Decidió que tenía que ampliar sus vacaciones. Permaneció en Roma una semana que le pareció poco. Y visitó Florencia , Pisa... Hizo una ruta que le habían fijado en el hotel de mucho interés cultural y artístico. Toda Italia merecía su interés. Dejaría Venecia para otra ocasión, y se arrepintió de dar esquinazo a Liliana, por lo que decidió dedicarla un par de días ; y de esta forma la conocería . Salió desde Florencia a hora muy temprana. Alquiló un coche con chófer y de este modo podría recorrer parte de La Toscana. Había conocido Florencia, Pisa y Siena, maravillosos lugares llenos de historia. Ahora iria hasta Pienza, el lugar de residencia de Liliana. No sabía si ella estaría allí o quizá estuviera en Amalfi, como parece ser hacía todos los veranos. No le importó demasiado que ella no estuviera. Mientras llegaban el chófer le alababa constantemente lo pintoresco y bello de ese lugar. En realidad, por pequeño que fuese el pueblo que visitaran, tenía historia y belleza en sus calles, edificios, y en las gentes que los habitaban..
Dio la dirección al chófer que llevaba anotada en un papel y hasta allí se dirigieron. Era un edificio antiguo, al igual que el lugar, pero era hermosa la calle. Con el pavimento empedrado, las casas de color arcilla en cuyas fachadas y balcones se adornaban con flores multicolores, predominando los geráneos color rojo. Arthur llamó con la aldaba y al momento una voz desde dentro gritaba algo, que él interpretó como " ya voy" contestación clásica de los latinos. El ruido que producía una cerradura, franqueó su entrada y ante él, una muchacha de cabello castaño, grandes ojos del mismo color y una sonrisa especialmente bella estaba frente a él.
- ¿ Busca a alguien ? - le preguntó la chica
- Posiblemente me haya equivocado. Pregunto por Liliana Bianco. Me dijo que vivía aquí- respondió él
- ¡ Yo soy Liliana ? Y tú ¿ quién eres ?
-Yo soy Arthur, el irlandés
- ¿El chico de internet ? ¡ Vaya ! Eres distinto a la foto que tienes en la página
- ¿ Distinto ? - y entonces recordó que había puesto una foto de Brendan, su primo y que lo hizo por si no deseaba conocerla.
Pero ahora estaba ahí y ella sonreía aparentemente satisfecha. Era mucho más bonita que aparecía en la foto. No era muy alta; posiblemente su estatura alcanzase el hombro de él, que medía más de 1'80. Pero su cuerpo era armonioso y curvilíneo como correspondía a una italiana clásica, por lo que son conocidas como canon de belleza. llevaba el cabello suelto y lo tenía rizado, en una melena abundante. Se quedó tan sorprendido que no atinaba a pronunciar palabra y fue ella la que le sacó de su azoramiento
- Pero pasa. ¿Supongo que estás de vacaciones.? No te esperaba porque normalmente te dicen que desean conocerte, pero luego eso no sucede. Tú has cumplido. En serio, me has sorprendido
- No estaba muy seguro si estarías aquí. Te hacía en ¿cómo se llama ...?
- ¿ Positano, Amalfi ? Iré dentro de unos días. Ahora ayudo a mi padre en las viñas. Bueno ya sabes. En septiembre será la vendimia, pero vamos retrasados, y no sé cómo se dará este año
- No entiendo nada de vinos. Sólo si en una copa está delicioso o mi paladar lo rechaza
Ambos rieron y ella le obsequió con una copa del vino que cosechaban. Se miraban, sonreían, pero no sabían de qué hablar.
- Te quedarás a comer - dijo ella con resolución
- No, no. Estoy de paso. Sólo he venido a saludarte y a conocerte. De esta manera será más fácil poner cara a nuestros correos en la red.
- Te presentaré a mi madre - Y desapareció por una puerta que daba a esa misma sala, regresando al instante con una mujer de unos cuarenta años, casi idéntica a la hija. No sabría decir si era más bella la madre que su descendiente, porque ambas lo eran
- Mi padre está en el terreno. Si te apetece podríamos acercarnos y así conocerías todo
Ese " todo " ¿ a qué se refería,? Seguramente a las vides y al entorno del lugar, que según divisó desde el coche , por la carretera, era de una gran belleza, con matices de colores que nunca había visto. Estaba acostumbrado a la alfombra verde de Irlanda e Inglaterra, pero aquí se mezclaban los ocres, rojizos, amarillos y verdes en una amalgama de exquisita belleza.
Tenía que reconocer que, al describir su tierra, Liliana no había exagerado, y penaba que aún se había quedado corta. La Toscana era una región extraordinariamente bella en toda su extensión. La "mamma" entabló conversación enseguida con Arthur; eran gentes abiertas de carácter. Por otra parte la muchacha ya se lo había anticipado, y a pesar de que ella no hablaba inglés ni él italiano, se hacían entender perfectamente. Comprobaba que todo lo anticipado por ella, se cumplía y admiró la amplitud de mentes de ellos y comprendió porqué desde siglos atrás, junto a los griegos, constituyeron la cultura occidental. Salió y al poco rato volvió con un plato de olivas y otro con prosciutto y le escanció otra copa de vino.
Y se sentó a la mesa con ellos y conoció al padre, amable y simpático . El se consideraba un hombre de mundo. Había estudiado enología lo mismo que Liliana y se dedicaba por entero a sus viñas. De eso vivían y no les había ido mal, hasta que por una tormenta de pedrisco, perdieron una cosecha entera y ahí empezaron sus males, que ya Liliana le había anticipado.
- ¿ Quieres que vayamos hasta Amalfi ? - le preguntó ella
- Lo que tú quieras. Yo estoy de vacaciones.
- De acuerdo, yo también. No tardaremos mucho.¿ Cómo has venido a Pienza ?
- Contraté un coche con chófer. Me espera ahí fuera. Deseaba conocerte
- Pues despidelo. Nos quedaremos en Amalfi. Iremos en moto
- ¿ Y por qué no en el coche ?
- Porque en la moto es más divertido. Ya lo verás
Se despidieron de los padres dispuestos a correr la gran aventura italiana. Aparcada en la puerta había una moto Vespa ¿ Esa era la moto ? Arthur, puso cara de asombro y Liliana rompió a reir
- ¿ Me estás diciendo en serio que vamos a ir en esa moto ?
-¡ Claro! Iremos seguros, no te preocupes. Ha pasado una revisión hace pocos días. Es mi medio de transporte habitual. Como habrás observado aquí es difícil tener un coche. La moto y la bicicleta es lo mejor.
- Si tú lo dices...- respondió él sorprendido de dar su aprobación a esa locura.- Tardaremos un siglo - dijo
- Puedo asegurarte que llegaremos enseguida. Voy siempre en este medio y ya me ves
- Cierto, te veo. ¿ Te he dicho que eres muy guapa ?
- ¿ En serio te lo parezco ?
- No sólo lo pareces. Lo eres ciertamente.
- Gracias celta. Ahora ponte el casco
Ambos se los pusieron y emprendieron la marcha hacia Amalfi. En el rostro de Arthur se marcaba una sonrisa alegre. ¿ Sería ésto a lo que ella se refirió con aprender a vivir? Sin duda, si no lo era, sería algo muy parecido. Y se dispuso a disfrutar lo que saliera a su paso, que de momento eran campos de altas viñas del que saldría el exquisito vino Chianti o Montalcino, aunque nunca los había degustado. No era buen bebedor, pero el probado en casa de Liliana le había gustado, y sentía que su cabeza volaba veloz hacia no sabía dónde.
De repente sintió ganas de reir no sabía de qué. Nunca había viajado en una Vespa, que no se destacaba especialmente por la velocidad, pero desde ella podía admirar el magnífico paisaje de los campos toscanos, de su cielo azul y de los suaves rayos del sol. Echó la vista hacia su tierra, y pensó:
- Seguro que ahora en Dubklín está lloviendo
- Vas muy callado - la dijo ella - Deberías agarrarte a mi cintura. Probablemente, si no lo haces, puedes caerte con algún bache.
- ¿ No te molesta ? - dijo él solemne
- ¡ Claro que no ! No vas a violarme - y rompió a reír con una sonora carcajada.
El hizo lo que le pedía, porque efectivamente podría caerse, y le gustó sentir la calidad de la cintura de ella. Verdaderamente estaba resultando un viaje muy atractivo. Liliana era una chica alegre que siempre estaba sonriendo. Se la veía feliz. Desde que había llegado a Italia, ni una sola vez había pensado en Mildred, e instintivamente comparó a las dos chicas y lo distintas que eran. Cesó en sus pensamientos, cuando al llegar a una plaza, ella detuvo la Vespa: habían llegado a su destino.
Dio la dirección al chófer que llevaba anotada en un papel y hasta allí se dirigieron. Era un edificio antiguo, al igual que el lugar, pero era hermosa la calle. Con el pavimento empedrado, las casas de color arcilla en cuyas fachadas y balcones se adornaban con flores multicolores, predominando los geráneos color rojo. Arthur llamó con la aldaba y al momento una voz desde dentro gritaba algo, que él interpretó como " ya voy" contestación clásica de los latinos. El ruido que producía una cerradura, franqueó su entrada y ante él, una muchacha de cabello castaño, grandes ojos del mismo color y una sonrisa especialmente bella estaba frente a él.
- ¿ Busca a alguien ? - le preguntó la chica
- Posiblemente me haya equivocado. Pregunto por Liliana Bianco. Me dijo que vivía aquí- respondió él
- ¡ Yo soy Liliana ? Y tú ¿ quién eres ?
-Yo soy Arthur, el irlandés
- ¿El chico de internet ? ¡ Vaya ! Eres distinto a la foto que tienes en la página
- ¿ Distinto ? - y entonces recordó que había puesto una foto de Brendan, su primo y que lo hizo por si no deseaba conocerla.
Pero ahora estaba ahí y ella sonreía aparentemente satisfecha. Era mucho más bonita que aparecía en la foto. No era muy alta; posiblemente su estatura alcanzase el hombro de él, que medía más de 1'80. Pero su cuerpo era armonioso y curvilíneo como correspondía a una italiana clásica, por lo que son conocidas como canon de belleza. llevaba el cabello suelto y lo tenía rizado, en una melena abundante. Se quedó tan sorprendido que no atinaba a pronunciar palabra y fue ella la que le sacó de su azoramiento
- Pero pasa. ¿Supongo que estás de vacaciones.? No te esperaba porque normalmente te dicen que desean conocerte, pero luego eso no sucede. Tú has cumplido. En serio, me has sorprendido
- No estaba muy seguro si estarías aquí. Te hacía en ¿cómo se llama ...?
- ¿ Positano, Amalfi ? Iré dentro de unos días. Ahora ayudo a mi padre en las viñas. Bueno ya sabes. En septiembre será la vendimia, pero vamos retrasados, y no sé cómo se dará este año
- No entiendo nada de vinos. Sólo si en una copa está delicioso o mi paladar lo rechaza
Ambos rieron y ella le obsequió con una copa del vino que cosechaban. Se miraban, sonreían, pero no sabían de qué hablar.
- Te quedarás a comer - dijo ella con resolución
- No, no. Estoy de paso. Sólo he venido a saludarte y a conocerte. De esta manera será más fácil poner cara a nuestros correos en la red.
- Te presentaré a mi madre - Y desapareció por una puerta que daba a esa misma sala, regresando al instante con una mujer de unos cuarenta años, casi idéntica a la hija. No sabría decir si era más bella la madre que su descendiente, porque ambas lo eran
- Mi padre está en el terreno. Si te apetece podríamos acercarnos y así conocerías todo
Ese " todo " ¿ a qué se refería,? Seguramente a las vides y al entorno del lugar, que según divisó desde el coche , por la carretera, era de una gran belleza, con matices de colores que nunca había visto. Estaba acostumbrado a la alfombra verde de Irlanda e Inglaterra, pero aquí se mezclaban los ocres, rojizos, amarillos y verdes en una amalgama de exquisita belleza.
Tenía que reconocer que, al describir su tierra, Liliana no había exagerado, y penaba que aún se había quedado corta. La Toscana era una región extraordinariamente bella en toda su extensión. La "mamma" entabló conversación enseguida con Arthur; eran gentes abiertas de carácter. Por otra parte la muchacha ya se lo había anticipado, y a pesar de que ella no hablaba inglés ni él italiano, se hacían entender perfectamente. Comprobaba que todo lo anticipado por ella, se cumplía y admiró la amplitud de mentes de ellos y comprendió porqué desde siglos atrás, junto a los griegos, constituyeron la cultura occidental. Salió y al poco rato volvió con un plato de olivas y otro con prosciutto y le escanció otra copa de vino.
Y se sentó a la mesa con ellos y conoció al padre, amable y simpático . El se consideraba un hombre de mundo. Había estudiado enología lo mismo que Liliana y se dedicaba por entero a sus viñas. De eso vivían y no les había ido mal, hasta que por una tormenta de pedrisco, perdieron una cosecha entera y ahí empezaron sus males, que ya Liliana le había anticipado.
- ¿ Quieres que vayamos hasta Amalfi ? - le preguntó ella
- Lo que tú quieras. Yo estoy de vacaciones.
- De acuerdo, yo también. No tardaremos mucho.¿ Cómo has venido a Pienza ?
- Contraté un coche con chófer. Me espera ahí fuera. Deseaba conocerte
- Pues despidelo. Nos quedaremos en Amalfi. Iremos en moto
- ¿ Y por qué no en el coche ?
- Porque en la moto es más divertido. Ya lo verás
Se despidieron de los padres dispuestos a correr la gran aventura italiana. Aparcada en la puerta había una moto Vespa ¿ Esa era la moto ? Arthur, puso cara de asombro y Liliana rompió a reir
- ¿ Me estás diciendo en serio que vamos a ir en esa moto ?
-¡ Claro! Iremos seguros, no te preocupes. Ha pasado una revisión hace pocos días. Es mi medio de transporte habitual. Como habrás observado aquí es difícil tener un coche. La moto y la bicicleta es lo mejor.
- Si tú lo dices...- respondió él sorprendido de dar su aprobación a esa locura.- Tardaremos un siglo - dijo
- Puedo asegurarte que llegaremos enseguida. Voy siempre en este medio y ya me ves
- Cierto, te veo. ¿ Te he dicho que eres muy guapa ?
- ¿ En serio te lo parezco ?
- No sólo lo pareces. Lo eres ciertamente.
- Gracias celta. Ahora ponte el casco
Ambos se los pusieron y emprendieron la marcha hacia Amalfi. En el rostro de Arthur se marcaba una sonrisa alegre. ¿ Sería ésto a lo que ella se refirió con aprender a vivir? Sin duda, si no lo era, sería algo muy parecido. Y se dispuso a disfrutar lo que saliera a su paso, que de momento eran campos de altas viñas del que saldría el exquisito vino Chianti o Montalcino, aunque nunca los había degustado. No era buen bebedor, pero el probado en casa de Liliana le había gustado, y sentía que su cabeza volaba veloz hacia no sabía dónde.
De repente sintió ganas de reir no sabía de qué. Nunca había viajado en una Vespa, que no se destacaba especialmente por la velocidad, pero desde ella podía admirar el magnífico paisaje de los campos toscanos, de su cielo azul y de los suaves rayos del sol. Echó la vista hacia su tierra, y pensó:
- Seguro que ahora en Dubklín está lloviendo
- Vas muy callado - la dijo ella - Deberías agarrarte a mi cintura. Probablemente, si no lo haces, puedes caerte con algún bache.
- ¿ No te molesta ? - dijo él solemne
- ¡ Claro que no ! No vas a violarme - y rompió a reír con una sonora carcajada.
El hizo lo que le pedía, porque efectivamente podría caerse, y le gustó sentir la calidad de la cintura de ella. Verdaderamente estaba resultando un viaje muy atractivo. Liliana era una chica alegre que siempre estaba sonriendo. Se la veía feliz. Desde que había llegado a Italia, ni una sola vez había pensado en Mildred, e instintivamente comparó a las dos chicas y lo distintas que eran. Cesó en sus pensamientos, cuando al llegar a una plaza, ella detuvo la Vespa: habían llegado a su destino.
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