Sólo habían sido dos días los que pasaron juntos, pues cada uno de ellos tenía que regresar, no sin antes hacer proyectos. Goran dejaría su puesto en Nueva York y volvería a Serbia. A pesar de las fuertes protestas de Jasna que no quería truncase su futuro por ella; no se sentiría a gusto si eso ocurriera
Pero tampoco Goran permitiría que ella dejase colgada su instrucción por él. Había conseguido todo lo que que se propuso, pero ella no. Además esta era su tierra y aquí ejercería como médico. Trataría de volver a la enseñanza. Montaría una consulta si no le aceptaran. Haría cualquier cosa menos dejarla sola. Tenían toda la vida por delante para estar juntos. Se casarían y formarían una familia y, juntos se abrirían camino. Pero a lo que no estaba dispuesto es que ella colgase los libros cuando estaba tan cerca de conseguirlo.
— Te necesito a mi lado ¿Es que no lo entiendes? El lugar en donde vivamos no importa pero si, ser felices juntos. No estoy dispuesto a volver a Estados Unidos yo sólo, ni tampoco que abandones tu carrera a punto de terminarla. Lo tengo decidido. Volveré y permaneceré allí hasta que encuentren otro para ocupar mi puesto. Regresaré y nos casaremos; yo te ayudaré a que consigas tu titulación. Y no hay más que hablar, Aunque sea por esta vez, deja que sea yo quién lleve la voz cantante.
Pero tampoco Goran permitiría que ella dejase colgada su instrucción por él. Había conseguido todo lo que que se propuso, pero ella no. Además esta era su tierra y aquí ejercería como médico. Trataría de volver a la enseñanza. Montaría una consulta si no le aceptaran. Haría cualquier cosa menos dejarla sola. Tenían toda la vida por delante para estar juntos. Se casarían y formarían una familia y, juntos se abrirían camino. Pero a lo que no estaba dispuesto es que ella colgase los libros cuando estaba tan cerca de conseguirlo.
— Te necesito a mi lado ¿Es que no lo entiendes? El lugar en donde vivamos no importa pero si, ser felices juntos. No estoy dispuesto a volver a Estados Unidos yo sólo, ni tampoco que abandones tu carrera a punto de terminarla. Lo tengo decidido. Volveré y permaneceré allí hasta que encuentren otro para ocupar mi puesto. Regresaré y nos casaremos; yo te ayudaré a que consigas tu titulación. Y no hay más que hablar, Aunque sea por esta vez, deja que sea yo quién lleve la voz cantante.
— Que sepas que no estoy nada de acuerdo.
— Lo se, pero así son las cosas. No hay discusión posible.
La abrazó, la besó, y ahí terminó todo. La separación fue triste para los dos, pero algo nuevo se abría ante ellos que les daría fuerzas para seguir luchando.
Fionna estaba preocupada por Ana. No había querido decir nada a Maxwell, ya que se inquietaba a la menor cosa que ocurriera a sus hijas, pero la chiquilla estaba cambiada desde que llegaron de Nueva York. Pensó que había entrado, sin duda, en la difícil etapa de la adolescencia, en que todo les molesta, nada les gusta y piensan que el mundo entero esta en su contra...Decidió hablar con ella y tratar de averiguar que la enfadaba tanto. Aún recordaba la adolescencia de Jasna y la temblaban las carnes sólo de pensar que tuvieran que pasar por otro episodio parecido. Esa misma noche lo intentó, pero la chiquilla argumentaba que no la ocurría nada y, no hubo forma de llegar a ningún sitio.
Maxwell notó que algo flotaba en el ambiente. Las cenas ya no eran tan divertidas como antes; a penas hablaban mientras comían y el salir de compras con Fionna lo rechazaba. No era normal en ella. Varias veces la sorprendió mirando su cuerpo en el espejo de su habitación y efectivamente su anatomía cambiaba al mismo ritmo que su carácter. Esa noche habló con Maxwell, que no dio demasiada importancia de los cambios de la jovencita. Eso fue lo que la dijo para no intranquilizarla, pero lo cierto era que él también había notado algo extraño en su forma de actuar
Decidió llamar a su amiga más íntima mientras Ana estaba ausente. Ella sabía vidas y milagros de lo que la ocurría; no quería ni pensar que estuviera enferma, porque también en esa posibilidad había pensado, pero al insinuarle ir al médico, tuvieron un bronca monumental y, fue entonces cuando decidió hablar con Liz. la amiga inseparable de su hija.
—Querida Liz ¿Puedo pedirte un favor? Estoy muy preocupada por Ana. ¿ Sabes lo que la ocurre? Está cambiada, triste y siempre de mal humor. Te ruego me digas si sabes algo; que sea sólo entre nosotras.
Fionna estaba preocupada por Ana. No había querido decir nada a Maxwell, ya que se inquietaba a la menor cosa que ocurriera a sus hijas, pero la chiquilla estaba cambiada desde que llegaron de Nueva York. Pensó que había entrado, sin duda, en la difícil etapa de la adolescencia, en que todo les molesta, nada les gusta y piensan que el mundo entero esta en su contra...Decidió hablar con ella y tratar de averiguar que la enfadaba tanto. Aún recordaba la adolescencia de Jasna y la temblaban las carnes sólo de pensar que tuvieran que pasar por otro episodio parecido. Esa misma noche lo intentó, pero la chiquilla argumentaba que no la ocurría nada y, no hubo forma de llegar a ningún sitio.
Maxwell notó que algo flotaba en el ambiente. Las cenas ya no eran tan divertidas como antes; a penas hablaban mientras comían y el salir de compras con Fionna lo rechazaba. No era normal en ella. Varias veces la sorprendió mirando su cuerpo en el espejo de su habitación y efectivamente su anatomía cambiaba al mismo ritmo que su carácter. Esa noche habló con Maxwell, que no dio demasiada importancia de los cambios de la jovencita. Eso fue lo que la dijo para no intranquilizarla, pero lo cierto era que él también había notado algo extraño en su forma de actuar
Decidió llamar a su amiga más íntima mientras Ana estaba ausente. Ella sabía vidas y milagros de lo que la ocurría; no quería ni pensar que estuviera enferma, porque también en esa posibilidad había pensado, pero al insinuarle ir al médico, tuvieron un bronca monumental y, fue entonces cuando decidió hablar con Liz. la amiga inseparable de su hija.
—Querida Liz ¿Puedo pedirte un favor? Estoy muy preocupada por Ana. ¿ Sabes lo que la ocurre? Está cambiada, triste y siempre de mal humor. Te ruego me digas si sabes algo; que sea sólo entre nosotras.
— Señora O'Sullivan, Ana, está bien, es decir no está enferma, pero...
— Pero ¿Qué? Dime ¿Qué la ocurre?
—Prométame que no la dirá nada de lo que voy a contarle
— Es algo entre nosotras dos, nada más. Te lo prometo
— Se ha enamorado de alguien mayor que ella. Bastante mayor. Llora mucho y está muy triste. Por mucho que la diga no me hace caso
— ¿Te ha dicho su nombre?
— Si. Es un nombre extraño. No es de aquí. Dice que se trata del que fuera profesor de Jasna
— ¡Oh Dios mío!
— ¿Le ocurre algo?
— No cielo. Sólo me ha sorprendido. Te agradezco tu ayuda y tranquila que no sabrá que conozco su secreto.
Fionna tuvo que sentarse al colgar el teléfono. Ni por lo más remoto esperaba una confesión así, pero en el fondo se alegraba de que no fuera una enfermedad. Era demasiado joven y seguro que en un breve espacio de tiempo se le pasaría o quizá conocería a otro chico y se olvidaría de Goran. Era algo demasiado importante para mantenerlo en secreto con Maxwell. Hablaría con él esa misma noche y juntos tratarían de buscar una solución
Maxwell escuchó preocupado el relato de su mujer. Habían comenzado el nuevo año con un soberano problema, aunque confiaba en que fuera algo pasajero. Era demasiado joven y la diferencia de edad lo hacía impensable, Y además... También había intuido el interés de Goran por su hija mayor. No podía decir nada, al menos de momento. El serbio no había hecho nada para gustar a Ana, ni siquiera se conocían. ¿ Por qué tenían unas hijas tan conflictivas? Recordó su conversación en el restaurante y también la seriedad en el rostro de Ana que no despegaba sus ojos de Goran.
Fue a raíz de ese día que su corazón despertó. Tenía la edad clave para ello, pero con un chico de su edad. Además era el pretendiente de su hermana ¿Cómo comentarla nada?
Aquella noche costó al matrimonio conciliar el sueño. No tenían ni idea de cómo abordar este nuevo problema que se les había presentado. No había forma de solucionarlo sin que alguno de ellos saliera con el corazón herido.
Aquella noche costó al matrimonio conciliar el sueño. No tenían ni idea de cómo abordar este nuevo problema que se les había presentado. No había forma de solucionarlo sin que alguno de ellos saliera con el corazón herido.
Ignoraba que Goran había establecido contacto con Jasna; lo último que les dijera es que iría a visitar a su padre, pero tampoco había hablado abiertamente de lo que sentía por su otra hija, sino meramente en lo profesional. Aún así era una locura. Vivimos en un país en que este tipo de relaciones está penada por la ley y, además el médico no había hecho nada para que Ana se enamorase de él. Si por lo menos no fuera tan mayor... Sabía que aunque fuera más o menos de su edad, tampoco la permitiría un romance: era aún una niña que estaba despertando al amor.
Pero ¿Con Goran? Hablaría con Jasna y muy hábilmente averiguaría si ella sentía algo por el médico. Pero aún así, aunque no sintiera nada, no lo podía permitir , con tanta diferencia de edad. Ana era excesivamente joven para mantener relaciones con un hombre de unos treinta años más o menos ¡ Era poco menor que él mismo !
Daba vueltas sin parar en la cama, a pesar de las precauciones que tomaba para no despertar a Fionna, pero ella estaba preocupada también. Sin decir nada, ambos juntaron sus manos, y tras besarse, Maxwell la dijo:
— No te preocupes. Todo se solucionará; es sólo una chiquillada. Saldremos de ésta..
Pero nada más lejos de solucionarse, sino que aún se complicaría más entre todos ellos. De nuevo se enfrentaban a otro problemón, y no menor que el pasado en tiempos con Jasna. En esta ocasión intervendrían otros protagonistas totalmente ajenos a lo que sucedía en la vida de Ana.
Los acontecimientos se precipitarían y ninguno de ellos sabría cómo solucionarlo. Todo era demasiado complicado. Habían pasado tres días y Goran ya había vuelto a Estados Unidos, pero pronto se volverían a ver, en cuanto solucionase sus asuntos en Nueva York. Jasna llamó a sus padres y les anunció que todo se había arreglado entre ellos y les enumeró los proyectos que tenían en mente. Sus padres escuchaban lo expuesto con un gesto de preocupación y miedo. Tenían que hablar con ella de lo ocurrido con Ana; tenía que saberlo y cuanto antes mejor. Sabían que Ana no se lo diría a su hermana, al menos hasta no estar segura de sus sentimientos hacia él. Pero si lo estaba y, loca de contenta les relataba todo lo que tenían proyectado.
Daba vueltas sin parar en la cama, a pesar de las precauciones que tomaba para no despertar a Fionna, pero ella estaba preocupada también. Sin decir nada, ambos juntaron sus manos, y tras besarse, Maxwell la dijo:
— No te preocupes. Todo se solucionará; es sólo una chiquillada. Saldremos de ésta..
Pero nada más lejos de solucionarse, sino que aún se complicaría más entre todos ellos. De nuevo se enfrentaban a otro problemón, y no menor que el pasado en tiempos con Jasna. En esta ocasión intervendrían otros protagonistas totalmente ajenos a lo que sucedía en la vida de Ana.
Los acontecimientos se precipitarían y ninguno de ellos sabría cómo solucionarlo. Todo era demasiado complicado. Habían pasado tres días y Goran ya había vuelto a Estados Unidos, pero pronto se volverían a ver, en cuanto solucionase sus asuntos en Nueva York. Jasna llamó a sus padres y les anunció que todo se había arreglado entre ellos y les enumeró los proyectos que tenían en mente. Sus padres escuchaban lo expuesto con un gesto de preocupación y miedo. Tenían que hablar con ella de lo ocurrido con Ana; tenía que saberlo y cuanto antes mejor. Sabían que Ana no se lo diría a su hermana, al menos hasta no estar segura de sus sentimientos hacia él. Pero si lo estaba y, loca de contenta les relataba todo lo que tenían proyectado.
Al nombrar las palabras casamiento y familia, el matrimonio O'Sullivan escuchó en un teléfono interior, un suave clic, que les hizo comprender que otra persona escuchaba su conversación y que no sería más que Ana. A continuación un gran portazo retumbó en toda la casa.
— Tenemos que colgar. Cariño, te llamaremos mañana y hablaremos más despacio
— Tenemos que colgar. Cariño, te llamaremos mañana y hablaremos más despacio
—Papa ¿Qué ocurre?
— Nada cielo. Sólo que Ana tiene que hacer una llamada y tiene un carácter de mil demonios en cuanto se la contraría. Lo tuyo es para hablarlo con calma. Te llamaremos mañana cuando comprendamos que ya estás en casa y estaremos todos más relajados. Nos has pillado por sorpresa.
— Está bien. tranquilizaos. Goran también quiere hablar con vosotros
Estaban deseando colgar. Acababa de abrirse otro frente, uno más: Ana había escuchado que iban a casarse y tener hijos. Jasna estaba feliz, pero ahora tenían un gran incendio en casa y no sabían cómo apagarlo. Se había destapado la caja de los truenos. Por mucho que les pesase, quién saldría mal parada sería irremediablemente su hija menor. Su temprano amor debía morir casi antes de nacer. Conocían a sus hijas y lo testarudas que eran. ¿Debían hablar claramente con Jasna y que fuera ella quién explicara a su hermana que su amor era imposible?
Maxwell comenzó a organizar su trabajo para tener unos días libres. El matrimonio viajaría a Belgrado; debían hablar personalmente con su hija, explicarle lo sucedido y ella sería la que mejor podría opinar sobre el tema. Las hermanas estaban muy unidas, se conocían bien y Jasna sabría por dónde entrar para abordar el tema, sin que nadie saliera herido. Se lo ocultarían a Goran, al menos de momento. Cuantas menos violencias hubiera entre la familia, sería mejor. Seguro que no sabría reaccionar ante una situación tan penosa como era la que se había creado con la precoz Ana. No quería que su hermana sufriera. No a su edad. Recordaba lo que ella pasó más o menos con sus mismos años, a cuenta de su casamiento con Fionna. Aún la dolía el recordarlo, no por ella, sino por Fionna.
A medida que sus padres la explicaban lo ocurrido con Ana, referente a Goran, entendía menos la situación. Estaba claro que debía solucionarlo antes de que él regresase y ocultar lo sucedido, a fin de que no se sintiera ni culpable ni violentado por todo el tema. ¿ Pero cómo?
Como había hecho favores, fue ella, en esta ocasión quién los pediría y, viajaría a Londres por dos o tres días. Era un asunto que debía tratar directamente con Ana.
RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora< rosaf9494quer
Edición <Julio 2019
Ilustraciones> Internet
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