Después de la boda y el corto viaje de luna de miel, se establecieron en el caserón de los viñedos. Allí Arthur montó su estudio mientras Liliana se dedicaba por entero a sus experimentos. Gracias a la venta de las casas de ella, habían podido reforzar el viñedo y también a una aportación económica de Arthur.
Liliana estaba entusiasmada. Por fin había logrado unos ingertos y por tanto un vino que en nada tenía que envidiar a los más selectoS caldos franceses. Lo patentaría y lo distribuiría por los mejores restaurantes de la zona.
- Lo he conseguido, papa - decía mentalmente a su padre.
Pero en realidad lo había hecho gracias a la estabilidad de su vida. Ambos lo habían conseguido: Arthur tenía el borrador de una futura novela a punto de encajar.. No quería separarse ni un minuto de su familia, y dado que el caserón era muy grande, habilitaron una zona como vivienda y allí montó su estudio, en la paz del campo en el que sólo se escuchaban los pájaros. Lili había comenzado el colegio y todo marchaba bien, olvidando poco a poco los malos momentos vividos. Eran felices y se amaban; tenían la complicidad más absoluta. Durante ese tiempo, habían viajado de nuevo a Dublín para que Arthur pusiera al día su trabajo con la editorial, pero tanto Liliana como la niña, viajaron con él. Fueron a penas unos días, pero las necesitaba a su lado. No quería separarse de ellas. Padre e hija se adaptaron perfectamente el uno al otro y los tres formaron una familia feliz y encantadora.
Cada noche, antes de dormir y después de arropar a la pequeña, Arthur narraba a su mujer lo que había escrito durante el día, y ella le refería cómo iba todo en el viñedo. Después se abrazaban y tenían su conexión íntima antes de que el sueño les invadiera. Y poco a poco, la vida tomaba su pulso y los malos ratos quedaron en la distancia y a penas los recordaban.
Les parecía imposible gozar de tanta serenidad y armonía. Liliana realizó su primer sueño: comercializar el vino dedicado a la memoria de su padre con denominación de origen " Bianco ". Tenía por ayudante, el mismo que tuvo su padre, de total confianza de ella, y que además de un gran entendido en vinos, le aconsejaba y orientaba. Descargó en buena parte su trabajo en él y de esta forma tenía más tiempo libre para dedicarlo a su otra pasión: la literatura, que bajo la tutela de Arthur se atrevía con una nueva novela. Ahora tenía más experiencia de la vida y a un maestro extraordinario a su lado. No sería un relato como fueron los primeros para jovencitas de pocos años. Esta sería profunda, con sus propias experiencias y volcando en ellas toda la profunda gratitud que debía a su marido, por el gran amor que sentía hacia ellas, hacia su familia y su hogar.
No la importaba fuera publicada o no. Quería que quedase constancia de una parte de su vida desde que se conocieron, para que él siempre supiera que le había amado desde el mismo instante que le tuvo delante Y recobró la escritura de esas cartas, pero en esta ocasión todas llevaban un destinatario: Arthur. no las publicaría, pero sí las guardaría todas y las escribiría a diario El había sido su inspiración desde que le conociera y a él, en secreto se las dedicaba. Y en secreto, Arthur volvió a enviar los manuscritos de antaño para que fueran publicados. Sería su sorpresa y regalo de aniversario. Hacía un año que se habían convertido en esposos. Aquella noche, Arthur hizo una petición a su mujer
- No tomes las pastillas. Quiero tener otro hijo
Ella se le quedó mirando y sonrió, con esa sonrisa que le enamoró cuando la vio en Facebbok. Se inclinó sobre él, besandole suavemente y le dijo:
- Amor, hace días que ya no las tomo. Yo también deseo que seamos padres. Ahora toca esperar
Y se amaban noche tras noche, y por la mañana al despertar y no pasaron muchos días hasta que consiguieron su objetivo. Y ese día hubo fiesta en el matrimonio por todo lo alto. Y la pequeña Lili, no entendía cómo sus padres estaban tan contentos y reian y jugaban tanto.
La niña iba creciendo y comenzaba a hacer preguntas pidiendo sin querer una respuesta a ellas. Había llegado el momento de aclarar ciertas cosas de la mejor manera posible, para que su mente infantil comprendiera exactamente y sin dañarla lo que había pasado en la vida de sus padres.
Sentados uno junto al otro y con la niña sentada en sus rodillas, Arthur tragó saliva y procuró contar a su hija que Guido ea un amigo que cuidaba de ellas mientras él estaba de viaje. Pero que su papá siempre había sido él. Y quedó sorprendido cuando la niña le respondió:
- Ya lo sabía. Mamá me lo dijo, pero quería saber si Guido era mi tio. El me dijo que le llamara así
Arthur exhaló un suspiro de alivio, y apretó la mano de Liliana sonriéndola. Le agradecía desde el fondo de su alma, que hubiera dicho a la niña que tenía un padre y que pronto vendría a reunirse con ellas. Y todo fue sencillo, porque en la imaginación de la niña, lo asoció todo sin hacer preguntas y lo aceptó tal cual se lo habían contado.
Abrazados antes de dormir, Arthur miro a Liliana y dándola el beso de buenas noches, simplemente la dijo: " Gracias ". Ella supo a lo que se refería y le respondió
-No la mentí: su padre estaba de viaje. Era demasiado pequeña para que conociera toda la verdad, así que la dije que regresarías pronto y que mientras el tio Guido cuidaría de nosotras. Después os encontrasteis en la feria y todo lo demás ya lo sabes. Su fantasía infantil no se preguntó más. Sólo que su papa había vuelto, por eso se abrazó a nosotros el día que te encontré en la carretera. Para ella es lo más natural del mundo, y así ha de ser para nosotros también. Hemos dejado atrás muchas cosas que nos hacían daño. Otorguemos el perdón y vivamos la vida como nos ha tocado vivirla; agarrémosla con ambas manos, fuerte, para que no vuelva a escaparse.
Acarició la mejilla de su marido, le besó y se acurrucó en su pecho para dormir.
Y pasó el tiempo y tuvieron ese hijo tan deseado. Arthur publicó su nueva novela que tituló < Viaje a La Toscana >. Y fue un libro de viaje en el que mezcló experiencias vividas con anécdotas y paisajes de aquella bellísima zona italiana. Con fotografías que él mismo hizo a su paso por allí, la primera vez que lo visitó, hacía ya tantos años, y que cambió el curso de su vida. Y la fachada de la casa de Liliana, en donde comenzó su propia historia, fue conocida por quienes compraban el libro Introdujo romances de por medio, basados en sus vivencias, y dio nombre a unos personajes mitad ficticios, y mitad reales.
Tuvo un éxito arrollador porque su lectura era amena y conectaba perfectamente con los lectores,, en una mezcla que enganchaba desde el principio. .Como es natural en la introducción explicó que no era real, aunque los lugares existían en verdad. Pero en la novela, estaban reflejados todos los protagonistas que habían vivido, con otros nombres, pero estaban presentes en ella. Así Guido volvió a tomar vida, aunque se llamara Filippo, y el mismo autor se llamó Peter y su amada Teresa. Todo estaba disfrazado, pero todo era real..
Y de nuevo tuvo que desplazarse a Dublín para la presentación del libro que había agotado una primera edición. Pero ésta vez debía ir solo, ya que Liliana estaba cercana a dar a luz, y no se atrevió a viajar. Arthur hubiera querido que le acompañara, pero también comprendió que sería arriesgado y optó por conformarse con ir en solitario.
Liliana estaba entusiasmada. Por fin había logrado unos ingertos y por tanto un vino que en nada tenía que envidiar a los más selectoS caldos franceses. Lo patentaría y lo distribuiría por los mejores restaurantes de la zona.
- Lo he conseguido, papa - decía mentalmente a su padre.
Pero en realidad lo había hecho gracias a la estabilidad de su vida. Ambos lo habían conseguido: Arthur tenía el borrador de una futura novela a punto de encajar.. No quería separarse ni un minuto de su familia, y dado que el caserón era muy grande, habilitaron una zona como vivienda y allí montó su estudio, en la paz del campo en el que sólo se escuchaban los pájaros. Lili había comenzado el colegio y todo marchaba bien, olvidando poco a poco los malos momentos vividos. Eran felices y se amaban; tenían la complicidad más absoluta. Durante ese tiempo, habían viajado de nuevo a Dublín para que Arthur pusiera al día su trabajo con la editorial, pero tanto Liliana como la niña, viajaron con él. Fueron a penas unos días, pero las necesitaba a su lado. No quería separarse de ellas. Padre e hija se adaptaron perfectamente el uno al otro y los tres formaron una familia feliz y encantadora.
Cada noche, antes de dormir y después de arropar a la pequeña, Arthur narraba a su mujer lo que había escrito durante el día, y ella le refería cómo iba todo en el viñedo. Después se abrazaban y tenían su conexión íntima antes de que el sueño les invadiera. Y poco a poco, la vida tomaba su pulso y los malos ratos quedaron en la distancia y a penas los recordaban.
Les parecía imposible gozar de tanta serenidad y armonía. Liliana realizó su primer sueño: comercializar el vino dedicado a la memoria de su padre con denominación de origen " Bianco ". Tenía por ayudante, el mismo que tuvo su padre, de total confianza de ella, y que además de un gran entendido en vinos, le aconsejaba y orientaba. Descargó en buena parte su trabajo en él y de esta forma tenía más tiempo libre para dedicarlo a su otra pasión: la literatura, que bajo la tutela de Arthur se atrevía con una nueva novela. Ahora tenía más experiencia de la vida y a un maestro extraordinario a su lado. No sería un relato como fueron los primeros para jovencitas de pocos años. Esta sería profunda, con sus propias experiencias y volcando en ellas toda la profunda gratitud que debía a su marido, por el gran amor que sentía hacia ellas, hacia su familia y su hogar.
No la importaba fuera publicada o no. Quería que quedase constancia de una parte de su vida desde que se conocieron, para que él siempre supiera que le había amado desde el mismo instante que le tuvo delante Y recobró la escritura de esas cartas, pero en esta ocasión todas llevaban un destinatario: Arthur. no las publicaría, pero sí las guardaría todas y las escribiría a diario El había sido su inspiración desde que le conociera y a él, en secreto se las dedicaba. Y en secreto, Arthur volvió a enviar los manuscritos de antaño para que fueran publicados. Sería su sorpresa y regalo de aniversario. Hacía un año que se habían convertido en esposos. Aquella noche, Arthur hizo una petición a su mujer
- No tomes las pastillas. Quiero tener otro hijo
Ella se le quedó mirando y sonrió, con esa sonrisa que le enamoró cuando la vio en Facebbok. Se inclinó sobre él, besandole suavemente y le dijo:
- Amor, hace días que ya no las tomo. Yo también deseo que seamos padres. Ahora toca esperar
Y se amaban noche tras noche, y por la mañana al despertar y no pasaron muchos días hasta que consiguieron su objetivo. Y ese día hubo fiesta en el matrimonio por todo lo alto. Y la pequeña Lili, no entendía cómo sus padres estaban tan contentos y reian y jugaban tanto.
La niña iba creciendo y comenzaba a hacer preguntas pidiendo sin querer una respuesta a ellas. Había llegado el momento de aclarar ciertas cosas de la mejor manera posible, para que su mente infantil comprendiera exactamente y sin dañarla lo que había pasado en la vida de sus padres.
Sentados uno junto al otro y con la niña sentada en sus rodillas, Arthur tragó saliva y procuró contar a su hija que Guido ea un amigo que cuidaba de ellas mientras él estaba de viaje. Pero que su papá siempre había sido él. Y quedó sorprendido cuando la niña le respondió:
- Ya lo sabía. Mamá me lo dijo, pero quería saber si Guido era mi tio. El me dijo que le llamara así
Arthur exhaló un suspiro de alivio, y apretó la mano de Liliana sonriéndola. Le agradecía desde el fondo de su alma, que hubiera dicho a la niña que tenía un padre y que pronto vendría a reunirse con ellas. Y todo fue sencillo, porque en la imaginación de la niña, lo asoció todo sin hacer preguntas y lo aceptó tal cual se lo habían contado.
Abrazados antes de dormir, Arthur miro a Liliana y dándola el beso de buenas noches, simplemente la dijo: " Gracias ". Ella supo a lo que se refería y le respondió
-No la mentí: su padre estaba de viaje. Era demasiado pequeña para que conociera toda la verdad, así que la dije que regresarías pronto y que mientras el tio Guido cuidaría de nosotras. Después os encontrasteis en la feria y todo lo demás ya lo sabes. Su fantasía infantil no se preguntó más. Sólo que su papa había vuelto, por eso se abrazó a nosotros el día que te encontré en la carretera. Para ella es lo más natural del mundo, y así ha de ser para nosotros también. Hemos dejado atrás muchas cosas que nos hacían daño. Otorguemos el perdón y vivamos la vida como nos ha tocado vivirla; agarrémosla con ambas manos, fuerte, para que no vuelva a escaparse.
Acarició la mejilla de su marido, le besó y se acurrucó en su pecho para dormir.
Y pasó el tiempo y tuvieron ese hijo tan deseado. Arthur publicó su nueva novela que tituló < Viaje a La Toscana >. Y fue un libro de viaje en el que mezcló experiencias vividas con anécdotas y paisajes de aquella bellísima zona italiana. Con fotografías que él mismo hizo a su paso por allí, la primera vez que lo visitó, hacía ya tantos años, y que cambió el curso de su vida. Y la fachada de la casa de Liliana, en donde comenzó su propia historia, fue conocida por quienes compraban el libro Introdujo romances de por medio, basados en sus vivencias, y dio nombre a unos personajes mitad ficticios, y mitad reales.
Tuvo un éxito arrollador porque su lectura era amena y conectaba perfectamente con los lectores,, en una mezcla que enganchaba desde el principio. .Como es natural en la introducción explicó que no era real, aunque los lugares existían en verdad. Pero en la novela, estaban reflejados todos los protagonistas que habían vivido, con otros nombres, pero estaban presentes en ella. Así Guido volvió a tomar vida, aunque se llamara Filippo, y el mismo autor se llamó Peter y su amada Teresa. Todo estaba disfrazado, pero todo era real..
Y de nuevo tuvo que desplazarse a Dublín para la presentación del libro que había agotado una primera edición. Pero ésta vez debía ir solo, ya que Liliana estaba cercana a dar a luz, y no se atrevió a viajar. Arthur hubiera querido que le acompañara, pero también comprendió que sería arriesgado y optó por conformarse con ir en solitario.
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