No se volvió a acordar del ordenador ni de su página en la red social. El trabajo le absorbía todo el día. Había emborronado folios y folios, pero cuando los repasaba, no tenian consistencia, ni nexo, ni nada que aquello que había esbozado, tuviera un futuro como novela. Indudablemente sus ideas fallaban, estaban agotadas.. Tendría que volver a empezar desde el principio. Era la primera vez que le había ocurrido en tantos años de carrera, pero siempre hay una primera vez, y ésta vez le tocó a él.
Por más vueltas que le daba no había manera de encontrar una historia, así que decidió dejarlo por unas horas, a ver si mientras se le ocurría algo. Salió de su estudio y se dirigió a una cafetería. Tomaría algo antes de volver a sentarse frente al papel en blanco.. Tenía conectado un televisor en el que daban las últimas noticias de un terremoto ocurrido en el sur de Italia, con damnificados y bastantes edificios derruidos. Inmediatamente recordó a su última amiga de Facebook. Creía recordar que había nacido en algún lugar cerca de Nápoles. Debía interesarse por ella, eso es lo que hacen los amigos. Al regresar a casa, se conectaría y trataría de averiguar si estaba a salvo.
- Tiene razón Mildred. Puedes conectar con cualquier rincón del mundo, y supongo que en estas circunstancias será muy útil para averiguar lo ocurrido entre las familias que deseen saber si sus parientes se encuentran bien. No todos los inventos modernos son malos. . No se me va de la cabeza la falta de ideas por la que estoy pasando Volveré a intentarlo una vez más. No me daré por vencido. Nunca lo he hecho y ahora no va a ser distinto. He tenido otras épocas de sequía, y siempre he encontrado tema. Espero que está vez sea lo mismo.- Mentalmente se recriminaba lo que le estaba ocurriendo, y encontró una explicación: el tema Mildred le traía loco.
Entraron varios amigos asiduos, como él, a la cafetería. y establecieron una conversación mientras apuraban el café. Se olvidó del proyecto y de su amiga napolitana.
Al llegar a casa, llamó por teléfono a Mildred. Sentía una sensación extraña en su interior. No le gustaba estar enfadado con ella. La quería desde el instituto y en la universidad, se hicieron novios. Pero últimamente algo había cambiado entre ellos; posiblemente sus mutuos trabajos les copaban todo el tiempo, demasiado tiempo, y se veían con menos frecuencia. Marcó su número señalado en la agenda, pero no respondió nadie. Sabía que era algo rencorosa, pero creyó, también, que la cosa no había sido para tanto. El enfado que sentía contra ella, se acrecentó aún más y decidió no insistir. ¡Ya se le pasaría ! No había sido nada importante por lo que se habían disgustado, así que si quería que todo siguiera lo mismo, sería ella quién diera el primer paso.
Su ceño estaba fruncido señal´inequívoca que la situación no le agradaba, así que decidió echar a un lado trabajo y novia. Entró en su estudio para recoger las anotaciones que había realizado el día anterior; les echaría un vistazo, una vez más.
Se sentía , cansado y con dolor de cabeza, decidió tomar algún bocado y dar carpetazo al trabajo hasta el día siguiente. entonces sus ojos se fijaron en el portátil. Parecía que le llamaba. Lo abrió y se conectó a la red, pero ésta vez iría a la página de la chica ¿ cómo se llamaba? Recordaba que había anotado su nombre en algún trozo de papel. Lo buscó insistentemente hasta que dio con él
- Aquí está: Liliana Bianco
Se fijó en la foto más detenidamente, era la misma de la página de Mildred. Quería saber más de ella y entró, pero ningún detalle más figuraba en la información. Entre sus amigos estaba su novia, y él mismo: había aceptado su amistad. La envió un mensaje interesándose por su estado tras el suceso, que aunque no había sido de mucha intensidad, sí lo suficiente para derribar algunas casas del casco antiguo.
Esperó durante unos minutos para ver si era respondido, pero no fue así. Algo decepcionado, lo volvió a cerrar, y siguió con lo que estaba haciendo. El timbre de la puerta retumbó en el silencio de la vivienda, se quitó las gafas, y se dirigió a la puerta para ver quién era el que llamaba a esas horas. Miró por la mirilla, pero una mano la tapaba. Sonrió enseguida satisfecho: era Mildred, siempre tenía esa costumbre. Abrió y efectivamente, allí estaba ella sonriente mostrando una botella de buen vino indicándole que deseaba ser invitada.
- ¡ Vaya ! ¿ Se te ha pasado el enojo? - la preguntó él mientras la abrazaba
- ¿ Qué enojo ? En todo caso sería yo la que te pidiera explicaciones. No me has llamado en todo este tiempo
- Eso no es cierto. Te he llamado repetidas veces y no has atendido la llamada
- Está bien, está bien. Es cierto estaba cabreada contigo, pero ya se me ha pasado. ¿ Me invitas a cenar ?
- Claro que te invito, pero no tengo nada preparado, así que tendremos que pedir algo fuera
- Pues muy bien. Hagamoslo, y después...
La frase se quedó suspendida en el aire. El sabía lo que ella había lanzado en ese mensaje. Tendrían temita esa noche. Y lo deseaba; hacía días que no se habían visto con motivo de los enfados y de los trabajos de ambos. .Con un poco de suerte, se quedaría a dormir .
Después de cenar y amarse, charlaron de lo que habían hecho durante el tiempo que no habían estado juntos y Arthur la contó sonriendo que había matado el tiempo conectándose a Internet, y más concretamente a Facebook. Y entonces el rostro de la italiana saltó de nuevo, preguntándola si sabía algo de ella. Mildred negó con la cabeza, al tiempo que le decía
- He tenido mucho jaleo en la oficina y no me he conectado. Además no siempre hablamos entre nosotras. Lo de la amistad, pienso que es un puro trámite para entrar en la Red, después cada uno elige con quién desea mantener contacto.
Al despertarse al día siguiente, desayunaron y se despidieron. Quedaron citados para pasar juntos el fin de semana que se aproximaba. ¿ Significaba eso que no se verían hasta el viernes por la noche? Tenía la impresión de que algo extraño estaba sucediendo entre ellos, pero se negaba a pensar en ello y creer que pudiera suceder algún distanciamiento. Pero la idea no se le fue de la cabeza. hablaría con ella más detenidamente. Sabía que lo negaría, y que ello conduciría a una nueva discusión. últimamente discutían por cualquier cosa ¿ Sería señal de que lo suyo hacía aguas?
Por más vueltas que le daba no había manera de encontrar una historia, así que decidió dejarlo por unas horas, a ver si mientras se le ocurría algo. Salió de su estudio y se dirigió a una cafetería. Tomaría algo antes de volver a sentarse frente al papel en blanco.. Tenía conectado un televisor en el que daban las últimas noticias de un terremoto ocurrido en el sur de Italia, con damnificados y bastantes edificios derruidos. Inmediatamente recordó a su última amiga de Facebook. Creía recordar que había nacido en algún lugar cerca de Nápoles. Debía interesarse por ella, eso es lo que hacen los amigos. Al regresar a casa, se conectaría y trataría de averiguar si estaba a salvo.
- Tiene razón Mildred. Puedes conectar con cualquier rincón del mundo, y supongo que en estas circunstancias será muy útil para averiguar lo ocurrido entre las familias que deseen saber si sus parientes se encuentran bien. No todos los inventos modernos son malos. . No se me va de la cabeza la falta de ideas por la que estoy pasando Volveré a intentarlo una vez más. No me daré por vencido. Nunca lo he hecho y ahora no va a ser distinto. He tenido otras épocas de sequía, y siempre he encontrado tema. Espero que está vez sea lo mismo.- Mentalmente se recriminaba lo que le estaba ocurriendo, y encontró una explicación: el tema Mildred le traía loco.
Entraron varios amigos asiduos, como él, a la cafetería. y establecieron una conversación mientras apuraban el café. Se olvidó del proyecto y de su amiga napolitana.
Al llegar a casa, llamó por teléfono a Mildred. Sentía una sensación extraña en su interior. No le gustaba estar enfadado con ella. La quería desde el instituto y en la universidad, se hicieron novios. Pero últimamente algo había cambiado entre ellos; posiblemente sus mutuos trabajos les copaban todo el tiempo, demasiado tiempo, y se veían con menos frecuencia. Marcó su número señalado en la agenda, pero no respondió nadie. Sabía que era algo rencorosa, pero creyó, también, que la cosa no había sido para tanto. El enfado que sentía contra ella, se acrecentó aún más y decidió no insistir. ¡Ya se le pasaría ! No había sido nada importante por lo que se habían disgustado, así que si quería que todo siguiera lo mismo, sería ella quién diera el primer paso.
Su ceño estaba fruncido señal´inequívoca que la situación no le agradaba, así que decidió echar a un lado trabajo y novia. Entró en su estudio para recoger las anotaciones que había realizado el día anterior; les echaría un vistazo, una vez más.
Se sentía , cansado y con dolor de cabeza, decidió tomar algún bocado y dar carpetazo al trabajo hasta el día siguiente. entonces sus ojos se fijaron en el portátil. Parecía que le llamaba. Lo abrió y se conectó a la red, pero ésta vez iría a la página de la chica ¿ cómo se llamaba? Recordaba que había anotado su nombre en algún trozo de papel. Lo buscó insistentemente hasta que dio con él
- Aquí está: Liliana Bianco
Se fijó en la foto más detenidamente, era la misma de la página de Mildred. Quería saber más de ella y entró, pero ningún detalle más figuraba en la información. Entre sus amigos estaba su novia, y él mismo: había aceptado su amistad. La envió un mensaje interesándose por su estado tras el suceso, que aunque no había sido de mucha intensidad, sí lo suficiente para derribar algunas casas del casco antiguo.
Esperó durante unos minutos para ver si era respondido, pero no fue así. Algo decepcionado, lo volvió a cerrar, y siguió con lo que estaba haciendo. El timbre de la puerta retumbó en el silencio de la vivienda, se quitó las gafas, y se dirigió a la puerta para ver quién era el que llamaba a esas horas. Miró por la mirilla, pero una mano la tapaba. Sonrió enseguida satisfecho: era Mildred, siempre tenía esa costumbre. Abrió y efectivamente, allí estaba ella sonriente mostrando una botella de buen vino indicándole que deseaba ser invitada.
- ¡ Vaya ! ¿ Se te ha pasado el enojo? - la preguntó él mientras la abrazaba
- ¿ Qué enojo ? En todo caso sería yo la que te pidiera explicaciones. No me has llamado en todo este tiempo
- Eso no es cierto. Te he llamado repetidas veces y no has atendido la llamada
- Está bien, está bien. Es cierto estaba cabreada contigo, pero ya se me ha pasado. ¿ Me invitas a cenar ?
- Claro que te invito, pero no tengo nada preparado, así que tendremos que pedir algo fuera
- Pues muy bien. Hagamoslo, y después...
La frase se quedó suspendida en el aire. El sabía lo que ella había lanzado en ese mensaje. Tendrían temita esa noche. Y lo deseaba; hacía días que no se habían visto con motivo de los enfados y de los trabajos de ambos. .Con un poco de suerte, se quedaría a dormir .
Después de cenar y amarse, charlaron de lo que habían hecho durante el tiempo que no habían estado juntos y Arthur la contó sonriendo que había matado el tiempo conectándose a Internet, y más concretamente a Facebook. Y entonces el rostro de la italiana saltó de nuevo, preguntándola si sabía algo de ella. Mildred negó con la cabeza, al tiempo que le decía
- He tenido mucho jaleo en la oficina y no me he conectado. Además no siempre hablamos entre nosotras. Lo de la amistad, pienso que es un puro trámite para entrar en la Red, después cada uno elige con quién desea mantener contacto.
Al despertarse al día siguiente, desayunaron y se despidieron. Quedaron citados para pasar juntos el fin de semana que se aproximaba. ¿ Significaba eso que no se verían hasta el viernes por la noche? Tenía la impresión de que algo extraño estaba sucediendo entre ellos, pero se negaba a pensar en ello y creer que pudiera suceder algún distanciamiento. Pero la idea no se le fue de la cabeza. hablaría con ella más detenidamente. Sabía que lo negaría, y que ello conduciría a una nueva discusión. últimamente discutían por cualquier cosa ¿ Sería señal de que lo suyo hacía aguas?
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