñecos en movimiento, que atrajeron la atención de la pequeña. Reía y daba palmadas ante las piruetas de los muñecos, y continuamente con su dedito se lo mostraba a su madre. Decidió que había que merendar, y aunque lloró al no querer irse, lo hizo al prometerla que volverían cuando terminasen. Entraron en el establecimiento y subieron hasta la planta última en donde estaba situada la cafetería. En ella habían creado una especie de parque con animalillos para que los niños que acudieran con sus padres, se distrajeran y pudieran merendar tranquilos. Elva la llevó al parque y Sarah quedó al cuidado de la señorita cuidadora de esa mini guardería. No tenían peligro, era un parque cerrado donde nadie sin identificación podía entrar ni salir.
Al menos por unos instantes, tomaría tranquila su refresco, pero no perdía de vista a su hija. Unas mesas lejos de donde estaba, una pareja reia y charlaba alegremente, les acompañaba otra y parecían conocerse muy bien. Elva paseó la mirada por el local y de pronto exclamó ¡ Sheryl !, y entonces se fijó que a su lado estaba el doctor Foster. Su intención era levantarse a saludarles, pero tenían invitados y desistió de la idea. Quizá cuando salieran lo haría muy de pasada..
Abonó la consumición y se levantó para ir en busca de la niña y al hacerlo fue Sheryl la que la vió. Se levantó sin decir donde iba, y se acercó ella.
- ¡ Dios mio Elva ! ¿ Qué es de tu vida ?
- ¡Sheryl ! Os vi hace un rato; iba a saludaros pero me dí cuenta de que teníais compañía, así que desistí de ello
- Cuentame ¿ ómo estas?
- Pues... bien, estamos bien
-Tú...
- Murió. Hace tres años
- Lo siento querida. ¿ Fue entonces cuando desapareciste del hospital?
- Si, creo que fue por aquella época. Me vi obligada a dejarlo todo. Me necesitaba y yo no me encontraba bien.
-Ven a la mesa. Louis se alegrará al verte y la otra pareja, por lo menos a uno le conoces. Se trata del doctor Mulligan; está con su prometida
- Otro día Sheryl, Ahora tengo un poco de prisa. He de llegar pronto a casa. Llevo fuera toda la tarde
- Pero ahora ya no tienes la obligación de tu esposo. Ven y tómate algo con nosotros.
No, de verdad otro día.
- Como quieras. Estaremos en contacto
Claro, claro,. Te llamo cualquier día y salimos ¿ vale ?
- Vale Elva. Cuando quieras. Y así recordamos nuestros viejos tiempos. Por cierto estás muy guapa.
- Gracias, amiga. He de irme
A Sheryl le extrañó tantas prisas, y de pie, siguió con la mirada la dirección de Elva. No iba hacia la salida, se dirigía al parque infantil. La vio rebuscar en su bolso la identificación y a una niña pequeña que la tendía los brazos
- ¡ Qué raro !. El marido no po... ¿ Se habrá casado ? -. Cuando Sheryl se incorporó a su mesa, Louis la preguntó por qué había tardado tanto
- He visto a una amiga, que hacía mucho tiempo que perdí su rastro. Se trataba de Elva Shephard ¿recuerdas? -le dijo a su pareja
- Si, lo recuerdo. Trabajó en el hospital y de repente desapareció. ¡ Qué casualidad ! ¿ Y el marido ?
- Murió, me ha dicho, hace tres años. Ahora debe trabajar como cuidadora, porque ha ido a recoger a una niña al parque. Posiblemente aún estén allí.
James estaba pálido. Esta allí, respirando su mismo aire, al alcance de su mano. Se levantó, pidió permiso a su acompañante y amigos, y salió tras ella por ver si la alcanzaba. Miró en todas direcciones para localizarla, y al fin la vio en las escaleras mecánicas. Llevaba una niña en brazos, y ambas reían felices.
Siguió bajando las escaleras, abriéndose paso para llegar a su altura, pero había mucha gente y no iba todo lo rápido que él quería. El corazón se le aceleraba , y decidió llamar su atención llamándola en voz alta.
- ¡ Elva...! ¡ Elva ... !
Ella escuchó su voz, pero no volvió la cabeza. Temblaba como una hoja, y todo lo que quería era desaparecer. ¡Tan cerca y tan lejos ! " Está con su prometida "., esa frase hacia que sus sienes latieran con fuerza, cuando al fin ya estaban en la planta baja. Saldrían a la calle, y se perderían entre el tumulto de gente. Apretó a la niña contra su pecho y aceleró el paso cuanto pudo para desaparecer de allí. Pero una mano fuerte la detuvo por el brazo:
- ¡ Por Dios Elva ! - Ella giró su cabeza y friamente le dirigió un saludo
- ¡ Oh James ! ¿ Cómo tú por aquí ?
¿Has regresado o estás de vacaciones?
- Estoy para dar una vuelta. Elva ¿ cómo estás ?
- Bien, estoy bien . ¿ Y tú ? ¿ Te has casado ?
- Vayamos a un lugar donde podamos hablar.
-Lo siento, tengo que irme. Es muy tarde.
- ¿ Trabajas de Nany ? - Ella de momento no se dio cuenta de que mantenía en brazos a la niña. Ni siquiera sospechaba que era su hija. Pero recordó que Sheryl había dicho que estaba con su prometida. ¿ Cómo decirle ahora la verdad? Y decidió responder con una mentira.
- Si, claro. Y he de llevar a la niña. Se me ha hecho muy tarde. Lo siento. Que te vaya bien, porque no es fácil que volvamos a vernos, si has venido de vacaciones
James se la quedó mirando sin decir nada. Aflojó la presión de su mano sobre el brazo de ella y la dejó marchar. Había cambiado, ya no era la misma que adoraba, que recordaba. Sin duda la vida la había tratado mal, y se había vuelto fría como un témpano. La vio meterse en un taxi y lentamente regreso a la cafetería. Toda la esperanza que tenía de volver a verla se desvaneció en ese momento. Ni siquiera sabia si vivía en el mismo sitio, ni su número de teléfono. Y por lo visto sus amigos tampoco habían vuelto a saber de ella. Decidió no pensar más en el encuentro y sonrió al reunirse con sus amigos y alguien más.
Elva, buscó trabajo y al tener más tiempo libre, su sueldo era mayor. Olivia también terminó de estudiar y trabajaba como administrativa en una pequeña empresa. Su madre quería que siguiera estudiando, de manera que al salir de trabajar, lo hacía en la universidad nocturna. Aún le faltaban dos años para terminar la carrera de magisterio. Le apasionaban los niños, y a pesar de que la relación con su madre no era todo lo fluida que debiera, sin embargo se deshacía en caricias con su hermana pequeña. Fue ella la que eligió su nombre. Elva había perdido las esperanzas de que en algún momento, la relación de madre e hija fueran normales, como ella deseaba. Pero debía ser Olivia quién perdonase la falta de su madre, y aún no lo comprendía.
Elva visitaba a menudo la tumba de Frederick y ante la lápida , le contaba las incidencias del día a dia, como si le escuchara, para terminar siempre llorando. Le hablaba de James, ahora si no importaba que supiera quien era el padre de Sarah, y hasta le había contado como fue su primer encuentro. Todos los secretos que no supo en vida, se los contó después de muerto. Ella descargaba su conciencia de este modo, y la parecía que aún Frederick no se había marchado del todo.
- Fred, es curioso. Ahora que te has ido, somos mejores amigos que cuando estábamos casados,. Te agradecí enormemente tu comprensión hacia mi en los últimos días de tu vida. Sentí cariño, algo que me faltaba, pero tú me lo diste. Gracias por todo ello.
Lanzó un beso al aire, y salió del cementerio. Fue a recoger a la pequeña. Los viernes salía antes de la guardería por ser fin de semana, y ella había llegado a un acuerdo con el jefe, que para atender a la niña, faltase a la oficina las tardes de los viernes , a cambio de trabajar una hora más todos los días.
Y así transcurrían sus vidas.tranquila y lentamente. Olivia salía con un chico. Parecía que estaba enamorada y sonreía más a menudo. Elva, al no tener tantas preocupaciones, llevaba una vida más relajada y hasta había recuperado algo de peso y lozanía. Sus ojos habían recobrado brillo, pero no había olvidado al hombre de su vida, siempre permanente en ella, aunque nunca le mencionase.
Y pasó la primavera, y llegó el verano, y decidieron tomarse unos días de descanso. Aunque no podían permitirse el lujo de ir a ningún sitio, pero aprovecharían para estar en casa holgazaneando, sin hacer nada. Y Diciembre llegó presuroso con su cargamento de fiestas especiales. Sarah disfrutaba mucho con los adornos navideños y su madre la llevaba por el centro de la ciudad para que viese los escaparates de los comercios engalanados para las fiestas que se aproximaban . Ella deseaba que pasasen rápido. Eran días de muchas añoranzas para ella, pero que tenía que esconder para que la niña los disfrutase plenamente. Olivia tampoco era amiga de fiestas, pero estaba invitada en Navidad y Último de Año en la casa de su novio, así que lo pasarían solas.
Elva lo agradecía. Sarah se dormiría pronto y así ella se acostaría enseguida. Al día siguiente, si es que nevaba, iría con la pequeña a jugar en la nieve. Esas serían sus Navidades especiales. Pero no nevó, y decidió salir a pasear, a algún parque para que la niña no se aburriese en casa. Era inquieta y traviesa como correspondía a sus tres años. A Elva la tenía loca por distintos motivos, pero el principal por el origen de su nacimiento, que fue dulce y amargo a un mismo tiempo.
Estuvieron en un parque y después quisieron ir a merendar. Sarah se paró delante de un escaparate con muñecos en movimiento, que atrajeron la atención de la pequeña. Reía y daba palmadas ante las piruetas de los muñecos, y continuamente con su dedito se lo mostraba a su madre. Decidió que había que merendar, y aunque lloró al no querer irse, lo hizo al prometerla que volverían cuando terminasen. Entraron en el establecimiento y subieron hasta la planta última en donde estaba situada la cafetería. En ella habían creado una especie de parque con animalillos para que los niños que acudieran con sus padres, se distrajeran y pudieran merendar tranquilos. Elva la llevó al parque y Sarah quedó al cuidado de la señorita cuidadora de esa mini guardería. No tenían peligro, era un parque cerrado donde nadie sin identificación podía entrar ni salir.
Al menos por unos instantes, tomaría tranquila su refresco, pero no perdía de vista a su hija. Unas mesas lejos de donde estaba, una pareja reia y charlaba alegremente, les acompañaba otra y parecían conocerse muy bien. Elva paseó la mirada por el local y de pronto exclamó ¡ Sheryl !, y entonces se fijó que a su lado estaba el doctor Foster. Su intención era levantarse a saludarles, pero tenían invitados y desistió de la idea. Quizá cuando salieran lo haría muy de pasada..
Abonó la consumición y se levantó para ir en busca de la niña y al hacerlo fue Sheryl la que la vió. Se levantó sin decir donde iba, y se acercó ella.
- ¡ Dios mio Elva ! ¿ Qué es de tu vida ?
- ¡Sheryl ! Os vi hace un rato; iba a saludaros pero me dí cuenta de que teníais compañía, así que desistí de ello
- Cuentame ¿ ómo estas?
- Pues... bien, estamos bien
-Tú...
- Murió. Hace tres años
- Lo siento querida. ¿ Fue entonces cuando desapareciste del hospital?
- Si, creo que fue por aquella época. Me vi obligada a dejarlo todo. Me necesitaba y yo no me encontraba bien.
-Ven a la mesa. Louis se alegrará al verte y la otra pareja, por lo menos a uno le conoces. Se trata del doctor Mulligan; está con su prometida
- Otro día Sheryl, Ahora tengo un poco de prisa. He de llegar pronto a casa. Llevo fuera toda la tarde
- Pero ahora ya no tienes la obligación de tu esposo. Ven y tómate algo con nosotros.
No, de verdad otro día.
- Como quieras. Estaremos en contacto
Claro, claro,. Te llamo cualquier día y salimos ¿ vale ?
- Vale Elva. Cuando quieras. Y así recordamos nuestros viejos tiempos. Por cierto estás muy guapa.
- Gracias, amiga. He de irme
A Sheryl le extrañó tantas prisas, y de pie, siguió con la mirada la dirección de Elva. No iba hacia la salida, se dirigía al parque infantil. La vio rebuscar en su bolso la identificación y a una niña pequeña que la tendía los brazos
- ¡ Qué raro !. El marido no po... ¿ Se habrá casado ? -. Cuando Sheryl se incorporó a su mesa, Louis la preguntó por qué había tardado tanto
- He visto a una amiga, que hacía mucho tiempo que perdí su rastro. Se trataba de Elva Shephard ¿recuerdas? -le dijo a su pareja
- Si, lo recuerdo. Trabajó en el hospital y de repente desapareció. ¡ Qué casualidad ! ¿ Y el marido ?
- Murió, me ha dicho, hace tres años. Ahora debe trabajar como cuidadora, porque ha ido a recoger a una niña al parque. Posiblemente aún estén allí.
James estaba pálido. Esta allí, respirando su mismo aire, al alcance de su mano. Se levantó, pidió permiso a su acompañante y amigos, y salió tras ella por ver si la alcanzaba. Miró en todas direcciones para localizarla, y al fin la vio en las escaleras mecánicas. Llevaba una niña en brazos, y ambas reían felices.
Siguió bajando las escaleras, abriéndose paso para llegar a su altura, pero había mucha gente y no iba todo lo rápido que él quería. El corazón se le aceleraba , y decidió llamar su atención llamándola en voz alta.
- ¡ Elva...! ¡ Elva ... !
Ella escuchó su voz, pero no volvió la cabeza. Temblaba como una hoja, y todo lo que quería era desaparecer. ¡Tan cerca y tan lejos ! " Está con su prometida "., esa frase hacia que sus sienes latieran con fuerza, cuando al fin ya estaban en la planta baja. Saldrían a la calle, y se perderían entre el tumulto de gente. Apretó a la niña contra su pecho y aceleró el paso cuanto pudo para desaparecer de allí. Pero una mano fuerte la detuvo por el brazo:
- ¡ Por Dios Elva ! - Ella giró su cabeza y friamente le dirigió un saludo
- ¡ Oh James ! ¿ Cómo tú por aquí ?
¿Has regresado o estás de vacaciones?
- Estoy para dar una vuelta. Elva ¿ cómo estás ?
- Bien, estoy bien . ¿ Y tú ? ¿ Te has casado ?
- Vayamos a un lugar donde podamos hablar.
-Lo siento, tengo que irme. Es muy tarde.
- ¿ Trabajas de Nany ? - Ella de momento no se dio cuenta de que mantenía en brazos a la niña. Ni siquiera sospechaba que era su hija. Pero recordó que Sheryl había dicho que estaba con su prometida. ¿ Cómo decirle ahora la verdad? Y decidió responder con una mentira.
- Si, claro. Y he de llevar a la niña. Se me ha hecho muy tarde. Lo siento. Que te vaya bien, porque no es fácil que volvamos a vernos, si has venido de vacaciones
James se la quedó mirando sin decir nada. Aflojó la presión de su mano sobre el brazo de ella y la dejó marchar. Había cambiado, ya no era la misma que adoraba, que recordaba. Sin duda la vida la había tratado mal, y se había vuelto fría como un témpano. La vio meterse en un taxi y lentamente regreso a la cafetería. Toda la esperanza que tenía de volver a verla se desvaneció en ese momento. Ni siquiera sabia si vivía en el mismo sitio, ni su número de teléfono. Y por lo visto sus amigos tampoco habían vuelto a saber de ella. Decidió no pensar más en el encuentro y sonrió al reunirse con sus amigos y alguien más.
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